A la
salida del bosque, crucé por un puente el torrente, por cuya ribera derecha
transcurriría ahora la subida.
Fuera del
arbolado, se vería atrás el Midi d’Ossau si no fuera por la nube que esa tarde
se arremolinaba en torno al pico.
Por
delante, el barranco de Arrious se presentaba como un largo y suave tubo verde,
dominado por oscuros roquedos. Una arquetípica mezcla agua brava, hierba y
roca. Me encaminaba hacia…
… la alta
montaña, que se hizo patente cuando las pedreras sustituyeron al pasto y pisé
el primer nevero. Coincidió esto además con la entrada de una nube, que…
…
contribuyó, con el vallecito ya totalmente nevado a dar un ambiente más
sombrío.
Tras un
tramo de escasa pendiente, ésta se intensificó momentáneamente, pero sin pasar
unos asequibles 20º. También volvió el sol para alegrar el último tramo
superado, bajo la Punta del Cuello de Soba.
Estaba ya
a pocos metros de culminar el Col d’Arrious. Pero no llegué a pisar la horcada;
justo antes, la senda se bifurca y giré a la derecha (SE) para…
… pasar
entre dos prominencias y dirigirme hacia el Pic du Lac d’Arrious, que asomaba
sobre un pequeño lomo.
Al
superarlo, se descubrieron tanto dicho pico, como la masa de agua que le da
nombre y los dos arrieles. Aquí, el trazo quedaba oculto bajo la nieve pero el
camino estaba claro: giré a la izquierda (O) para ir al collado que se abría
delante del Pic du Lac d’Arrious.
Al llegar
allí, lo primero que te recibe son las cumbres del Palas y Balaitús.
Bajando
la vista, el Lago de Artouste.
Y más a
la izquierda, al noroeste, el Pic d’Arrious.
Pero es
precisamente al otro lado por donde continué camino, bordeando por la izquierda
(norte) el Pic du Lac d’Arrious, por la expuesta repisa llamada Passage
d’Orteig.
En
realidad, con el cable que la equipa, si la roca está seca, no plantea la menor
dificultad, si bien el paso impresiona.
Salí a un
pequeño rellano colgado, que atravesé hasta el lomo opuesto.
Desde allí,
no sólo pude ver ya completo el Pico Palas, sino también, a sus pies, el lago y
refugio de Arrémoulit. Ya sólo me quedaba para llegar a éste bajar a la
izquierda (E) por dicho lomo.
Durante
el descenso, se ve muy bien toda la cresta de los picos de Arriel, incluyendo
la arista que pensaba remontar al día siguiente. Ésta presenta una zona movida
en su arranque, a la derecha del Pico de l’Arrémoulit, pero...
... vi
entonces que la nieve llegaba prácticamente a todas las horcadas, lo que me
permitiría al día siguiente acceder al cordal por la más alta (3ª y última en
la foto) de las brechas. Así me ahorraría el terreno sucio por el que se suelen rodear las dificultades yendo sin cuerda.
Llegando
al Refugio de Arrémoulit, al cruzar la presa del lago, dejé a la izquierda el
estanque inferior bajo el Lurien, con los Arcizettes y el Ger al fondo.
El viejo
edificio donde pasé la noche se encuentra dominado, y de qué manera, por el
Pico Palas, que se mostró especialmente seductor al atardecer.
Claro
que, al otro lado, más allá de la superficie helada del lago, esperaba el Pico
de Arriel rodeado por las aristas que iba a recorrer al día siguiente.
Bien temprano salí del refugio, caminando al este junto a la orilla del lago.
Me dirigía al Col d’Arrémoulit, que se veía al fondo. Supongo que habrá senda
pero, si es así estaba tapada por la nieve.
A mi
derecha, la primera luz del día golpeaba ya la pared noreste del Arriel,
mientras iba dejando atrás el lago por un terreno suavemente ondulado de nieve
y canchos, que ascendía gradualmente hacia el collado, que nunca perdí de
vista.
Al ganar
altitud, hay que volverse de vez en cuando para disfrutar del cuadro que forman
el Lurien y el Lago de Arrémoulit.
Antes de
llegar a la horcada, me desvié a la derecha (SO), a fin de salir de la vaguada
por el lomo de ese lado, aprovechando una banda de nieve que abrazaba la cota
(2.393). En lo alto de esa pendiente, ya de cierta entidad (40º), me encontré ante...
... una
ladera regular de nieve y canchos bajo la cresta. Antes de acometerla, hube de
perder unos metros para cruzar un tubo longitudinal. Luego, comencé una
prolongada subida en diagonal por la nieve, con pendientes entre los 30 y 40º,
evitando los canchos y dirigiéndome hacia la base del contrafuerte que baja del
Pico de l’Arrémoulit.
Desde
esta remontada, la perspectiva sobre el Palas comienza a ser impresionante de
verdad. Ahora se apreciaba, por ejemplo, la verticalidad de la cara SO.
El
terreno era un poco engañoso: llegando a la base del espolón citado, me
encontré con que tenía que cruzar otro tubo, hasta entonces invisible. Por
cierto que, desde ahí, la visión del Arriel impresionaba de veras. Tras rodear
la punta de roca, giré a la izquierda para...
...
encarar la pendiente final hacia la primera brecha (2.548) de la cresta.
Si había
encontrado la nieve helada en todo este recorrido por la umbría, en esos
últimos 50 metros, hasta costaba algún trabajo clavar las puntas de los
crampones. Y si detrás estaba bonito el Lurien,...
... no
veas cómo te quedas cuando al llegar te recibe el Balaitús. El propósito de
alcanzar esa brecha, pues ya tenía decidido saltarme la primera parte de la
cresta, era tener un sitio cómodo para descansar y tomar un bocado. Bueno pues,
además, el lugar es bonito.
Retomado
aliento, volví a la vertiente septentrional para dirigirme, siguiendo la base
de la roca, a la más lejana de las lenguas de nieve que veía. Se trata de una
travesía limpia pero expuesta, con una pendiente lateral que alcanza los 55º.
Al tomar distancia, descubrí a mi espalda la aguda y recortada arista que baja del Pico de
l’Arrémoulit.
Estaba
bajo el paso crítico. Para alcanzar la cresta, había que superar 10 metros de
nieve helada a más de 60º, seguidos de un resalte bastante vertical de otro
tanto. Entre quitarme los crampones haciendo equilibrios y superar el paso con
ellos, elegí lo primero, pues la roca estaba pulida y escaseaban los apoyos
(II+). A la salida, hay una ventana formada
por un bloque, por la cual...
... me
asomé a la vertiente meridional de la Cresta del Palas, encontrándome con el
grupo de Musales y, más allá, los Infiernos y las Argualas ¡Guau! Pero aún
quedaba; estaba a menos de 2.600 m según el GPS; es decir, que me quedaban por
subir más de 200. Y me puse a ello girando a la derecha y...
...
trepando por un lomo de roca, suficientemente ancho, bastante inclinado y lleno
de apoyos (I).
Tras
pasar una ligera prominencia, un breve destrepe expuesto da paso a un tramo
horizontal de bloques, muy agudo y accidentado (II). Este carácter de arista
aérea con pasos breves pero expuestos, alternando I y II grado, iba a ser la tónica
de toda la subida al pico. Por otro lado, la roca era aceptable. En suma, una
trepada relajada y panorámica, viendo el Pico Palas a la espalda;...
... a la
izquierda, el Balaitús y...
… el
largo cordal de Telera - Collarada, y…
… a la
derecha, el cuenca cabecera del Artouste, enmarcada por los picos de Lurien,
Ger y Tourettes.
Y delante
el Arriel, mostrando su cara más tremenda. Una gozada absoluta.
En medio
de esto, hacia los 2.650 m de altitud, una pequeña sorpresa: un hito. ¿Qué hace
aquí? La arista como está podrá ser más o menos aérea o difícil pero, desde
luego, no es lugar para perderse.
Salvo que
marque el lugar como soberbio punto de vista; para entonces, el Pico de
l’Arrémoulit había quedado por debajo y podía verse el cresterío completo del
Palas y el Balaitús sobre la cuenca lacustre de Arriel.
La arista
se yergue bruscamente cerca del Arriel Oriental, presentando un paso difícil.
Lo rodeé por la vertiente derecha (Arrémoulit), por unas gradas tendidas,
expuestas pero fáciles (I). En esa punta, volví a la arista y…
…
destrepé una veintena de metros por el lomo inclinado y con buenos apoyos
(II-).
Tras esa
horcada, la arista se levanta regular los últimos 150 m hasta la cumbre, con
una dificultad mayoritaria de I y cortos escalones de II.
Eso sí,
el patio es pavoroso por momentos, sobre todo a la derecha.
Pasada la
mitad de la trepada desde el último collado, la arista se empinó y mantuvo una
dificultad constante y asequible (II) durante...
… unos 50
m para, a continuación,…
…
tenderse en los últimos metros hasta la cima.
Al
culminar el Pico de Arriel, descubrí el panorama al noroeste, con el Midi
d’Ossau y el Lurien enmarcando los macizos del Anie, el Escarpu y el Embarrère.
Girándome
a la izquierda, junto a la gran barrera que forman la Sierra de la Partacúa,
Collarada, Aspe, Bisaurín y Peña Forca, distinguía el gran corte del valle de
Tena. Al otro lado del mismo,…
… se
elevaba el conjunto de las montañas de Panticosa más allá de la cuenca de
Respomuso, con los Infiernos y las Argualas bien destacados. En la parte
izquierda de ese conjunto, asomaban junto a la Gran Facha…
… el
Vignemale e incluso parte de los Gabietos y el Perdido.
Al
noreste, entre los omnipresentes Palas y Balaitús, se veía ahora a lo lejos un
altivo Moun Né.
Cerrando
la vuelta, se veían ahora tanto la cuenca de Arrémoulit como casi todo el Lago
de Artouste entre el Lurien y el Palas, con el fondo conocido del Ger,
Tourettes y, ahora, Gabizos. Y hacia allí iniciaría el descenso, bajando…
… por la
arista noroeste, cuyos primeros metros de son un resalte de bloques, bastante
empinado pero con suficientes presas (I+). Tras el destrepe, siguió una
canchalera, donde encontré una traza señalada con hitos.
Por
terreno aún empinado pero ya sin dificultad, alcancé enseguida un nevero en el
flanco izquierdo de la arista, por el que el descenso, por pendiente menor de
45º, transcurrió cómodo y rápido, aunque hube de volver a ponerme los crampones
pues la nieve al principio aún estaba dura.
Antes de
llegar al Col d’Arriel, derivé a la izquierda (O) para rodear por su base el
Petit Arriel y dirigirme al Cuello de la Soba, que se veía más abajo.
Me llamó
la atención, al pasar bajo la primera horcada, la bonita vista a su través del
pico Palas.
A mi
izquierda quedaba el tubo de la Soba, dominado por el pico homónimo.
Por
neveros ya blandos y con una pendiente lateral (40º) que me obligó a poner
algún cuidado, fui llegando al Cuello de la Soba, desde el cual hay…
… una
bonita perspectiva de los dos arrieles.
A
continuación, atravesé el paso, volviendo a la vertiente septentrional de la
cordillera para bajar por una suave y amplia vaguada, apuntando al Lurien. Tras
una par de giros,...
... el
tubo se ensanchó aún más, todo blanco...
... bajo
hoscas paredes oscuras.
Poco a
poco, fue surgiendo a mi izquierda el Midi d’Ossau, según me acercaba a un
borde, a partir del cual...
... el
terreno se desploma en el Barranco de Arrious. Al acabar la nieve, apareció una
senda que me llevó cómodamente hacia...
... el
fondo del vallecito. Allí vadeé el torrente y me incorporé a la izquierda (O)
al camino que lo recorre, el mismo por el que...
... el
día anterior había iniciado la ruta y que ahora me llevaría de vuelta a Soques.
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