... la
banda de matorral entre los prados y las pedreras. Al llegar a éstas,
volviéndonos podíamos contemplar el largo cordal de las sierras de la Peña y el
Brezo, jalonado por la Redonda y el Fraile, más allá del embalse de
Camporredondo.
El
pedregal estaba surcado por varios trazos, sin los cuales esto sería infernal,
pero no se puede hablar de senda. Así, subimos al norte por el más marcado
hasta los 1.950 m de altitud. Entonces, junto a un par de hitos y al pie de una
mancha de matorral que parece dividir la pedrera en dos pasillos, derivamos a
la izquierda (NO) para dejar de lado el Callejo Grande e ir al Corredor
Oblicuo, que se veía completo desde aquí.
Alcanzamos
el tubo hacia los dos mil metros, al pie del espolón central izquierdo, que cae
de la cima principal. Junto al mismo, se preparaban para subir dos esquiadores,
que irían con nosotros hasta la cresta.
A la
izquierda, el panorama al sur seguía ampliándose con la altura y, al estar más
al oeste, se veían algunas casas de Vidrieros, apreciándose lo subido hasta el
momento. También, que el corredor se podía tomar algo más abajo, unos cien
metros, aunque no merece la pena si hay que renunciar al trazo.
Pero al
otro lado estaba nuestro objetivo, Comenzamos ascendiendo, por nieve dura pero
un poco húmeda en superficie, unos 150 m de pendiente regular de unos 35º,
hasta…
… dejar a
la derecha la canal sur y encontrar una banda sin nieve.
La salida
y el cruce carecían de dificultad y, siendo éste muy breve, pasamos con los
crampones.
Proseguimos
la remontada con otros 150 m ligeramente más empinados (40º), que nos llevaron
a un cancho más consistente.
Aquí
encontramos una rimaya de salida, pero muy fácil, y hubo que apoyar un poco las
manos para superar (I) el cancho. Pero la cosa seguía agradable y problemas.
Atravesado
el roquedo, volvimos a la nieve, que nos llevó en travesía a la izquierda (O)
ganando apenas altura, para rodear la siguiente banda de roca y…
… encarar
nuevamente la pendiente junto al espolón meridional del Pico del Medio. Éste es
el tramo más empinado: 120 m que comienzan en 45º y terminan en 55º, durante
los últimos 30 m. La salida fue precisamente por la escotadura que se ve a la
derecha del espolón.
Y a todo
esto, no hay que dejar de mirar alrededor. Atrás, las amplias vistas hacia el
valle del Carrión.
A la
derecha, la cumbre, sobre el espolón central.
Y ya
cerca del final, la cresta, mostrando una modesta pero bella cornisa.
Precisamente, por ahí mandan los cánones salir pero, a la vista de lo que
había, optamos por seguir recto hacia la vertiente del Pico del Medio.
En este
caso, la salida no planteó ningún problema, encontrando la nieve casi al ras de
la roca.
Estábamos
apenas 20 m por debajo de la cima central del Curavacas, que alcanzamos
mediante una breve y fácil trepada (I), por la diagonal que se ve y el lado
sur.
Lo
primero que me golpeó la vista al llegar al Pico del Medio, es la impresionante
cima oeste contra el fondo de las montañas occidentales, destacando muy
especialmente…
… el
Espigüete.
Al otro
lado, caía el terreno hacia el Pozo del Curavacas y, al fondo, quebraban el
horizonte los macizos central y oriental de los Picos de Europa, junto a la
Peña Prieta y sobre los Puertos de Riofrío.
Al sur,
las sierras de la Peña y el Brezo seguían presentes.
La
estancia fue breve, pues la cumbre del Curavacas, que veíamos al noreste,
enmarcada por la Sierra de Peña Sagra y las crestas del Alto Campoo, esperaba.
Para llegar a ella, volvimos a recoger material a la salida del Corredor
Oblicuo, donde están en la foto los esquiadores, y tomamos la breve arista, que
aquí es ancha. No en vano es llamado Meseta Inclinada este tramo.
La nieve
que cubría parte de ella era mayormente evitable y, cuando no, se trataba de
tramos cortos y de escasa pendiente. Además, pese a la pinta de las cornisas,...
…
habiéndolas visto desde abajo, sabíamos que tenían poco vuelo, como se aprecia
en esta foto, en que aparecen las puntas del Medio y Oeste desde el final del
cresteo.
Sólo nos
quedó cruzar la salida de la canal sur para estar al pie del cueto cimero del
Curavacas. Una vez allí, en vez de ir, como mandan los cánones, al flanco norte
para superarlo, tomamos una repisa que, en ligera subida, lo rodea por el sur.
Por
cierto que, antes, me fijé en esta hermosa perspectiva del Espigüete asomando
por la horcada que separa los dos picos secundarios del Curavacas.
La repisa
es razonablemente ancha y no presenta obstáculos sin nieve. Y la poco que
quedaba se podía soslayar sin pegas. Tras cruzar dos cóncavos, llegamos a la
arista sureste.
Por
desplazamiento, hay al volverse muy buena perspectiva de la cara de la montaña
que acabábamos de superar, incluido el tramo más alto del Corredor Oblicuo,
donde se distinguen dos puntitos: los esquiadores, que bajaban.
Al otro
lado, dimos vista al Callejo Grande, aunque su fondo quedaba oculto por los
sucesivos espolones. Al fondo, entre Peña Sagra y Peña Labra asomaba solitario
el Cueto de la Concilla.
En fin
que, girando a la izquierda (NO), superamos una fácil trepada (I) por
conglomerado inclinado para salir a…
… la
cumbre del Curavacas.
Al norte,
seguían presentes los dos macizos visibles de Picos de Europa y la Peña Prieta.
Girando la vista a la izquierda,...
… sobre
el cordal occidental del Alto Campoo (Pico Murcia, Peñas Malas, las Guadañas),
destacaban en el horizonte las Ubiñas, el Pico Torres y Peña Ten, entre otras
montañas.
Siguiendo
la vuelta, al suroeste atraía la mirada el Espigüete, más allá del circo norte
y los picos del Medio y Oeste. También se distinguía la silueta oscura de la
emblemática Peña Corada.
Al sur,
por encima de los cordales meridionales, se llegaba ahora a distinguir la
difusa meseta, que parecía extenderse hasta el infinito.
Al
sureste, los espolones que coronan el Callejo Grande y, más lejos, la
continuación del cordal por los picos del Hospital, el Pando y las Lagunillas.
Y acabo
al noreste, con Peña Sagra, la Concilla, el Alto Campoo y la Sierra de Híjar en
el horizonte. Y, por debajo de estas dos últimas, la pareja Horca de Lores y
Carazo. En esa dirección iniciamos el descenso, recorriendo la breve arista
cimera. Desde su extremo,...
…
descubrimos la doble cresta norte, cuya rama oriental (derecha en la foto)
llaman algunos mapas Cola del Curavacas. Detrás, se alineaban Lezna, Bistruey y Peña Sagra.
Allí se
divide la cuerda y seguimos por la rama derecha (E), ancha y de moderada
pendiente. La recorrimos por su flanco izquierdo (norte), alternando terreno
pedregoso y algún neverillo hasta...
… que se
desploma bruscamente. Ante la boca de una estrecha chimenea, giramos a la
derecha (S) y…
…
traspusimos la arista, destrepando al otro lado un pequeño escalón, apenas
metro y medio, fácil (I) pero…
… un
tanto vertiginoso pues debajo tiene el Callejo Grande. Además, ese día, los
primeros 50 ó 60 metros estaban especialmente empinados (55º), en el límite de
lo que, yo por lo menos, bajo de frente.
Ese
primer tramo empinado,...
… acabó
junto a un par de pequeñas agujas características.
Luego, la
pendiente suavizó bastante, manteniéndose en torno a 45º durante…
… otros
60 metros y…
… cayendo
ya a 30º o menos en el resto del corredor. Por cierto, las vistas seguían
siendo estupendas, tanto hacia abajo, como…
… hacia
los riscos que nos rodeaban o…
… hacia
atrás, hacia la culminación del Callejo Grande.
Cuando la
nieve acabó en una pedrera, aún pudimos, atravesándola brevemente hacia la
izquierda (E), tomar otro nevero, aún menos empinado.
Desde su
parte baja al haber salido del todo del Callejo Grande, no sólo veíamos este
corredor, sino también el Oblicuo a la izquierda.
Pero todo
se acaba y terminamos llegando al pedregal que domina el vallecito de los
Cabriles. Allí buscamos el trazo que habíamos usado a la subida y, por el
mismo, bajamos a los prados y al camino, que nos condujo apaciblemente de
vuelta a Vidrieros.
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