Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Aunque se
superan los 2.300 m de altitud y 1.200 de desnivel, por su facilidad y
comodidad, además de por la existencia de un refugio guardado a mitad, esta excursión
está al alcance de cualquier senderista mínimamente entrenado. Naturalmente, me
refiero al verano, cuando la ruta cuenta con la ventaja adicional de desarrollarse
a la sombra, al menos durante la subida; siempre que salgamos temprano, para
cuando el sol pase al oeste de los Galayos, deberíamos de estar llegando
prácticamente a cresta. Por otro lado, estéticamente lo tiene casi todo:
parajes espectaculares y amplios panoramas. El coste de que la ruta sea tan
bonita y fácil es que cualquier día no laborable, a poco que el tiempo no sea
espantoso, el camino de La Apretura es romería. Otra razón para madrugar.
RELATO GRÁFICO:
Del
aparcamiento de Nogal del Barranco, sale un ancho camino que, empedrado e
hiperindicado, remonta la Garganta de los Galayos. Ya desde el inicio de la
andadura, los árboles entre los que caminaba dejaban ver las crestas más
cercanas: el Cabezo del Cervunal y el Raso.
Al quedar
atrás el bosque, apareció ante mí el barranco en todo su desarrollo, encajado
entre las cuerdas del Chocarrón y los Galayos. Al fondo, en el rincón cabecero,
entre la cumbre de La Mira y los Galayos, veía ya...
... el
Refugio Victory frente a la Punta Pilar (creo). A la derecha, se aprecia la
pedregosa canal de la Apretura, por donde subiría. Al otro lado y abajo, llegan
a apreciarse las contenciones de piedras oscuras de la senda de las zetas, ruta
de bajada.
Mirando
atrás, la Cabeza de los Veneros brillando al sol sobre el tramo de garganta
ascendido.
Mientras
ascendía suavemente por este magnífico camino, el terreno a mi alrededor se iba
volviendo más y más agreste.
Llegando
de Nogal del Barranco, la Punta Pilar es el Galayo que más destaca.
Al otro
lado del torrente, bajo la cresta sur de la Mira, llamaba la atención el
solitario Risco del Enebro.
Y, de
pronto, apareció el Torreón.
Estaba
justo enfrente del zigzagueante trazado de “las zetas”, que aparecía además en
la vertical de la cima de la Mira, y poco después el camino alcanzaba el
pedregoso cauce para cruzarlo.
Unos
metros antes, precisamente cuando gira para bajar al vado, lo dejé por un trazo
menos claro a la derecha (N), el cual asciende por una pedregosa terraza al pie
mismo de las paredes de Los Galayos. La subida al principio es áspera e
incómoda pero...
...
pronto la pendiente cedió un tanto y los cantos, a condición de no salirse del
trazo, están bastante asentados. Además, el entorno es tan fascinante, que se
olvida cualquier pena.
Aunque
atentos a pisar bien entre los cantos, hay que alzar la vista con frecuencia.
Y también
volver la vista atrás.
Dejé el
Refugio Victory a la izquierda y, sobre él, iba viendo la cima de La Mira. Da
la impresión de que está al alcance de la mano pero, en realidad, desde donde
tomé la foto, quedaban unos 350 m de desnivel.
Al ganar
altitud, el Torreón volvió a mostrarse en toda su majestad.
Al pie
del Pequeño Galayo, último risco importante junto al que se pasa durante la
remontada, empecé a ver que la canal se divide en lo alto. Si hubiera seguido
recto, habría acabado en horcada conocida como Puerta Falsa, que es la forma
más lógica de alcanzar la cresta. Pero, yendo a La Mira, es mejor girar antes a
la izquierda (NO), tal...
... como
marcaban los hitos, para tomar una terraza herbosa adosada al sur del cordal.
Por ella, continué ganando altura y...
... pronto,
al volverme, pude contemplar esta perspectiva clásica del galayar. A la
izquierda del Gran Galayo, la más alta de sus agujas, me llamaron la atención...
... las
siluetas sucesivas de las sierras del Torozo y el Cabezo.
En la
última parte de este tramo final de subida, el terreno se tornó rocoso pero muy
cómodo. Se trataba de superar una serie de placas y lomos de granito de
superficie regular y pendiente suave. Los hitos seguían marcando el camino
aunque por aquí resultaban ya innecesarios.
En la
cuerda, me encontré con una cresta amplia y plana desde la que, al este, se
disfrutaba un amplio panorama de las Parameras y el propio cordal de Gredos.
Pero yo
debía de ir al otro lado, la izquierda
(O). Allí, un romo cabezo ocupaba todo el campo de visión: La Mira. Ascendí
caminando por la ladera suave de este casquete hasta alcanzar...
... la
vieja torre de telégrafo óptico que ocupa la cima... ¿eso es una cabra?
Al sur,
se proyecta la cuerda que, por las peñas del Chocarrón y el Raso, va al Cabezo
del Cervunal.
A la
derecha, se descubría el tramo de Gredos desde aquí hasta la cresta que
envuelve el circo que da nombre a toda esta sierra, donde eran reconocibles...
... casi
todos sus principales picos: Risco del Francés, Peñón del Casquerazo, Sagrao,
Almanzor, Ameal de Pablo, Galana y Cabeza Nevada.
Al norte,
llenaban el horizonte las tres parameras abulenses: Sierra de Villafranca,
Serrota y de la Paramera. Por delante de esta última,...
... el
Peñón del Mediodía y más allá, las más cercanas sierras orientales, del Torozo
y del Cabezo. Mirando abajo, de los Galayos sólo se veían las puntas, más allá
de las cuales venía la parte pacífica de la cuerda, rematada en la Cabeza del Covacho.
Tras el ratito de rigor, emprendí el retorno por donde había llegado.
Durante
la bajada por la parte superior de la Apretura, aproveché para ir disfrutando
de nuevas perspectivas...
... esas
mismas paredes y agujas bajo las que ya había pasado en la subida.
Entre
ellas, cómo no, el Torreón.
Al
acercarme a la altura del refugio, fui derivando a la derecha (SO) para
dirigirme al mismo, rodearlo y tomar a su espalda un camino bastante claro y
marcado con hitos. Es la llamada senda de las zetas, la cual...
... traza
tendidos zigzags en la vertiente derecha de la canal. Esto, además de
proporcionar un descenso más relajado que por el pedregal, permite nuevas
perspectivas del galayar, las cuales...
... cambiaban
además con cada metro perdido. Una delicia a la que hay que procurar llegar
sobrado tiempo.
Y sin
olvidar que, a la derecha, la vertiente del Chocarrón también merece alguna
mirada. El camino está en general muy bien trazado y acondicionado; lo malo es
que en algunos sitios, posiblemente arrasado por desprendimientos, se corta.
Pero en ningún momento llega a ser incómodo o expuesto.
La senda
acabó por alcanzar el cauce de la garganta precisamente en el vado frente al
cual había dejado en la subida el camino principal. Cerraba así el circuito y
ya sólo me quedó deshacer la primera parte de la ruta para llegar a Nogal del
Barranco, justo cuando el calor empezaba a ser agobiante.
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