Pic du Midi de Bigorre (2.876)

ASCENSIÓN DESDE EL VALLE DE LESPONNE

POR EL COULOIR DE L’OURS

El Midi de Bigorre es una de las montañas más destacadas del Pirineo. Culminando el complejo macizo que se articula en torno al Valle de Lesponne, situado al norte del de Néouvielle y, por tanto, muy separado de la divisoria pirenaica, su característica forma trapezoidal es visible desde buena parte de la mitad occidental del Pirineo Central. El Midi se presenta como un descomunal y solitario cono truncado de laderas áridas y empinadas, jalonadas por espolones y corredores, que surge de los extensos prados de las laderas medias y los bosques que refugiados en los valles circundantes. Su cumbre se puede alcanzar en teleférico, llega a ella una pista y aloja un vasto conjunto de edificios que, con la excusa de la existencia de un centenario observatorio astronómico, me da la impresión de que hoy sirve fundamentalmente a ese turismo que pretende conquistar la montaña en alpargatas. Lo bueno es que así el resto del Midi ha quedado más solitario de lo común para las cimas de su fama, reservando la magia para esos excéntricos aficionados a salirse del camino trazado.

Ruta larga por la cara menos transitada del Midi de Bigorre, consiste básicamente en remontar la cuenca que se abre al noroeste de la cumbre, hasta alcanzar la cuerda en el Col des Laquets, al que se accede por un corredor fácil. Para el regreso, completé el cresteo de la montaña bajando al noreste, hasta el Col d’Adouet, para volver al punto inicial a través de los pastos del mismo nombre, que ya había atravesado, más abajo, a la ida.

Vistas del Midi de Bigorre sobre la olla del Clot de Montarriou. A la derecha, se aprecia el Couloir de l’Ours

SITUACIÓN:

  • Zona: Bigorre (Pirineos)
  • Unidad: Vallée de Lesponne
  • Base de partida: Campan (Hautes-Pyrénées)

ACCESO: El Pont d'Ardalos está 230 km al NE de Huesca, por Barbastro, Bielsa, Arreau y Campan. Ojo con GoogleMaps, que te manda por el fondo del Valle de Lesponne hasta Le Chiroulet, desde donde no se puede llegar en coche al punto de partida de la ruta. En vez de eso, hay que ir por la Route Forestière de l’Aya, que puede tomarse bien por St-Paul de Campan, bien por el Pont d’Arribas, tal como aparece trazada, a partir de la entrada en el Valle de Lesponne, en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.320 / 2.876
  • Mi tiempo efectivo: 6h42
  • Mi tiempo total: 8h44
  • Dificultades: F+ en las condiciones del día, con nieve consistente en el corredor y acceso. Nieve hasta 40º durante 150 m. Destrepes cortos (I) y pendientes extremadas en la bajada.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Géoportail. © IGN 2018

LA RUTA: En el Pont d'Ardalos, tomar al NE el camino balizado que remonta la Crête des Conques. Hacia los 1.650 m de altitud, dejarlo por un desvío a la derecha (E) que atraviesa la verde ladera remontando el barranco de Brouilh hasta irlo a cruzar en torno a los 1.850 m, cerca de su cabecera. Ya sin senda, subir al sur por la ladera meridional del valle, entrar en el Clot de Montarriou y remontarlo hasta su cabecera. Girar a la izquierda (SE) para entrar en el Couloir de l’Ours, único claro y regular que presenta el circo, y alcanzar el Col des Laquets (F+). Tomar la ancha cuerda a la izquierda (NE) y ascender por ella hasta la cima del Midi de Bigorre.

Rodear los edificios por el norte (izquierda), por cresta de bloques, guiado por hitos y viejas sirgas metálicas. Al salir a un amplísimo lomo pedregoso, que luego “degenera” en ladera, deslizarse por el empinadísimo pedregal, destrepando un par cortos y fáciles escalones, siguiendo los hitos para más de comodidad. Llegando a la base del lomo, hay que dar un rodeo por el flanco sur (derecho) para evitar un importante resalte vertical y alcanzar el Col d'Aouet (F). Tomar a la izquierda (NO) la senda balizada que lo atraviesa, que es la misma por la que se inició la ruta en el Pont d'Ardalos.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta importante en distancia y desnivel que transcurre por parajes poco transitados, pero que tampoco son un desierto: en buena parte de ella se dispone de senda. Sí que es cierto que, con lo fácil y a mano que pilla la cumbre desde el Tourmalet y su pista (no digamos ya en telecabina), la vertiente norte ha quedado para gente rara. Y eso que, ente subidas más o menos pavorosas, guarda este Couloir de l’Ours (Corredor del Oso), ruta asequible, divertida y muy bonita. En fin que, con lo fácil que es ese tubo y sin otros pasos técnicos o demasiado expuestos, si bien no recomendaría esta actividad a senderistas o novatos absolutos, creo que es asequible para una mayoría de montañeros con una mínima experiencia.

RELATO GRÁFICO:

En el Pont d’Ardalos, tomé un sendero marcado con trazos amarillos que, a través de la hierba de la ribera derecha del Brouilh, comienza a remontar el vallecito, sobre el que ya brillaba la cumbre del Midi de Bigorre. Enseguida, al llegar a los primeros árboles,...

... giró a la izquierda (N) para remontar la ladera de la Cresta de Conques.

La pendiente es recia y pronto pude apreciar, en la vertiente opuesta, el boquete que aloja el Lac de Peyrelade, aunque su superficie no llegué a verla.

Al sur el Montaigu dominaba el paisaje al otro lado del Valle de Lesponne.

El camino abría un surco considerable en el pasto mientras remontaba el extenso plano inclinado que es esta ladera. Hacia los 1.650 m de altitud,...

... en una curva a la izquierda, dejé la senda balizada por otra más estrecha que salía a la derecha (E) y que, horizontal a media ladera, iba remontando el valle. Al fondo, ahora no sólo veía el Midi de Bigorre sino el hoyo del Clot de Montarriou e incluso el nítido trazo blanco del Corredor de l’Ours, que alcanza la cresta en el collado a la derecha del pico.

Durante esta larga y apacible singladura a través de los prados, crucé varios torrentes, siempre fácilmente. Aproximadamente a 1.850 m de altitud, desde donde contemplé a mi espalda este bucólico panorama,...

... la senda giró a la derecha para descender bruscamente al torrente de Brouilh y vadearlo, teniendo esta vez que dar un par de saltitos.

En la vertiente izquierda, el trazo comenzó a remontar la ladera al sur pero pronto se perdió entre el matorral. Afortunadamente, éste era poco denso y tampoco muy alto y proseguí la subida por mi cuenta con relativa comodidad.

Con la altura, fui tomando perspectiva para apreciar las proporciones de la verde ladera bajo la Cresta des Conques.

Sobre mí, fue abriéndose el pórtico rocoso del Clot de Montarriou.

Al llegar a los primeros neveros, descubrí a mi espalda el mar de nubes que cubría los llanos del Adour y Lannemezan, más allá de estas últimas estribaciones septentrionales de la cordillera.

Al entrar en el tubo, sobre el accidentado roquedo de mi izquierda, llegué a ver uno de los artilugios blancos que caracterizan la cima del Midi de Bigorre.

Insensiblemente, buscando el paso cómodo, fui derivando a ese lado y me encontré pronto caminando por la vertiente sur del Clot de Montarriou, a bastante altura sobre el fondo, alternando tramos nevados y herbosos. Hacia los 2.250 m de altitud, viendo delante y a mi altura la base del espolón más importante que cae del Midi, dejé de subir para caminar directamente hacia allí.

A todo esto, sin dejar de mirar arriba y...

... también abajo.

En fin que, tras rodear la base del espolón NO del Midi de Bigorre, entré...

... en el fondo del circo. Respecto al corredor que iba buscando, podía adivinar su boca a la izquierda de la cabecera. Me dirigí a ella, ascendiendo en diagonal izquierda (S) por...

... una pala de nieve regular y ya con cierta pendiente (30º).

A unos 2.480 m de altitud según el GPS, se abrió sobre mí, a mi izquierda (SE) un amplio y rectilíneo pasillo blanco: el Couloir de l’Ours. La pendiente también se mantuvo prácticamente constante, en torno a 40º, durante sus 150 m de desnivel.

Pero en estos sitios, por fácil y agradable, gozoso incluso, que resulte progresar, no debe uno olvidarse de volver la mirada de vez en cuando. Si no, se puede perder perspectivas como ésta.

Y así hasta llegar al Col des Laquets, desde el que descubriría un amplio tramo de Pirineo. Ya llegando, a través de la horcada, me recibió de sopetón la cresta de la cordillera entre el Perdiguero y el Pic Long.

A mi izquierda (NE) se elevaban los edificios y artilugios de la cima. Me encaminé hacia allí y, como el terreno no presenta obstáculos, fui alternando el lomo con la pista que lo acompaña, según me parecía mejor.

A mi derecha, más allá del Lago de Oncet, se extendía la cordillera, destacando especialmente la pareja Bugatet - Méchant, Campbieil, Néouvielle, Pic Long, Cilindro, Taillón, Gabietos y Soum d’Aspé.

Atrás, más allá de la cresta que por la Pène Blanque se extendía al oeste y que servía rompeolas al mar de nubes, se distinguían bien Vignemale, Balaitús, Palas, Gabizos y Moulle de Jaut.

Al norte sólo el Montaigu sobresalía de las nubes.

Según avanzaba, se iban descubriendo algunos macizos más orientales: Perdiguero, Posets, Culfreda,...

Y así entretenido iba hasta que me topé con la infraestructura de la cima del Midi. Lo primero, un radomo sobre un cilindro de hormigón. Antes de proseguir la excursión rodeándolo por la izquierda, pasé por el otro lado a curiosear un poco por la parte accesible de los edificios.

¡Peazo montaje! Uno no se hace idea hasta que no lo ve en directo. Al menos, merced a unas obras, la turistada había quedado aislada del otro lado y, en total soledad, pude asomarme a la terraza más cercana.

Y ver desplegarse la cordillera, de las Maladetas al Vignemale.

Especialmente atractiva era la vista hacia los macizos de Néouvielle y Marboré.

En fin, de vuelta al pie de aquella antena occidental que me había recibido al culminar el lomo, siguiendo unos hitos la rodeé ahora por el norte (izquierda) para cruzar a continuación una canal, al otro lado de la cual se veían unos escalones. También, una antena blanca, que era...

... mi siguiente objetivo. Pasada la breve escalera, una acera de cemento y otro breve tramo de escalones conducían al artefacto, colgado sobre los abismos de la cara norte y magnífico mirador sobre el inmenso mar de nubes más allá.

A partir de la plataforma de la antena, continué por una arista rocosa que se proyecta al noreste. Las pequeñas dificultades (I) estaban paliadas por viejos cables y clavijas. Al tramo rocoso, siguió...

... otro más empinado por un lomo de piedra suelta, en que la arista se orienta al norte.

Durante el mismo, pasé por la horcada cabecera de una gran canal que cae hacia el Clot de Montarriou. Impresionante.

Luego, al llegar a un hombro, los hitos me llevaron a girar a la derecha (NE) para bajar por un corto resalte, lleno de apoyos e inclinado (I), a...

... una ladera más amplia que cae ya hacia el Col d’Aouet. La bajada transcurrió por cascajo y grava, hundiéndome más de una vez hasta el tobillo, y podía haber ido por cualquier sitio aunque, por inercia, me dediqué a seguir los hitos.

Hice bien pues fueron ellos los que me llevaron (no se ve desde arriba), a la canalita herbosa en el flanco meridional (derecho) del lomo, que me permitió pasar sin dificultad el resalte rocoso que hay en la base de esta arista noreste del Midi de Bigorre.

Desde el Col d’Aouet, observé que la niebla había invadido también el Valle de Gripp, al otro lado del cual destacaba...

... el Arbizon, donde había estado el día anterior, junto al Pic d’Aulon.

Atravesé la horcada hacia su extremo oriental, donde la cruza una nítida senda. Se trata de aquélla de las marcas amarillas por la que había comenzado a caminar y, para regresar a l’Aya, la tomé a la izquierda (N).

Me vino bien disponer de tan buen camino, pues pronto me vi envuelto por la niebla.

Aun así, no pude relajarme pues pasé por varias bifurcaciones, poco obvias y que no figuraban en el mapa. Las pequeñas señales no siempre se veían bien a la primera y alguna vez hube de volver sobre mis pasos al cruce.

Otro tramo conflictivo es el paso junto a la cabaña de Aouet. Ahí, la ruta de marcas amarillas deja el camino por la izquierda (SO) para evitar un rodeo y, ya sin trazo, en medio de un prado con escasas referencias y con la mala visibilidad no resultaba tan fácil seguir las señales. La tentación de mirar el GPS fue muy fuerte aquí...

Fue un alivio dar más abajo con el trazo, que tomé a la izquierda (S). Fue junto a un torrente, el primero de los que cruzaría antes de...

... llegar a la bifurcación con curva donde había dejado el camino esa mañana. Siguiendo ahora por la derecha (O), comencé a perder altura más directamente y...

... pronto salí de la nube para encontrarme un valle  de Brouilh brumoso y tristón, que tenía...

... poco que ver con el riente que había dejado atrás esa mañana y en el que sólo las cascadas del torrente de Peyrelade ponían algo de vida.

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