Pico Hayedo (1.721)

ASCENSIÓN DESDE SAN PEDRO MANRIQUE

RUTA NORMAL CON RETORNO POR BUIMANCO Y EL RÍO LINARES

Las Tierras Altas sorianas son la porción de esta provincia que queda al norte de la divisoria de la Cordillera Ibérica y está, por tanto, volcada hacia la Rioja Baja. Se trata de un área de media montaña, con altitudes muy por debajo de sus sierras vecinas de la Cebollera y el Moncayo. El Pico Hayedo es la segunda altitud de esta comarca, pero puede considerarse su cumbre más destacada, por prominencia y aislamiento. Culmina la Sierra del Hayedo de Enciso, unidad orográfica separada de los cordales principales y de gran complejidad, con valles que corren en cualquier dirección y se curvan llegando a veces casi a unirse sus cabeceras. También el terreno es variado, alternándose los altos llanos cultivados entre suaves lomas boscosas, con coloridos roquedos en forma de gargantas y cárcavas. Pese a que el monte está lleno de pistas y huellas de explotación diversa, me crucé con bastantes corzos, algún gamo y vi rastro de jabalí, lo que me hace pensar que la presencia humana no es muy abundante. Aunque en general el panorama queda bastante limitado por sierras cercanas, resulta bonito por su variedad y carácter apacible.

La ruta combina el itinerario de ascensión habitual cuando se sale del pueblo y no desde el Alto de Santiago o Taniñe, la cual dse inicia recorriendo el cordal de la peña del Águila, para luego pasar al del Hayedo de Enciso y rematar por el lomo sur. La vuelta es, sin embargo, un itinerario más original, largo y espectacular: se incia yendo por el cordal al pico Hayedo Pequeño, para bajar por el lomo sureste y el pueblo abandonado hasta el cauce del Río Linares, por cuyo cañón se regresa a San Pedro Manrique.

La cumbre del Hayedo desde el pico pequeño

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Neila, Urbión y Cebollera (Cordillera Ibérica)
  • Unidad: Tierras Altas
  • Base de partida: San Pedro Manrique (Soria)
ACCESO: San Pedro Manrique está 40 km al NE de Soria, por Garray y Oncala. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 954 / 1.721
  • Mi tiempo efectivo: 6h15
  • Mi tiempo total: 7h38
  • Dificultades: F. Cortos destrepes, fáciles pero expuestos. Tramos a través de bosque, sin camino, con matorral cerrado y sin referencias visuales.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Atravesar San Pedro Manrique hacia el norte y, al llegar a la calle que lo rodea por arriba, cruzarla y continuar remontando la ladera hasta las ruinas del castillo situado en lo alto. Seguir la cuerda a la izquierda (NO) y, al topar con una pista pasado el Castillejo, y tomarla a la derecha (NE) para cruzar sobre la cabecera de Valdeavellano. Al alcanzar la nueva cresta en El Colladillo, subir a la izquierda (NO) para culminar el Pico Hayedo.

Seguir la cuerda al NE hasta un entronque de crestas (1.603) pasado el Hayedo Pequeño. Descender por la de la derecha (SE) hasta Buimanco, yendo a dar con la pista que lo bordea. Tomarla a la derecha (S) y desviarse luego a la izquierda (S) en la siguiente bifurcación. Cuando este carril acaba, continuar a través del bosque, muy denso, abrupto e irregular. La facilidad de progresión lleva primero a bajar al sur hasta pasar una vaguada y, luego, al este siguiendo una terraza de repoblación. Se sale del pinar en lo alto de una caída que alterna pendientes de tierra suelta y escalones de roca donde hay que destrepar (I). Bajándola, se llega al Río Linares (F), junto al que va una senda que, a la derecha (SO), lleva a San Pedro Manrique.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esto hubiera sido una caminata larga pero sin dificultades reseñables, si no llega a ser porque fui incapaz de localizar el camino que figura en el mapa entre Buimanco y el Río Linares. Ni vi con claridad su salida del pueblo, ni luego, pude localizar su teórico cruce con la pista que sigue la loma entre el Barranco de San Fructuoso y el Molino de Media Legua. De vuelta a casa, comprobé que en las fotos aéreas se ve el trazo bajo la línea del track... evidentemente, se ha perdido. En fin, la cosa es que bajé al Río Linares pero, a partir del final de la pista, lo que vino fue un trayecto claustrofóbico por el pinar, peleando con el matorral y sin ver más allá de tres o cuatro metros; luego, una bajada de cien metros de desnivel por un terraplén suelto y empinado, cortado por resaltes cortos donde tuve que destrepar por una roca deleznable que se deshacía. Así que no pretendo que nadie siga mis pasos, sino sólo contar lo que encontré. La subida a los dos Hayedos y la bajada hasta Buimanco, es una ruta tranquila, apacible, muy bonita, que transcurre por buen terreno. Eso sí: la vuelta a partir de la aldea abandonada, mejor por otro sitio. Hay una alternativa obvia, que es regresar por la pista que, desde la aldea abandonada baja al Barranco de San Fructuoso.

Un último comentario sobre el castillo de San Pedro Manrique. Hoy se encuentra en un estado lamentable y queda bien poco de él. Pero encontré en Internet una foto de hace cien años, en que persistía un lienzo entero de muralla, con sus vanos; hace reflexionar cómo la desidia ha llevado a este estado un monumento notable y en época relativamente reciente, cuando se supone que el valor de los restos históricos sabía ya apreciarse.

RELATO GRÁFICO:

Desde la plaza que forma al ensancharse la Calle la Cosa, fui atravesando el pueblo en dirección norte, guiado por la visión entre las casas de los restos del castillo que dominaba la población. Fui a salir frente a la Ermita de la Virgen de la Peña, al...

... paseo que rodea el pueblo por arriba. Lo recorrí a la izquierda (O) un corto trecho, hasta que disminuyó el terraplén de la derecha (N) y vi un trazo que lo remontaba. Subí por él y...

... legué a un depósito de agua, a partir del cual mejoraba algo la senda y aparecieron marcas de GR. Poco después, llegué a las ruinas del Castillo de San Pedro Manrique.

Pese a que no queda mucho de él, aún se puede adivinar que debió de ser una construcción impresionante. Desde el alto en que está situado, vi por primera vez en la jornada la verde cúpula cimera del Pico Hayedo.

Para llegar allí, siguiendo el mismo GR, tomé la cuerda al noroeste. 

La senda que la recorre tiene unos tramos más claros y otros menos, pero el terreno es siempre cómodo y, la pendiente, suave. Pronto fue quedando atrás San Pedro Manrique, recostado bajo las lomas de la Sierra de Alcarama.

A mi izquierda, corría ancho el valle del Río Ventoso bajo la Sierra del Alba.

Según avanzaba, fui descubriendo el caserío de Taniñe y, al fondo, la cresta oscura de la Sierra de Monte Real, en tierra de Cameros.

Al pasar por la Peña del Águila, volví a ver la cima del Pico Hayedo, enmarcada ahora por el cerro del Castillejo y un cabezo anónimo (1.504) de su lomo suroriental. El sendero me llevó a continuación al collado intermedio, del cual el GR baja a la izquierda, hacia Taniñe. Como no era ése mi propósito, giré a la derecha (N) en la pista que cruza el portillo y...

... tras recorrerla unos metros, cambiando de vertiente, la dejé por la izquierda (NO) para remontar el lomo herboso que baja del Castillejo.

Pese a no contar ya con senda, el terreno no puede ser más cómodo y la orientación, siguiendo la linde del pinar y la cerca que la recorre es indudable. Pronto, pude ver a mi espalda la Peña del Águila y, más allá, la Sierra de Alcarama, con el pico homónimo en lo alto.

Inopinadamente, fue apareciendo ante mis pies el trazo de una senda, que luego se hizo camino, me introdujo en el pinar y, finalmente, me dejó en la cumbre del Castillejo de Taniñe. Allí, un cartel informa de que estamos ante los restos de un castro prehistórico y hasta proporciona un impresionante dibujo figurativo, muy vivo y realista, de cómo era; menos mal, pues...

... hay que tener mucho conocimiento para deducir todo eso del modesto terraplén pedregoso que hoy queda de la prodigiosa fortaleza. Eso sí; la vista hacia la cuenca cabecera del Río Ventosa es amplia y bella.

Enfrente, al noroeste, se alzaba el Pico Hayedo y hacia allí me fui, descendiendo por el lomo a través del pinar.

Salí del bosque al tiempo que llegaba al collado (1.368) intermedio.

Poco después, me encontré con el carril que lo atraviesa. Lo tomé a la derecha (N), dejando al poco el lomo para dirigirme hacia el Colladillo, que se abre en la loma vecina.

Para llegar a él, atravesé por encima de la cabecera del barranco de Valdeavellano. Al ganar distancia al este, podía ver el cordal de la Peña del Águila y el Castillejo, que acababa de recorrer, con el fondo de las sierras de Alcarama y el Alba. Y una novedad: sobre la primera, medio difuminada en la distancia, la silueta contundente del Moncayo.

En El Colladillo, dejé la pista por la izquierda (NO) para subir por el cortafuegos que va por la cuerda.

Tras una corta remontada, no demasiado empinada, durante la cual el panorama se fue ampliando a mi espalda,...

... di de nuevo con la pista, que también sube el lomo, pero a base de lazadas. Como el cortafuegos no parecía seguir, ahora tomé el carril a la izquierda (O).

Tras un corto y tendido ascenso entre filas cerradas de pinos, llegué a una bifurcación desde donde vi una de las antenas de la cima. Giré a la derecha (E) y, al poco...

... estaba llegando a la cumbre, desde donde descubrí, en el cuadrante occidental, la masa achaparrada de la Sierra de la Cebollera y el largo cordal de la de Monte Real, donde destacaba el picudo Monte Santiago. Más allá, sólo asomaban ligeramente unas crestas indistintas, que deben de corresponder, por orientación, a la Demanda y a los cordales más meridionales de la Cantábrica oriental Ya dije que el panorama de estas sierras es limitado.

Más aún al suroeste, donde los pinos, que llegan por ese lado a la misma cima, limitan la visión a un corto segmento de la Sierra del Alba, en los alrededores del pico Cayo.

Al sureste, el paisaje estaba dominado por la masa descomunal del Moncayo, junto a la que se dibujaban sus sierras satélites, Tablado, Toranzo, etc. Más cerca, se llegaba a ver San Pedro Manrique, bajo el corte entre las sierras de Alcarama y Alba.

Más a la izquierda, al este, el terreno cae hacia la Rioja Baja, por las sierras de Peña Isasa, Yerga y Peñalosa.

Al noreste, continua el cordal de esta Sierra del Hayedo hacia el siguiente objetivo del día, el pico Hayedo Pequeño, que aparecía enmarcado entre el Cabimonteros y Peña Isasa. Retomé la marcha caminando por el cortafuegos que recorre el cordal, amplio y de apariencia suave. Pero, al cabo de un tramo casi llano,...

... la pendiente aumentó bruscamente en la bajada al collado (1.555) intermedio, tras el cual la subida se presentó también empinada.

Pero libre de obstáculos, eso sí. Y desde lo alto de la misma, había una bonita vista atrás del Pico Hayedo, antes de...

... recorrer una porción de cuerda ondulada por mínimas prominencias antes de alcanzar el Pico Hayedo Pequeño.

Desde allí, hay una buena perspectiva de su hermano mayor y la cuerda en medio. Muy representativa del relieve de la zona.

Al noroeste, una hermosa vista del barranco Trabazas que corre a desembocar al Cidacos, con el fondo de la Sierra de Monte Real.

Al norte, Cabimonteros y Peña Isasa.

Al este, seguía el cordal, amplio y suave, apuntando a la sierras de Yerga, Alcarama y Moncayo. Por ahí seguí mi camino, siguiendo el cortafuegos. Pasada la siguiente prominencia, la...

... anónima cota (1.603), dejé el cordal principal por...

... un lomo que cae a la derecha (SE). Bajo la silueta del Moncayo, se distinguía una interrupción en el pinar; es el rellano en que se asientan las ruinas del pueblo abandonado de Buimanco, las cuales marcaban la siguiente etapa de la excursión.

El descenso de esta suave loma por el cortafuegos, tan cómodo, debiera de haber sido una panorámica delicia, si no fuera porque los pinos limítrofes tenían la densidad y altura precisas para tapar el panorama.

Sólo al paso por algunas prominencias (1.478), al quedar las copas abajo, pude ver por ejemplo los boscosos barrancos que se extendían al este, entre lomas sobre las que sobresalía la Peña Isasa. Más cerca, podía intuir el tajo del Río Linares, gracias a la gran caída del cerro de Lado Frío.

Al paso por la última de estas pequeñas ondulaciones (1.446),...

... me volví para despedirme del Pico Hayedo, pues a partir de ahora quedaría oculto.

A continuación, una corta y empinada bajada me dejó ante Buimanco. Al desembocar en la pista que pasa ante el pueblo, la tomé a la derecha (S).

Pero al poco, llegando frente al límite oriental del caserío, la dejé por la izquierda (E), siguiendo una cerca. Mi propósito era buscar un camino que aparece en trazos discontinuos en el mapa y cuyo trazo se distingue en las ortofotos y parece proporcionar una cómoda bajada al Río Linares, ahorrándome camino frente a la opción de seguir la pista hasta el fondo del Barranco de San Fructuoso. Al llegar frente a las primeras casa, me volví a la derecha (S), buscando...

... la senda bajo los pinos. Estaba en el sitio adecuado, no había duda; pero el trazo no aparecía. Aun así, como soy cabezota, avancé sobre su teórico trazado y...

... no tardé en dar con un rastro, precario pero suficiente, que avanzaba en la buena dirección (S). Además, a cierta distancia, a la derecha, llevaba un muro de contención; buena señal. Pero también empecé a ver restos de poda y tala; mala señal. Efectivamente, como suele pasar donde han trabajado la madera, desapareció el camino del todo; continué manteniendo dirección sur y salí...

... a una pista forestal. No figura en el mapa pero luego comprobé, en foto aérea, que sale de la que rodea Buimanco y va al barranco de San Fructuoso. Entonces, buscando la dirección del río, la tomé a la izquierda (SE).

Además, intenté también buscar el cruce del camino, que debía de estar en esa dirección; pero tampoco lo encontré. Por cierto, que he repasado las ortofotos después y el trazo está; pues bien, según el track debí de pisarlo pero no lo vi... sólo se me ocurre pensar que, en el tiempo transcurrido desde que se tomó la foto, el camino ha desaparecido, al menos en ese tramo.
Al cabo de un rato, la pista acabó en un ensanche frente a un muro vegetal. Estaba en el extremo de un espolón y, al este y norte, el terreno se desplomaba hacia el Río linares, pero poblado de un espeso bosque de pinos y jara. Recorrí la linde buscando una senda pero no encontré más que, delante y a la derecha (S) de la explanada terminal,...

... una zona un poco menos densa. Además, la menor pendiente por ese lado acabó de decidirme y entré en el bosque, abriéndome paso por el matorral bajo los pinos para bajar a una vaguada, por la que pensaba descender. La encontré invadida por las zarzas y crucé su fondo para continuar al sur, remontando ahora el siguiente lomo, a ver si había más suerte.

Pero antes de culminarlo, me encontré en una zona de repoblación. Una de las terrazas me pareció menos incómoda, casi despejada de matorral y con no demasiadas ramas cruzando a poca altura, y la tomé a la izquierda (E), dirigiéndome de nuevo al río.

Por la misma, alcancé el morro del espolón meridional (derecho) de la vaguada y, al tiempo, salí del bosque. Estaba ahora frente al tajo que abre el Río Linares, de cuyo cauce...

... me separaban cien metros de ladera empinada de tierra suelta cortada por algunas bandas de roca.

Mirando a derecha e izquierda, no me costó encontrar un lugar con buena pinta para descender, con pocas jaras y, aparentemente, una pendiente intensa pero razonable.

Luego, ya metido en faena, me fui encontrando hasta tres resaltes, muy cortos todos; el mayor podía tener tres metros, pero  que me hicieron utilizar las manos (I). Más que dificultad o exposición real, lo que esta ladera tiene es que “da sensación” .

Al final de la misma, topé con una senda, balizada con marcas rojiblancas, que remonta el Río Linares. Éste GR es el mismo que el del inicio, lo tomé a la derecha (SO) para regresar a San Pedro Manrique. Lo que quedaba sería ya plácido y bonito. Primero, un tramito entre pinos, que enseguida...

... terminó para dejar ver el corte que el río ha hecho en el terreno. Se fueron alternando trechos más separados con otros...

... junto al cauce donde, entre saltitos y remansos, se encontraban buenos sitios para descansar y refrescarse.

El Barranco de San Fructuoso se cruza por un puente poco visible, pero que merece la pena buscar para admirar su curiosa factura.

Y, si levantaba la vista, me encontraba con una espectacular geología estratificada, dispuesta unas veces en extensos lienzos.

Otras, en esbeltos riscos y espolones.

A veces, sobre la propia senda, contrastando entonces la roca descarnada a mi derecha con...

... el túnel verde de vegetación de ribera por el que al otro lado corría el agua.

En la zona del Pedroso, el vallecito se abrió y pasé cerca de varios molinos. La senda, a partir del primero de ellos, se transformó...

... en una pista que, al poco, me llevó a una doble bifurcación. En la primera, seguí por la izquierda (SO) y, en la segunda (foto), por la derecha (NO).

Poco después, apareció sobre un alto, a mi derecha, la Ermita de la Virgen de la Peña, marcando el final de la excursión. Efectivamente, no tardé en llegar a San Pedro Manrique; encontrándome ante una calle de cemento, que crucé para seguir por otra que se dirigía al oeste. Luego, callejeé hasta dar con el eje que había seguido para salir al inicio que, tomado a la izquierda (S), me llevó de vuelta al punto inicial.

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