Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Unos meses antes,
había ascendido al Torozo por la loma de Piedra Caballera para tener una buena
perspectiva de la cara sur y, ahora, tocaba una primera cata de esa pared. De
momento, por la ruta más accesible para atravesar los roquedos, que resulta sorprendentemente
fácil, sobre todo en sus tramos finales, fuera ya del tubo. Además de fácil, la
ruta es corta y el único peligro que le veo estaría en la niebla, si fuera tan densa
como para no poder distinguir la continuidad de las repisas ni ver los hitos a
distancia. También con nieve o hielo, la cosa puede cambiar mucho, aunque no vi
pasos demasiado expuestos; incluso si la hierba estuviera muy mojada. Para esos
casos, observé varias chimeneas de aspecto fácil que permitirían alcanzar antes
la cresta, que es ancha y con senda. Por otro lado, las trepadas para trasponer
los sucesivos espolones, son todas cortas, muy fáciles y poco expuestas.
RELATO GRÁFICO:
Las nubes
cubrían la cresta de la Sierra del Torozo cuando salimos del Puerto del Pico,
caminando por una la senda balizada PR AV-37. Ésta parte de detrás del
restaurante, se dirige al este y, tras cruzar una valla, remonta gradualmente
la ladera.
El camino
es ancho y bien trazado. Pese a que no resulta muy cómodo por lo pedregoso,
ganamos altura con rapidez. Mirando al otro lado del puerto, las nubes tapaban
también la Sierra del Arenal pero podíamos observar cómo al sur el cielo se
veía algo más despejado.
Pronto
llegamos al Refugio de La Albujea, situado bajo el risco homónimo. Aquí, la
senda se bifurca y nosotros, dejando el PR, seguimos por la derecha (SE) para...
...
atravesar la ladera y, tras cruzar el Arroyo del Puerto, alcanzar el lomo
occidental, desde el cual...
... nos
asomamos a la vertiente meridional. La cabecera del Río Ramacastañas, o Valle
de las Cinco Villas, brillaba verde bajo la silueta de la Abantera.
Efectivamente, al sur estaba soleado y, muy lejos, llegaba a distinguirse en el
horizonte la sombra de los Montes de Toledo sobre un impreciso Valle del Tajo.
Siguiendo
siempre la senda, más estrecha pero clara y balizada con hitos, giramos con la
ladera y volvimos a ganar altura hacia el roquedo superior. Parecía que las
nubes iban levantándose pero aún tapaban los picos.
Atrás, al
oeste, el grupo de los Galayos y la Mira, que se debía de ver desde aquí,
continuaba igualmente cubierto. Una pena.
Cuando
alcanzamos el pie de las paredes, las fuimos bordeando, terminando de rodear el
lomo occidental y descubriendo poco a poco el cordal de Cabeza Aguda.
Tras
pasar junto al vivac de la Majada de La Albujea, entramos en la cara sur.
Apareció entonces el Torozo propiamente dicho, espectacular torreón desprendido
del cuerpo principal de la montaña. Precisamente por su unión, pasaríamos.
Mientras
recorríamos la base de la gran pared de La Albujea, observamos que las nubes se
habían retirado del Risco de las Morillas, buena noticia, pues su altitud es
muy poco menor que la del Torozo.
Según
avanzábamos, se fue descubriendo la canal oeste, encajada entre los riscos de
la Albujea y el Torozo. Se presentaba como un ancho pasillo herboso, cuya
pendiente no pasa de mediana, sin obstáculos aparentes salvo un par de pilas de
bloques.
Pero
tanto la dificultad como la exposición de estos pequeños escalones era mínima y
se resolvían con trepadas sumamente fáciles (I). Además, los hitos, por si cupiera
alguna duda, señalaban los sitios buenos para abordarlos.
Mientras
remontábamos la canal, no podíamos dejar de volver la vista hacia arriba.
Abajo,
más allá de los tramos ya ascendidos, se veía la vaguada meridional del Puerto
del Pico, dominada por la Sierra del Arenal.
Al sur,
la vista quedaba limitada por el lomo que sirve de reborde a la canal, que se
fue cerrando según nos aproximábamos a…
… su
culminación, en la horcada que separa el Torozo del Risco de los Monteses.
Mirando
atrás, sobre la canal, se ve la cima de La Albujea y una chimenea fácil por
donde se podría alcanzar la cresta y que suele emplean los escaladores para
bajar. Pero nosotros íbamos a seguir recorriendo esta cara sur de la montaña
por debajo de la cuerda, pues aún quedaba lo mejor por ver. De momento, no
proseguimos por la horcada, sino por…
… una
terraza que sube en diagonal por la izquierda, pegada a los Monteses. Como todo
el recorrido, estaba marcada por hitos pero es que, además, es la única opción
libre de obstáculos y sin exposición. Es decir, que el terreno nos iba a ir
llevando por el buen camino.
Durante
esta subida, nos asomamos a la derecha para ver la impresionante caída oriental
del Torozo, así como la canal de ese lado, mucho más empinada y rocosa.
Esta
subida culmina en una horcada junto a una pequeña aguja, a la altura del Alto
de los Monteses. Volviéndose desde allí,...
… hay
otra bonita perspectiva de las estribaciones de la zona de El Arenal, a través
de la collada del Torozo.
Por
encima, seguimos viendo bastantes opciones fáciles para alcanzar la cresta. En
caso de necesidad, serían opciones para un escape rápido hacia la senda que
recorre el cordal y bajar por el norte.
Proseguimos
caminando por la terraza, que, siempre fácil y ancha, va haciendo ligeros
subibajas entre los sucesivos espolones. Si ante nosotros, las nubes se
mantenían bajas, añadiendo misterio a este paisaje de roca y vacío,...
… atrás,
veíamos el cielo prácticamente despejado.
A nuestra
derecha, la caída hacia el Arroyo de Rioseco, sin ser ni mucho menos vertical,
impresionaba. También se veía muy bien la Piedra Caballera, sobre la loma por
la que habíamos subido unos meses antes.
Al paso
de otro portillo, con su trepada fácil, nos situamos…
… hacia
el centro del cuenco entre el risco y la cumbre del Torozo, desde donde hay una
buena perspectiva de las Cinco Villas.
Este paso
es el más estrecho y su continuación al este presenta una bajada más brusca,
posiblemente...
… el paso
más escabroso de todo el recorrido.
En lo
alto de la subida hacia el espolón siguiente, hay un característico bloque
formando ventana. Aunque creo que resultaría más cómodo pasar por la derecha,
los hitos nos llevaron a atravesarla.
Estando
este paso por encima del resto de la terraza, se ve bastante del tramo
posterior a la canal y también el bonito cuadro que forman las puntas del Risco
del Torozo y La Albujea.
Viene
luego el acceso a la cresta: una breve repisa, un paso estrecho entre el cuerpo
del monte y un cancho desprendido y…
… una
pendiente final de bloques. Todo ello, sin apenas dificultad.
A nuestra
derecha, entre dos rocas, vimos asomar, el hito cimero, muy cerca ya, justo antes
de…
…
alcanzar la cuerda de la sierra. Volvimos a ver la vertiente norte, que seguía
muy cubierta de nubes bajas, dejando ver sólo las vertientes más cercanas del
Valle del Alberche. Giramos entonces a la derecha (E) y…
… nos
dirigimos hacia la cima, siguiendo los hitos y ocasionales trazas de sendero.
Cuando
llegamos a la cumbre del Torozo, nos encontramos con el inesperado regalo del
sol, mientras que las nubes seguían cubriendo la Sierra del Arenal y los
Galayos. Más cerca, se llegaban a ver las puntas y algo de la vertiente
meridional que acabábamos de atravesar.
Pero el
panorama más abierto es al sur: el valle de las Cinco Villas, encajado entre
las estribaciones de Gredos y el cordal de Cabeza Aguda y la Abantera.
Al este,
el cordal prosigue hacia la Sierra del Cabezo, cubierta también. Por una vez,
estábamos en el sitio bueno. Podíamos haber vuelto hacia el Puerto del Pico
tomando la senda del cordal al oeste pero, por no deshacer camino y por
prolongar algo una excursión tan corta, iniciamos la bajada dirigiéndonos al
este. En la cima, tomamos el PR AV-37, que…
… ancho y
cómodo, verdadero camino real, nos llevó hacia el Collado del Risco.
Cuando el
roquedo quedó atrás y la cresta pasó a ser lomo,...
… antes
de la horcada, nos desviamos a la izquierda (NE) por una senda más estrecha, la
cual entra en la vaguada septentrional y gira para…
…
descender por ella. Al poco, pasamos por el Refugio de los Cervunales y
enseguida, en el rellano subsiguiente,...
… nos
desviamos a la izquierda (O) para tomar una senda que cruza un torrente y…
…
atraviesa horizontal la ladera del Torozo.
El monte
chorreaba agua y esto se reflejaba en los manantiales, que no siempre se ven
así.
La
travesía nos dejó en el lomo del Laerón, que baja del Alto de los Monteses; es
decir, del extremo occidental de la cresta.
Desde
allí, se ve ya el monte de La Fría dominando el Puerto del Pico, hacia el que la
senda baja ahora decididamente, trazando amplias lazadas que se pueden atajar.
Tras los
Monteses fue asomando La Albujea, anuncio de que…
… la cosa
se acababa. La confirmación llegó al dar vista al refugio, donde cerramos
circuito. Ya sólo quedó volver por el sendero del inicio al puerto, desde
donde…
… nos
despedimos de los riscos del Torozo, mucho más despejados ahora. Lo cierto es
que, pese al aspecto sombrío con que nos recibió la montaña ese día, no podemos
decir que los dioses nos trataran mal…
Comentarios
Publicar un comentario