Becerril (1.865)

ASCENSIÓN DESDE PALACIOS DE COMPLUDO

CRESTEO EN TORNO AL ARROYO DE TEGEO

El Cerro Becerril es la cumbre del cordal llamado Montes de León, que se proyecta al noreste desde los Montes Aquilianos y va a encastrarse casi en la Cordillera Cantábrica por el Puerto del Manzanal, terminando así de rodear el Bierzo de montañas. Como todo el conjunto, se trata de un monte de relieves redondeados; un enorme domo verde en una convergencia de lomas suaves. Sin embargo, las laderas que caen a los valles son altivas, con desniveles y pendientes considerables. Este terreno relativamente accesible ha llenado el monte de pistas; usadas de toda la vida para cuidar el ganado y, últimamente, los aerogeneradores. Pero sigue siendo un lugar bonito de recorrer, con aldeas pintorescas en el fondo de valles umbríos y recoletos, cuya explotación turística se ha mantenido dentro de lo razonable.

Para ascender al Becerril, comencé remontando la pista que recorre el vallecito en que se encuentra Palacios de Compludo, de la que me desvié para alcanzar el cordal al noroeste de la cumbre. A continuación, lo seguí, pasé por la cima y descendí por la primera bajada cómoda que encontré, pues la meteorología no estaba para prolongar la excursión. De hecho, hay opción para, sin dejar de caminar por pistas o cortafuegos, prolongar el cresteo y rodear totalmente el Arroyo de Tegeo.

El Becerril visto desde el suroeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra del Teleno - Montes Aquilianos y de León (Montes Galaico - Leoneses)
  • Unidad: Montes de León
  • Base de partida: Palacios de Compludo (León)

ACCESO: Palacios de Compludo está 100 km al oeste de León, por Astorga, Foncebadón y El Acebo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.070 / 1.872
  • Mi tiempo efectivo: 3h14
  • Mi tiempo total: 4h37
  • Dificultades: F, en las condiciones del día: unos 20 cm de nieve fresca. Itinerario por pistas y cortafuegos con pendientes prolongadas de hasta 30º.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Palacios de Compludo por la pista que remonta el Arroyo de Tegeo por su margen derecha. En la Veiga del Camino, tomar el desvío que remonta la ladera a la izquierda (N), hasta alcanzar el Collado de los Chanos. Girar a la derecha (SE) y seguir el cortafuegos que recorre la cuerda hasta la cima del Becerril.

Descender por la cresta al SO. Al encontrar el tercer aerogenerador, tomar a la derecha (NO) un cortafuegos que se despeña hacia el Arroyo de Tegeo (F), desembocando al final de la bajada en una pista. Es la misma del principio, así que sólo queda tomarla a la derecha (O) para regresar por la vertiente opuesta a Palacios de Compludo.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosa ruta por un valle relativamente poco frecuentado por excursionistas, especialmente en invierno, para visitar una cumbre destacada pero tampoco masificada. La suavidad del terreno, junto con la abundancia de pistas y cortafuegos, hacen de esta ruta, como de toda la zona, un terreno ideal para las raquetas en invierno. Sin nieve, para caminatas sin dificultad y con moderada exigencia.

En invierno, sólo si el cortafuegos de bajada está helado en sus tramos más empinados puede ser delicado pasarlo y, llegado el caso, hacer aconsejables los crampones y el piolet. Claro que también cabe evitarlo, utilizando para bajar la pista que sale de la loma 100 m más adelante y llega igualmente al valle pero en lazadas y con mucha menor pendiente. También puede ser ésa una opción para simplemente alargar la excursión con buen tiempo; incluso acabando el descenso por el cortafuegos que cae de la Era del Chano. Fue una lástima la nube que pillé en cumbre porque, por lo que pude ver durante el cresteo previo, el panorama desde lo alto de esta montaña es amplio e imponente a lo lejos y discretamente bello en lo inmediato.

RELATO GRÁFICO:

La mañana estaba sombría y helada cuando llegué a Palacios de Compludo; un denso nubarrón cubría el Becerril en lo alto del Arroyo de Tegeo. Pero, con (casi) toda la península bajo un temporal como hacía tiempo que no caía, no me podía quejar por eso. Y también la montaña tiene su encanto así.

En medio de un silencio absoluto y sintiendo en el rostro el frío húmedo de la nieve reciente, atravesé el caserío hacia el este por la prolongación de la carretera que llega al pueblo, hasta salir del mismo por la pista que remonta el Arroyo de Tegeo.

Tras dejar de lado un desvío que remonta la ladera a la izquierda, la pista me llevó muy suavemente por la vertiente derecha, bajo un robledal sobre el que las nubes apenas dejaban adivinar la cresta.

Mirando atrás, sobre los tejados de Palacios, se levantaba el Cerro Picueto.

Al cabo del rato, tras haber cruzado dos barrancos, llegué a la altura de la Veiga del Camino, donde el fondo del valle se ensancha. Allí tomé a la izquierda (N)...

... un ramal que remonta en fuerte cuesta la ladera.

Pero pronto se tendió la pendiente, pasando a trazar una suave diagonal al oeste.

Con la distancia, pude ver a mi espalda el cuenco que forman el Arroyo de Tegeo y sus afluentes a los pies de un Becerril tapado por las nubes. Además, sobre el lomo de la derecha podía distinguir los trazos en el bosque tanto del cortafuegos por el que luego bajaría, como la pista que constituye su alternativa.

Al extremo de la primera lazada, había deshecho buena parte del desplazamiento al este por el valle y vislumbré abajo los tejados de Palacios, con el fondo del Corón y el Picueto.

Desde la siguiente diagonal, la cresta se veía ya próxima sobre las copas heladas de los árboles.

Aún cambié de dirección un par de veces antes de acometer la subida final, que transcurre por un pasillo entre apretadas filas pinos y robles, que no se abrirían hasta…

… el Collado de los Chanos. Antes de alcanzar la horcada,...

… me volví a contemplar la vertiente que dejaba. Se estaban abriendo grandes claros y, más allá del Corón, se iban descubriendo los Montes Aquilianos. También llegaban a distinguirse las vertientes de la Sierra del Courel a la derecha del Picueto.

Al salir al collado, la visión de la cuerda ala derecha (SE), donde queda el Becerril, no era muy alentadora. Ahí las nubes seguían bien agarradas, pero el terreno es cómodo e indudable: sobre el ancho y suave lomo, un cortafuegos asciende hacia la cumbre.

Casi era una ironía ver cómo estaba mucho más despejado tanto el Cerro Cueto al otro lado de la cresta, como…

… el valle de la otra vertiente, en cuyo fondo se llegaba a ver el caserío de Carracedo de Compludo bajo la chata Peña Llabaya.

Pero era lo que había. Así que proseguí la ascensión por el lomo del cordal a la derecha (SE). El cortafuegos cubierto de nieve era como una alfombra; las raquetas se hundían lo justo y la pendiente, con altibajos, nunca alcanzó los 20º.

Hacia los 1.650 m de altitud, justo antes de meterme en la niebla, paré a despedirme del paisaje. Ahora, se veía ya bastante del cordal principal de los Aquilianos, destacando a la derecha un pico tan altivo y aislado,...

… como modesto: la Guiana. Sólo tiene 1.846 metros, pero es bonito. Tomo nota.

A continuación, entré en la nube, pero ésta resultó ser menos densa de lo que parecía desde fuera. También ayudaba que el viento comenzó a soplar con bastante fuerza.

Así, de vez en cuando se abrían los vapores, especialmente hacia abajo, como en esta foto, tomada hacia los 1.750 m de altitud.

Al poco, dejé a la izquierda el ramal que va al vértice, que no es la verdadera cima. Con tiempo despejado, lo hubiera visitado para tener mejores vistas al sur pero hoy sería un rodeo tonto, así que seguí recto. Para entonces, 30 m por debajo de cumbre, lo poco que se veía tenía aspecto de cresta y el hielo predominaba sobre la nieve pero, siendo escasa la pendiente, bastaban las puntas de las raquetas para moverse con seguridad.

Poco después, se fue materializando un bulto enhiesto: el hito de piedras que marca la cima del Becerril, escarchado y con un velo blanco extendido todo alrededor. Como suele pasar en días así, en la cima era donde menos se veía y donde más soplaba el aire, verdadero vendaval helado a esta altura. Si no llega a ser porque el estómago se me puso a protestar, ni me hubiera parado.

Tras devorar una barrita y dar dos mordiscos a una manzana para salir del paso, inicié el regreso, descendiendo por el lomo a la derecha (SO). Ahora sí que no se veía casi nada; sólo algunos guijarros cercanos, aunque la lisura del cortafuegos me servía de guía.

De pronto, se fue dibujando una enorme e imprecisa sombra a mi izquierda. Tardé en darme cuenta de que era un aerogenerador; el primero del campo eólico que se extiende a partir de aquí, hacia el Pico Menor y las Chanas. A la altura del tercer artefacto,...

… perdidos unos 120 m de desnivel, vi un ramal que salía a la derecha (NO), abriendo un pasillo entre los pinos para…

… trazar un franco descenso hacia el fondo del valle de Tegeo y me dejé caer por él. Aquí la pendiente sí que alcanza los 20º en algunos sitios pero, con buena capa de nieve blanda, se raqueteaba bien. Por cierto, que se cruza un par de veces una pista; ésta sale de la cuerda unos cien metros más allá de donde yo la dejé y, bajando en lazadas, es una buena alternativa si la nieve estuviera helada y se quisiera poder bajar con las raquetas

No tardé en salir de la nube, viendo desde el principio Palacios de Compludo, bajo la masa omnipresente del Picueto y el Cerro Cueto. Precisamente en la ladera de éste, se distinguía el trazado de la pista por donde había ganado la cuerda. Más allá, el sol bañaba Ponferrada.

Casi a la vez, por un momento, se abrió la cortina sobre mí, dejando ver la cresta y la primera parte de la bajada.

Más abajo, hacia los 1.500 m de altitud, el cortafuegos gira a la derecha y se vuelve más estrecho e irregular.

Además, aquí se alcanza la mayor pendiente: 30º durante los últimos 50 m de desnivel. Si estuviera helado, sería delicado con raquetas. Llegando al Arroyo de Tegeo, el cortafuegos desemboca en la pista que lo recorre, la cual tomé a la derecha (SE), hacia el fondo del valle. Tras cruzar el torrente girando 180º,...

… el carril, en casi imperceptible bajada, me llevó a descender el valle por su vertiente derecha. Pronto pasé por la bifurcación de la Veiga del camino y…

… poco después, comencé a ver asomar las casas de Palacios de Compludo, que atravesé siguiendo mis huellas, que seguían siendo las únicas marcadas en la nieve.

Tras pasar la pintoresca iglesia, llegué al coche en un ambiente tan frío y apacible como el que me había recibido por la mañana.

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