Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: El Bodón es
una montaña muy bonita, síntesis y arquetipo de lo que se puede encontrar en la
Montaña Leonesa: relieve abrupto y rocoso en un entorno apacible. Y la
contemplación de un mar de montañas al culminar la ascensión. Tanta belleza y
la sensación de apartamiento de estos valles, aconsejan ir sobrados de tiempo
para poder pararse todo lo que se quiera.
La ruta es
breve pero exigente, con casi 45º de pendiente media a lo largo de los 150 m de
desnivel de la verdadera canal; con o sin nieve, es un buen achuchón. Respecto
a la travesía por la vertiente norte del retorno, la cosa cambia con la
presencia del hielo pues pasajes triviales se van a convertir en delicados, por
su fuerte exposición. Finalmente, aunque hay trechos sin senda, la orientación
no presenta problemas, pues siempre se tiene a la vista el objetivo.
RELATO GRÁFICO:
Tras
aparcar en Valverde Curueño, en una plazoleta junto a la iglesia, comencé a
caminar subiendo por la calle que rodea el templo por la izquierda y que apunta
directamente al Cueto Cabañas. Ésta desemboca en otra, llamada del Otero, que
tomé a la derecha (NE) para…
… salir
inmediatamente del pueblo por un carril de tierra dominado por la cresta del
Bodón. Incluso se entreveía la cima, que asomaba al fondo, entre su corte de
peñas, marcada por unos neveros en la base.
El camino
me llevó a remontar los prados de la ladera meridional en un suave ascenso
hasta un primer rellano (1.336), dominado por la cresta, que se comba
ligeramente en el Collado de Valverde, por donde bajaría.
Al otro
lado, se extendía ante mis ojos un buen tramo del valle de Valdeteja, bajo la
contundente presencia de la Peña Sañonal. Ésta ocultaba las cimas mayores del
macizo de Sancenas, aunque algo asomaba detrás. Destacaba también, en el
extremo derecho, el Cueto de las Palomas.
Continué
la ligera subida al noreste, hacia una collada aparente, abierta entre el Bodón
y la Sopeñallana. En realidad, lo que se extendía tras el cambio de rasante
era…
… un
rellano aún mayor: la Vallina Carbajal, donde se perdió definitivamente el
camino. La atravesé hasta su extremo oriental, pequeño alto desde el que, al
volverme, pude ver ya asomaba a través de la Collada de Valdeteja el Machacao
y, más lejos, una cresta blanqueada que, por orientación, puede ser la del
Cirbanal.
Al otro
lado del lomo en que estaba, el panorama quedaba interrumpido por la cresta de
la Forqueta y la Peñabueno.
Girando a
la izquierda (N), me dirigí la canal sur, cuyo boquete en “V” perfecta veía
justo encima de mí. Comencé por remontar una ladera herbosa que, según ascendía
fue haciéndose gradualmente más empinada y pedregosa. En este tramo, vi unos
pocos hitos pero, además de no guardar continuidad, como el terreno es
uniforme, realmente no sirven para nada.
Al ganar
altitud, pude ver mejor, al sur, la cresta de la Peña de Valdorria al Bucioso.
A la
izquierda, el Cueto Cabañas destacaba sobre la ladera.
A la
derecha, se distinguía mejor la brecha de la Forqueta e iban asomando crestas
más lejanas.
Como
dije, la piedra fue ganando terreno a la hierba y la pendiente fue aumentando
según me acercaba a la canal, pero sin encontrar obstáculos. El par de bandas
rocosas que cortan la ladera presentaban sendas fracturas que permitían pasar
caminando.
Con la
altitud, empecé a distinguir, más allá de las estribaciones meridionales de la
cordillera, un brillante palio de bruma flotando sobre la meseta. Por cierto
que entre aquéllas destacaban dos picos altivos: el de Prado Llano y el Cueto Ancino.
Más famosa es la Peña Corada, que asoma en el extremo izquierdo de la foto.
Hacia los
1.700 m, empieza a formarse el tubo, a cuyo través la perspectiva hacia
Sancenas y Valdeteja es ya bastante completa. Tras remontar unos 50 m de
pedrera donde se sobrepasan los 30º de inclinación,...
… llegué
a la base del tramo estrecho de la canal. Se trata de unos 100 m en que se
alternan pequeños escalones de roca, alguno de los cuales hube de superar con
ayuda de manos, con…
… rampas pedregosas
de pendiente cercana a los 45º.
Salí del
pasillo al pie de unas placas empinadas sumamente fáciles, a la izquierda de
las cuales se elevaba una prominencia rocosa. Pero no era la cumbre sino la
antecima sur, así que subí directamente hacia la comba de la cresta aparente,
derivando luego a la izquierda (NO) para...
… dejar
de lado un collado y la antecima sureste (1.927) y…
… encarar
directamente la pendiente pedregosa que me llevó a la segunda punta que
apareció: ahora sí, la cumbre del Bodón.
La vista
desde la cima es amplia y bastante despejada en todas direcciones. Al sur, más
allá de los espolones que delimitan la canal por la que había subido, se
desplegaba el valle de Valdeteja, bajo la Sopeñallana, la Peña Verde y el
macizo de Sancenas. Sobre su pico más alto, el Bucioso, asomaba muy
ligeramente...
… el
Polvoreda, único pico que supera los 2.000 metros en estas estribaciones
meridionales de la Cordillera Cantábrica.
Volviéndome
al este, más allá del valle del Curueño a mis pies, el horizonte se quebraba en
un amplio arco montañoso que iba de los Picos de Europa a la Peña Corada.
Además de esta última, en el extremo derecho, destacaba la descomunal pirámide
del…
…
Espigüete, casi alineada con la no menos espectacular Peñas Pintas, y…
… se
distinguía el carácter del Mampodre y Picos de Europa, con la Peña Santa de
Castilla alineada con la Ten.
Al norte,
la divisoria cantábrica se mostraba más pacífica, aunque bien innivada, entre
los picos de Faro, donde destacaba en primer término la Morala, y la Sierra de
Sentiles, junto a la que asomaba la rocosa cumbre del Pico Torres.
Más a la
izquierda y abajo, se extendía el peculiar reborde calizo que domina por el
norte el valle del Río Labias. En el horizonte, además del Brañacaballo,
destacaban las Ubiñas, con…
… las dos
peñas, pequeña y grande y los Fontanes perfectamente identificables.
Al oeste,
sobre la cresta del Bodón, llegaba a verse el Cirbanal y, más a la izquierda el
Machacao. Este cordal marca el camino de regreso, que transcurriría por el
flanco norte que, en umbría, mantenía algunos neveros que me encontraría
helados.
Para
empezar, descendí de la cúpula cimera al sur hacia la antecima de ese lado, por
terreno mixto de hierba y cantos, bastante empinado. Al llegar a la collada
intermedia, giré a la derecha (O) para…
…
alcanzar por similar terreno el collado occidental, de donde me dejé caer a la
derecha (NO) para…
…
descender por la vaguada, desde donde la cima del Bodón se mostraba potente.
Guiado
ahora por una senda borrosa que seguiría durante todo el cresteo, fui perdiendo
altura hasta la base de un saliente rocoso que rodeé por debajo. Al otro lado,...
… vi
sobre mí la boca de la Cuevona, peculiar formación geológica, mitad arco, mitad
cueva.
Aún bajé
más para evitar otro cancho, antes de recuperar altura y cruzar el primero de
los cóncavos por los que me llevó la senda. Como ya dije, me encontré la nieve
helada pero, como no era puro cristal, fue suficiente con las “cadenas”.
Además, como tampoco era continuo, así fue más rápido quitarlas y ponerlas de
las botas que si hubieran sido crampones.
Desde esa
parte más baja del recorrido, la cima del Bodón y la Cuevona formaban un bonito
cuadro.
Una
subida suave me llevó al siguiente lomo, que alcancé justo al pie del crestón
culminante.
Mirando
atrás, por debajo de la cumbre, se distingue en la Cuevona...
... el
arco de roca.
Hacia el
norte, la vista hacia el eje de la cordillera seguía siendo amplia.
La senda
me había llevado al lugar más fácil para cruzar el rocoso contrafuerte: una
chimenea llena de bloques que formaban una auténtica escalera.
Salí a
una ladera más abierta, a través de la cual gané la divisoria, que es aquí
un...
... lomo
pedregoso, por el cual bajé a un collado (1.783) y subí al otro lado, evitando
las rocas por la derecha (norte).
Al paso
por la horcada, hay una bonita perspectiva de Valdeteja.
Al volver
a ganar altura, se ve atrás de nuevo la cumbre, junto a la vecina punta 1.863.
Cuando
salí de nuevo a la arista, entre las cotas 1.831 y 1.826, la senda me llevó a
la derecha (N) para...
... bajar
de nuevo y rodear la segunda punta por el norte. Al llegar junto a un cercano
espolón, doblé a la izquierda (O), retomando...
... la
dirección paralela a la cresta para cruzar un nuevo cóncavo. La trayectoria de
la senda estaba marcada precisamente por la nieve y fue aquí, llegando al otro
lado, donde me encontré el paso un poco más expuesto de la ruta: una pendiente
lateral que superaba ligeramente los 30º.
Y la
vista abajo no tranquilizaba precisamente.
Este
nuevo contrafuerte, al pie de la cota 1.828, lo crucé por otro pasillo corto y
empinado. A continuación atravesé en horizontal la ladera del otro lado, desde
la cual...
... era
especialmente atractiva la vista del crestón característico del valle del
Labias, con los pueblecitos de Redilluera y Llamazares recostados a sus pies.
También la perspectiva de la Morala era muy buena.
Al
reganar el lomo, descendí hasta el Collado de Valverde, donde acabaría el cresteo
para bajar a la izquierda (S), hacia el valle de Valdeteja.
No había
rastro de senda pero, como la ladera era de pendiente moderada y libre de
obstáculos, sencillamente me dejé caer por donde mejor me pareció.
Al poco,
dejé a la izquierda una serie de agujas, no muy grandes pero altivas, que…
… vistas
desde más abajo dan la impresión de que este monte es más abrupto.
A media
altura, encontré algunos trazos de ganado y, como el matorral, aunque rastrero,
era algo más denso, los seguí para ir más cómodo, sin perder de vista los
tejados de Valverde que me servían de guía. El descenso me dejó en una gran
rellano herbosos, desde el cual…
… la
vista de las agujas era aún más espectacular y, más a la derecha,…
… se
distinguía también parte de la cresta que va al Bodón.
Tras
atravesar este gran prado, siempre al sur,...
… vino
una bajada más intensa hasta un camino. Siguiéndolo a la izquierda (S), llegué
enseguida a la pista por la que había abandonado el pueblo, ya muy cerca de las
primeras casas.
Antes de
tomarla a la derecha (SO) y entrar en Valverde de Curueño, me volví a
contemplar la cresta una vez más.
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