La Tiñosa (1.568)

ASCENSIÓN DESDE LAS LAGUNILLAS

ARISTA SO

La Tiñosa culmina la Sierra de la Horconera. No es la cumbre más alta de la Subbética Central, pero sí la más famosa. Se trata de un monte de formas altivas, con canchos calizos rematando su cresta y rompiendo la ladera noroeste, mientras que la vertiente opuesta cae con suavidad, cubierta de encinas y matorral, hacia los olivares del pie de monte. Si bien esas cualidades de media montaña alpina son habituales por estos lares, en la Tiñosa se dan con extraordinaria potencia y belleza. Esta hermosura propia se combina con una prominencia próxima a los 800 m, que la aísla de otros montes circundantes y le dan un panorama despejado que va de Mágina a la Sierra de las Nieves.

La ruta consiste en recorrer la cresta principal de la montaña, subiendo por la arista SO e iniciando el descenso por la opuesta, hasta encontrar un lugar adecuado para dejarse caer por la vertiente oriental y regresar al punto de partida por el pie de monte.

Cima y vertiente occidental de la Tiñosa, desde la arista SO

SITUACIÓN:

  • ZonaSubbética Central (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de la Horconera
  • Base de partida: Las Lagunillas (Córdoba)
  • ACCESO: Las Lagunillas está 118 km al SE de Córdoba, por Montilla, Rute y Lorite. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 740 / 1.568
  • Mi tiempo efectivo: 5h02
  • Mi tiempo total: 6h47
  • Dificultades: F. Trepada de 10 m de I+ en el Morrión; sin esa punta, la ruta sería muy fácil, pero merece la pena la visita. Tramos empinados e incómodos por matorral.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Las Lagunillas por una pista que va al NO entre olivares, al encuentro del Arroyo de Cañatienda. Antes de cruzar su cauce, desviarse a la derecha (NO) y remontarlo un corto trecho, hasta la base de un lomo que, cubierto de matorral y cantos, asciende al norte. Remontarlo, aprovechando los trazos de animales, hasta la arista SO y continuar subiendo por ella hasta su remate en el Cerro de la Cruz, y más arriba por una cómoda ladera. Llegando a la cresta, desviarse a la izquierda (NO) para trepar a El Morrión (F+). Volver atrás y tomar la senda que va (NE) por la arista cimera hasta La Tiñosa.

Continuar por la cuerda al NE hasta el collado 1.445 y desviarse a la derecha (E) para encaramarse al lomo que cae la vecina cota 1.459. Bajar por el mismo a la derecha (SE), primero por terreno incómodo de matorral y cantos y luego por un viejo cortafuegos hasta la collada de Pechos Silleros. Desviarse a la derecha (S) y descender por la vaguada de ese lado, primero por trazos precarios y luego a través de un olivar, hasta el Cortijo de Peña Jaro. Tomar la pista que allí arranca y, cerca de El salado, girar a la derecha (SO), siguiendo un bancal de olivos por donde los mapas pintan el “Camino de Priego a Las Lagunillas”. A partir de ahí, seguir su trazado, alternando tramos de camino existente con travesías de olivar donde la vía ha desaparecido, rodeando el pie de monte por el Caserío de las Perdices y el de Juan Inés, hasta Las Lagunillas.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Bonita subida, dura pero sin dificultades dignas de reseñar y a la altura de esta bella cumbre. La visita al Morrión, me parece obligada pasando tan cerca, pues sus vistas locales son fantásticas. Aunque si un grado de dificultad I+ se le hace muy fuerte a alguien, no pasa nada por dejarlo y seguir a cumbre.

No recomiendo, sin embargo, regresar por donde lo hice: el tránsito por el pie de monte es largo y carece de interés. Además, obliga a orientarse por rumbos en el interior de los olivares, lo que ralentiza la marcha. Otra cosa sería si los caminos que figuran en el mapa existieran; en ese caso, al menos sería rápido y cómodo. Contando con dos coches, se podría considerar esta bajada, dejando un vehículo en El Salado. Pero, si tuviera que repetir solo, subiría igualmente por la arista SO pero bajaría por una de las sendas habituales de Cañatienda, la del Puerto Mahina o la de la canal SO, pudiendo además partir del Cortijo de Torres. Por último, comparando con estas rutas normales, la arista SO es más incómoda y dura, pero, al transcurrir por terreno abierto, posee un gran panorama casi desde el inicio, por lo que la creo preferible para subida.

RELATO GRÁFICO:

En la Avenida Priego, por donde la carretera atraviesa Las Lagunillas, tomé al norte la Calle Toledo, única que sale a ese lado. La recorrí hasta salir del pueblo y continué por la pista de tierra que la prolonga al noroeste, hacia la rocosa Loma de las Chozas.

En un cruce junto a una casa, seguí recto (NO), llevando a mi derecha, sobre los olivos, el núcleo principal de la Horconera. Mejor dicho, su falda meridional, pues lo más alto que se llegaba a ver es el Cerro de la Cruz, del que cae a la izquierda el lomo que define la ruta por donde pensaba subir.

Donde el camino gira y baja a cruzar el cauce del Arroyo de Cañatienda, tomé un desvío a la derecha (NO) que, manteniéndose paralelo al cauce y en su vertiente izquierda, prosigue el faldeo.

De pronto, el carril desapareció en medio de un olivar. Continué caminando en la misma dirección, por terreno despejado pero algo incómodo por la pendiente lateral, hacia la linde superior del campo, que podía distinguir entre los árboles. Al llegar a la misma, giré a la izquierda (O) para seguirla un trecho, hasta estar...

... en la base de un empinado lomo de monte bajo y cantos entre encinas dispersas. No es la arista SO pero cae al sur de la misma y, como la continuación de la travesía tenía peor pinta que el terreno sobre mí, giré a la derecha (N) y tiré para arriba.

El matorral no era ni muy cerrado ni muy alto, así que gané altura con más comodidad de lo que esperaba. Unos cuarenta metros por encima del olivar,...

... además, la pendiente disminuye tras un breve rellano y se fue viendo una culminación aparente: el entronque de este amplio lomo con la arista SO.

Durante esta subida, el panorama a mi espalda se iba ampliando paulatinamente en todo el arco meridional. Por encima del llano de Lagunillas y de la línea de pequeñas alturas que lo abrazan, rompían el horizonte montañas conocidas; de derecha a izquierda: sierras de las Nieves, de Antequera, de Loja, de Parapanda y Nevada, donde llegaba a...

... distinguir el característico trío que forman Alcazaba, Mulhacén y Veleta.

Cuando el matorral se adensó, encontré bastantes trazas cortándolo y fui aprovechando las que llevaban mi dirección.

El panorama al sur y el oeste se ampliaba y aclaraba con cada metro ganado. Ahora veía la cumbre de la Maroma asomando sobre la Sierra de Loja; el pico Chamizo era plenamente identificable y, más a la derecha, lo mismo pasaba con...

... el Camorro Alto en el Torcal de Antequera y la Torrecilla en la Sierra de las Nieves.

La proximidad de la arista se anunció al encontrarme terreno rocoso; unas placas breves y muy tendidas, sin dificultad, que dieron paso a...

... un crestón de roca que, a mi izquierda, se despeñaba hacia el fondo del Arroyo de Cañatienda.

Ante mí, una visión inmejorable de la Loma de las Chozas, que llevaba oculta un rato, dominando el Cortijo Alto de Torres. A la izquierda, asomaba la Sierra de Rute, en una curiosa perspectiva enfilada.

Atrás, el arco sur: lo mismo desde que empecé a subir, pero en constante cambio.

Girando a la derecha (NE), proseguí el ascenso siguiendo la arista, sobre la que pronto apareció el airoso risco del Morrión, siguiente jalón de mi ruta.

Tras un tramo ligeramente accidentado, aunque abordable caminando, a partir de los 1.250 m de altitud, la arista...

... se transformó en un amplio lomo pedregoso, tendido y despejado. Toda una avenida hacia la cumbre, que culminaba en el modesto cancho llamado Cerro de la Cruz.

Para entonces, en Sierra Nevada no sólo se distinguían los picos; también las grandes cuencas a sus pies. Curiosa la nube lenticular sobre el Mulhacén.

El Cerro de la Cruz es en realidad el hombro donde la arista SO se encastra en la ladera meridional de la sierra. Desde allí, podía ver ya los dos picos del día; el Morrión a la izquierda y la Tiñosa a la derecha. En primer lugar, me dirigí a aquél, pues me había parecido sobre el mapa que debía de haber buena perspectiva sobre la vecina cumbre. Para ello, atravesé caminado entre matojos dispersos la suave ladera que me separaba del risco. Además, dispuse de senda para facilitar aún más la cosa, a partir del...

... paso por la canal que sube de la vertiente de Cañatienda, que enmarcaba bonitamente las sierras de Rute y Alhucema.

Luego, el caminillo me llevó a la derecha (NE), dejando de lado el Morrión, así que,...

... llegando a la cresta, junto a un curioso peñasco en forma de Y invertida, lo dejé por la izquierda (NO) para acercarme a...

... la base del risco, al que encaramé trepando por la izquierda de un resalte vertical de 10 m, por terreno escalonado con buenos apoyos (I+). Una vez arriba,...

... pasé una corta arista, ancha y tendida pero incómoda por los matojos.

El panorama al suroeste del Morrión era hermoso, con la Sierra de Alhucema y la loma por donde había subido flanqueando el Arroyo de Cañatienda y las montañas de Málaga, de la Sierra de las Nieves a la Tejeda, en el horizonte.

Pero la vista extraordinaria estaba al otro lado, donde la Tiñosa mostraba su vertiente  noroccidental bajo la arista por donde me disponía a alcanzar la cumbre. Para ello, volví al lugar donde había dejado la senda y la retomé.

A continuación, el caminillo me llevó a asomarme a la vertiente meridional, dominada por las sierras granadinas.

Tras esa apacible y panorámica remontada, llegué a...

... la cumbre de la Tiñosa.

Al norte de la misma, se veía ahora, además de la Sierra Alhucema, la de Cabra, el más septentrional y modesto núcleo de la Subbética Occidental.

Al oeste y sur, el panorama era el que llevaba viendo toda la mañana, pero no cansaba.

Al sureste, más allá de la Sierra de Albayate, se extendían las montañas de Jaén y Granada. Entre ellas, la Sierra Harana y...

... Sierra Nevada, que hacía honor su nombre. En ella,...

... se reconocían sus cimas principales.

Respecto a las sierras jiennenses, se diferenciaban los núcleos de Alta Coloma y Mágina.

Al noreste, se extendía el cordal, que se presentaba casi horizontal en su parte visible. Sobre el extremo de la misma, sobresalía aislado entre nubes el Cerro Ahíllo, más allá del cual llegaba a adivinarse el Jabalcuz. Inicié la bajada recorriendo la cuerda, siguiendo un trazo en el lado derecho. Tras ese primer trecho,...

... la loma se empinó un poco pero manteniéndose cómoda y relajada. Esto permitía recrearse con las vistas, impresionantes tanto alrededor como...

... abajo, sobre todo a la izquierda, donde el terreno caía hacia el valle del Guadalquivir.

El único accidente que presenta este regular lomo es un modesto cabezo, marcado con la cota 1.459. Precisamente en el collado previo (1.445), me desvié a la derecha (E),...

... dando por finalizado el cresteo, para dirigirme al lomo que cae al sureste,...

... atravesando horizontalmente la suave ladera, cubierta de pasto y algunos cantos.

Una vez en el contrafuerte, me dejé caer por el mismo. El terreno era empinado, sobre todo al principio, y,...

... sin presentar obstáculos de consideración, resultaba incómodo por el matorral y los cantos que lo poblaban.

Pero, perdidos 60 u 80 m, el lomo se tendió y ensanchó, al tiempo que la vegetación disminuía en porte y densidad.

A mi derecha, las sierras de Tejeda, Loja y Camarolos surgían de la bruma brillante, mientras que,...

... al otro lado, el Ahíllo destacaba sobre las nubes que cubrían la llanura. También se veía, abajo, la mancha blanca de Priego.

Hacia los 1.200 m de altitud, el lomo presenta un pequeño rellano con unas rocas, buen mirador hacia Parapanda y Sierra Nevada.

Atrás quedaba la cresta de la Horconera.

A partir de ahí, un viejo cortafuegos recorre la loma, haciendo aún más cómoda la bajada.

A mi derecha se abría ahora un profundo barranco.

El terreno se empinó momentáneamente y se hizo rocoso, aunque sin dificultad, justo antes de la collada de Pechos Silleros.

Allí, apareció un nítido trazo en el pasto, pero se dirigía a la izquierda, que no era mi camino. Yo debía ir a la derecha (S) y, en ese lado del cortafuegos, busqué...

... algún corte en el denso matorral. Encontré algo parecido a un rastro junto a una señal de coto y un llamativo montón de piedras.

A los pocos metros, el trazo se definió un poco y, aunque borroso, se le podía seguir bien. Más que por la vaguada, el descenso transcurrió por un impreciso lomo del lado derecho,...

... llevando a la izquierda el modesto crestón de los Pechos Silleros y...

... el anónimo barranco de antes a la derecha.

No tardé en ver a mi altura, a la izquierda (E), un huerto con unos frutales que no identifiqué y olivos. Dejé la tenue traza y me dirigí directamente hacia allí a través del matorral. Luego, seguí un poco la linde superior, hasta...

... entrever a mi derecha (SE) una construcción: las ruinas del Cortijo de Peña Jaro. Me dejé caer hacia allí para...

... tomar la pista que le daba acceso y que me llevó al noreste bajo los roquedos en que muere la loma por donde había bajado.

A la vista de los tejados de El Salado, a la altura de una cadena que cierra el carril, me vi a la derecha (SO) la salida del viejo camino de Priego a las Lagunillas, por el que pensaba volver. Lo malo es que estaba prácticamente borrado por las zarzas y otros matojos, además de medio comido por el aterrazamiento inferior de un olivar.

Así pues, giré a ese lado pero caminando por el borde del bancal, despejado entre los árboles. Aquí sigue un regreso que se hizo largo y pesado, alternando tramos en que el camino ha sido destruido por los cultivos, con otros,...

... los trechos sin roturar, en que se conserva sorprendentemente claro y en un buen estado. Daré sólo algunas referencias destacadas pues el itinerario consistió en intentar reconstruir el trazado del camino, para recuperarlo entre campo y campo. Es decir, se trataba de ir faldeando la sierra al suroeste.

Los olivares, a su vez, eran a veces tan densos que me obligaban a navegar y, otras, como en esta ocasión, despejados como para guiarme por el relieve del pie de monte.

En uno de los olivares, un par de antenas en un modesto alto, me sirvieron para localizar el Cortijo de los Calderones. Allí tomé...

... una pista a la izquierda (S), la cual desciende y desemboca en otra que, tomada a la derecha (NO), me llevó a lo alto de la siguiente loma.

Allí se sitúa el Caserío de las Perdices, donde vuelve a interrumpirse el camino. Tras rodear la casa por la izquierda, a través de un olivar, descendí al suroeste por lo alto de la loma sobre la que se asienta. Acabaría junto a una ladera con árboles extrañamente otoñados (los únicos entre el verde oscuro dominante de olivos, encinas y jaras), que corresponde a la cota 845 del mapa.

Al pie del lomo, crucé una torrentera seca y traspuse una pequeña joroba de tierra antes de desembocar en una pista que tomé a la izquierda (S) para ir a dar, al pie de la ladera colorida, con un segundo carril que tomé a la derecha (SO).

Éste acabó girando al norte, hacia la sierra. Obviamente, había dejado de seguir el trazo del viejo camino pero preferí aprovechar la comodidad de las pistas existentes en lugar de empecinarme en aquél.

El carril volvió a coincidir con el viejo camino en el Cortijo de Comino. Allí se bifurca y yo seguí por la izquierda (O). Aún me quedaría algún trecho por olivar para volver a encontrar el camino después hasta...

... el Caserío de Juan Inés, a partir del cual la pista mejora mucho, siendo incluso circulable por turismos. Al ratito, la aparición de la conocida Loma de las Chozas por encima de una loma vecina me anunció la proximidad del pueblo.

Estaba junto Caserío de Budia que, situado en un alto, tiene una buena vista local hacia los espolones que caen de la sierra.

Al otro lado, una breve bajada me dejó en las Lagunillas, a donde entré por el extremo oriental de la misma Avenida de Priego en que había aparcado.

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