Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Caminata
buena y bonita, y fácil además, pues sigue un PR bien acondicionado. Si me salí
del mismo en un par de cortos tramos, también cómodos, fue por atajar y ese
poco campo a través no es obligado. Los datos de la ruta que figuran más
arriba, tanto en formato tradicional como MIDE, son con esos atajos;
manteniéndose en la senda, se alarga un poco pero la excursión es aún más
sencilla. Sólo hay que tener en cuenta que se llega a los 2.000 m de altitud,
donde las condiciones pueden ser bastante duras incluso en Murcia, y se debe de
ir convenientemente equipado para ello. Especialmente, por el viento, que
siempre sopla duro no sólo en esta montaña, sino en toda la comarca circundante.
RELATO GRÁFICO:
Al llegar
a Inazares no me compliqué la vida: junto a las primeras casas, tomé a la
derecha una pista de tierra para dejar el coche en el aparcamiento indicado en
el desvío. A continuación, inicié la excursión atravesando el pueblo a la
izquierda (SO), hasta...
... una
plazuela donde hay unos alojamientos rurales y unos carteles informan de que
ahí se inicia el sendero PR-MU 105, que asciende al “Pico del Obispo”. Su
trazado iba a coincidir, salvo un par de atajos, con mi ruta y comencé a seguir
las marcas blancas y amarillas. Éstas me sacaron del pueblo por un carril,
continuación de la carretera, que va al noroeste pero, enseguida, me desviaron
a la izquierda (O), por...
... una
pista que remonta un barranco que baja de las laderas del cerro de Pinar Llano.
Al fondo del mismo, cuando el camino...
...
gira y cruza el cauce junto a una toma
de aguas, lo dejé por una senda que sale a la derecha (O) y prosigue la subida.
Como todos los cruces y desvíos, éste estaba indicado.
La senda
se ensanchó al poco y se bifurcó ante un característico pino solitario. Aunque
sólo vi marca a la izquierda, yo seguí por la derecha (NO), primero por buen
camino y, enseguida,...
...
siguiendo la linde de un bancal.
En este
breve tramo, fui dejando a la izquierda el Pinar Llano, sobre cuya ladera
asomaba el Pico de Los Odres.
Así
llegué a una pista que sube de Inazares, la misma por la que había dado los
primeros pasos de la ruta. Hacia allí, al sureste, se veían el Calar de Ortiz y
la Sierra de Mojantes. Pero yo fui precisamente al otro lado;...
... a la
izquierda (NO) para alcanzar en breve el collado (1.487) que une la Sierra Seca
con el cuerpo principal de la de Moratalla. Allí hay un cruce múltiple y tomé
el segundo de los caminos que salen a la izquierda (O), señalizado con marcas
de PR e incluso un cartel que indica la cumbre.
Entraba
así en la vertiente norte de la Sierra de Moratalla, donde se refugia el poco
verdor que resiste el clima cruel de estas tierras.
Pronto,
me encontré caminando entre los pinos, por una vereda que, lisa y bordeada de
guijarros, está más arreglada que muchas aceras. Esta circunstancia se
mantendría además durante buena parte de la ascensión, así que, quien no suba a
Los Obispos será porque no quiere.
En los
claros del pinar, podía ver a mi derecha el adusto paisaje de la Rambla de la
Rogativa, rodeado por las estribaciones de las sierras de Taibilla y Zacatín,
donde destaca el cónico Cerro del Servalejo.
Al
trasponer un espolón, entré en el barranco anónimo que se abre entre el Morro
de las Covachas y el Pinar Llano. El camino me llevó hacia el fondo del mismo,
bordeando la base de unos riscos calizos bastante vistosos. Después, bajé a
cruzar el cauce seco y...
... remonté
la otra vertiente, desde donde podía ver a mi espalda el roquedo al pie del
cual acababa de pasar. Esta subida, la primera medianamente seria, por
pendiente y longitud, del día, me dejó en...
... una
pista forestal que, atendiendo a las señales, tomé a la izquierda (O).
Desde
ella, al este, podía ya distinguir, entre los conocidos Servalejo y Calar de
Ortiz, el Calar Blanco en primer término. Y, por los huecos intermedios, la
Sierra de Villafuerte a la izquierda y las crestas del Tejo y el Pajarón a la
derecha. ¡Ah! Y la Sierra del Gavilán, por encima de la llana cuerda del Ortiz.
Continuando
con el recorrido de la vertiente norte, atravesé otro barranco, avanzando entre
pinos y...
...
dominado por grandes resaltes de caliza clara.
Rodeando
el espolón rematado por la cota 1.703, el paisaje se extendía al norte hasta
las serrezuelas que separan por este lado Murcia de Albacete, cubierto por un
palio de nubes bajas que se había extendiendo en lo llevaba caminando.
Efectivamente,
al doblar el recodo, me encontré con la cumbre oculta por un nubarrón gris, de
aspecto poco amigable. Por debajo de los vapores, delante del monte y su arista
norte, podía ver el testero del lomo noreste, por el que iba rematar la
ascensión. El camino para llegar allí es obvio: como se ve, la pista lo
atraviesa.
Así pues,
continué por el carril, que llevó a rodear la cabecera que forman la serie de
arroyos anónimos que, bajando desde Los Obispos y el Majal de la Sima, dan origen
a la Rambla de la Rogativa. El tramo desde aquí a la cresta lo hice bajo una
nevada tan fina y leve que no incomodaba nada. De hecho, en las fotos ni se
nota.
Bueno,
algún microcopo se me posó subrepticiamente en el objetivo de la cámara.
En fin
que, atravesando el lomo nororiental del Pico de Los Obispos, me encontré con
la salida, más que señalizada, de la vereda que sale a la izquierda (O) para...
...
remontarlo, primeramente entre pinos y en recia pendiente.
Al salir
del pinar, pude ver atrás la Rambla de la Rogativa, algo menos cubierta, pero
aún sombría. A partir de ahí,...
... ya en
dirección suroeste, la pendiente se tendió y se aclaró el arbolado, mientras me
iba acercando al lomo oriental, por donde culminaría la subida. Precisamente,
fue pisar ese otro cordal y la nube, tan densa,...
... se
desvaneció súbitamente. Ahora si se ve bien nevar, pues se dio una
circunstancia poco habitual: una nevada al sol, con los copitos brillando. Por
desgracia, duró poco. Así que continué la ascensión, girando a la derecha (NO)
para...
...
remontar este tramo final de lomo, anchísimo y de mediana pendiente. Aunque no
sin volverme para ver lo que había subido y, detrás, el masivo del Majal de la
Sima.
A mi
izquierda, en minutos, el cielo se abrió como si nunca hubiera estado cubierto
y apareció, a través de un barranco que caía al sur, el altiplano que se
extiende entre las sierras de Moratalla y la Zarza.
Remontando
el lomo entre pinos cada vez más aislados y pelados, llegué a la cumbre de Los
Obispos.
Al oeste,
la parte hasta entonces invisible, la Sierra de Taibilla estaba prácticamente
oculta. Sólo las laderas de la Cuerda de la Gitana llegaban a distinguirse, al
otro lado del Arroyo del Puerto Alto.
Al norte,
el panorama seguía revuelto sobre la Rambla de la Rogativa.
Mucho más
claro estaba al este, donde, por encima del Majal de la Cima y el pico de Los
Odres, destacaban las siluetas del Calar de Ortiz y Mojantes, éste por delante
de la Sierra de Pedro Ponce. Más a la derecha, ya al sureste, las nubes tapaban
las crestas de la Zarza, María y Orce.
Y,
terminando el giro al suroeste, por encima del vecino Revolcadores, llegaban a
verse algunos cerros de los que rodean la Puebla de Don Fadrique, pero no así
la Sagra; una pena perderse una de las montañas más bellas de España. En fin;
comencé el retorno caminando en esa dirección, a la izquierda (SO) respecto a
la llegada. El sendero me llevó hacia el mentado vértice siguiendo la cuerda,
que…
… es
ancha, suave y pedregosa. Incluso la subida para salir del collado intermedio
fue leve.
Desde el
Revolcadores, hay una mejor perspectiva del arco meridional. Pero las nubes no
parecían dispuestas a dejarme ver bien la Sagra ese día; como mucho, el
arranque de su descomunal cono, entre las estribaciones de las sierras de
Jorquera y Taibilla.
Al
sureste quedaba ahora al descubierto el Cerro del Moral plantado en medio del
gran llano.
Para
seguir el sendero, debería haber vuelto sobre mis pasos hasta Los Obispos y
bajar por su lomo oriental. En vez de eso y para acortar, giré a la izquierda
(E) y, apuntando hacia el centro del Majal de la Sima, caminé por el amplio
lomo pedregoso dejando a la derecha lo más denso del pinar.
Cuando el
terreno cae hacia el barranco que baja del collado entre Revolcadores y Los
Obispos, derivé a la izquierda (N) para rodear su cabecera, descendiendo en
diagonal. El terreno, regular y suave, no era incómodo, aunque convenía pisar
con algo de tiento, pues los guijarros no eran muy estables.
Al pasar
por el eje del cóncavo, me encontré con una senda balizada con hitos que baja
por el mismo; no llevaba mi dirección, así que la crucé y…
… proseguí
atravesando de la ladera. Manteniendo ahora cota en lo posible, fui buscando el
paso más cómodo entre cantos y pinos dispersos, hacia el amplio collado que se
abre entre Los Obispos el Majal de la Cima.
Aquí, fui
perdiendo perspectiva al sur y me despedí de la sugestiva visión de ese llano
soleado y la infinidad de picachos modestos pero airosos que lo rodean.
Una vez
en el collado oriental de Los Obispos (1.872), me volví a contemplar el trecho
recorrido desde el Revolcadores.
También
encontré de nuevo el sendero, que va recorriendo la amplísima cuerda, menos
claro que en otros tramos pero bien acondicionado y reforzada la señalización
con hitos. Lo tomé a la derecha (E) y, tras un trecho llano,...
… remonté
por él la ladera del Majal de la Sima.
Al
culminar, lo dejé de nuevo para recorrer a la izquierda (NE) el ancho lomo, por
terreno pedregoso y despejado, hasta…
… el
punto más alto del Majal de la Sima (1.949).
Merece la
pena esta visita “fuera de programa” por la bonita vista que hay desde allí del
grupo Obispos - Revolcadores, posiblemente la mejor, lo que era previsible a la
vista del mapa. Y también se distingue casi en su totalidad la parte más alta
de la ruta, tanto el lomo nororiental como el breve cresteo y el cóncavo del
descenso.
También
hay un buen panorama al noreste, hacia las montañas que dominan Caravaca, con
Villafuerte, Pajarón y Gavilán bien destacados en el horizonte, más la silueta
borrosa de la Sierra de Ricote. Más a la derecha, quedaban las de Mojantes y
Pedro Ponce.
Y lo
mismo al sur: lástima que las nubes siguieran agarradas a la alineación Gigante
- María - Orce.
Para no
volver sobre mis pasos, seguí el atajo bajando por el lomo que cae a la derecha
(E), apuntando a Los Odres. El terreno seguía siendo tan regular y despejado
que, no pasando la pendiente de moderada, no eché en falta camino.
De todas
formas, no tardé en toparme con el sendero que venía siguiendo. Fue llegando al
hombro de cota 1.854 y lo tomé a la izquierda (NE) para descender por la
vaguada de ese lado.
Enseguida,
pasé a caminar entre pinos que limitaron mi visión durante la bajada del
barranco.
Luego, la
senda derivó a la derecha para salir del barranco por la vertiente oriental y
doblar el espolón del Pinar Llano, cuyos riscos fueron visibles al paso por un
claro.
Desde el
mismo, también pude echar un último vistazo a la Rambla de la Rogativa, antes
de…
… cruzar
el lomo del Pinar Llano por un collado (1.777), frente a Los Odres, para…
… encarar
un descenso más empinado por la vertiente oriental. Con el Calar de Ortiz y el
Mojantes a la vista. Justo a la derecha del primero, se distinguía la silueta
difuminada de la Sierra de Ricote.
Llegando
a la base de esta ladera de Pinar Llano, la senda se continuó por un carril más
ancho y enseguida llegué a...
... un
cruce junto al collado (1.523) próximo al Cortijo del Palacio. Siguiendo las
señales, giré a la izquierda (NE) y...
... poco
después, tras cruzar una pista, me encontré en la bifurcación del PR. Cerrado
el circuito, ya sólo me quedó bajar a la derecha (E) por el conocido barranco
para volver a Inazares.
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