Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Ascensión
dura sin dificultades técnicas reseñables, pero con bastante trecho agreste y
sin camino. Su principal atractivo, además de ascender a La Najarra por su
vertiente más exigente y disfrutar del consiguiente panorama, es el paso a
través de ese pequeño enclave alpino al suroeste de la cumbre. Luego, el
reposado descenso por los pinares de la vertiente este es ya un paseo, largo,
pero paseo. Evidentemente, esta canal, con pendientes entre 45 y 60º,
resultaría mucho más atractiva en condiciones invernales, pero, con la actual
evolución del clima y su orientación, sólo muy de vez en cuando estará en
condiciones; pero estaré esperando.
RELATO GRÁFICO:
Desde la
explanada cercana a la Capilla de San Blas donde aparcamos, comenzamos la
excursión caminando por una pista que va al oeste, pero que dejamos enseguida
por un carril cerrado con cadena a la izquierda (NO).
Este
nuevo camino se dirige al Hueco de San Blas, primero por unos prados y luego
entre árboles.
Mirando
atrás desde la parte despejada, así veíamos el Cerro de San Pedro.
Y también
el “skyline” de Madrid en la lejanía.
Ya bajo
el arbolado, desembocamos en otra pista, que tomamos a la izquierda (O).
Bajo unas
nubes cada vez más sombrías, doblamos un lomo donde hay una cerca con paso
canadiense y entramos en el Hueco de San Blas. Y justo a continuación, dejamos
la pista principal, que baja, por otra que sube a la derecha (N).
Tampoco
duramos mucho en ésta; tomamos el primer camino, cerrado con barrera, que vimos
salir a la derecha (N).
Ganando
altura por el mismo, de vez en cuando se abrían huecos en las nubes.
Al llegar
al siguiente cruce, éste, seguimos por el ramal derecho (SE) contra lo que
mandaría la lógica. Pero la recuperamos a los pocos metros, en otra
bifurcación, donde giramos a la izquierda (N).
Estábamos
ahora remontando el barranco de la Majada de la Porra por un buen camino, que
acaba en una estructura metálica que, según reza un cartel, sirve para el
control de ungulados. Antes, al entrar en la última curva a unos 1.700 m de
altitud, se ven...
... a la
izquierda (N) unos hitos que suben paralelos al barranco. Los seguimos, al
principio por un terreno bastante llevadero, buscando pasillos de hierba entre
el matorral y los cantos.
Luego, la
ladera se cubrió de pedrera y, aunque los hitos ayudaban a dar con el paso
bueno, incluso éste era un tanto incómodo.
A lo
largo de la subida, el ambiente sombrío de las nubes se alternaba con momentos
soleados.
A nuestra
derecha, se fue elevando el espolón suroeste y, cuando vimos abrirse más
arriba...
... un
ancho pasillo pedregoso que se alzaba hacia una brecha, dejamos los hitos para
subir por el pedregal.
Al
acercarnos, se fue descubriendo un tubo, estrecho y empinado pero libre de
obstáculos.
Simplemente
poniendo atención a dónde pisábamos, fuimos superando la canal.
El
ambiente era magnífico, ya miráramos a un lado, como...
...
abajo o...
... a la
salida del tubo, que se anunció al aparecer Peñalara entre unas agujas.
Entonces,
nos desviamos a la derecha (SE), hacia una cercana brecha, para encaramarnos al
risco que se levantaba al otro lado, trepando por uno de los diedros tumbados
que se ven a la derecha.
Concretamente,
éste, por donde pudimos superar con bastante facilidad (I+) los cinco metros de
altura del cancho.
El
propósito de este rodeo era disfrutar del punto de vista destacado que esta
cota 2.002, según el IGN, debía de tener al estar destacad de la ladera. Si
bien mirando al Hueco de San Blas, lo que debe de ser una visión vertiginosa estaba
tapada por las nubes, al otro lado...
...
teníamos una buena perspectiva de la parte alta del espolón SO y otros canchos
de la cara sur.
Al norte,
a través del Collado de la Najarra, se veía el segmento de Sierra del
Guadarrama que va de Peñalara al Nevero. Por debajo de esto,...
...
agujas y pilastras se elevaban desde el fondo de la vaguada.
Regresamos
al eje de la canal para meternos en un segundo tubo, mucho más ancho, corto y
tendido que el anterior, del que salimos a...
... la
cuerda, desde donde descubrimos la Somosierra y, a su izquierda,...
... una
estupenda perspectiva del Nevero sobre las casas de Alameda del Valle.
Seguimos
al oeste, caminando ahora por la senda que recorre la Cuerda Larga, y llegamos enseguida
al diminuto y precario Refugio de la Najarra, también llamado Hotel Bizcocho.
Colgado
sobre la vertiente sur, desde su puerta se tenía el más amplio panorama del mar
de nubes sobre la llanura madrileña, del que sobresalían, a la derecha,...
...
algunos riscos de la Pedriza.
Al oeste,
junto a Peñalara, un trocito de Cuerda Larga: la Loma de Bailanderos y el
Asómate de Hoyos.
Continuamos
por una cuerda cada vez más amplia y suave, hacia la cima de La Najarra.
Desde lo
alto de las rocas cimeras, descubrimos al este las montañas de Ayllón sobre las
nubes, con...
... algo
de nieve todavía por el Pico del Lobo, flanqueado por el Tres Provincias y el
Cerrón.
En todo
el arco este y sur, eso era prácticamente todo lo que se veía, aparte de la
brillante superficie del vapor extendiéndose hasta el horizonte.
Al oeste,
de la Cuerda Larga, se veía ahora hasta las Cabezas de Hierro. Y, más a la
derecha,...
...
Peñalara.
Descendimos
a la izquierda (N), por la misma senda del cordal, que comenzó ancho y regular.
A un
tercio de bajada, rodeamos un gran cancho por el este (derecha).
A punto
de volver a entrar en la niebla, pasamos junto a una gran placa de hielo
cristal.
Los
vapores nos envolvían al llegar al Puerto de la Morcuera, donde cruzamos la
cerca y giramos a la derecha (E), por un camino que evita la carretera y, tras
pasar junto al aparcamiento,...
...
desciende por la vaguada meridional del puerto, trazando una larga diagonal en
la ladera de la Najarra.
Al poco,
entramos en el Pinar del Umbrión y comenzamos a ver marcas de PR y otras verdes
y blancas en los troncos.
El Arroyo
del Corral de los Puercos, lo encontramos totalmente congelado.
El camino
desembocó en una pista forestal, por la que continuamos bajando a la derecha
(SE). A los pocos metros, las marcas la abandonaron por una senda a la
izquierda; nosotros continuamos recto por el carril. Aunque durante este largo
descenso predominó el bosque denso a nuestro alrededor, de vez en cuando...
... se abrían
claros que nos permitían ver enfrente las estribaciones de la Sierra de la
Morcuera, o...
...
Miraflores y la llanura más allá de la boca del barranco.
Más
abajo, fuimos dejando de lado desvíos en la mayoría de las curvas,
manteniéndonos siempre en la pista principal; la que baja y tiene mejor pinta,
hasta...
... desembocar en una horizontal de grava
blanquecina. La tomamos a la izquierda (NE), atendiendo a las marcas de pintura
que reaparecieron.
A continuación, llegamos a un cruce, que
sobrepasamos para, pocos metros después, girar a la derecha (S), por...
... una senda que baja junto a una finca y...
... no tardó en desembocar en una pista, la
misma de antes ya que la senda ataja un rodeo, que tomamos a la derecha (S).
Este
carril nos llevó a un cruce junto a una casa, desde el que se ve la Capilla de
San Blas con el Embalse de Manzanares al fondo. Saliendo del mismo hacia la
derecha (O), en un par de minutos estábamos en el aparcamiento del principio y...
...
miramos atrás para despedirnos de La Najarra, que, desde aquí, tiene un aspecto
muy diferente de la cara oeste por donde habíamos subido. Es más, las rocas que
se ven no son, ni mucho menos la cumbre, sino las Cuatro Calles, en el lomo
oriental.
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