Cabezo de Mijares (2.191)

ASCENSIÓN DESDE EL PUERTO DE MIJARES

IDA Y VUELTA POR LA CUERDA

La Sierra del Cabezo es la más alta de las que se alinean en el Macizo Oriental de Gredos. Se trata de una loma de formas redondeadas que se extiende entre los puertos de Mijares y Serranillos. Como todo Gredos, presenta una gran asimetría entre la vertiente norte, más suave, y la sur que constituye una abrupta muralla que se levanta más de 1.500 metros sobre el Valle del Tiétar. Las laderas de esta montaña están cubiertas de pinares en las zonas más bajas y prado y matorral, sobre todo retama, en la mitad superior, llegando a las crestas. La roca sólo aparece en forma de extensas pedreras y en los vistosos pero modestos riscos que jalonan el cordal.

La ruta es simple; consiste en recorrer el lomo de la sierra desde su extremo oriental, el Puerto de Mijares, a su cumbre, tocando de paso todas las cotas relevantes, lo que implicará algunas trepadas. Para la vuelta, puede prescindirse de esto último, sobre todo en el caso del castillejo, que rodeándolo por el sur se ahorran más de cien metros de desnivel.

La Sierra del Cabezo, del Puerto de Mijares a la cumbre, vista desde el este

SITUACIÓN:

  • Zona: Macizo Oriental de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra del Cabezo
  • Base de partida: Mijares (Ávila)

ACCESO: El Puerto de Mijares está 50 km al sur de Ávila, yendo por Burgohondo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.572 / 2.191
  • Mi tiempo efectivo: 7h56
  • Mi tiempo total: 9h49
  • Dificultades: F+. Numerosas trepadas de I grado y unas pocas de II, por bloques, todas cortas y poco expuestas.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el Puerto de Mijares, remontar la cuerda al NO, caminando junto a la cerca de piedras que la materializa, guiados por hitos a través del denso matorral. Así se llega al pie del más oriental de los canchos que coronan el Castillejo (F+), que se pueden culminar trepando por bloques apilados (II) por casi cualquier lado. Continuar por el cordal al SO, siguiendo el rastro de una senda, que el matorral se ha comido en algunos sitios, por lo que resulta más conveniente ir buscando el paso a ojo en vez de empeñarse en seguir los hitos. Hay que volver a trepar para tocar las dos cimas del Risco del Artuñero (F+), con dificultades similares (II). Continuar el cresteo, coronando sucesivamente el Peluca, la Cabeza Santa, la Centenera y el Cerro del Cabezo, donde se encuentra el vértice geodésico. A partir de la subsiguiente bajada, la arista se estrecha y vuelve rocosa, obligando a ayudarse de las manos (I) para tocar el Cerro del Tambor (F) y alcanzar finalmente el Cabezo de Mijares (F).

Volver por el cordal, contorneando los riscos por unos u otro flanco, según aconseja el terreno, hasta el collado posterior al Artuñero (1.869). Desviarse entonces, siguiendo unos hitos, a la derecha (O), que conducen a atravesar la pradera del Roncal de los Calamochos del Hoyo, evitando el castillejo para bajar directamente, en empinada diagonal a través del matorral, al Puerto de Mijares.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Largo cresteo, muy panorámico y visitando una de las cumbre más importantes del Sistema Central. La existencia de otras posibilidades más cortas ha hecho que haya disminuido el uso de este itinerario, todo un clásico de la zona, pese a ser, en mi opinión, la forma más interesante de alcanzar la cumbre de la Sierra del Cabezo. Que, por cierto, en los últimos llaman de Gavilanes, aunque siempre lo oí nombrar como de Mijares; sin pretender tomar partido por ninguno de esos dos pueblos, seguiré llamando a este monte como lo aprendí cuando oí por primera vez hablar de él.

Las dificultades e incomodidades se deben sobre todo al deterioro de la senda del cordal, por su menor uso. Como además el matorral cambia con el tiempo su distribución, en muchos tramos seguir los hitos es casi la peor opción. Es mejor ir atento a localizar el rastro de paso de los animales para minimizar la pelea con el monte bajo. Respecto a las trepadas, la mayoría son meros gateos (I) y, aunque hay un par o tres de pasos más verticales (II), son cortos y sin apenas exposición. Un último factor es que tanto lo cerrado de la senda como el trepar tanto risco van a ralentizar la marcha en una excursión que no es corta; hay que controlar el tiempo para que no se nos acabe el día. Y la bajada final es tan abrupta y cerrada que tener que hacerla a la luz de la frontal puede ser una experiencia, como poco, muy desagradable.

RELATO GRÁFICO:

Desde el Puerto de Mijares, remonté la cuerda al noroeste. Como quería tocar la cima del Castillejo, procuré dejar de lado unos hitos que, a la izquierda, marcaban un ascenso en diagonal y... 

... seguir los que, junto al murete que marca la divisoria, señalaban un estrecho corte en el matorral.

Pronto, fue descubriéndose a la izquierda el valle del Tiétar, que la atmósfera turbia apenas dejaba adivinar.

Más arriba, constaté que el panorama no era mejor al otro lado, hacia el Alberche.

Cuando un risco que iba viendo desde el inicio me cerró el paso, lo rodeé por la derecha (N), por...

... una rampa herbosa y despejada, todo un alivio, al otro lado del lomo de roca.

Al pasar junto a su culminación, me desvié para trepar (II) al peñasco, pues, aunque poco, se destacaba lo justo para...

... tener una bonita perspectiva de las sucesivas cimas del cordal: Artuñero, Peluca y Cerro del Cabezo.

También, de lo que me restaba por subir hasta el Castillejo.

Más arriba, se descubrió a mi derecha la Cuerda de los regueros, que podría ser otra bonita forma de subir al Castillejo. En el horizonte, dónde se suele ver el Guadarrama, apenas se distinguía una sombra más oscura.

El terreno se hizo cada vez más pedregoso según me acercaba al Castillejo, que alcancé...

... justo en la cara sur del risco más oriental de los tres que coronan este monte. Sin desviarme, dejé los hitos y subí directamente, enlazando cortas trepadas, nunca difíciles (I / II), hasta...

... la cima, desde la cual descubrí una brumosa visión de la Sierra de la Paramera.

Yo sabía que esta no es la punta más alta, pero sí la que tiene la mejor perspectiva al noreste, hacia la Cuerda de las Regueras.

Y también al sureste, donde asomaban las sierras de la cabecera del Tiétar por detrás de la Gamonosa.

Porque, del resto del valle del Tiétar, seguía sin verse nada.

Girando a la izquierda (SO), destrepé y me dirigí al cancho central y más alto del castillejo, que, por cierto, llaman así por la silueta almenada que le dan estos riscos. La trepada, que transcurrió por la cara que se ve, por los bloques entre la gran panza del centro y el muro de la derecha, fue similar a la anterior: pasos cortos de I grado y uno de II pero muy poco expuesto.

Volviéndome en la cumbre del Castillejo, se veía así la punta oriental, entre la Cuerda de las Regueras y la Sierra del Valle.

Al otro lado, la cuerda al suroeste, con las cimas sucesivas  hasta el Cabezo de Mijares mismo. En primer lugar, la punta occidental del Castillejo la pasé por arriba, por ser más cómodo que rodearla y no haber que trepar en esta ocasión.

Así se ve el cancho más alto desde lo alto de ese cancho occidental y...

... así es la bajada al otro lado. Antes de llegar al collado, pasé...

... bajo la Peña de la Bandera, uno de los riscos más fotografiados del contorno.

Luego, emprendí la subida hacia el Artuñero, pasando al lado norte del murete, como invitaban a hacer unos hitos sobre el peñasco que se ve. A la vuelta bajé por el lado sur y, la verdad, da igual uno que otro.

Al culminar la cuesta, vi ante mí un modesto cancho marcado con un palo; no es la cima. Para llegar a ésta, lo rodeé por el sur (izquierda) y...

... avancé un poco más por el lomo. Trepé por la cara que se ve, encontrando dificultades similares a las de los anteriores riscos.

Éste es el único paso un poco más difícil (II). Y, como se ve, es corto y tiene muy buenos apoyos y poca caída.

Desde la cima del Artuñero, una mirada atrás y...

... otra a lo que quedaba. Al risco vecino al oeste también trepé, por la rampa de bloques que se ve como continuación del murete. Éste es incluso más fácil (I) que los anteriores.

Lo que buscaba (ya lo conocía, pues no es la primera vez que recorro este cordal), son las perspectivas sobre el roquedo de la cara sur de este risco, a un lado y...

... al otro.

Tras destrepar por el mismo sitio que había subido, reemprendí el recorrido de la cuerda que, en esta parte entre el Artuñero y el Peluca, presenta quizá el matorral más cerrado. Pese a ello y por no ralentizar más aún la progresión, evité el lomo rocoso del siguiente tramo por el norte (derecha).

Ahora estaba pasando precisamente ante el sector más alto de la Sierra de la Paramera, que seguía sin verse con claridad.

La subida al Peluca es empinada y,

... desde su cima, hay esta perspectiva de los canchos del Artuñero y la Sierra del Valle.

Hacia delante, ya se iba precisando lo que quedaba: las pequeñas subidas a la Cabeza Santa y la Centenera y la más larga al Cerro del Cabezo, tras el que se adivina lo accidentado del tramo final hasta la cumbre.

Mirada atrás desde Cabeza Santa.

Por delante, la cuerda se comba suavemente hacia la Centenera. Detrás, las dos cimas del cabezo y se empezaba a distinguir la Sierra del Torozo más allá.

Pasada la Centenera, apenas perdí altitud antes de emprender la subida al Cerro del Cabezo.

Al llegar al vértice, mirada hacia el cordal ya recorrido y la Sierra del Valle.

A continuación, la cresta se estrecha y torna rocosa hacia el Cabezo de Mijares y su espolón norte, culminado por la vistosa Picota.

Pero, al menos hasta el Cerro del Tambor, no presenta apenas dificultad (I).

Luego, vino otro trecho de lomo ancho, pedregoso y con algo de matorral disperso, antes de verme obligado de nuevo a...

... usar las manos (I+) para encaramarme al cancho cimero del Cabezo de Mijares.

Desde este punto más occidental del recorrido, esto era lo poco que se veía de la Sierra del Torozo y el cordal principal de Gredos. Lo más alto y lejano que se llegaba a divisar, entre el picudo Jugadero y el Torozo, es la cresta del Circo de Gredos.

Al sur, en los valles del Tiétar y el Tajo, sólo se destacaba la masa de la Sierra de San Vicente.

Pero, para disfrutar de la perspectiva más espectacular de esta cumbre, tuve que desplazarme unos 50 metros al norte y encaramarme a un peñasco. Desde allí, hay esta vista de La Picota, con algunas casas de Serranillo asomando a la izquierda, y el fondo borroso de la Serrota.

Para regresar, comencé por contornear el risco cimero del cabezo de Mijares por el norte (izquierda) y, el crestón del Cerro del Tambor, por el sur (derecha), pues se trataba de deshacer camino, pero evitando las trepadas.

Luego, pasé por la cuerda misma el vértice, Cabeza Santa, etc. Hasta que volví al flanqueo, ahora por el norte (izquierda) y guiado por hitos, para pasar el Artuñero.

Tras bajar de éste, llegando al collado previo a la Peña de la Bandera y el Castillejo, derivé a la izquierda (O), bajando en diagonal hacia la pradera amarillenta que podía ver más abajo.

Por allí encontré unos hitos que me llevaron a cruzar este Roncal de los Calamochos del Hoyo y ganar luego algo de altura hasta alcanzar una collada entre el Castillejo y los riscos que se ven a la derecha.

Allí, me volví para contemplar este panorama, dominado por el Artuñero y la Peña de la Bandera, antes de...

... atravesar un breve rellano y...

... descender por una ladera pedregosa y poblada de matorral denso y duro. Sin la ayuda de los hitos, esta bajada sería infernal; con ellas, sólo muy incómoda. Además, de la línea que seguía, se desprendieron un par de veces otras que indicaban bajar por sendos barrancos. No les hice caso, pues así hubiera acabado en la carretera por debajo del puerto.

Así que procuré no desviarme de la hilada que, trazando una diagonal de pendiente moderada a través de la vertiente, me fue llevando a rodear el monte, descubriendo primero la masa de la Gamonosa y luego el Puerto de Mijares, donde acabé la ruta.

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