Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Si no fuera
por el trecho final de la ascensión en que hay que abrirse paso por el
matorral, esta excursión sería un prácticamente un paseo. Largo y con un
considerable desnivel, pero caminando por caminos razonablemente bien marcados
y cómodos. Es bastante sorprendente que una cima de esta categoría y
atractivos, pese a sus formas achaparradas, esté tan dejada de lado. Pero,
bueno, son cosas que pasan y, para compensar la pelea con el monte bajo, se
disfrutará de una tranquilidad que no siempre se encuentra en Gredos.
La
descripción que hago más arriba y el track de la ruta están ligeramente
corregidos, para evitar un despiste, que, sin embargo, figura tal cual en el
relato gráfico. Se trata de la bajada a partir del Collado del Sillado. Por
impaciencia, dejé el Camino de la Guía antes de tiempo, descendiendo
directamente por la herbosa vaguada, hasta acabar en lo que, visto desde
arriba, parecía un camino. En realidad es una acequia, caminable por sus
márgenes pero incómoda, que va más o menos paralela y unos metros por debajo
del Camino del Piesnillo, hasta que se cruza con el mismo en la Cuerda de los
Canalizos. El desvío no es grave, pero resulta incómodo; mejor aguantar hasta
ver salir a la izquierda el camino correcto.
RELATO GRÁFICO:
El grupo
de los Pelados, elevándose sobre la Garganta de los Caballeros, domina el
paisaje en la Ermita de Nuestra Señora de los Leones, próxima a Navalguijo.
Allí dejé el coche y proseguí al sureste, ahora a pie, por la misma pista de
acceso.
Ésta,
señalizada como PR-AV 57, se bifurcó al poco y yo continué por la derecha,
precisamente por donde no va el PR, remontando el valle principal.
No tardé
en desembocar en otro carril, que tomé a la izquierda (SE), frente a la boca de
la Garganta Barca.
Luego,
dejé a la izquierda un desvío y tomé el segundo a ese lado (SO).
Al llegar
ante la Garganta Berrocosa, dejé el carril por una senda que sale a la
izquierda y a contramano (NE) y...
...
remonta en diagonal el monte de los Chivitiles. Tras atravesar un breve
pinar,...
... salí
a un lomo sobre la Garganta Barca, al otro lado de la cual podía ver las moles
de la Cabeza del Tormal y el Mojón Altillo.
A
continuación, el trazo, borroso y precario pero útil, me llevó cuerda arriba. A
mi derecha, veía las estribaciones más cercanas del Macizo Occidental de Gredos
o de la Covacha.
Luego, la
senda me llevó a la ladera de la izquierda para atravesar un cuenco bajo los
riscos de Peña Negra e ir hacia la Garganta Barca.
Abajo,
más allá de los prados, descubrí el caserío de Navalonguilla.
Como
dije, la senda atraviesa este cuenco hacia la garganta que se abre detrás, pero
se esfuma súbitamente al paso por un canchal. Entonces, viendo a mi
izquierda...
... un
trazo, bastante claro además, más abajo, atajé hacia él a través del matorral,
para seguirlo a la derecha (NE).
Esta
nueva senda, muy bien acondicionada, comienza remontando la Garganta Barca a
media ladera, pasando bajo...
... la
Peña Negra. Pero, una vez queda atrás el risco, la senda asciende por la ladera
en cerradas lazadas,...
...
ganando altura con rapidez, hasta...
...
superar la altura del crestón.
Finalmente,
llegué al Collado de la Galguera, desde donde...
...
descubrí al oeste las cimas del Cancho, la Covacha y el Corral del Diablo.
A partir
de ahí, la traza continuó por lo alto de la Cuerda del Tendejón.
El
panorama a izquierda y...
...
derecha iba evidenciando la cercanía del cordal principal.
Atrás,
junto a las crestas del Macizo Occidental asomaba detrás la Sierra de
Candelario. En medio, una capa de nubes pugnaba por pasar de la vertiente
meridional a la norte del Sistema Central. El mundo al revés.
La senda
dejó la cuerda para continuar por la vertiente occidental, hacia el verde
cóncavo empradizado de Los Horquillos. Allí, se esfumó la traza y continué por
donde me pareció mejor, que es, subiendo a la izquierda (E) por una de las...
...
torrenteras que caen de la loma. El terreno no era demasiado malo, pero, al
llegar al...
... lomo
del cordal, me topé con un matorral alto y denso. Se veían unos grandes hitos
jalonando el cordal, pero da igual; pude comprobar que el monte bajo es igual
de cerrado siguiéndolos que no. Así que me puse a ganar altitud por donde me
iban marcando los matojos.
Por
fortuna, alguna pedrera me dio una tregua, pero...
...
siempre volvían a aparecer los piornos. En un momento dado, vi a la izquierda
del lomo que iba siguiendo el ligero abombamiento del Casquero de Peones, a la
derecha de las crestas del Gredos central que comenzaban a asomar y sobre una
concavidad pelada. Y hacia allí me dirigí.
De camino, crucé la hilera de grandes hitos
del de la Guía, cuyo trazo se perdió hace mucho por estos andurriales.
Poco
después, supe que pisaba cumbre cuando el terreno dejó de subir ante mí y pude
disfrutar a placer, más allá del Alto de la Batalla, de la vista y del oscuro y
rocoso macizo que corona los grandes circos de Gredos, con el Almanzor en todo
lo alto.
Ni hito
ni nada que se le parezca. En el punto que parecía el más alto, además, había
crecido un arbusto especialmente denso y robusto. Así que decidí “culminar”
encaramándome al murete de la divisoria, que algo de perspectiva me daría.
No mucha,
pues esta cima es extensa y plana como pocas. Al oeste, esto se veía del Cancho
y el Macizo Occidental.
Y poco
más que el lomo, de la Sierra de Candelario.
Como el
ambiente era algo desapacible, húmedo y ventoso, no me quedé mucho. Ya almorzaría
en la pradera de la Barca o la del Sillado, por las que pasaría durante la
bajada. Comencé el retorno siguiendo el cordal a la izquierda (N), por una
senda abierta junto al muro.
Con el
cambio de perspectiva, el macizo central de Gredos aparecía aún más bonito.
Al llegar
al Collado de los Peones, giré a la izquierda (NO), para bajar por la
vaguada...
... que,
al principio se presenta como una torrentera seca, pero que abre un hueco muy
conveniente en el matorral, y...
... luego
como un arroyuela con márgenes verdes, aún más cómodos de recorrer.
Al llegar
al amplio prado donde está el Refugio de la Barca, di también con una acequia y
con los mojones del Camino de la Guía, que avanzan juntos unos metros, para
luego divergir, yéndose a la derecha (N) las señales, y...
.... yo
con ellas, para remontar en diagonal una suave ladera herbosa.
Al subir,
pude apreciar la manta de nubes que estaba saltando la sierra al este de la
Covacha y el Corral del Diablo.
Llegué al
matorral a punto de culminar el lomo, pero esta vez sin problema, ya que por
aquí el Camino de la Guía sí que existe como tal y abre un buen pasillo en el
monte bajo. Mirando atrás, podía ver enfrente la masa achaparrada del Casquero
de los Peones.
Así
alcancé el Mojón Altillo, hombro que forma un cordal desprendido al noroeste de
la divisoria. A mi derecha, aún asomaban las crestas de la zona de los grandes
circos, más allá del Alto de la Batalla.
Pero yo
giré, con el camino, al otro lado (N), yendo hacia el Cabezo del Tormal. En el collado
previo, llamado del Sillado, se encuentran los caminos de la Guía y Piesnillo;
por este último, pensaba abandonar la cuerda por la vaguada de la izquierda.
Pero, en
el amplio prado encharcado del Sillado, la traza se perdió. Antes de continuar
recto buscando la continuación, me asomé a la izquierda (O) y...
...
aparte de una bonita perspectiva del macizo Occidental, vi que la vaguada era
herbosa y no demasiado empinada. Y el claro trazo de un camino, bien accesible,
más abajo, atravesando la vertiente derecha. Así que, sin esperar a localizar
la senda, me lancé a descender.
Y me
encontré con que, lo que había visto antes no era el Camino del Piesnillo, sino
otra acequia. Luego comprobé, a base de foto aérea, que la senda que buscaba
sale más adelante del Camino de la Guía y va unos metros más alto por la misma
ladera. Pero, desde aquí era invisible y, por no volver a subir, me dispuse a
seguir el agua por los márgenes, incómodos pero transitables, de la conducción.
Al menos,
el panorama era bonito. Al llegar al lomo de la Cuerda de los canalizos, me...
... encontré,
al otro lado de la acequia, con una estaca de PR; concretamente del AV-57;
aquél que había dejado de lado al inicio. Así que dejé la compañía del agua
para seguir las señales, primero...
...
bajando por la cuerda del herboso lomo y, luego, por...
... una
empinada senda enlosada, que trazaba raudas lazadas entre los peñascos, con Navalonguilla
ya a la vista.
También
hacia arriba se veían bonito los riscos de la Cabeza del Tormal.
Al ceder
la pendiente en los prados de Solalancha, la senda se convirtió en un carril
que no tuve más que seguir para volver al primer cruce de esa mañana y a la
ermita.
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