Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Recorrido con
mucho bosque y un rato de cresteo que, además de los esperables panoramas,
incluye el paso por un pequeño enclave rocoso, curioso de ver. La trepadita
para acceder al hito, no creo que eche a nadie para atrás; y, si así fuera, no
es imprescindible. Al paso por los roquedos hay algún pasaje escabroso pero,
siguiendo los hitos, tampoco constituyen un obstáculo de consideración. En fin,
un recorrido muy fácil, bonito y adecuado en tiempo caluroso por el gran tramo
que se hace por sombre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, precisamente
en julio y agosto, cuando más aprieta, se cierra la Garganta de El Espinar, y
por tanto esta ruta, por riesgo de incendio.
RELATO GRÁFICO:
Salí del
aparcamiento de La Panera caminando por la carretera que remonta el Río Moros.
Enseguida, la dejé por la derecha (SE), para...
... remontar
el Cordel de los Campanillas. Esta corta subida acaba en...
... una
collada, donde hay un cruce. Giré a la izquierda (NE) y, tras cruzar una cancela,
a la derecha (SE), tomando...
... un
cortafuegos que continua la remontada de la ladera, al principio muy
suavemente.
Luego, la
cosa se estrecha, empina y vuelve pedregosa. Hacia los 1.530 m de altitud, me
encontré un hito de mediano tamaño, el primero que veía, situado a la izquierda
(N) del carril. Marcaba la poco visible salida de...
... una
senda, que enseguida se aclara, la cual me llevó a atravesar en diagonal tendida
la ladera de la peña del Cuervo, evitando desnivel para salir directamente
al...
... Collado
del Mostajo. Allí, me encontré con el buen camino que recorre la cuerda y que
tomé a la izquierda (NE). Y, por si había alguna duda, ya desde aquí se veía la
cima de la Peñota asomando sobre los pinos.
Mientras
rodeaba el Cerro del Mostajo, fueron apareciendo también las crestas de la
Sierra del Quintanar, la Mujer Muerta y la peña del Águila. La cima de este
picacho quedaba pocos metros a la derecha (E) del camino y, como el tiempo
cuadraba con tomar un descanso, me desvié hacia ella para acompañar el
piscolabis con un buen panorama.
Al
asomarme a la vertiente meridional, el pie de monte.
Atrás, al
suroeste, Abantos y la Sierra de Malagón más allá de la peña del Cuervo.
Al oeste,
apenas se vía nada de la meseta, pues la Sierra de Ávila y el Caloco
interrumpían la vista en el hueco que dejaban las sierras de Malagón y el
Quintanar.
De vuelta
en el camino, continué hacia la Peñota. Al otro lado del collado intermedio, el
carril...
... quedó
reducido a una senda precaria que, bien marcada con hitos y pintura, se abría
paso entre cantos, pinos y matorral.
Hacia los
1.820 m de altitud, siempre siguiendo las señales, dejé la cuerda por la derecha
para rodear un gran cancho por la vertiente meridional.
Llevaba a
mi derecha la caída hasta el llano, mientras...
... iba
rodeando riscos por una senda que se hizo incómoda y escabrosa. Sin plantear
obstáculos importantes, tuve que ayudarme con frecuencia de las manos para
pasar algunos cantos.
Luego, al
pie ya de los riscos cimeros, salí de la zona rocosa y volví a la cuerda para
cruzarla, pues...
... sigue
otro flanqueo, ahora por el norte. Menos incómodo que el anterior, pero también
con mucho bloque.
Y así
hasta el hito cimero, para acceder al cual hube de superar una corta trepada, sumamente
fácil (I).
Desde la cumbre
de La Peñota, hay una buena perspectiva de la llanura al sur, enmarcada por el
pie de monte y...
... la
Cuerda de Cuelgamuros. Seguía a la derecha la Sierra de Malagón, por encima de
la cual se distinguían, borrosas, las crestas de Gredos.
Al oeste,
con el incremento de altitud, algo había mejorado la visión de la llanura castellana.
Pero el
mejor panorama, sin duda, estaba en el arco norte, donde el cordal del
Quintanar y la Peña del Águila se elevaban del mar de pinos de la Garganta de
El Espinar.
Y también
al este, con Peñalara, Siete Picos, las Guarramillas y la maliciosa llenando el
horizonte. Hacia allí comencé el regreso, tras volver a la senda, caminando
hacia la punta oriental. Llegando a ella,...
... una
mirada atrás, para despedirme de la cima.
Luego, el
camino gira a la izquierda (N) para bajar hacia el Collado de Cerromalejo.
Enseguida se entra además en el pinar y se acabaron las vistas.
Al llegar
a la más bajo del collado, tuve que buscar un poco a la izquierda (O) para dar
con...
... la
salida de la senda que me devolvería a la Garganta de El Espinar. No se ve bien
y el hito no es que ayude mucho. El camino era estrecho y estaba abarrancado al
inicio pero, según perdí altitud,...
... fue
mejorando gradualmente, hasta acabar siendo un amplio y cómodo carril que...
...
desembocó en una pista horizontal en Majada Holgada. Allí giré a la derecha (NO),
encontrándome inmediatamente ante una bifurcación, de la cual salí...
... por
la izquierda (O). Caminaba ahora por una pista con restos de grava, con estacas
indicadoras en los márgenes (inútiles en mi opinión) y escasa pendiente, que
sería el largo y cómodo epílogo a la ascensión.
Al pasar
por el entronque, imperceptible, de la Loma de la Cacera, la pista hace una curva
a la izquierda y sale recto (SO) un cortafuegos que va por lo alto de la misma.
Continué por él, pues...
...
resulta cómodo y da cierto recorte en distancia. Más abajo, al encontrarme de
nuevo con la pista, la tomé a la derecha (O).
Poco
después, la pista desembocó en otra, que cogí también a la derecha (NO),
encontrándome enseguida con...
... el
Puente Negro, tendido sobre el Río Moros. Al otro lado del mismo, la pista dio
con la carretera que sigue su curso y que tomé a la izquierda (SO).
Ésta es
la misma por la que había iniciado la excursión, así que ya sólo tuve que
seguirla para volver a La Panera. Poco antes de llegar, cuando se divide en dos
para rodear el área recreativa, seguí por el ramal de la izquierda (S), por
donde el acceso es mejor.
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