Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Debo de
estar haciéndome viejo y me puede la nostalgia. Si el día anterior había
repetido una ruta realizada 29 años antes, esta vez, el primer antecedente se
remonta a 34. Después, el de Vallibierna formó parte de la media docena de picos que ascendí junto a mi novia de entonces, que hoy sigue siendo
mi mujer, y que una vez que me tuvo cazado, firmemente atado y a buen recaudo,
consideró innecesario continuar siguiéndome al monte.
Bueno, aparte
de eso, siempre he pensado que Vallibierna es uno de los sitios más bonitos del
Pirineo, especialmente sus zonas más altas, al pie de los picos a que da
nombre. Es más, considero esta montaña en sí es una de las más hermosas de la
cordillera, por su carácter propio y por lo que la rodea; supera los 3.000 m de
altitud y todas sus rutas presentan alguna dificultad, aunque sea mínima. En el
caso de la del Barranco de Culebres, como todas las de la vertiente norte, es
directa y empinada. Así que no hay que dejarse engañar por su calificación de
ruta normal; es un itinerario físicamente exigente y que incluye cierta dificultad.
Y, del Paso del Caballo, no voy a decir nada, que bastante sobrevalorado está
ya.
RELATO GRÁFICO:
Desde el
final de la pista de Vallibierna en el Puente de Coronas, se ven ya los picos
homónimos, más allá de la Tuqueta Blanca y la Tuca Arnau. De allí salí, andando
por el camino que continúa remontando el valle. Tuve un despiste y, cuando me
di cuenta, estaba ante el desvío que conduce a los Ibones de Coronas. Me había
pasado el acceso a la pasarela de Riberetes. En vez de volver atrás, preferí continuar
y pasar el río por uno de los vados que hay un poco más arriba.
Escogí el
más bajo, al que se accede dejando por la derecha (S) el camino principal, al
llegar al primer claro que se abre en el bosque. Tras cruzar la breve pradera,
un trazo no muy claro me llevó, entre matojos y pinos al...
...
cauce, que forma aquí un remanso poco profundo y no muy ancho. En este vado, no
queda otra que descalzarse y mojarse los pies, pero es también el más pacífico
de todos. Hasta el lecho, formado en su mayor parte por lajas planas, es el más
cómodo de pisar. Al otro lado, la traza continuaba,...
...
remontando una breve ladera empinada hasta...
... salir
del pinar a los Prados de Muyidó, que ocupan una ancha y panorámica terraza. Desde
ella, podía ver al oeste algo de los macizos de Posets y Bachimala y la
vertiente opuesta del valle. Pero mi camino estaba al otro lado.
Al dar
con una senda bastante clara (la que viene de Riberetes y por donde debía de
haber llegado con los pies secos), la tomé a la izquierda (SE), para dirigirme
hacia el boquete del Barranco de Culebres bajo
la Tuca Arnau.
Enfrente,
podía ver ya una de las presencias constantes de la jornada: el Aneto, en lo
alto de la cuenca de Llosás.
Por delante,
la Arista de la Culebras, que me evocaba una de las ascensiones más
emocionantes que he realizado en el Pirineo. Y eso que era mi cuarta subida a
este pico.
Ganando
altura, la perspectiva sobre Vallibierna se iba haciendo aérea y la boca del valle
se llenaba de montañas.
Ante el
Barranco de Culebres, los hitos me desviaron a la derecha (S), para empezar a
remontarlo en línea directa por su vertiente derecha. El terreno alternaba
placas tendidas, rellanos herbosos y...
...
ocasionales resaltes un poco más escabrosos. Pero, como se puede ver, sin
dificultad.
Aproximadamente
a media altura del barranco,...
...
cambié de vertiente, siguiendo los hitos, ya que el terreno era ahora más
favorable en la izquierda.
Para
entonces, la vista de la cresta del Pico Maldito al Russell, al otro lado del
valle, era ya estupenda.
Más a la
izquierda, por la boca del valle, asomaba en buena perspectiva el cresterío
imponente de los Clarabides al Perdiguero.
Caminaba
ahora por una pedrera de grava muy fina y suelta, por fortuna atravesada por
una traza bastante firme. A mi izquierda, la Tuca de Culebres iba alzándose y...
...
también se mostraban claramente los peculiares estratos que le dan nombre.
Y así
llegué al Collado de Culebres, hundido en una curiosa dolina, desde donde
descubrí las crestas del Ampriú y la Sierra Negra, sobre las que sobresalían el
Turbón y el Cotiella. Aquí, giré a la izquierda (E) para...
...
remontar una canal adosada a la cuerda y alcanzar una collada que se abre al
sur de la Tuca de Culebres.
Al ganar
altura, se tiene esta hermosa perspectiva de la Sierra Negra.
Al otro
lado de la horcada, descubrí la vertiente de Llauset. Aquí, giré a la izquierda
(N) y...
...
emprendí la trepada (I) que me llevaría a la Tuca de Culebres.
Aunque no
salí a la cima, sino al oeste (izquierda) de la misma y aún tuve que recorrer
unos pocos metros de lomo pedregoso.
La cima
de la Tuca de Culebres está separada del Pico de Vallibierna por el Paso del
Caballo, arista de roca...
...
afilada pero, en mi opinión, sobrevalorada en su dificultad y exposición.
Pasando a horcajadas, sólo hay que...
...
vencer la aprensión a la altura.
Aun así,
la dificultad subjetiva que supone cruzarla creo que sería equivalente a un II
grado. Así se ve el paso desde el pico de Vallibierna.
Desde la
cumbre, se veían al sur llegar nubes espesas sobre las cimas del Ampriú.
Al oeste,
el gran surco de Vallibierna se extendía hacia los macizos de Posets y Perdiguero.
Al norte,
la cresta del de la Maladeta sobre la cuenca de Llosás y,...
... más a
la derecha, las montañas de Arán y los Besiberris más allá de las estribaciones
orientales del macizo.
Inicié el
retorno recorriendo hacia el este la arista cimera, que no es estrecha ni
presenta obstáculos, pero sí que resulta un poco incómoda por irregular. La caída
era considerable tanto hacia la vertiente de Vallibierna como...
... hacia
la de Llauset.
Al llegar
al extremo oriental de la cresta, una mirada atrás, a la cumbre, antes de...
...
dejarme caer por el trazo que se marcaba la empinada pedrera abierta entre las
dos cuerdas en que se abre la arista.
A la
izquierda, la arista que va a la Tuca de Muyidó, a través de una de cuyas
horcadas se veía el ibón Chelat, al que me dirigía.
Al otro
lado, la que cae hacia Botornás, que se veía espectacular según iba bajando. La
pedrera acabó en una cubeta, donde la traza se desdibujó. Los hitos se
dividieron en dos líneas y yo continué por la izquierda (NE), para ir,...
... a
través del pedregal, hacia el Ibón Chelat, que pronto fue de nuevo visible. Antes,
el Pico Russell era una buena referencia.
A mi
derecha, mientras el sol iluminaba la cresta de Besiberri, empezaron a verse
cortinas de lluvia que, por fortuna, iban pasando de largo.
Alcancé
el Ibón Chelat junto a su desagüe, desde donde se ve así la cresta de
Vallibierna. Tras cruzar el torrente, remonté el lomo pedregoso al otro lado y...
... bajé hacia
el hoyo que abre la cabecera de Vallibierna entre los picos homónimos y el
cordal principal del macizo.
Pronto
fue visible el Ibón Alto de Vallibierna y, junto a él, la traza del GR-11 en la
hierba. Tomé el sendero, que ya no dejaría hasta el final, a la izquierda (O)
y, tras bordear este primer lago, continué...
... hacia
el segundo. Casi me desvié del camino, pues el trazo más marcado baja a una
vaguada pedregosa, que es una alternativa más incómoda y larga cuando no hay
nieve. Lo más conveniente, en vez de eso, es seguir las marcas de pintura con
atención, las cuales van, por el lomo de la derecha, a...
... la
orilla septentrional del ibón bajo, rodeándolo por la misma antes de...
...
trasponer el estrecho desagüe y...
... salir
a una amplia ladera de hierba que desciende suavemente hacia la Pleta de
Llosás.
Si, a mi
derecha, el Aneto se alzaba sobre Llosás, al otro lado,...
...
reaparecieron los picos de Vallibierna junto al Barranco de Culebres. Un bonito
final de excursión.
Frente a
la Pleta de Llosás, el sendero...
... cruza
el torrente de Vallibierna por un
puentecillo de madera y...
...
desciende el valle, ya transformado en un camino más ancho, hasta el Puente de
Coronas.
Vaya descripción Luis!! Qué valle más bonito y tan poco visitado en comparación con otros cercanos. Gracias por compartir una reseña así. Saludos.
ResponderEliminarGracias por el comentario Sergio, aunque si bien en Vallibierna no hay tanta gente como se puede encontrar por la Besurta o Estós, tampoco es un lugar demasiado solitario. De la semana que he estado en pirineos, éste fue el día que más gente me crucé.
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