Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Interesante y
panorámica caminata, sin dificultad técnica, aunque algo incómoda cuando el
matorral se cierra sobre la senda, tanto al subir hacia Los Pacharones como al
bajar de la Cogocha. Debido a esos tramos, es aconsejable llevar pantalón
largo, por mucho calor que haga. Por otra parte, siempre encontré algún rastro
durante todo el recorrido; es decir, que, si se pierde del todo, es mejor
detenerse un momento a mirar con más atención.
RELATO GRÁFICO:
Dejé el
coche en el aparcamiento a la entrada de La Peral y cubrí caminando los últimos
metros de asfalto, para luego atravesar el caserío hacia su parte alta.
Un cartel
me guio hacia los miradores de La Peral y El Príncipe. El primero es un prado
con mesas y bancos sobre las casas más altas, desde el cual hay esta
perspectiva hacia la Peña Salgada y sus satélites, al otro lado del valle de
Somiedo.
Estaba al
pie de un ancho lomo verde que se elevaba empinado hacia Los Pacharones. Cerca
del final del muro que se ve, en su lado derecho, encontré en el matorral
rastrero un leve trazo que remontaba la pendiente y me puse a seguirlo.
A mi
izquierda, la Penouta y las Peñas del Nuncio, que forman una especie de barrera
previa al norte del Cornón fueron destacándose sobre el valle del Río Trabanco.
Al otro
lado, se iba descubriendo el verde cóncavo de Valdecuélabre, bajo la Salgada.
El trazo,
estrecho y borroso, se perdía en ocasiones, siempre para reaparecer a los pocos
metros. Así, fui dejando abajo la aldea y viendo detrás el Puerto de Somiedo.
La huella
(no me atrevo a llamarla senda) rodea la cima de los Pacharones por el sur y, a
la vista del matorral que me separaba de la misma, no me molesté en ir a
pisarla. Al pasar una collada, descubrí...
... las
cimas del Pico Pacentes y La Gata, al extremo de una suave y amplia cuerda. Al
otro lado, me dejé caer al principio por una especie de vaguadita, de la cual
me desvié a la derecha (N)...
... cerca
del final de la bajada, para alcanzar el collado (1.564), a través del cual vi
por primera vez en el día las montañas del interior de Asturias.
Por
delante, la mediana subida al Pico Pacentes. A partir de aquí, la senda (ahora
sí) se definió algo, aunque continuó siendo bastante precaria. Aunque tampoco
se necesita mucho más en esta ancha cuerda; lo justo para no irse pinchando con
los matojos.
A mi
derecha, tenía ahora una mejor perspectiva del valle de Somiedo.
Al
culminar el Pacentes, mirada atrás: el grupo de Peña Salgada, más allá de Los Pacharones.
Ahí
descubrí que este pico no es más que un hombro sin prominencia de La Gata, cuya
cima rocosa veía al extremo se un segmento de cuerda mucho más tendido.
Desde La
Gata, al mirar atrás, se iban empezando a ver montañas leonesas a través del
Puerto de Somiedo.
Al sur,
entre la Penouta y las Peñas del Nuncio, se veía ya el Cornón de Peñarrubia y,
más a la derecha, el Cogollo de Cebolleo. En esa dirección me llevaron
brevemente la senda y la cuerda, antes de...
...
recuperar el rumbo noroeste para acometer la subida final al Mocoso, prolongada
pero suave, como se puede ver.
A mi
derecha, el terreno se precipitaba hacia el fondo del valle de Somiedo para
luego elevarse en cordales sucesivos. En el más lejano, el de la Mesa, destacaba
altiva la Peña Negra.
Al otro
lado, la Penouta mostraba ahora la verticalidad de su cara oeste.
Y así fui
llegando a la cima del Mocoso, desde la cual,...
...
mirando atrás, se veía, más allá de la cuerda recorrida desde La Gata, un
variado panorama de montañas, en el que destacaban, de derecha a izquierda, el
Muxivén, la Penouta, el lejano perfil de la Sierra de Villabandín y, ya al otro
lado del Puerto de Somiedo, el grupo de los Picos Albos sobre Valdecuélabre.
Más a la izquierda,...
... sobre
el gran cóncavo también se podían reconocer Peña Orniz junto a algunos de sus
satélites y las Ubiñas. Sobre el Cordal de la mesa, la vista llegaba ahora a la
Sierra de Aramo. Y entre ambos grupos, a través de un collado se distinguía un
borroso...
... y
fantasmal cresterío, que sólo puede corresponder a los Picos de Europa.
Al norte,
se proyectaba un largo cordal y, más allá, la rectitud del horizonte anunciaba
el mar.
Siguiendo
con la vuelta, los cordales paralelos que, desde la cordillera se internan en
Asturias. El más importante de los que se ven es la Serrantina.
Y me dejé
para el final el panorama al suroeste: el Cueto de Arbas era visible a través
del Puerto de Cereizales, abierto entre el Cogollo de Cebolleo, a la derecha, y
el...
... Cornón,
que muestra desde este ángulo todo su carácter.
Precisamente
en esa dirección inicié el descenso, siguiendo la traza que, ahora, corre junto
a una cerca que va por el cordal.
Siguiendo
la cuerda, la senda pasa junto a un pico secundario, el Alto de la Cogocha,
antes de descender al sur. Viendo que había hierba hasta la cima y que podía
tener una buena perspectiva por su posición, me desvié a la derecha (NO) para
ir a pisar la cima.
Efectivamente,
el Mocoso tiene desde aquí una foto interesante.
A
continuación volvía al collado intermedio para continuar descendiendo...
... por
el estrecho surco que abre la traza en el matorral.
No tardé
en dar con un camino, que tomé a la izquierda (SE), para atravesar la ladera de
El Rozu por encima del Río Trabanco, camino de La Peral.
A mi
derecha, el paisaje era rocoso y espectacular, mientras que...
... el
terreno ascendía mucho más suavemente al otro lado, hasta la cima del Mocoso,
que aún llegaba a verse.
Este
camino desembocó a su vez, al poco, en una pista, que seguí a la izquierda (SE)
para continuar descendiendo el Trabanco, con la Penouta a mi derecha y, al otro
lado,...
... el
cordal recorrido, del que se veía ahora La Gata.
Antes de
llegar al fondo del valle del Trabanco, una última vista del Cornón.
Y, así,
sin más que seguir el carril, llegué de vuelta a La Peral.
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