Las nubes
cubrían la cima del Yelmo cuando aparqué junto a la Casa Forestal del Campillo
y comencé a caminar por...
... la
carretera que va a Cortijos Nuevos, que dejé enseguida por un carril que sale a
la derecha (NO), señalizado como PR-A 194.
Tras
atravesar un trecho de bosque, salí a una zona despejada al pie de los cantiles
que sostienen la cresta. Ahí, dejé las señales blanquiamarillas, que siguen por
una senda a la izquierda (por ella bajaría más tarde), y continué por la pista,
que pasó a atravesar horizontalmente la vertiente.
A mi
derecha, podía ver las crestas que se elevan al este, al otro lado del Río
Madera (Las Víboras, Cerro del Espino, sierras de la Mora, la Graña y Cobos,...)
en un atmósfera incierta de nubarrones y rayos de sol, aunque parecía que la
cosa iba a levantar.
Luego, el
terreno se volvió más agreste en Los Torcales y entré en una zona quemada. Al
principio, estaba bastante limpia, pero...
Luego,
pasé a otra zona sin trabajar, donde el carril se deterioraba y estaba cortado
por troncos caídos.
Luego, el
carril pasó a ser un rastro poco perceptible e invadido a medias por restos
quemados y vegetación nueva, haciendo el avance lento e incómodo, mientras por
delante iba descubriendo el caserío de Segura de la Sierra, dominado por su
característico castillo.
A
continuación, cambió de nuevo el decorado, pasando a atravesar una cuenca...
... en
que los derrumbes se habían llevado la senda en trechos considerables. Allí, el
terreno era muy inestable, de piedras y tierra sin asentar, y tuve que poner
cuidado a cruzar para no acabar rodando pendiente abajo.
Eso sí,
las vistas compensaban lo penoso de la progresión. Tanto arriba, como...
... hacia
el valle.
Y, así, a
base de mantener cota a través de la vertiente oriental, fui acercándome a la
cuerda del Yelmo.
Al
alcanzarla, una mirada atrás. Ahora, al retirarse las nubes, parecía verse la
cima; en realidad, la punta norte y un hombro previo.
Girando a
la izquierda, empecé a remontar la cuerda, que, por aquí, es ancha y suave. No
había senda, pero al principio no me costó encontrar paso cómodo entre las
encinas, hasta que...
... me
cerró el paso un potente cancho, que rodeé por la derecha (O).
Al salir
a la vertiente oeste, pude ver el llano abierto entre las sierras de las Villas,
Alcaraz y Segura, donde confluyen los ríos Hornos y Guadalimar.
Superado
el cancho, subí a la izquierda, por un pasillo herboso, para recuperar la
cuerda.
De nuevo
en cresta, mirando al norte, se podía apreciar la complejidad de estas sierras.
Al otro
lado, otra panorama de la vertiente oeste, bajo la cresta.
Para
continuar por la cuerda, tuve que superar un resalte de unos diez metros. Lo
más fácil me pareció que era esa zona tan arrugada donde el matorral aislado,
hacia el centro de la foto, para alcanzar la cual tuve que perder unos metros
por la derecha. Y debía de ser lo más accesible, pues me encontré una vieja
clavija hacia la mitad del paso. El hallazgo me sorprendió, pues la dificultad
no pasa de I+, con abundantísimos y excelentes apoyos, aunque...
... la
trepada es vertical y bastante expuesta.
La
continuación de la cuerda es un crestón de roca que exige superar algunos
pequeños escalones bajos y fáciles (I).
A esta
altura, podía ya ver el Embalse del Tranco de Beas y la Sierra de las Villas al
fondo.
El
cresteo se volvió luego aún más sencillo al pasar un rellano y subir hacia una
aparente punta, en realidad...
... un
hombro previo a la punta norte del Yelmo, donde hay una antena.
Una
mirada atrás desde esta punta secundaria, antes de...
... bajar
a la horcada intermedia, a tomar allí la pista que comunica las instalaciones
para caminar todavía más cómodamente hasta la cumbre.
Al
culminar este Yelmo Grande, descubría al sur la continuación del cordal hacia
el Yelmo Chico. A la derecha, el Embalse del Tranco de Beas con...
... el
fondo grisáceo de la Sierra de las Villas y el verde de la loma del Cerro
Peguera.
Continuando
el giro, la zona de Cortijos Nuevos y Puerta del Segura, antes de llegar a...
... la
punta norte, a la derecha de la cual asomaban los verdes cerros...
... y lomas
que se extienden hacia el Puntal de las Víboras y la Sierra de Alcaraz,
invisible por las nubes.
Al sureste,
más allá de la carretera que sube a la cima, se veían las alturas del Calar de
Cobos y, todavía más lejos, la sombra de las sierras de Moratalla. Y un poco
más a la derecha,...
... pese
a las nubes que la cubrían se identificaba la mole aislada de La Sagra.
Comencé
el descenso siguiendo la carretera de acceso, hasta dejar atrás el último
edificio; entonces, tomé una senda señalizada (es el PR del principio), que
sale a la derecha (S) y...
...
continua, muy clara y bien acondicionada, siguiendo la cuerda.
Más
adelante, llegará al asfalto y lo dejará un par de veces, siempre en cruces
señalizados y claros. Tras el segundo,...
... el
camino cambió de dirección al este y se empinó para descender la ladera en
apretadas lazadas, hasta...
...
desembocar, al pie de la misma, en la pista del inicio. Tomándola ahora a la
derecha (S), sólo me quedó...
... un
breve trecho a través del pinar para...
... llegar
a la casa Forestal del Campillo, desde donde el Yelmo presentaba un aspecto muy
distinto al de esa mañana.
Comentarios
Publicar un comentario