Peña Ezkaurre (2.045)

ASCENSIÓN DESDE BELABARZE

RECORRIDO DE LAS TRES PEÑAS

Las peñas de Ezkaurre forman una de las crestas transversales que jalonan la larga estribación que, desprendida al sur de la cadena axial desde la Mesa de los Tres Reyes, separa los valles de Roncal y Ansó. Se trata de un descomunal lomo calizo con tres jorobas bien diferenciadas que surge de los frescos hayedos y prados de los valles. Sus formas son redondeadas y está cubierto de pedregal, salvo en sus extremos, donde el terreno se despeña en paredes verticales. Esta mezcla de entornos boscosos y áridos y unas amplias panorámicas sobre los sectores más occidentales del pirineo son los principales atractivos de esta montaña.

La ascensión es la típica circular con cresteo, de oeste a este; es decir, de menor a mayor altitud de los picos, y partiendo de la vertiente norte. Con ello, se combinan la subida y bajada a través de la Selva de Belabarze con el panorámico recorrido del desolado cordal.

La Peña de Ezkaurre, vista desde el nordeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Pirineo Vasco - Navarro
  • Unidad: Roncal - Belagua
  • Base de partida: Isaba (Navarra)

ACCESO: El Llano de Belabarze está 105 km al este de Pamplona, por Noáin, Sigüés e Isaba. El punto de partida ideal es un kilómetro antes de la localización de dicho paraje en Google; donde la carretera pasa entre una instalación ganadera y otra maderera, frente al barranco que baja de la Fuente de Baines. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.040 / 2.045
  • Mi tiempo efectivo: 5h47
  • Mi tiempo total: 7h55
  • Dificultades: Muy fácil. Aunque con numerosos tramos por pedregal incómodo en la cresta y con orientación dudosa en el bosque, todo el itinerario transcurre por trazas de sendero o cuenta con alguna señalización, aunque sea escasa.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Llano de Belabarze por la senda que remonta, al sur, la selva homónima hasta la Fuente de Baines. Girar a la derecha (O) para continuar ascendiendo hasta el collado Ezkaiturrea, cruzarlo y atravesar en diagonal la ladera hasta entrar en la vaguada subsiguiente. Remontarla hasta la mitad de su altura y girar a la derecha (SO) cuando el terreno lo aconseja, para a la punta occidental del Ezkaurre Txikia. Tomar la cuerda a la izquierda (SE), pasando por la cima principal y la de Baines, antes de alcanzar la mayor de las Peñas de Ezkaurre.

Bajar a la izquierda (N), por la senda balizada que, siguiendo más o menos el empinado lomo, cae hacia el Collado Abizondo. Poco antes de alcanzar lo más bajo de la horcada y ya bajo los árboles, girar a la izquierda (O) en una bifurcación, internándose en la Selva de Belabarze. Por debajo de los 1.500 m de altitud, en un tramo en que la senda desciende por un barranco seco bastante empinado, hay que tomar un desvío poco visible a la izquierda (NE) para continuar atravesando la ladera casi en horizontal. Al salir del bosque a una pradera, derivar a la izquierda (O), remontando un lomo. Al cruzarlo, se baja a uno de los  barrancos que alimente la Fuente de Baines y, siguiéndolo, se llega a la primera bifurcación de la jornada, desde la que sólo quedará deshacer camino para regresar al Llano de Belabarze.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosa y variada caminata con predominio del bosque y las desolaciones kársticas, aunque incluye también algo de prado. El panorama es tan hermoso como pudiera esperarse, especialmente sobre el tramo de divisoria que va del Ori a Lakartxela, por un lado, y hacia los espectaculares Alanos y Peña Forca desde la cumbre principal. Requiere ir bastante atento a las sendas en la bajada por la Selva de Belabarze, pues el trazo pierde en algunos momentos y, aunque quedan algunos hitos, no siempre estaban cuando hacían falta. Tampoco hay que dejarse engañar por la abundancia de arbolado: no encontré una sola fuente ni barranco corriendo cuando estuve, lo que unido a la aridez de la cresta, aconseja salir provisto de toda el agua necesaria para la excursión.

RELATO GRÁFICO:

Desde donde aparqué en el Llano de Belabarze, se ve la boscosa ladera al sur cortada por el barranco que baja de la Fuente Baines. Me encaminé hacia allí, a través del prado, cruzando sucesivamente la carretera, el torrente que da nombre al valle y el camino balizado GR-11.

Entré en el bosque guiado por unos hitos. Aunque al principio era difícil distinguir el trazo de la senda que indicaban, éste...

... pronto se aclaró y me encontré remontando la vertiente en prolongadas lazadas.

Los primeros rayos del sol atravesaban el follaje a mi alrededor cuando cedió la pendiente y, poco después, salí del arbolado a...

... un prado, cerca de la Fuente de Baines y frente al lomo calizo de la montaña. Dejé entonces la senda por la derecha (O) para...

... continuar subiendo por una rampa herbosa que acabó en...

... el collado de Ezkaiturrea. Poco antes de alcanzarlo, se volvió a dibujar la senda en el suelo, que se bifurcó en la horcada. Yo continué por la izquierda (SO),...

... manteniendo cota a través de la vaguada occidental y luego, al pasar de la hierba al pedregal, retomar el ascenso en diagonal.

Al ganar altura, y cuando los árboles me dejaban, podía ver a mi espalda las crestas del Txamantxoia y, más lejos, de la zona de Tres Reyes – Petrechema.

A mi derecha y algo por delante, la hermosa tripleta formada por Orhi, Otxogorri y Lakartxela.

En el mientras tanto, me había ido acercando a la boca de la verde vaguada que cae del collado entre Baines y Ezkaurre Txikia, apareciendo la doble cima de este último. Entré en el vallecito y comencé a remontarlo por su fondo hasta estar a la altura del hueco que se ve en el pinar; entonces, giré a la derecha (SO) y,...

... subí más directamente por la ladera. El trazo que seguía se había ido difuminado paulatinamente y, para entonces, había desaparecido. Aunque se veía algún hito aquí y allí, decidí dejarme llevar por la referencia visual de la cresta.

El terreno se fue haciendo cada vez más pedregoso, mientras el panorama a mi espalda se ampliaba, hasta que, de repente,...

... el mundo se desplomó a mis pies en una angosta brecha, a través de la cual podía ver los peculiares roquedos de Belabarsaitsa, Sanzol, etc. Y el Orhi al fondo. Estaba en la cresta, unos pocos metros al norte de la punta occidental (1.761) del Ezkaurre Txikia y girando a la izquierda, me situé en la cima.

Al sur, descubrí la vecina Sierra de Arrigorrieta y, sobre ella, otros cordales más lejanos.

Al oeste, más allá de la parda Sierra de Atuzkarratz, el relieve se pacificaba hacia la Cuenca de Pamplona.

Al noroeste, sobre los fieros cantiles de la vertiente occidental de este pico, el trío de antes seguía dominando el horizonte, con muy buenas perspectivas del...

... Monte Orhi y...

... Lakartxela.

Al noreste, asomaba ahora, a la izquierda de la mesa de los Tres Reyes, el Anie.

Aún no estaba en la cima del Ezkaurre Txikia. Ésta me esperaba muy cerca al sureste y a ella me dirigí por la cuerda. No había senda ni hitos, pero...

... tampoco hacían mucha falta en este terreno tan amable, como se aprecia en esta vista de la punta oeste desde la principal. Las vistas no eran muy distintas aquí, salvo a occidente, donde se pierde perspectiva, así que... 

... apenas me detuve antes de bajar al collado subsiguiente para emprender la subida al Baines, segundo pico de la jornada.

Aquí, el lomo ya era un poquito más incómodo: empinado y con más pedruscos y matojos. Aparecieron los hitos y fue...

... especialmente útil uno más grande que, como a dos tercios de bajada, indicaba el lugar conveniente para dejar la cuerda por la izquierda (E) para completar el descenso por terreno más cómodo.

Luego, crucé el collado, que enmarca así de bonito el cordal de Arrigorrieta, y comencé de nuevo a subir.

Ganada cierta altura, así se veía el Ezkaurre Txikia; pequeño, el más bajo de los tres picos, pero el más bonito en mi opinión.

Otra vez había perdido de vista el trazo, los hitos o lo que sea que haya. Pero en estas rampas despejadas de hierba y cantos, daba igual pasar por un sitio u otro y me dediqué a trazar zigzags a mi ritmo y gusto.

Al ceder la pendiente en la cresta del monte, otra mirada atrás.

Luego, la cuerda se ensanchó mucho y se llenó de dolinas, entre las que...

... fui pasando en suaves subibajas hasta llegar a la más alta de las pequeñas jorobas que coronan el Baines.

Desde esta segunda cima de la jornada, ya se veía así de bien el tramo de cresta divisoria que incluye Anie, Mesa de los Tres Reyes, Petrechema, Acherito y Petraficha, entre sus secundarios. Más cerca se abría el costurón de un árido barranco que cae a la izquierda de...

... la Peña de Ezkaurre, que se veía desde aquí redonda y contundente. Lo que se dice un cabezo. O eso aparenta. La bajada del Baines, siempre por la cuerda, se inició por prado pedregoso...

... de pendiente moderada, que se deslizaba hacia el Solano de Ezkaurre, sorprendente rellano empradizado en medio de estos pedregales. Detrás, la silueta oscura del Pueyo de Segarra y, más lejos, una sucesión de crestas a contraluz, entre la que se reconocía la silueta característica de Peña Oroel.

Reapareció la pedrera llegando al collado, que...

... aloja otra dolina, que dejé a la izquierda.

A mi derecha, el Solano. Vaya contraste.

La subida a la mayor de las Peñas de Ezkaurre se presentó medianamente empinada y bastante pedregosa. Como antes, seguía hito o trazas cundo los encontraba y, cuando no, pues iba por donde me parecía, sin notar gran diferencia. Pronto quedó atrás el Baines y se pudio apreciar que pertenece al tipo de monte que yo suelo llamar “gran mantecao”.

Nuevamente, la pendiente cedió ante un amplio lomo que se combaba suavemente en sucesivas cúpulas hasta la cumbre.

Y precisamente esa cuerda tan ancha y tendida resta perspectiva al oeste desde la cima de Ezkaurre.

Al sur, seguía la sucesión de siluetas a contraluz.

Pero, al este, junto a las espectaculares culminaciones del Castillo de Achert, los Alanos y la Peña Forca aparecía un retazo de Pirineo Central. Bien reconocibles el Midi d’Ossau y los Infiernos.

Más a la izquierda, la cresta del Anie al Petraficha.

Al norte, el conocido grupo del Orhi a Lakartxela, al que ahora se unía el Lakora. En dirección a este último comencé a bajar, siguiendo, ahora sí, la buena senda del GR-11.

Mientras descendía en medio de esta desolación, me fijé en la silueta de un montañero destacada contra el cielo a mi izquierda. La única persona que vi durante toda la excursión.

Con la pérdida de altitud, fue verdeando el terreno y apareció ante mí el Collado Abizondo, donde retornaría al bosque. Así que me despedí del horizonte. Ante mí, Anie, la Mesa y compañía.

A mi derecha, los roquedos de los Alanos, tremendos pese a estar medio tapados.

Y, al otro lado, por supuesto, última mirada a Orhi, Otxogorri y Lakartxela.

Pues ya llegaba al hayedo, del que apenas saldría prácticamente hasta el final.

Pocos minutos después de entrar en el bosque, aunque aún no estaba en el punto más bajo del collado, acabó la bajada y el GR giró a la derecha. Entonces, dejé la senda por otra mucho menos marcada al lado contrario (O); es más, el arranque es casi imperceptible; es por la izquierda del tronco gordo en la foto.

Pero, a los pocos metros, mejora mucho al pasar a atravesar la ladera al oeste en una suave diagonal.

Luego, vendrían cortos trechos en que la senda, comida por la vegetación, casi desapareció. En esos sitios, alguien había colocado hitos para confirmar la traza, como éste sobre el tronco caído.

Sólo ocasionalmente veía un retazo del mundo mineral de la cresta entre las copas de los árboles.

En un momento dado, el camino giró a la derecha hasta tomar dirección noreste para bajar más intensamente siguiendo una torrentera seca. Sabía que tenía que ir atento, pues, al cabo de un rato bajando, debía dejarlo por un desvío a la izquierda (N), de nuevo con el arranque muy poco visible (es la parte soleada en la foto).

Y nuevamente el camino se definió al alejarme del cruce. Vino entonces una ligera subida, al cabo de la cual...

... atravesé un claro en el bosque, producido por un hontanar. A partir de ahí, vi algunos puntos de pintura anaranjada en troncos, que no vinieron mal en algún punto en que el trazo se difuminaba.

Finalmente, salí de la Selva de Belabarze en la base de un prado empinado, donde la traza se perdió del todo. Lo remonté hacia la izquierda (SO), saliendo a lo alto de una loma, al otro lado de la cual...

... se elevaba la masa gris del Baines, al otro lado de un barranco. Manteniendo la dirección, descendí al...

... fondo del mismo, donde encontré una senda. A la derecha (NO), reconocí el verde cabezo del Puntal de Ezkaiturra, junto al que había pasado esa mañana y en esa dirección continué, llegando enseguida a la Fuente de Baines. Y allí, en su cruce, giré a la derecha (N) para...

... acabar el retorno a Belabarze a través del hayedo, deshaciendo el camino de esa mañana.

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