OTROS
DATOS:
- Cota mínima / máxima: 1.040 / 2.045
- Mi tiempo efectivo: 5h47
- Mi tiempo total: 7h55
- Dificultades: Muy fácil. Aunque
con numerosos tramos por pedregal incómodo en la cresta y con orientación
dudosa en el bosque, todo el itinerario transcurre por trazas de sendero o cuenta
con alguna señalización, aunque sea escasa.
- Track
para descargar en Wikiloc
Mapa
tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA
LA RUTA: Salir del Llano de Belabarze por la senda que
remonta, al sur, la selva homónima hasta la Fuente de Baines. Girar a la derecha (O) para continuar ascendiendo
hasta el collado Ezkaiturrea,
cruzarlo y atravesar en diagonal la ladera hasta entrar en la vaguada
subsiguiente. Remontarla hasta la mitad de su altura y girar a la derecha (SO)
cuando el terreno lo aconseja, para a la punta
occidental del Ezkaurre Txikia. Tomar la cuerda a la izquierda (SE),
pasando por la cima principal y la de Baines, antes de alcanzar la mayor de las Peñas de Ezkaurre.
Bajar a la izquierda (N),
por la senda balizada que, siguiendo más o menos el empinado lomo, cae hacia el
Collado Abizondo. Poco antes de
alcanzar lo más bajo de la horcada y ya bajo los árboles, girar a la izquierda
(O) en una bifurcación, internándose en la Selva
de Belabarze. Por debajo de los 1.500 m de altitud, en un tramo en que la
senda desciende por un barranco seco bastante empinado, hay que tomar un desvío
poco visible a la izquierda (NE) para continuar atravesando la ladera casi en
horizontal. Al salir del bosque a una pradera, derivar a la izquierda (O),
remontando un lomo. Al cruzarlo, se baja a uno de los barrancos que alimente la Fuente de Baines y, siguiéndolo, se llega a la primera bifurcación
de la jornada, desde la que sólo quedará deshacer camino para regresar al Llano de Belabarze.
Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Hermosa y
variada caminata con predominio del bosque y las desolaciones kársticas, aunque
incluye también algo de prado. El panorama es tan hermoso como pudiera
esperarse, especialmente sobre el tramo de divisoria que va del Ori a
Lakartxela, por un lado, y hacia los espectaculares Alanos y Peña Forca desde
la cumbre principal. Requiere ir bastante atento a las sendas en la bajada por
la Selva de Belabarze, pues el trazo pierde en algunos momentos y, aunque
quedan algunos hitos, no siempre estaban cuando hacían falta. Tampoco hay que
dejarse engañar por la abundancia de arbolado: no encontré una sola fuente ni
barranco corriendo cuando estuve, lo que unido a la aridez de la cresta, aconseja
salir provisto de toda el agua necesaria para la excursión.
RELATO GRÁFICO:
Desde
donde aparqué en el Llano de Belabarze, se ve la boscosa ladera al sur cortada
por el barranco que baja de la Fuente Baines. Me encaminé hacia allí, a través
del prado, cruzando sucesivamente la carretera, el torrente que da nombre al
valle y el camino balizado GR-11.
Entré en
el bosque guiado por unos hitos. Aunque al principio era difícil distinguir el
trazo de la senda que indicaban, éste...
... pronto
se aclaró y me encontré remontando la vertiente en prolongadas lazadas.
Los
primeros rayos del sol atravesaban el follaje a mi alrededor cuando cedió la
pendiente y, poco después, salí del arbolado a...
... un
prado, cerca de la Fuente de Baines y frente al lomo calizo de la montaña. Dejé
entonces la senda por la derecha (O) para...
...
continuar subiendo por una rampa herbosa que acabó en...
... el
collado de Ezkaiturrea. Poco antes de alcanzarlo, se volvió a dibujar la senda
en el suelo, que se bifurcó en la horcada. Yo continué por la izquierda
(SO),...
...
manteniendo cota a través de la vaguada occidental y luego, al pasar de la
hierba al pedregal, retomar el ascenso en diagonal.
Al ganar
altura, y cuando los árboles me dejaban, podía ver a mi espalda las crestas del
Txamantxoia y, más lejos, de la zona de Tres Reyes – Petrechema.
A mi
derecha y algo por delante, la hermosa tripleta formada por Orhi, Otxogorri y
Lakartxela.
En el
mientras tanto, me había ido acercando a la boca de la verde vaguada que cae
del collado entre Baines y Ezkaurre Txikia, apareciendo la doble cima de este
último. Entré en el vallecito y comencé a remontarlo por su fondo hasta estar a
la altura del hueco que se ve en el pinar; entonces, giré a la derecha (SO) y,...
... subí
más directamente por la ladera. El trazo que seguía se había ido difuminado
paulatinamente y, para entonces, había desaparecido. Aunque se veía algún hito
aquí y allí, decidí dejarme llevar por la referencia visual de la cresta.
El
terreno se fue haciendo cada vez más pedregoso, mientras el panorama a mi
espalda se ampliaba, hasta que, de repente,...
... el
mundo se desplomó a mis pies en una angosta brecha, a través de la cual podía
ver los peculiares roquedos de Belabarsaitsa, Sanzol, etc. Y el Orhi al fondo.
Estaba en la cresta, unos pocos metros al norte de la punta occidental (1.761)
del Ezkaurre Txikia y girando a la izquierda, me situé en la cima.
Al sur,
descubrí la vecina Sierra de Arrigorrieta y, sobre ella, otros cordales más
lejanos.
Al oeste,
más allá de la parda Sierra de Atuzkarratz, el relieve se pacificaba hacia la
Cuenca de Pamplona.
Al
noroeste, sobre los fieros cantiles de la vertiente occidental de este pico, el
trío de antes seguía dominando el horizonte, con muy buenas perspectivas del...
... Monte
Orhi y...
...
Lakartxela.
Al
noreste, asomaba ahora, a la izquierda de la mesa de los Tres Reyes, el Anie.
Aún no
estaba en la cima del Ezkaurre Txikia. Ésta me esperaba muy cerca al sureste y
a ella me dirigí por la cuerda. No había senda ni hitos, pero...
...
tampoco hacían mucha falta en este terreno tan amable, como se aprecia en esta
vista de la punta oeste desde la principal. Las vistas no eran muy distintas
aquí, salvo a occidente, donde se pierde perspectiva, así que...
...
apenas me detuve antes de bajar al collado subsiguiente para emprender la
subida al Baines, segundo pico de la jornada.
Aquí, el
lomo ya era un poquito más incómodo: empinado y con más pedruscos y matojos.
Aparecieron los hitos y fue...
...
especialmente útil uno más grande que, como a dos tercios de bajada, indicaba
el lugar conveniente para dejar la cuerda por la izquierda (E) para completar
el descenso por terreno más cómodo.
Luego,
crucé el collado, que enmarca así de bonito el cordal de Arrigorrieta, y
comencé de nuevo a subir.
Ganada
cierta altura, así se veía el Ezkaurre Txikia; pequeño, el más bajo de los tres
picos, pero el más bonito en mi opinión.
Otra vez
había perdido de vista el trazo, los hitos o lo que sea que haya. Pero en estas
rampas despejadas de hierba y cantos, daba igual pasar por un sitio u otro y me
dediqué a trazar zigzags a mi ritmo y gusto.
Al ceder
la pendiente en la cresta del monte, otra mirada atrás.
Luego, la
cuerda se ensanchó mucho y se llenó de dolinas, entre las que...
... fui
pasando en suaves subibajas hasta llegar a la más alta de las pequeñas jorobas
que coronan el Baines.
Desde
esta segunda cima de la jornada, ya se veía así de bien el tramo de cresta
divisoria que incluye Anie, Mesa de los Tres Reyes, Petrechema, Acherito y
Petraficha, entre sus secundarios. Más cerca se abría el costurón de un árido
barranco que cae a la izquierda de...
... la
Peña de Ezkaurre, que se veía desde aquí redonda y contundente. Lo que se dice
un cabezo. O eso aparenta. La bajada del Baines, siempre por la cuerda, se
inició por prado pedregoso...
... de
pendiente moderada, que se deslizaba hacia el Solano de Ezkaurre, sorprendente
rellano empradizado en medio de estos pedregales. Detrás, la silueta oscura del
Pueyo de Segarra y, más lejos, una sucesión de crestas a contraluz, entre la
que se reconocía la silueta característica de Peña Oroel.
Reapareció
la pedrera llegando al collado, que...
... aloja
otra dolina, que dejé a la izquierda.
A mi
derecha, el Solano. Vaya contraste.
La subida
a la mayor de las Peñas de Ezkaurre se presentó medianamente empinada y
bastante pedregosa. Como antes, seguía hito o trazas cundo los encontraba y,
cuando no, pues iba por donde me parecía, sin notar gran diferencia. Pronto
quedó atrás el Baines y se pudio apreciar que pertenece al tipo de monte que yo
suelo llamar “gran mantecao”.
Nuevamente,
la pendiente cedió ante un amplio lomo que se combaba suavemente en sucesivas
cúpulas hasta la cumbre.
Y
precisamente esa cuerda tan ancha y tendida resta perspectiva al oeste desde la
cima de Ezkaurre.
Al sur,
seguía la sucesión de siluetas a contraluz.
Pero, al
este, junto a las espectaculares culminaciones del Castillo de Achert, los
Alanos y la Peña Forca aparecía un retazo de Pirineo Central. Bien reconocibles
el Midi d’Ossau y los Infiernos.
Más a la
izquierda, la cresta del Anie al Petraficha.
Al norte,
el conocido grupo del Orhi a Lakartxela, al que ahora se unía el Lakora. En
dirección a este último comencé a bajar, siguiendo, ahora sí, la buena senda
del GR-11.
Mientras
descendía en medio de esta desolación, me fijé en la silueta de un montañero
destacada contra el cielo a mi izquierda. La única persona que vi durante toda
la excursión.
Con la
pérdida de altitud, fue verdeando el terreno y apareció ante mí el Collado
Abizondo, donde retornaría al bosque. Así que me despedí del horizonte. Ante
mí, Anie, la Mesa y compañía.
A mi
derecha, los roquedos de los Alanos, tremendos pese a estar medio tapados.
Y, al
otro lado, por supuesto, última mirada a Orhi, Otxogorri y Lakartxela.
Pues ya
llegaba al hayedo, del que apenas saldría prácticamente hasta el final.
Pocos
minutos después de entrar en el bosque, aunque aún no estaba en el punto más
bajo del collado, acabó la bajada y el GR giró a la derecha. Entonces, dejé la
senda por otra mucho menos marcada al lado contrario (O); es más, el arranque es
casi imperceptible; es por la izquierda del tronco gordo en la foto.
Pero, a
los pocos metros, mejora mucho al pasar a atravesar la ladera al oeste en una suave
diagonal.
Luego,
vendrían cortos trechos en que la senda, comida por la vegetación, casi
desapareció. En esos sitios, alguien había colocado hitos para confirmar la
traza, como éste sobre el tronco caído.
Sólo
ocasionalmente veía un retazo del mundo mineral de la cresta entre las copas de
los árboles.
En un
momento dado, el camino giró a la derecha hasta tomar dirección noreste para
bajar más intensamente siguiendo una torrentera seca. Sabía que tenía que ir
atento, pues, al cabo de un rato bajando, debía dejarlo por un desvío a la izquierda
(N), de nuevo con el arranque muy poco visible (es la parte soleada en la
foto).
Y nuevamente
el camino se definió al alejarme del cruce. Vino entonces una ligera subida, al
cabo de la cual...
...
atravesé un claro en el bosque, producido por un hontanar. A partir de ahí, vi algunos
puntos de pintura anaranjada en troncos, que no vinieron mal en algún punto en
que el trazo se difuminaba.
Finalmente,
salí de la Selva de Belabarze en la base de un prado empinado, donde la traza
se perdió del todo. Lo remonté hacia la izquierda (SO), saliendo a lo alto de
una loma, al otro lado de la cual...
... se
elevaba la masa gris del Baines, al otro lado de un barranco. Manteniendo la
dirección, descendí al...
... fondo
del mismo, donde encontré una senda. A la derecha (NO), reconocí el verde
cabezo del Puntal de Ezkaiturra, junto al que había pasado esa mañana y en esa
dirección continué, llegando enseguida a la Fuente de Baines. Y allí, en su
cruce, giré a la derecha (N) para...
...
acabar el retorno a Belabarze a través del hayedo, deshaciendo el camino de esa
mañana.
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