Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Esta
ascensión, de longitud y exigencia medianos, sería una relajada delicia si no
fuera por el cerrado piornal que cubre la primera mitad de la Cuerda de la Ceja
y la incomodísima bajada por pedregal y cantos la Garganta del Trampal, entre
las lagunas y el Tranco del Infiernillo. Por tanto, aparte de ir concienciado, hay
que considerara que la excursión llevará más tiempo de lo esperable por
desnivel y distancia (en mi caso, una hora más de lo que habría calculado, de
no conocer de antes esta ruta). Siendo la cuarta vez que recorro esta cuerda,
nunca he conseguido pasar sin tener una fuerte pelea con el matorral. Como
alternativa de subida que acortaría algo de distancia, hay la posibilidad de ir
directamente de la Central del Chorro al gran prado del Hecho del Medio y, de
ahí, a la Cuerda de la Ceja, saliendo por detrás del edificio; pero el monte
bajo es allí peor aún. Es el final de la bajada de la ascensión por el Arroyo
Malillo que figura en este Blog.
Por otro lado, estamos
ante un itinerario bastante más solitario que la masificada vertiente norte y
la Garganta del Trampal es una preciosidad, que te recordará no ya a lo más
alto del vecino Gredos, sino incluso a algún rincón del Pirineo; especialmente,
por los laguitos escalonados, circunstancia poco frecuente en el Sistema
Central.
RELATO GRÁFICO:
Salí de
la Central del Chorro por el sendero PR-AV 41 que, perfectamente señalizado,
arranca dirigiéndose al suroeste, rodeando por la izquierda las instalaciones,
para remontar el barranco del Arroyo Malillo. Delante, desde el primer momento,
podía ver un resalte rocoso, sobre el que destacaba una tubería. Junto a la
misma iba a subir.
Llegando
a la altura de un dado de cemento encastrado en el tubo, el PR gira a la
izquierda; dejé entonces las marcas del PR, para ir por la derecha (NO),
siguiendo otro sendero que se dirige al roquedo. Lo alcancé junto al cubo
citado y me encontré ante un tramo de escalones, inicio del itinerario equipado
que remonta las placas.
Vino a continuación
un pasamanos, recientemente renovado además; más arriba, me fui encontrando
escalones y apoyos artificiales para facilitar el paso por cualquier mínimo
obstáculo. Realmente, esta ruta, si la roca no está mojada ni helada es casi
tan segura como el sendero, pero...
... las
vistas hacia el valle son mejores y...
... se
disfruta de la alegra compañía del agua resbalando sobre la roca. Vamos, que es
mucho más bonito.
Al rato,
la pendiente cedió y me encontré ante el Refugio de la Laguna del Duque. Sin
llegar a él, giré a la derecha (N) para...
...
remontar una vaguada herbosa entre riscos siguiendo unos hitos. Y, aunque se
veían rastros de paso aquí y allá, senda como tal no había. Tampoco hacía mucha
falta por aquí, pues...
... el
matorral aún no era muy cerrado ni el terreno presentaba obstáculos. Al ganar
altura, fueron surgiendo a mi espalada las crestas de Gredos.
Así,
llegué al lomo de la Cuerda de la Ceja, al otro lado de la cual, pude ver...
... la
monótona Cuerda del Calvitero.
Desde
aquí, llegaba a distinguir un trocito de la Laguna del Duque, bajo el
espectacular Canchal del Turmal.
A partir
de aquí, el matorral se cerró y, aunque fui siguiendo los hitos, tuve que ir
abriéndome camino penosamente. Y, si hay por aquí un paso mejor, nunca lo
encontrado en todas las veces que he subido o bajado esta loma.
La cosa
parecía que iba a mejorar al paso por este rellano, hacia los 1.800 m, en que
el monte bajo se abrió en un prado.
Pero no.
En cuanto el terreno se empinó, volvió a cerrarse. Entonces decidí dejar de
lado los hitos y derivar a la derecha, al...
... borde
septentrional del lomo. Allí, entre el matorral y...
... la
caída hacia la Garganta del trampal, encontré...
... una
estrecha banda de terreno despejado y razonablemente cómodo.
Alguna
vez hube de escoger entre incomodidad y exposición, pero sin tener que afrontar
pasos técnicos ni realmente peligrosos.
Según
ganaba altura, el matorral fue perdiendo porte y densidad y cediendo terreno al
cantizal. También, apareció en lo alto de la cuerda...
... un
pico, en realidad cima aparente, sobre la más baja y mayor de las Lagunas del
Trampal.
El
terreno, aunque exigió alguna que otra ayuda de las manos, era ahora mucho más
cómodo. Y así llegué al pico de antes.
Desde esa
cota 2.401, se contemplan como desde ningún otro sitio la sucesión de lagunas
escalonadas del Trampal, incluidos...
... los
restos de la más alta, hoy colmatada, bajo el collado. Por cierto, que se
apreciaba la traza de la senda que usaría a la bajada.
A otro
lado, hay también una perspectiva notable hacia Los Asperones.
A partir
de este punto, la cuerda se tiende y ensancha notablemente hasta la cumbre.
Junto al
hito del Canchal de la Ceja, las perspectivas no son buenas pues la cima es tan
extensa que tapa buena parte de las vistas. Por ejemplo, al suroeste, hacia la
parte del Torreón y Los Hermanitos.
O al
sureste, sobre el macizo occidental de Gredos, el de La Covacha.
Ni
siquiera bajando los ojos al Trampal hay una buena vista.
Sólo al
otro lado de la garganta está despejado el panorama y se aprecian la suavidad y
amplitud de la Cuerda del Calvitero.
Emprendí
el regreso caminando al oeste, hacia los hitos, que...
...
marcan el inicio de la senda que constituye la ruta normal. Al iniciar la
bajada, descubrí delante la modesta Sierra de Béjar y...
...
también, a la izquierda, mejoró la perspectiva del Torreón y los Hermanitos.
Incluso se apreciaba el Valdeamor entre ambos.
El
sendero me condujo sin sobresaltos al Collado del Trampal, donde lo dejé por
otro que sale a la derecha (E) y...
...
desciende cómodamente la ladera cabecera, hacia el fondo de la garganta.
Los
riscos de la Cuerda de la Ceja se veían imponentes al pasar junto a lo que
queda de la laguna más alta.
La senda,
que hasta aquí había sido clara y cómoda, desapareció...
... bajo
una pedrera y, aunque los hitos seguían marcando el mejor paso, la incomodidad
pasó a ser la tónica de la bajada.
Desde la
segunda laguna, una mirada a aquella cota 2.401.
Las
señales me separaron del cauce de la garganta, dejando lejos a la derecha la tercera laguna,
creo que buscando un terreno más favorable por una vaguada herbosa salpicada de
charcas.
De ahí,
salí a una zona de canchos sobre la cuarta y mayor de las lagunas, donde...
... me
encontré el primero de los destrepes fáciles que tuve que pasar. No sería el
único, pero sí el más largo.
Pasando
junto al agua, volvía distinguir la cumbre.
Luego,
crucé el disque que rebalsa y, en la otra orilla, reapareció la traza, pero...
... fue
sólo por un momento; enseguida me vi otra vez avanzando a través de la incómoda
mezcla de matorral y cantos.
Luego,
volví a la vertiente izquierda, cruzando el torrente por un vado bastante fácil.
También
continué encontrando algún que otro pequeño destrepe.
Eso sí,
el entorno era magnífico. Espectacular si miraba arriba y...
...
encantador por donde iba pasando.
Y así,
entre disfrute para los ojos y trabajo para las piernas, fue quedando atrás la
garganta; al menos la parte más agreste.
Entre los
1.700 y 1.650 m de altitud, unos hitos mayores señalaban el lugar adecuado para
volver a cruzar el riachuelo. En la otra vertiente encontré ya un entorno más
vegetal, con bastante matorral, a través del cual...
... una
traza precaria se abría malamente paso. Tras un trecho en horizontal y un bruco
descenso, los hitos acabaron...
...
llevándome a un pequeño rellano empradizado, de donde parte un camino más ancho
y bien trazado, que sigue descendiendo el valle, hasta...
...
finalizar en los Prados de la Aliseda, en la boca de la garganta. Los crucé
manteniendo la dirección (SE) hasta...
... topar
con una acequia, cruzada por una pasarela. La atravesé y giré a la derecha (SO)
para...
...
seguir la senda que va junto a la canalización y que me llevó de vuelta a la
Central del Chorro.
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