Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: En mi
opinión, ésta es no sólo la manera más bonita de ascender al Cerrón, sino la
ascensión más atractiva de toda la zona de Ayllón y una de las mejores
actividades que se pueden realizar por todas las montañas de Madrid y
alrededores. Una ruta poco concurrida, entretenida y de una longitud media, que
se desarrolla por lo más agreste de estas sierras. En todo el recorrido de la
Loma del Picaño, disfrutaremos de panoramas entre los mejores de estas
montañas, mientras que el Arroyo de las Canalejas, por donde se desciende, es casi
otro mundo; un barranco poblado por un magnífico robledal, apacible y bueno
para relajar las piernas y el espíritu.
En el aspecto práctico, se
trata de una caminata de mediana longitud, sin dificultades técnicas para
progresar ni para orientarse y que sólo presenta ciertas incomodidades
pedregosas en puntos muy concretos del recorrido. Si bien hay trechos sin
senda, siempre que aparece el matorral se encuentran rastros que facilitan
atravesarlo. Y el desnivel se lleva muy bien, pues las pendientes son
asequibles y en la loma hay bastantes rellanos que ayudan a mantener el
resuello.
RELATO GRÁFICO:
Poco antes
de llegar a Bocígano, aparqué en la cuneta, frente a la Majada de los Herrenes
y la pista de tierra que sale a la izquierda (NO) para remontar el Arroyo de
las Canalejas. Hay una buena referencia para identificarla, que lleva ahí, por
lo menos, 20 años: un banco. Pero no temé el carril, sino que, siguiendo unas
trazas de ganado que suben entre el mismo y la carretera, se encaraman a lo
alto de la Loma del Picaño.
Enseguida,
pude ver a mi derecha las casas de Bocígano y, más allá, las lomas que se
suceden hasta el Ocejón.
Al otro
lado, el Santuy y el Picaño dominaban el colorido bosque del Arroyo de las
Canalejas.
Tras una
intensa subida, llegué a la cuerda, recorrida por una tira pedregosa, que no
estorbaba ni incomodaba para nada el paso.
Tras esa
primera pendiente, la loma, ancha, se tendió y se fue definiendo un senderillo
que, a ratos, apareció y desapareció a lo largo del cresteo. También podía ver
los dos picos de esta loma, el de Las Huelgas y el Picaño.
A mi derecha,
asomaron el Pico del Lobo y la Cebosa, al otro lado del corte del Río
Berbellido.
Y así me
fui acercando a la cima del Pico de las Huelgas.
A mi
espalda, el hueco en la sucesión de cordales permitía identificar el Valle del
Jarama, pese a la turbidez de la atmósfera. Más a la derecha,...
... la
cresta de la Sierra del Rincón se elevaba oscura sobre el bosque y, continuando
el giro,...
... se
apreciaba el Santuy y su arista sureste o Loma de la Dehesa.
Tras La
Huelgas, la cuerda baja considerablemente y se vuelve más abrupta, pero...
... la
senda, ahora más clara, me guio para pasar, sin dificultad, a través del lado
izquierdo. Luego, tras reganar la cuerda, vino la larga subida al Picaño.
En el trayecto,
se veía impresionante la Cebosa.
El Pico
de las Huelgas, mirando atrás a media subida del Picaño.
A mi
derecha, mejoraba la perspectiva del valle del Berbellido.
Otra
mirada atrás, cerca ya de culminar el Picaño.
Por
delante el terreno se pobló de matorral y cantos, pero la traza seguía
facilitando el paso.
Bonita
arista sur del Picaño.
Al llegar
a la primera punta de la cresta (2.006), panorama al sur, con la Sierra del
Rincón en el horizonte.
Por
delante, el Picaño, más el Cerrón y el Pico del Lobo al fondo.
El lomo es
cómodo y no presenta obstáculos. Al llegar a la cumbre del Picaño (2.044), una
mirada atrás, a las puntas orientales.
Al sur,
el Santuy se veía entre la Sierra del Rincón y un casi invisible Guadarrama.
Al otro
lado de la cresta, corre el Río Berbellido, del que ahora podía apreciar el
curso bajo, con el Ocejón al fondo.
Por
delante, la cuerda, además de girar a la izquierda, se hacía aún más ancha y
suave camino del pico occidental (2.031). Y ya podía ver prácticamente todo lo que me
quedaba de subida hasta el Cerrón.
Desde el
Picaño Oeste, una mirada atrás, al resto de la cresta. Girando la vista a la
derecha,...
... el Santuy
se mostraba especialmente atractivo con la Sierra del Rincón detrás.
Pero el
mejor panorama desde esta modesta cima está al norte, con el Cerrón y el pico
del lobo sobre la cabecera del Berbellido.
Proseguí
camino de Cerrón bajando por la cuerda de la derecha (NO), suavísima, hasta el Collado del Agua Fría, donde...
... topé
con una pista. La tomé a la derecha (N) y, tras una amplia lazada, me llevó de
nuevo al cordal ya en la arista sur del Cerrón.
Al tomar
distancia y altura por el carril, una mirada atrás, al Picaño.
La pista
gana la arista sur del Cerrón en el llamado Collado de Ortigosa, en realidad un
mero rellano en el lomo del monte. Allí, encontré un hito, que parece marcar el
lugar en que dejar el camino por la derecha (NO) para encaramarse a...
... la
arista y remontarla a continuación, sin senda, pero por terreno cómodo.
Podía ver
ahora, a mi izquierda, el pico de las Tres Provincias, elevarse sobre la
cabecera del Jarama, y la Loma del Medio.
Incluso
en las zonas en que aparece la roca en la cuerda, la progresión es muy cómoda
y, así, la subida...
... fue
bastante rápida.
Al
culminar el Cerrón, el Pico del Lobo reapareció más allá, pero, para verlo bien
hay que ir hasta ese hito al fondo.
Desde
allí, se puede ver la cuerda de Canchos Buenos, que une esta cima con el cordal
principal de Ayllón, al norte. Y, en él, el Pico del Lobo elevado entre las
cuerdas de La Pinilla y Las Mesas. Girándome a la derecha,...
... al
este, la Cebosa y sus satélites, más un Ocejón que cada vez se veía más difuso.
Al otro
lado, al oeste, la Cuerda de las Cebolleras más allá del alto Jarama, mientras
que los dos cordales del Guadarrama, que en días claro se ven al fondo, hoy
apenas podían adivinarse.
Al sur,
el Santuy y la Sierra del Rincón. La arista sur, por perspectiva, quedaba
prácticamente oculta. Para bajar, escogí una ruta ligeramente más cómoda. Me
dirigí un poco a la izquierda (SE), hacia...
... un
pequeño rellano herboso con un cobijo, al pie del modesto remate de un espolón.
Allí,
encontré el extremo de una senda, señalada con hitos, que baja por la ladera
oriental paralelamente a la arista. Desde aquí hay una excelente perspectiva
del Picaño. El trazo desembocó en la pista de antes, que, tomada a la izquierda
(NE), me condujo de vuelta al Collado del Agua Fría.
Continué
por el carril, pasando a la vertiente occidental del cordal, desde donde...
... se
dominan los bosques de la cabecera del Jarama.
Al llegar
al pie del Santuy, en el Collado de la Calahorra, me encontré con una
bifurcación y giré a la izquierda (N) para bajar por ese lado y,...
... tras
un rodeo bajo las cresta del Picaño,...
...
encarar el descenso del Arroyo de las Canaletas. Esta pista me llevaría hasta
el final de la excursión, que fue bonito y relajado, transcurriendo...
... en su
mayor parte bajo el robledal otoñado, aunque...
... de
vez en cuanto atravesaba claros en que podía ver las montañas que me rodeaban.
Aunque nunca el cauce del arroyo, que quedó todo el tiempo bastante abaja a mi
derecha.
Así, esta
vista del Picaño sobre el bosque.
O del Santuy.
Precisamente, en una de éstas vi unos nubarrones de aspecto poco tranquilizador
llegando de esa parte.
Efectivamente,
no tardó en caer agua y caminé la última media hora bajo una lluvia moderada.
Según
perdía altitud, los robles tenían mayor porte y verdor, hasta que salí del bosque...
... en la
Majada de los Herrenes, prácticamente llegando a la carretera. Y, entonces,
dejó de llover y quedaron estas nubes jugando con la cresta del Sierra del
Rincón como imagen final de la jornada.
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