Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Prolongada caminata,
que se hace amena por la variedad de parajes y panoramas de que se va a
disfrutar. De los tres tramos que hay sin camino, sólo es paso por cumbre,
subida y bajada, es inevitable y no creo que sea tan malo el paso, léase
incómodo, como para echar atrás a nadie. De haber sabido antes cómo era esta
zona, habría reservado más tiempo a la excursión, para haber podido curiosear
un poco los dos caseríos abandonados y haber aprovechado para, además de
visitar el yacimiento de Tiermes, haber pasado por el museo. Como única cosa a
prevenir, está la presencia de una gran explotación ovina, con los
consiguientes mastines; están bastante bien educados y, si se les deja en paz, no
molestan al caminante; recordad que no son animales de compañía.
RELATO GRÁFICO:
Salí de
Tiermes por la pista de tierra que prolonga la carretera de acceso, caminando
hacia la Sierra de Pela, a la derecha de la cual se destacaba la mole del
Bordégal.
Un primer
trecho transcurre entre algunos restos arqueológicos, como este curioso
graderío rupestre.
Al poco,
llegué a un bifurcación y continué por la izquierda (SE). Es la única dudosa,
en las demás que se pasan durante la subida, basta con seguir el ramal más
ancho y marcado.
También
tuve de vadear un par de arroyuelos, ninguno de los cuales planteó el menor
problema. Mientras iba recorriendo el pie de monte, caminaba entre una
llamativa cárcava de arenisca roja, no muy alta, pero vistosa y...
... unos
prados al fono de los cuales seguía viendo la cumbre del día.
Al rato,
pasé por el caserío abandonado de Manzanares, tras el cual...
... la
pista se metió por la vaguada por la que...
...
llegaría a un lomo proyectado al norte del cordal principal y que culmina en el
Alto del Cerro.
Justo
antes, pasé junto a la majada de Las Rozas, donde un cantil se aprovechaba para
dar refugio a pastores y reses. Merece la pena hacer un pequeño alto por lo
agradable del lugar, pero también por...
... la
buena perspectiva de El Cabezo y su collado por donde alcanzaría el cordal, así
como...
... del
Bordégal dominando el pie de monte septentrional. Tras retomar la subida,
pronto...
...
llegué al lomo mencionado y apareció, más allá, la prolongación al este de la
sierra.
Al otro
lado, había una buena perspectiva del tramo de cuerda que me disponía a
recorrer.
Antes,
debía de alcanzarla en el collado que se abre junto al Cabezo, cima apenas
perceptible a la izquierda de la pista. De hecho, destaca más la anónima cota
(1.508), en lo alto de la cual se distinguía una caseta. Antes de culminar la
subida, donde la pista dobla a la izquierda, merece la pena detenerse, pues...
... el
panorama al norte va a ser el más abierto de la jornada.
La pista
me llevó a continuación al collado (1.485) situado al oeste de la cima del
Cabezo. Desde allí, descubrí este amplio panorama al sur, con toda la Sierra
del Alto Rey y el borde septentrional de la del Robledal en el horizonte. Giré
entonces a la derecha (NO) en...
... el
cruce múltiple que hay en el collado, para subir por un corto ramal al pico de
ese lado, en cuya cima se veía una caseta de orientación. Pero que no es la
cima del Cabezo, sino el remate de un espolón (1.508) proyectado al noroeste.
Desde allí, mirando al este, se ve así el ancho y monótono cordal.
Al
suroeste, podía ver ahora la plana cuenca superior del Río Sorbe y, al fondo, el
final de la Sierra de Ayllón. Allí, sobresaliendo sobre la loma de Cabeza
Erial, la única gran cima visible durante la jornada:...
... la
Buitrera.
Al norte,
la perspectiva estaba algo estropeada por los pinos, aunque en ese momento y
pese a las nubes, se llegaba a distinguir la sombra difusa de la parte más occidental
de la Demanda y el Urbión.
Entre
ambos panoramas, al oeste, la cuerda hasta el Bordégal. Para acortar, en vez de
volver por el carril por donde había subido, giré a la izquierda (SO) y...
...
descendí por un lomo pedregoso de mediana pendiente. Siguiendo la linde del
pinar, derivé luego a la derecha para...
... atajar,
ya por terreno más suave, hasta la pista que va siguiendo el cordal. Tomándola
a la derecha (NO), acometí la subida, bastante suave, hacia Los Picachos, cuya
cima no visité, pues...
... para
no prolongar más de la cuenta la excursión, decidí pasar sólo por las que
pasaran los 1.500 m. Así, fui siguiendo la pista por el flanco sur de la
cuerda, hacia el Cerro de Ribalópez.
En el
mientras tanto, se había despejado de nubes el horizonte meridional, dejándose
ver el perfil del Alto Rey, incluyendo...
... las
antenas y todas las puntas de su núcleo principal.
Tras
bordear por el sur el Cerro de Ribalópez, a la vista del Bordégal, giré a la
derecha (SE) para tomar el ramal que asciende a...
... esta
segunda cima del día cima, desde donde se veía así el tramo de cordal ya
recorrido.
Este
Cerro de Ribalópez es el único vértice geodésico de la jornada, aunque las
vistas son similares a las del resto de la cresta.
Como en
el pico anterior, atajé en el descenso, bajando recto (O), por lo más corto,
hacia la pista.
El
terreno no era malo; despejado, firme y de pendiente sólo mediana. Además,
tenía una estupenda perspectiva del tramo hasta el Bordégal tras abandonar la
cuerda en El Morro. Antes, llegué a la pista y acometí por ella es ascenso a
esa cima secundaria.
Cerca de
culminar, descubrí la continuación del cordal al oeste, a la derecha de una Sierra
de Ayllón totalmente tapada de nubes.
La cima
del Morro queda pocos metros a la derecha (N) de la pista; así que, al llegar a
su altura, dejé el carril por ese lado,...
... me
asomé a la vertiente septentrional de la sierra y...
...
descendí por el lomo que une este pico al Bordégal, sin senda pero cómodo y
libre de obstáculos.
La bajada
al collado es herbosa y suave; la subida subsiguiente, aunque pedregosa y algo
más empinada, tampoco fue problema.
Alcancé
la arista cimera, ancha y tendida, un poco al sur de la cumbre.
Desde el
Bordégal, se ve al este el frente septentrional de la sierra. Girando a la
izquierda,...
...
Ayllón cubierto de nubes más allá del tramo inmediato de cordal.
Al sur,
la Sierra del Alto Rey.
Al oeste,
la otra parte del cordal y, a la izquierda...
... las
rojizas cárcavas que seguí al inicio de la excursión; más lejos, el paisaje
ondulado del Marquesado de Berlanga.
En fin;
al norte, las nubes no dejaban ver más allá de la Tierra de Osma y Gormaz.
Hacia ese lado, descendí, tomando como referencia el caserío de Sotillo de
Caracena, que se veía abajo, junto a un prado muy verde,...
... del
que me separaba una empinada bajada, con un tramo por piedras sueltas en medio.
Por
suerte, la pendiente no era excesiva y, además, cede en el último tercio. Ya
entrando en el llano, encontré unas trazas de ganado y las seguí para más
comodidad.
A la
vista de las casas de Sotillo, tuve que descender un resalte de conglomerado.
Haciendo zigzags en los escalones, se puede pasar caminando. No llegué al
pueblo; antes, al pie de la roca, giré a la derecha (E) para atajar por el
prado hacia la pista que pasa por él y tomarla a la derecha (SE).
Por ella,
dejé atrás el Bordégal,...
...
llevando a la derecha la sierra,...
...
camino de Tiermes. Llegando al final, anunciado por la cercanía de las
cárcavas, seguí recto (NE) en un cruce, tras el cual...
...
llegué a la primera bifurcación de la mañana. Girando ahora a la izquierda (O),
ya sólo me quedó deshacer camino hasta Tiermes, desde donde...
... me
despedí de la Sierra de Pela y del Bordégal, hasta otra visita, que seguro que
la habrá.
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