Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Hacía ya
mucho tiempo que me había fijado, durante varias actividades invernales en el
este de la Sierra de Ayllón, que en la vertiente norte del Campo / Piquerinas,
se observaban unos corredores muy definidos y que, siendo visibles a tal
distancia, debían de salvar bastante desnivel. Tenía ganas de echar un vistazo
más de cerca, pero, por la mala accesibilidad del paraje, que debía hacerse por
un tramo del valle del Sonsaz carente de buenos caminos, lo había ido
retrasando. Pero llegó el momento; no había nieve ahora, pero me ha servido
para hacerme a la idea de lo que voy a encontrar. Precisamente la selección de
la ruta, esa arista norte y el recorrido posterior por la cuerda, incluido el
desvío a la antecima este de la Cabeza del Corral, fue con el propósito de
poder ver qué ofrece el lugar para actividad invernal.
Respecto a la ruta en sí,
aparte de servir para explorar la zona, es un recorrido bastante entretenido y
atractivo. La dificultad técnica es baja, pues los pasos más difíciles en roca
no pasan de II grado, son cortos y sin mucha exposición. Respecto a la subida
desde la Fragüela, aunque digo que no hay referencias, en realidad hay una muy
clara: la pendiente; consiste en ir por donde más pina esté la cosa... ¡así de
simple! Digamos que requiere más experiencia e intuición que técnica, para
recuperar la senda del valle cuando se pierde, no desviarse en la subida hacia
Peñas Verdes y saber moverse por ese roquedo caótico, encontrando los pasos
fáciles, que no siempre se ven a la primera. Barajé en algún momento entrar al
valle del Sonsaz por el otro lado, para remontarlo, sea desde la parte de
Valverde o desde su desembocadura en el Sorbe, pero no lo vi claro; creo que el
Collado de la Vieja es el punto de partida mejor.
Finalmente, este Cerro del
campo es uno de los mejores miradores de todo Ayllón; además del horizonte que
le rodea, que incluye las cumbres mayores del macizo, el Alto Rey y la Sierra
del Rincón (es decir, todo), la perspectiva del Ocejón es impresionante. Y si
tan panorámico cordal se combina por un recorrido por un valle perdido y una
vertiente salvaje, abrupta y solitaria, pues tenemos una excursión de primera.
RELATO GRÁFICO:
Del
Collado de la Vieja, sale al este una pista que parece dirigirse hacia el valle
del Sonsaz; pero no es así; acaba poco después en mitad de la ladera. Así que,
dejándola de lado, bajé a la izquierda (NE), por el eje del Barranco de la
Venta de la Vieja.
Pronto,
se dibujó en la hierba un trazo estrecho pero claro que me llevó hasta...
... las
ruinas de la Venta de la Vieja y sus corrales. Allí, el senderillo desapareció
entre el pasto y yo continué descendiendo, pero...
...
desviándome un poco a la izquierda (NE) para, tras atravesar una banda de
árboles de ribera, alcanzar el cauce del Río Sonsaz por encima de la
confluencia. Allí, una piedra erguida señalaba el lugar más conveniente para
vadearlo. Al otro lado, remonté un pequeño cantil de roca sin dificultad y...
... me
encontré con un hito y una traza borrosa. La senda va siguiendo el río y, como
es lo que pretendía, la tomé a la derecha (E). Durante el descenso, se
alternaron breves trechos en que la traza se perdía en una densa vegetación de
jaras, zarzales y otras plantas igualmente agradables, con otros en que...
... el
camino estaba clarísimo, pero lo que predominó fue...
... una
traza mediocre y medio comida por el matorral. Mientras avanzaba al este, las
vertientes del valle se fueron cerrando.
Impresionante
fue el paso frente a Los Surcos, dos corredores paralelos que salvan unos 450 m
de desnivel. Lástima que estén tan bajos.
De vez en
cuando, podía también ver sobre mí la cresta de este lado.
Luego, se
abrió enfrente un barranco anónimo, al fondo del cual se veía la Cabeza del
Corral, por la que pasaría a la vuelta, con sus altas laderas punteadas de
nieve.
Delante,
empezó a descubrirse el siguiente hueco, el del Arroyo de la Fragüela, bajo la
arista norte del Campo.
Poco
después, llegué frente al barranco, al fondeo del cual destacaba la cima
occidental del Chortal Largo. Delante, más cerca, veía un rellano empradizado;
el siguiente hito de la ruta. Para llegar a él,...
...
estuve atento a localizar un desvío a contramano a la derecha (O), marcado con
ese hito que se ve.
El mismo
desciende en diagonal la ladera hasta...
...
alcanzar el cauce en un rústico y precario (la madera crujía al pisar)
puentecillo, por el que lo crucé.
Al otro
lado, la senda aún atravesó una breve banda de árboles antes de desaparecer en
el prado que había visto antes. Viendo un hueco en los árboles de enfrente, a
mi izquierda (E), me dirigí a ellos, encontrando un buen vado sobre el Arroyo
de la Fragüela, al otro lado del cual y...
... tras
una breve subida, encontré las ruinas de la Fragüela. Allí empezaba lo serio.
Giré a la derecha (SE) y...
...
encaré el lomo cubierto de robles y matorral que constituye la base de la
arista norte. Por ahí tenía que subir. Bueno, pese a la pinta, siempre encontré
huecos en la vegetación para...
... ir
ganando altura con relativa comodidad. Los árboles no dejaban ver gran cosa
alrededor pero tenía una referencia indudable: la pendiente. También apareció
algún trazo, posiblemente cosa de corzos, que abundan en esta parte de la
sierra.
Con la
altitud, arbolado y monte bajo se fueron aclarando, hasta ser sustituidos por
una cómoda alfombra de gayuba. Enfrente, la Loma de la Asadera imponía su
contundente presencia.
Aunque
ahora el terreno estaba despejado, seguía muy empinado. Cerca de los 1.500 m de
altitud, topé con un primer roquedo, que salvé por un verde pasillo, en lo alto
del cual...
... me
encontré en la arista, apareciendo al otro lado la loma de Los Mojones, ya en
la Sierra del Alto Rey.
Mirando
al otro lado, atrás, podía ver el tajo del Río Sonsaz bajo la del Pinarejo. Tiene que verse bonito esto desde
ahí. ¡Ale! Ya tengo otro pico pendiente. ¡Esto de la montaña es un no parar!
Por
encima mía podía ver ya el arranque de las Peñas Verdes, la cresta que iba
buscando, casi 200 metros más arriba. Parece que está más cerca ¿verdad? Pues
no, es que es muy grande.
Mientras
cubría este último tramo de lomo herboso, me fijé en que, a la derecha de la
Asadera, se veía un trazo blanco en el horizonte:...
... el
Pico del Lobo.
Si miraba
abajo, veía ya el fondo del Arroyo de la Fragüela, con sus vertientes cortadas
por canales, bastante derechas y altas. Pues sí que tiene buena pinta esto para
cuando haya nieve.
Y, con
éstas, me encontré, a unos 1.650 m de altitud, ante la base de la Peñas Verdes.
Pareciéndome que sería más cómodo ir por la arista, como casi siempre, miré la
forma de encaramarme y me fijé en un par de discontinuidades en el flanco
derecho del roquedo. Me fui a la más cercana y...
...
resultó ser un cómodo pasillo cubierto de gayuba. Lo remonté y, justo antes de
llegar arriba, giré a la derecha (S), para...
...
resultó ser un cómodo pasillo cubierto de gayuba. Lo remonté y, justo antes de
llegar arriba, giré a la derecha (S), para...
A partir
de ahí, comenzó una sucesión cortas trepadas y gateadas (I / II), incluyendo
algún paso de decisión. Hasta tuve que saltar una vez en uno de los cortes que
presentaba la arista. Por suerte, el primer escalón importante presentaba una
repisa diagonal por donde salvarlo sin dificultad.
Desde
esta primera prominencia de la cresta, una mirada atrás permite apreciar su
carácter caótico, más que difícil.
Estaba en
una terraza del flanco derecho de la arista. Parecía cómoda y empecé a
progresar caminando sobre ella, pero pronto cambié de opinión. Aunque no se
aprecia, presentaba costes anchos y profundos, que me animaron a volver al
filo, trepando a la izquierda por una roca inclinada y llena de agarres (I).
Por
arriba, la cosa era un poco irregular, pero más cómoda y, con cuidado, se podía
ir pasando de un canto a otro sin apenas usar las manos. Así llegué a otro
resalte importante, que defiende la cota 1.763 del mapa. Como en la anterior
ocasión, una repisa diagonal, con subida a la derecha, permitía salvar el
obstáculo. ¡Parece hecho a posta!
Luego,
bajada a una brecha y subida posterior a otro risco, que incluyó alguna
trepadita (I / II) más al final.
Al paso
por la horcada intermedia, impresionante mirada abajo.
Al
culminar el risco, sin marcar en el mapa pero a 1.824 m de altitud según el
GPS, mirando al oeste, se veían ya, en la Sierra de Ayllón, la Cebosa y la
Buitrera, además del Lobo.
Al norte,
sobre el último tramo de arista recorrido, ya se distinguía la Sierra de Pela
en el horizonte.
Por
delante, sólo me quedaba ya un amplio lomo verde hasta la cumbre.
Tampoco
la pendiente era gran cosa. Empezaba al parte más fácil y panorámica de la
ruta. A mi izquierda, apareció el Alto Rey.
Al otro
lado, junto a los de antes, otro grande: el Cerrón.
Y, según
se tendía el terreno, apareció un hito geodésico, ya muy cerca. Pero el vértice
no es lo más alto de este monte.
La cima
encuentra unos 500 m al sur, así que seguí por el lomo, sobre el cual iba
surgiendo el Ocejón, que...
... acabó
de descubrirse al culminar el Cerro del Campo. También podía ver, a la
izquierda, los tejados de Valverde de los Arroyos. Por desgracia, del sur iba
llegando una calima que enturbiaría la vista durante lo que me quedaba de
excursión.
Al este,
más allá del extremo de la Loma de las Piquerinas, el horizonte lo llenaban los
dos núcleos de la Sierra del Alto Rey.
Al norte,
la perspectiva estaba interrumpida más allá del vértice por la extensa
culminación de este monte.
Al
noroeste, la Sierra de Ayllón. Sólo faltaba el Tres Provincias.
Por
último, al oeste, junto a la borrosa Sierra del Rincón, la Loma de las
Piquerinas. Por ella inicié el retorno. Tras una antecima,...
... puede
ver el segundo pico de la jornada, el Chortal Largo, que presenta una subida empinada,
pero de apenas 50 m.
Desde
este Chortal, la perspectiva del Ocejón había cambiado, pero también era
magnífica.
Atrás
quedaba el Cerro del Campo.
El lomo
del Chortal Largo explica su nombre. La punta oriental es más baja, pero...
... tiene
mejor vista del cordal al mirar atrás.
Por
delante, una ligera bajada conduce al otro vértice de esta loma: el
Campachuelo, tampoco situado en cima. Allí, la Loma de las Piquerinas entronca
con el cordal principal de la Sierra del Robledal, que tomaría a la derecha
(N).
No sin
antes echar otra mirada al Ocejón, cuya visión, cambiante, no cansa desde este
cordal.
Al este,
entre la calima y el contrasol, las crestas de la Sierra del Rincón aparecían
sombrías y veladas. Abajo, brillaba Majaelrayo.
Al
principio, me dirigí al norte por la misma cuerda, donde dos estratos
sobresalientes formaban un curioso pasillo.
Luego,
por comodidad, derivé a la izquierda (NO) para bajar más directamente hacia el
Collado de la Mujer. El terreno era regular y despejado y no se veían hitos ni
senda, pero sí trazas intermitentes, posiblemente de bicho.
Tras la bajada
una subida suave me llevaría a la Cabeza del Corral.
Desde el
collado, hay una buena perspectiva de las Peñas Verdes.
En esta
cima, me desvié de la teórica ruta a la derecha (E), para acercarme a una
antecima, desde la cual intuí que...
...
habría un estupendo panorama del circo cabecero del Arroyo de la Fragüela, con
sus aristas y canales. Y así es.
Tras el
desvío, volví a la cima de la Cabeza del Corral y bajé recto (O) por el otro
lado, hacia el siguiente, y último, hito de la jornada, el Cerrito Collado.
Como se ve, el terreno seguía con la misma tónica, pero haciéndose aún más
cómodo si cabe. Y, al fondo, brillante en el horizonte,...
... el
Pico del Lobo. ¡Peste de calima!
En algún
momento de esta bajada, me encontré pisando un trazo de senda. No es gran cosa,
ni hace mucha falta, pero lo seguí, aunque sólo fuera por no perjudicar la
hierba. A continuación, una subida breve y suave me llevó a lo alto del Cerrito
Collado, cuya cima está a la derecha (N), al cabo...
... de un
ancho y suave lomo casi horizontal.
Desde el
último pico del día, una mira atrás, hacia la masa achaparrada de la Cabeza del
Corral, a cuya izquierda...
... se
distinguía el corte del Río Sonsaz.
En esta
punta, giré a la izquierda (NO) y emprendí la última bajada hacia el Collado de
la Vieja, con el Pico del Lobo todavía asomando en el horizonte. A la
izquierda,...
... el
valle del Río Jaramilla, encajado entre las sierras del Robledal y el Rincón,
y, al otro lado,...
... el corte
del Río Sonsaz.
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