Cerro de la Bandera (1.796)

ASCENSIÓN DESDE TRAGACETE

POR LA CUERDA, CON LA PEÑA DEL HALCÓN (1.719)

La Sierra de Tragacete está situada en el tramo central de la Serranía de Cuenca y en su flanco oriental, lindando con el valle del Júcar. Como todos los cordales de la zona, se trata de una gran loma cubierta de pinar, que se eleva bruscamente, pero no mucho, del altiplano circundante y cuyas formas suaves son interrumpidas aquí y allí por potentes roquedos calizos, en forma sobre todo de cantiles y agujas, que aportan al paisaje bravura y colorido. Aunque toda el área atrae a mucho turismo, éste se concentra en ciertos lugares, como el nacimiento del Río Cuervo o la Ciudad Encantada, no muy diferentes a otros parajes que se pueden encontrar, y disfrutar en soledad, por sus montes y barrancos. Y hay muchos, pues, sin alcanzar grandes altitudes, ésta es una de las áreas de montaña más extensas y menos densamente pobladas de España.

El pueblo de Tragacete está a los pies de la vertiente oriental de la sierra y centrado en la misma. La ruta consiste en encaramarse a la cuerda por un collado fácilmente accesible, recorrerla pasando por sus dos cimas más características y descender luego por el camino más conveniente.

El Cerro de la Bandera aparece más allá del Alto del Poyal, desde la Peña del Halcón

SITUACIÓN:

  • Zona: Serranía de Cuenca (Cordillera Ibérica)
  • Unidad: Sierra de Tragacete
  • Base de partida: Tragacete (Cuenca)

ACCESO: Tragacete es una localidad del noreste de la provincia de Cuenca, ribereña del Júcar y situada en la comarca de la Serranía Alta. Entre sus atractivos naturales, destaca el cercano, y famoso, nacimiento del Río Cuervo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.285 / 1.719
  • Mi tiempo efectivo: 5h02
  • Mi tiempo total: 5h45
  • Dificultades: Muy fácil, en las condiciones del día (capa fina de nieve blanda durante casi todo el recorrido). Pendientes de nieve de menos de 20º y lugares de orientación dudosa, en bosque con pocas referencias.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Tragacete por la carretera que, al NO, se dirige a Vega del Codorno y el nacimiento del Cuervo. Al cabo de 500 m, dejarla por una pista de tierra que sale a la izquierda (O), pasa entre unas naves ganaderas y remonta la ladera de la sierra en diagonal. Cuando acaba, la prolonga una senda que continúa ascendiendo y se asoma a la Hoya de las Cortezas para rodearla. Pasada la Fuente del Avellano, el camino asciende junto a una vaguada; al separarse de la misma, dejarlo por la izquierda (S) y atravesar el bosque hasta la cima Peña del Halcón.

Seguir al sur la cuerda, que incluye pasajes escabrosos y trechos de bosque, donde hay que dejarse llevar por el instinto para orientarse y encontrar el paso bueno, sin afrontar obstáculos reseñables. Así, se llega a la cumbre del Cerro de la Bandera.

Abandonarla por una pista forestal que baja SE. En el Collado del Aire, girar a la izquierda (E) en el cruce. Tras dejar atrás un par de desvíos menos importantes, al desembocar la pista en otra, seguir por la izquierda (SO) para entrar en el cóncavo del Rincón de la Gitana y atravesarlo. Un collado da paso al Majadal del Hueso en cuyo extremo norte encontramos otra bifurcación. Girar a la derecha (NE) para trasponer el borde del rellano, entrando en la cuenca del Arroyo de Fuente Jordana y descendiendo posteriormente por Las Terreras hasta Tragacete.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Una muy bonita caminata, pródiga en parajes muy bonitos, también curiosos, tanto por la magnificencia del bosque, como por la peculiaridad del roquedo y, en ocasiones, el panorama de las sierras vecinas que se contempla. Puede realizarse en cualquier época del año, pero la presencia de nieve le añade un encanto especial, como, por otro lado, sucede en cualquier paraje de montaña.

Durante el tramo por la cuerda, aprecié la presencia de una traza y vi algunos hitos, pero éstos no tenían continuidad y aquélla, sutil por llamarle algo fino, se perdía con frecuencia, incluso donde la nieve no la tapaba. Por otro lado, la orientación general es tan obvia como puede serlo seguir una cresta, pero en ocasiones lo ancho del cordal y lo espeso del pinar obligaban a orientarse a base de seguir rumbo. Respecto a la progresión, siempre encontré paso cómodo y libre de obstáculos, pero no siempre a la primera. En resumen, que esta ruta tiene una exigencia que no está relacionada con el entrenamiento ni la técnica; requiere instinto, ése que sólo se adquiere con los años de recorrer montañas. Sin él, posiblemente se complete el recorrido sin problemas graves, pero no será tan agradable.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar junto al Centro de Salud de Tragacete, salí a la carretera que sale del pueblo y la tomé a la izquierda (NO), hacia Vega del Codorno y el nacimiento del Cuervo. Al cabo de medio kilómetro, la dejé por una pista de tierra que sale a la izquierda (O), siguiendo unas marcas de GR que venían acompañándome desde el inicio. Por este carril, pasé entre unas naves ganaderas y comencé a remontar en diagonal la ladera de la sierra, cuya cresta aparecía cubierta de unas nubes que no tardarían en desaparecer. A poco de cruzar el Barranco del Tío Venturilla, la pista acabó, pero...

... una senda prolongaba su trazado y, por ella, continué subiendo, mientras...

... la nieve iba imponiendo su presencia. Al poco, me volví a contemplar el valle del Júcar y las crestas de las sierras de Valdeminguete y Zafrilla al fondo, pues, un momento después,...

... penetré en el pinar y, de momento, se acabó el panorama. Aquí, el camino se difuminaba mucho y, aunque fijándose se podía seguir, las balizas me vinieron muy bien.

No tardé mucho en salir de bajo los árboles, para encontrarme ante los cantiles que defienden la cresta. Allí, la senda desembocó en un carril más ancho, que cruza la ladera. Lo tomé a la derecha (N), pero para...

... dejarlo inmediatamente, siguiendo las marcas, por la izquierda (NO) y continuar remontando...

... la sierra, ahora por lo alto del lomo que limita la Hoya de las Cortezas, sobre la que se veía la cima de la Peña del Halcón.

También, volviéndome al sur, la cumbre del día, al otro extremo de la cuerda que pensaba recorrer: el cerro de la Bandera.

Luego, donde el lomo se funde en la ladera, volví al bosque y me encontré en un cruce de caminos. Siguiendo las indicaciones, continué recto (O), pasando enseguida por...

... la fuente del Avellano, buen lugar para un descanso, especialmente encantador con la nieve.

El camino ascendía suavemente bajo los pinos y se veían en él algunas huellas viejas. Que no eran muy necesarias, pues la nieve, aunque blanda, apenas tenía 5 ó 6 cm de espesor. Pronto me encontré siguiendo una vaguada o torrentera. Es una referencia importante, pues...

... al girar la senda a la derecha y separarse del surco, continué recto (S), pasando a...

... atravesar el bosque, sin camino ni marcas, aunque una vieja huella me facilitó la orientación. De todas formas, desde la curva no hay más que mantenerse recto, superando una pendiente que nunca llega a ser intensa (<20º), para...

... acabar saliendo del bosque en la culminación de...

... la Peña del Halcón, cuya cima, marcada con un modesto cairn, pude ver pocos metros a mi derecha. También, delante, el Cerro de la Bandera. Y hay que aprovechar, pues desde el hito,...

... el panorama es prácticamente nulo. Eso sí, estaban bonitos los árboles escarchados que me rodeaban.

Sólo al este se distinguía algo por encima de la vegetación, con la cúpula somital del Mogorrita, cumbre más alta del área y de toda la Serranía de Cuenca, levantándose sobre el monótono cordal de la Sierra de Valdeminguete, al otro lado del valle del Júcar.

Vamos, que no me entretuve mucho antes de iniciar el cresteo. El lomo del cordal es tan ancho aquí que cuesta identificar la cuerda, pero, al sur, justo siguiendo la dirección de llegada, un hueco en la vegetación invitaba a pasar. Y así lo hice.

En seguida, salí a terreno despejado y caminé al borde de una impresionante caída hacia el valle del Júcar, sobre el que empezaban a apreciarse algunas peculiares formaciones rocosas.

Por delante, una vista aún más impresiónate: el Alto del Poyal, con sus tremendos cantiles, y el Cerro de la Bandera al fondo. Volví  al bosque para acabar el corto descenso al collado y...

... emprender la subida, igualmente breve, al...

... Alto del Poyal, desde cuya cima se distinguía ahora, delante del Cerro de la Bandera, mi siguiente objetivo: un pico todo verde, anónimo, de 1.654 metros de altitud según el mapa.

Antes, en el descenso subsiguiente cambió el decorado y llegué a una zona despejada, con una curiosa terraza rocosa colgada sobre el valle.

A mi izquierda, un techo de caliza anaranjada aparecía decorado con carámbanos.

Desde el borde, de la terraza se veían riscos de formas peculiares suspendidos sobre el desplome del cordal y...

... la propia laja, que no era tan continua como parecía, estaba cortada por fracturas donde la caliza manifestaba también sus típicos extraplomos.

Fui siguiendo el gran alfombra de roca hasta que, a la altura de un risco en forma de seta, giré a la izquierda (SE) y...

... me metí por un pasillo que me sirvió para...

... salvar sin dificultad la caída del roquedo.

Se volvían a ver los desplomes del Alto del Poyal, ahora con el pico de San Felipe al fondo.

En este tramo, en que se mezclaban roca y arbolado, vi algunos hitos marcando el paso por el amplio lomo.

Pero, tan súbito como aparecieron, se perdieron. Y, en el paso por el collado siguiente (1.561), no había otras referencias que caminar hacia el sur, buscando la posterior subida.

Ésta se presentó más movida que lo anterior, encontrándome el pinar trufado de riscos que había que, además de admirar, hube de rodear. Pero el terreno no dejaba de poder calificarse de cómodo y suave.

Y más cuando, súbitamente, salí del bosque y me encontré sobre otra terraza rocosa, ésta cubierta de nieve inmaculada. Y eso que, ahí a la izquierda de la foto, sobre la roca, hay un hito. Tal vez marque que, a su altura, hay a la derecha (S)...

... un pasillo que corta el pinar. Me metí por él, encontrando...

... otra corta rampa en que la pendiente rozaba los 20º. Y, mirando atrás, otra vista de la Peña del Halcón y sus cantiles.

No tardé en alcanzar la cima de este pico anónimo (1.654), totalmente rodeada de pinos. Girando ligeramente a la izquierda (E),...

... bajé por el otro lado, por un lomo que caía hacia unas características torres de roca, a la vista de la última cima del día.

Encontré este nuevo cancho tan quebrado e incómodo, que lo abandoné enseguida por el pinar de la derecha, por el cual...

... dejé atrás el pico anónimo y su reborde rocoso. Luego, pasé el collado (1.582) intermedio y...

... emprendí la subida al Cerro de la Bandera. Al principio, por similar terreno de pinar salpicado de cantos;...

... luego, por rampas más abiertas, donde encontré la nieve más profunda de la jornada, que no pasaba de 10 ó 12 cm. También, crucé un carril que recorría horizontal la vertiente, poco antes de...

... topar con un resalte de roca, que superé por una discontinuidad que encontré un poco a la derecha de la dirección que llevaba. Una vez sobre el mismo, giré a la izquierda (SE) y...

... continué el ascenso paralelamente al borde, por un pasillo en la vegetación, del cual salí a...

Un lomo despejado a la vista de la cumbre.

A mi izquierda, podía disfrutar ahora de un buen panorama local del valle del Júcar y las crestas del otro lado.

Luego, volví bajo los árboles, de donde no saldría hasta...

... la cima del Cerro de la Bandera, bastante urbanizada, con un par de casetas además del vértice y la nieve marcada con huellas de neumáticos, pues, del otro lado, accede al pico una pista forestal.

Desde el vértice, al oeste, se contempla un extenso panorama de los sucesivos cordales que forman la Serranía de Cuenca. Pero, por desgracia, la turbidez de la atmósfera a ese lado no dejaba distinguir gran cosa.

Porque, en todo el resto alrededor, la vista quedaba interrumpida por el pinar, tanto al norte, por donde había llegado, como...

... al este y...

... al sur, o mejor sureste, donde sólo llegaba a ver el arranque de la pista por la que iniciaría el descenso.

Una breve bajada me llevó al cruce del Collado del Aire, donde giré a la izquierda (E) para...

... continuar el descenso a media ladera de un barranco. Dejé atrás en este tramo unos pocos desvíos, de mucho menor porte que la pista que seguía. Estaba bonito el pinar con tanta nieve, sobre todo porque el carril era cómodo, y más aprovechando las rodadas.

De vez en cuando, el paso por un claro me permitía ver la ladera que iba quedando atrás o...

... algo del valle hacia el que descendía.

También, una abrupta ladera de pinos y roca que se elevaba a mi izquierda. Era la otra parte del Rincón de la Gitana, hoy en la que iba internándome y en cuyo fondo...

... desemboqué en otra pista, que tomé a la izquierda, siguiendo un cartel que indicaba a Tragacete. Pues iba de nuevo por un itinerario balizado, el “Camino Natural del Júcar”.

Al trasponer una collada junto al Cerro Moros, pasé a caminar por terreno despejado bajo abruptas laderas, al...

... atravesar el extenso rellano del Majadal del Hueso. Salí del mismo por otra collada (1.437), desde donde...

... había una bonita vista de los cantiles bajo el Alto del Poyal y la Peña del Halcón.

Volviéndome, podía ver las laderas bajo el Cerro de la Bandera curvándose en el Rincón Lobero.

Aquí, mi pista desembocó en otra, también excelente, que tomé a la derecha (NE), cambiando las marcas del Camino del Júcar por otras de GR. Que, es efectivamente, el del principio, así que no tenía ya más que seguirlo. Lo primero, la pista me hizo ganar algo de altura para superar el reborde del Majadal y entrar...

... en la espectacular cóncavo del Arroyo de Fuente Jordana.

Fui bajando gradualmente por su vertiente izquierda hasta doblar un lomo...

... al otro lado del cual apareció Tragacete, a donde la pista llega trazando una suave diagonal a través de Las Terreras. Luego, aún me quedó atravesar el pueblo para encontrar el coche, que tenía en el extremo opuesto, siguiendo las marcas del GR.

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