Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Aunque, a la
vista del mapa, el Hueco de las Hoces es la manera más directa y lógica de ascender
desde Canto Cochino al entorno del Yelmo, lo abrupto de la ruta, sobre todo a
en su mitad superior ha hecho que pierda público en detrimento de otras
alternativas y, en lógica realimentación, la senda que había está casi
desparecida a partir del rellano bajo el Castillo, con la vegetación
estrechando el paso, la mitad de los hitos que había desaparecidos y, las
marcas de pintura, casi borradas. Así que ojo a los despistes, que, además, el
terreno es escabroso y, la visión, limitada. Yo mismo, que he recorrido este
itinerario muchas veces en ambos sentidos, siempre pierdo traza alguna vez.
La subida que propongo es
bastante aventurera. Hasta la Vistilla, sin implicar trepadas largas ni
difíciles, hay que superar unos cuantos pasajes por grandes bloques
amontonados, con pequeñas superaciones, destrepes, gateos, etc. Entretenido,
desde luego que lo es. Bastante. Luego, el camino directo hacia Los Fantasmas,
si bien comienza con senda e hitos, se va asilvestrado según nos acercamos y
acabamos superando pequeños obstáculos, pasando de un jardín a otro (nombre que
reciben los pequeños prados encerrados típicos de la Pedriza) mediante breves
trepadas, en un entorno muy pedricero y por parajes poco frecuentados. Para mí,
esta fue la parte más fascinante de la jornada. El retorno es lo que podríamos
considerar “vía normal” y resulta cómodo y tan bonito como cualquier ruta a
través de la Pedriza. Aunque, para subir a los Fantasmas por el lado del Acebo,
sería más lógico partir del Berrueco, en lugar de Canto Cochino.
Subir al risco más alto
(1.727), ya lo descarté hace años, tras haber pasado media mañana dándole
vueltas en busca de una vía asequible sin cuerda (para mí, esto es hasta III
grado, o III- si es muy expuesto); no conseguí más que coleccionar media docena
de callejones sin salida. En esta ocasión, también hice algo parecido en este
2º risco (1.723) de los Fantasmas, buscando una alternativa a la chimenea de la
cara norte. Así, he eliminado de la descripción, del cálculo de tiempos y del track publicado, la hora y media larga
que gasté intentándolo. Primero probé por el lomo a la derecha de la canal bajo
El Vigilante, siguiendo una especie de terrazas inclinadas con trepadas cortas;
luego, desde la propia canal, por una chimenea a la derecha al inicio de la
canal y un muro con muchas regletas y apoyos al final de la misma, ambas a la
derecha. En todos los casos, terminé encontrándome pasos demasiado difíciles y
expuestos para superarlos en solo, al menos en mi caso; no dudo que otros
puedan. Por eso, más abajo, indicaré sobre las fotos dónde fueron esos
intentos.
RELATO GRÁFICO:
Salí del
aparcamiento de Canto Cochino por una pista cerrada con barrera que baja en
dirección noreste, ante un paisaje dominado ya por el peculiar granito
anaranjado de la Pedriza.
El
asfalto acaba ante el Río Manzanares, que crucé por un puente peatonal. De las
dos sendas que salen al otro lado, tomé la de la derecha (SE), que...
... me llevó
a un prado dominado por el roquedo de La Tortuga. Tras atravesarlo, crucé el Arroyo de la Ventana por un segundo
puente, al otro lado del cual encontré otra bifurcación. En ésta, giré a la
izquierda (N), pasando a...
...
remontar el torrente. Pero fue sólo por unos pocos metros. Enseguida, tomé el
primer desvío que encontré a la derecha (E).
Esta
nueva senda, estrecha, empinada y abarrancada en algunos puntos, abre un
estrecho corte en el jaral que puebla la...
...
cuenca del Arroyo de los Huertos, que iba a remontar íntegramente. Al ganar
altura, fueron apareciendo a mi izquierda las crestas de las Cabezas de Hierro
y la Pedriza Posterior.
Al cabo, llegué a un rellano herboso al pie
del Cancho de los Brezos y dominado al fondo por el Castillo. Tras el relativo
descanso,...
...
superé otra cuesta similar a la primera, desde lo alto de la cual, ya podía ver
la Maliciosa en lo alto de la Cuerda de los Porrones.
Al pie
del Alto de Medina, el trazo se dividió. Ésta es la bifurcación; aquí giré a la
izquierda (NE) para desviarme del collado y...
...
atravesar la ladera bajo las placas del Risco de los Principiantes, hacia el
Hueco de las Hoces, que se adivinaba al fondo.
En este
tramo, el trazo se fue volviendo cada vez más borroso y, de las señales que yo
recordaba marcando esta ruta, faltaban casi todos los hitos y la pintura se
había desvaído hasta casi desaparecer. Así que tuve que poner toda la atención
para no perder el rastro, pues, si el terreno en la “senda” es como se ve,
puedes imaginarte cómo está fuera. Aun así, me encontré fuera de traza un par
de veces, aunque me di cuenta antes de desviarme mucho, pues lo escabroso del
entorno te obliga casi a ir por la traza.
Al ganar perspectiva,
cuando cantos y encinas se aclaraban un momento, podía ver la cuerda que forman
el Risco de las Tres Puntas, Cancho Butrón y La Tortuga, más allá de la cual
iba asomando el pie de monte.
Y así, a
base de peripecias entre los bloques y el matorral, fui llegando al Hueco de
las Hoces, que no es sino la parte alta y más estrecha del Arroyo de los
Huertos, de cuyo cauce me había separado antes en aquel rellano del Cancho de
los Brezos.
Mirando
abajo a través del barranco, podía ver el aparcamiento de Cancho Cochino.
Luego,
pasando ya bajo los riscos de la Hoces y el Pan de Kilo, se descubrió el corte
de la Vistilla en lo alto del tubo, a la izquierda de un irreconocible Yelmo.
Crucé el
torrente varias veces, llevado por la senda, o lo que yo creía que era la
senda, buscando siempre el paso cómodo.
Lo cual
no me libró de tener que afrontar trechos caóticos, trepando y destrepando
cantos o gateando bajo los mismos. Y, sí; lo que se ve en la parte baja de la
foto es un hito.
Cuando
clareaba el panorama, podía ver los riscos que me dominaban, sombríos a la
derecha,...
...
soleados a la izquierda, pero impresionantes en todos los casos.
Ya
bastante arriba, salí de la vegetación y, viendo un peñasco sobresaliente, me
encaramé al mismo para mirar atrás. Más allá del Cancho de la Lagunilla y la
Aguja Larios, se veían en el horizonte los montes de El Escorial.
Desde
ahí, se apreciaba ya la bifurcación de canales bajo la Torre Valentina, aguja
que se eleva en el extremo suroccidental del Yelmo. Continué recto (NE),
dejando el risco a la derecha.
Al ceder
la pendiente, dejé de lado el Corral Ciego, con la Bola de San Antonio
destacando al fondo.
Me
encontré con la cara norte del Yelmo, a mi derecha, y...
... el
Collado de la Vistilla al otro lado. Estaba ante el llano culminante de la
Pedriza Anterior, al fondo del cual veía ya la cresta de Los Fantasmas. Sin una
senda definida, pero con multitud de trazas dibujadas en el pasto, me dirigí
(NE) recto hacia el risco.
Al dejar
atrás la mole del Yelmo, se fue descubriendo al mismo lado...
... la
llanura, con el Embalse de Santillana, el Cerro de San Pedro y hasta el Skyline de Madrid silueteado en la bruma
del fondo.
Dejé este
amplio pasillo liso para meterme en un callejón entre canchos al pie del de La
mano de Dios.
Allí, la
cresta de la Pedriza Anterior presenta una depresión que me permitió ver la de
la Posterior, desde Las Torres al Cancho de la Herrada.
A partir
de aquí, dispuse de un trazo, no muy claro pero único, que seguir. Me llevó a
recorrer el espacio entre riscos derivando ligeramente a la derecha (E), pasara
pasar junto a una característica aguja, que...
...
presenta un curioso ojal.
A
continuación, salí del pasillo al pie de los canchos que culmina la Bola de San
Bernardo, tras los que asomaba la cresta meridional de Los Fantasmas. A la
derecha de ésta, se puede ver una roca en equilibrio. Junto a ella, cruzaría
ese lomo. De momento, los hitos me llevaron a un zig-zag derecha-izquierda para
evitar la placa que me cerraba el paso por una zona mucho más fácil (I) y
alcanzar la terraza superior.
Durante
la subida, una bonita perspectiva del Cerro de San Pedro y, más...
...
arriba, una mirada atrás. Se ve, entre el Yelmo y la Mano de Dios, el pasillo
por donde acababa de pasar, con su aguja.
Luego, salí
del rellano por otro pasillo entre riscos, siempre guiado por los hitos, del
que salí...
... ya
ante el lomo aquél culminado por la piedra en equilibrio (no se ve). Para encaramarme
al mismo, una última señal me encaminó a una chimenea, cuyos 15 metros
centrales son muy empinados, pero la roca presenta apoyos de sobra (II).
Al llegar
arriba, me encontré ante una pequeña pradera, de la que me separaba una
considerable caída vertical. Al otro lado, ya, la cima meridional de Los
Fantasmas, separada de otra, llamada El Vigilante, por una canal. Por ella
acabaría trepando, pero, antes, intenté ganar la cumbre por la zona de bloques
amontonados de la derecha. Pero la placa acanalada por encima es más empinada
de lo que parece y no me atreví a pasarla suelto. De todas formas, más arriba,
como descubriría luego, en un segundo intento, hay cosas peores. De momento,
para alcanzar la base de la pradera, giré a la izquierda (NO) y...
... rodeé
el canto en equilibrio por repisas fáciles (I). Al otro lado, encontré a la
derecha (NE), un...
...
destrepe bastante asequible (II-).
Tras el
intento fallido que antes comenté, me dirigí a la canal que se abre bajo El
Vigilante. En vez de entrar directamente, me pareció más conveniente trepar por
unas gradas (I) a la izquierda, del lado del Vigilante y recorrer luego...
... una
repisa hasta dentro de la canal. Allí hice el segundo intento fallido de vía
alternativa, trepando por la chimenea sombreada que se ve enfrente (I+) y luego
a la izquierda por sucesivos resaltes de roca cincelada (II+). Pero, a
continuación, me encontré con un bloque de flancos verticales, al que no le vi
solución fácil (el que se ve en todo lo alto). Así que volví a la boca del
pasillo, desde donde...
...
mirando atrás, hay una buena perspectiva del Vigilante que da nombre al risco,
a la derecha, y de la Bola de San Bernardo, donde el canto se ve de este lado
en un equilibrio...
...
realmente impresionante. Mira que llevo visto peñascos así, pero éste es
extraordinario. Menos mal que no lo toqué.
En fin,
recorrí el pasillo hasta su fondo, donde hube de superar una corta y fácil
trepada (I) para acceder...
... a
otro tramo llano de canal. Ahí hice el tercer intento de trepada alternativa,
trepando (II) por esas repisas que se ven arrancar a la derecha, sabiendo que
estaba en la vertical de la cima que buscaba (la roca iluminada del fondo
limita la chimenea de la vía normal). Pero, no había ganado 10 metros cuando me
encontré con una zona más vertical y escasa en agarres (al menos IV,
posiblemente más) y desistí. Así que continué avanzando hasta...
... aparecer
en el jardín que se abre entre los canchos de Los Fantasmas, con el más alto de
ellos delante. Como ya expliqué, ése no era mi objetivo, sino el segundo
(1.723). Así que giré a la derecha (SE) y...
... trepé
por los bloques que llenaban una chimenea inclinada (II-), a la salida de la
cual una terraza tomada a la derecha (O) permite llegar casi caminando a la
culminación del risco.
Desde la
segunda cima de Los Fantasmas, se ven al norte, más allá de la mayor (1.727),
las crestas de la Pedriza Posterior y el segmento de Cuerda Larga entre el
Asómate de Hoyos y la Najarra. Girando a la izquierda,...
... el
resto del lomo hasta las Guarramillas y la Maliciosa, más allá de la Cuerda de
las Milaneras.
Continuando
la vuelta, al suroeste, el Yelmo y el camino que había recorrido desde la
Vistilla.
Al sur,
la llanura madrileña, interrumpida sucesivamente por la Sierra del Hoyo de
Manzanares,...
... el
Embalse de Santillana y...
... el
Cerro de San Pedro.
Y la
vuelta de horizonte se cierra, al noreste, con el final de la rama meridional
del Guadarrama, más allá de la Najarra, y las sombras de Ayllón al fondo.
Tras un
buen rato en cumbre, regresé al jardín cimero por donde había subido. Al pie de
la chimenea, tomé una senda que sale al norte, pasa entre algunos de los pétreos fantasmillas que dan nombre al roquedo y gira a la derecha (O) para...
... bajar
hacia un par de riscos. Pasé por el estrecho pasillo intermedio y...
... acabé
el descenso en la base del risco de El Acebo, donde la senda desembocó en otra
más importante. Par regresar a Canto Cochino, tomé el camino a la izquierda
(NE), no sin antes...
...
dedicar una mirada a los riscos entre los que había pasado.
Esta
senda es la Integral de la Pedriza (PR-M1), que recorre toda su crestería y es
un itinerario bastante popular, por lo que está muy pisado. Tras atravesar un
grupo de riscos, entre los que...
... los
más conocidos son las Cuatro Damas y la Cara, que son también los más
cercanos,...
... se
descubrió parte de la Pedriza Posterior, que, desde aquí, aparece coronada por
el Cancho de la Herrada.
A mi
derecha, se abría el Arroyo de Cobertero, que corre por la...
... vaguada
occidental del Collado de la Dehesilla, que se abre entre ambas Pedrizas. Allí,
dejé la senda por otra que, a la izquierda (O), baja por el lado opuesto,...
...
siguiendo el Arroyo de la Dehesilla. Aunque el camino es bastante pedregoso,
está muy pisado y resulta cómodo. No es para menos, pues se trata de uno de los
tramos de GR-10 más frecuentados de la Sierra.
Con el
risco de la Maza destacándose en la cresta a mi izquierda y...
... el
Pájaro y el Circo de la Pedriza Posterior al otro lado, fui descendiendo
hasta...
... el
Prado Peluca. Allí, dejé la senda por la derecha (NO), cruzar el Arroyo de la
Ventana por una pasarela y girar al otro lado a la izquierda (SO),
incorporándome al...
... camino
o conocido como Autopista de la Pedriza. Creo que no hace falta explicar por
qué.
La vereda
se asomó al cauce en un claro del pinar, por encima del cual se veían los canchos
de las Tres Puntas y Butrón, anunciando la cercanía del final.
Efectivamente,
poco después, me encontré ante el puente del principio de la excursión sobre el
juvenil Manzanares. Cruzándolo, sólo me quedó seguir unos pocos minutos la
pista asfaltada que allí acaba para encontrarme de vuelta en Canto Cochino.
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