Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Magnífica
ruta de montaña, que, dentro de la facilidad, lo combina prácticamente todo:
una cumbre destacada, bellos paisajes, soledad y algo de emoción. La cumbre es
la Maroma que, además de techo provincial de Málaga, con sus más de 1.200 m de
prominencia, es uno de los picos más destacados de la Península Ibérica. Esto
ya anuncia unas vistas muy extensas en todas direcciones, llegando a verse las
crestas rondeñas y africanas, además de la vecina Sierra Nevada y otras
montañas andaluzas. Con estos atractivos, la Maroma no es un pico solitario y
es para buscar tranquilidad por lo que decidí subir desde el sur, donde las
rutas no son tan transitadas. Y, para conseguir la soledad total, afrontar la
variante de la Loma de Capellanía, por donde va muy poca gente y que añade a la
ascensión la ligera emoción de unas cuantas trepadas fáciles en un ambiente muy
agreste y con la visión cercana de los espectaculares espolones de la cara sur
de la Maroma.
La Loma de Capellanía ya
la conocía desde mi anterior visita hace doce años. Entonces, me aproximé a
ella desde Canillas de Aceituno. Ahora, desde Sedella, la ruta queda algo más
larga, pero se gana, creo, en variedad de paisajes. Además, el paso bajo la
cara sur de la Maroma merece la pena para quien aprecie la belleza de la roca
vertical. La remontada de la loma, con sus 600 y pico metros de desnivel, no
tiene pasos difíciles ni de gran exposición; más que las fáciles trepadas de la
zona intermedia, con sus placas y crestones, la mayor dificultad radica en que
no hay marcas, ni traza ni está pisado. Es decir, esta parte de la ascensión
transcurre por terreno salvaje y hay que tener el hábito de moverse entre el
matorral y los cantos, a veces poco estables, para que la experiencia no se
haga desagradable.
RELATO GRÁFICO:
De las
pistas que salen del Área Recreativa hacia el monte, tomé la de la izquierda
(N), que asciende suavemente en dirección a la Maroma, que asomaba gris al
fondo.
Ya desde
el inicio, el paisaje es hermoso, aunque sea simplemente el verde mar de lomas
de la Axarquía sembrado de casitas, que se extendía al oeste.
Pronto,
llegué a una bifurcación, donde giré a la derecha (SE) para...
...
continuar ganando poco a poco bajo altura la presencia imponente de la Maroma.
Al seguir
ahora una loma, de vez en cuando, daba vista a la vertiente oriental, viendo
tanto el verde pie de monte como...
... la
aridez superior. Dejando de lado algún que otro desvío,...
...
llegué al final de la pista en una explanada. Del fondo de la misma, parten dos
sendas y yo tomé la de la izquierda (NO), que entra en el cóncavo que forma la
ladera a ese lado para atravesarla en tendida diagonal hacia el siguiente lomo,
que alcanzaría en ese hombro que se ve con unos pocos pinos.
Antes, el
camino pasa junto a la Fuente de la Pisaíca del Niño Dios, donde, además de
agua fresca, se goza de...
... un estupendo
panorama hacia la costa.
Al llegar
al lomo antes mencionado, apareció en toda su potencia la cara sur de la
Maroma.
A
continuación, entré en la cuenca del Barranco de Almanchares, que atravesé...
...
perdiendo altura para cruzar el cauce...
... seco,
al otro lado del cual, la senda remontaba el siguiente lomo.
En el
lugar en que el camino cambia de vertiente había un curioso monolito y...
... una
bonita perspectiva de los riscos de la cara sur.
Al ir a
culminar el nuevo lomo,...
... la
senda se bifurca. Continué por la derecha (O) para...
... trasponer
la cuerda y...
... pasar
a atravesar un nuevo barranco, afluente del anterior.
A través
de la boca, divisé las crestas africanas al otro lado del mar. Realmente,
llevaba toda la maña viéndolas pero, ahora, se distinguían con más claridad.
Tras la bajada a cruzar el cauce,...
... nueva
subida por el lomo opuesto, con...
... buena
perspectiva de los canchos superiores.
Y también
del Cerro el Fuerte y el lomo por debajo del mismo. Incluso se apreciaban trozo
de la senda que había seguido y que,...
... en lo
alto de este último lomo, desembocó en un camino mejor. Es la ruta que sube
desde Canillas de Aceituno. La tomé a la derecha (N), pasando a...
...
seguir el lomo hacia el Collado de la Gitana. Pasado el mismo,...
...
atravesé una breve cuenca hasta otra horcada, la de Los Charcones.
Estaba
ahora en la Loma de Capellanía y comenzaba el tramo clave de la ascensión. Dejé
pues la senda por la derecha (NE) para remontar la cuerda que me llevaría a la
cumbre, que por aquí es un ancho lomo pedregoso, con algo de matorral rastrero.
No había senda ni marcas pero el terreno era indudable y, de momento,
razonablemente cómodo.
A mi
izquierda, me dominaban las paredes de Tejas Lisas, mientras que, al otro
lado,...
... las
crestas de la Sierra de Almijara se extendían más allá del Cerro el Fuerte.
Al subir,
la pendiente se fue incrementando, hasta...
...
obligarme a usar las manos, de momento para superar pequeños escalones y cantos
entre el matorral.
Iba
llegando a la altura de los estratos coloridos a mi izquierda y...
... a mi
derecha quedaba el Cerero el Fuerte por debajo, cuando...
... me
encontré con las primeras trepadas de alguna entidad, aunque sumamente fáciles
(I), en un primera tramo de arista rocosa.
Luego, un
corto trecho de lomo redondeado, desde el que mirar atrás daba casi vértigo.
Pasada la
mitad de la subida por la loma, encontré el resalte de mayor entidad. Unos 30 m
fáciles (I), que me dejaron...
... en el
inicio de un tramo de arista de bloques (I) casi horizontal, última dificultad
de la subida y...
... su
único pasaje realmente aéreo.
Para
entonces, habían quedado abajo las paredes y podía, casi a mi altura, ver la
culminación tubular de la sierra.
Además,
la Loma de Capellanía se tiende y despeja en este último tramo.
Cerca del
final, me encontré una hilada de hitos que subía desde la izquierda y,
siguiéndolos a la derecha (NE),...
... me
dejé conducir por ellos a la cima de la Maroma.
Ésta es
extensa y suavemente abombada, de modo que las perspectivas no son precisamente
espectaculares, pese a la prominencia del mirador. Pero sí extensas, como en el
arco sur, donde, aparte de un buen trozo de mar, se veían a la derecha las
crestas de la Serranía de Ronda. Girando a ese lado,...
...
ocupaban el horizonte las de Antequera y Loja.
Al norte,
la atmósfera turbia no dejaba distinguir bien los montes subbéticos y, además,
hacia la parte de Sierra Nevada, una ligera prominencia interrumpía la vista.
Precisamente, inicié el retorno rodeándola por la derecha, siguiendo...
... al
este la senda del cordal y viendo delante la Sierra de Almijara y, más allá, la
de Lújar, que es la más cercana de las Alpujarras.
Al
avanzar y dejar atrás el cabezo en cuestión, se descubrió el resto de la Sierra
de Tejeda al este, hasta el Cerro de la Chapa, así como Sierra Nevada, donde...
... se
distinguían el Veleta y el Mulhacén.
Después,
pasé un trecho de arista rocosa, aguda pero sin dificultad; se trata del Tajo
Volaero, desde donde...
... la
Maroma aparecía así de sosa.
Según
bajé del cancho, dejé la senda del cordal para tomar un desvío más difuso a la
derecha (S), que...
... pasa
por una brecha angosta antes de lanzarse a un empinado descenso por la ladera
terrosa. Más abajo, se veían las sendas por donde llegaría al pie del Cerro el
Fuerte, lo flanquearía por la izquierda y alcanzaría la explanada del final de
la pista de la mañana, también visible.
Antes de
empezar a bajar, un último vistazo a la vertiente norte.
Por
delante, la vista se extendía hasta el mar, con mejor perspectiva que desde la
cumbre.
Aquí y
allá, la roca se presentaba en formas peculiares.
Tras la
parte inicial y más empinada del descenso, derivé a la derecha para alcanzar...
... el
lomo del Cerro el Fuerte por encima del mismo. Continué luego siguiendo esta
cuerda, desde la cual...
... se
veía al oeste una atractiva sucesión de contrafuertes dorados al caer el sol.
Y, por
encima, otra vez la cara bravía de la Maroma.
Del
collado previo al Cerro el Fuerte, arrancaba un camino bastante bueno, que me
llevó a contonear dicho monte por su vertiente oriental, desde donde...
... había
una buena perspectiva de la ladera por la que había bajado.
Luego,
con la perspectiva, se me fue descubriendo el pie de monte de la Axarquía y,
finalmente,...
... la
explanada terminal de la pista. Al llegar a ella, sólo quedó deshacer el camino
de esa mañana.
Antes una
mirada de despedida a la vertiente bajo el Tajo Volaero.
Bajando
por la pista, la cara sur de la Maroma presentaba ahora bonitos tonos dorados.
Y lo
mismo las lomas verdes del pie de monte al llegar de vuelta al área recreativa.
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