El Cancho (2.276)

ASCENSIÓN DESDE NAVALONGUILLA

GARGANTAS DEL CANCHO Y LAS CERRADILLAS

El Cancho es el pico más alto de la Sierra Llana, explícito nombre que recibe el largo y generalmente suave tramo de cordal gredense que se extiende entre los macizos del Circo de  Gredos y de la Covacha. Pero el Cancho es precisamente la excepción a esa tónica, pues su cima es un crestón rocoso, altivo y afilado, más parecido a los cuchillares de los núcleos más alpinos de la sierra que a sus vecinos. El risco cimero se eleva además entre gargantas desoladas, rematadas por empinados circos pedregosos. Se le ataque por donde se le ataque, el cancho nunca es una cumbre barata. Eso y unas aproximaciones largas y apartadas de las rutas frecuentadas han mantenido apartadas a las multitudes de esta montaña, que, además de su fuerte sabor alpino, tiene unas vistas más que destacables en el conjunto de Gredos.

Esta excursión combina las dos rutas de ascensión más lógicas y habituales al Cancho. Las que, partiendo de la Garganta de los Caballeros, alcanzan la cima por su circo norte y por la garganta que baja desde el extremo oriental de la cresta.

El Cancho desde el norte. Bajo la cumbre, la garganta homónima y, a la izquierda, la de Las Cerradillas

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Principal de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra Llana
  • Base de partida: Navalonguilla (Ávila)
ACCESO: Navalonguilla es un municipio situado en el suroeste de la provincia de Gredos, al pie del sector occidental de la Sierra de Gredos. La ruta parte del Camino de la Lucía, que sale del pueblo por el sur para dirigirse a la portilla del mismo nombre; concretamente, del punto a partir del cual está restringido el paso de vehículos, a dos kilómetros y pico del pueblo Puedes calcular un itinerario hasta allí desde tu lugar de origen en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.173 / 2.276
  • Mi tiempo efectivo: 7h27
  • Mi tiempo total: 9h14
  • Dificultades: F. Multitud de trepadas de I grado para superar bloques y pequeños escalones a lo largo de todo el recorrido. Una parte importante de la ruta transcurre por terreno pedregoso, donde la progresión es lenta.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Comenzar remontando la Garganta de los Caballeros por el Camino de la Lucía. Cuando éste gira a la izquierda ante el Arroyo del Molino, continuar recto (SO) por el Camino de las Cuevas, que acaba en una majada en la boca de la Garganta del Cancho. Proseguir barranco arriba, guiados por los hitos; primero por el pedregal del fondo y luego, hacia la cota 1.700, remontando la ladera de la derecha (SO), con pequeñas trepadas, hacia El Púlpito (F). Ante la base del risco, girar a la izquierda (S) para rodearlo por ese lado y luego, ante una laguna, a la derecha (SO) hasta encaramarse a la Cuerda del Prado. Seguirla a la izquierda (SE), teniendo que superar los bloques del crestón cimero para culminar El Cancho (F).

Proseguir (NE) por la cuerda, con similar tónica, hasta sobrepasar el Moño Gordo (F). De nuevo con la guía de los hitos, descender a la izquierda (NE) para bajar en diagonal y atravesar el collado de La Covacha para entrar en la Garganta de las Cerradillas por su cabecera. Descender por ella, siguiendo el torrente hasta el Refugio del Cancho. Tomar allí la senda que sale hacia la derecha (N), separándose del cauce para atravesar la ladera de la Cuerda de Cabeza Pelada y doblarla, entrando en la cuenca del Arroyo del Berceo. Tras a bajar al cauce y vadearlo, el caminillo desaparece en los prados del otro lado pero unos hitos continúan su trazado al NE y N, cruzando varios torrentes. Llegando al Arroyo del Molino, se encuentra el extremo de un carril; por él, se vadea dicho riachuelo y se atraviesan hacia el norte las laderas occidentales de la Cuerda de los Majanillos hasta encontrar, en el Monte Pellueco el Camino de la Lucía, muy cerca del lugar de partida.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Itinerario montañero que yo calificaría como intenso. Aunque dificultad, distancia y desnivel están lejos de ser extremos, tiene un poco de todo; desde paseos forestales por cómodos carriles, hasta una remontada salvaje por terreno rocoso con gateos constantes o una emocionante arista de bloques, fácil pero aérea. Si bien no se requieren grandes destrezas técnicas, sí que es aconsejable una sólida experiencia en “terreno mixto” para que esta bonita excursión no termine siendo desagradable.

Toda la parte de la ruta que transcurre fuera de caminos está marcada con hitos, pero, en general, el terreno es tan uniforme que da igual seguirlos que no. Son útiles sólo para tener una referencia de dirección general, que tampoco está mal. Sobre todo en la arista cimera, vale más guiarse por nuestros propios ojos, buscando el paso que mejor nos venga, que empeñarse en trepar precisamente por el bloque marcado. Cuando estuve, encontré mucha torrentera seca, que, en caso de bajar con agua, podrían añadir dificultad y, sobre todo, ralentizar aún más la ruta. Que ya es bastante lenta, pues buena parte de las sendas son tan pedregosas que resultan tan incómodas como el peor canchal.

RELATO GRÁFICO:

Salí de Navalonguilla en coche por la pista de cemento del Camino de la Lucía y, al llegar ante una prohibición de circulación, continué a pie, dejando de lado un desvío de tierra: por ahí volvería luego. Ya en esos primeros momentos podía ver al fondo, entre el ramaje, la cresta de la sierra, con...

... la cima del Cancho bien destacada sobre la cabecera de la garganta homónima.

Al pasar una zona de prados, pude ver el grupo del Pelado a mi derecha y...

... un sector más amplio de sierra delante.

Donde el viejo trazado del Camino de la Lucía gira a la izquierda, continué recto por el carril de cemento, que acabó poco después ante unos prados. Prosigue remontando la garganta por el fondo el Camino de las Cuevas, que comienza más o menos ancho, para...

... acabar convertido en un angosto surco abierto en el matorral, que los hitos ayudaban a seguir, sobre todo en el cruce de algunas torrenteras donde la traza se perdía momentáneamente.

Insensiblemente, iba ganado altura. Mirando atrás, podía ver la Cabeza del Tormal dominando la boca del valle.

Al rato, puede ver a mi derecha, al otro lado de la garganta, una estupenda perspectiva de la Chorrera del Lanchón. Se la ve mejor desde aquí que cuando te acercas.

Luego, llegué a la confluencia de las gargantas del Cancho y los Caballeros. La senda me llevó hacia la primera, en cuya boca acabó en una majada con cabaña y corrales.

A partir de ahí, remonté el barranco por el pedregal que llena las riberas del cauce, guiado por unos hitos que, en teoría, ayudan a localiza el paso bueno. Aunque creo que da igual ir por uno u otro lado. Todo es incómodo. Tanto canto me ralentizó el paso.

Al avanzar, se fue descubriendo arriba una atrevida aguja: el Púlpito, que será referencia importante en la ascensión. Antes tenía aún garganta que remontar, empezando por un cerrado giro a la izquierda.

Al otro lado del recodo, me encontré los primeros canchos del día cerrándome el paso. Los hitos me llevaron hacia la derecha y...

... a la primera trepada del día, fácil y no muy larga. De éstas, me encontraría muchas durante la subida.

Luego, otro resalte y misma operación, por las lanchas de la derecha.

Había adquirido así cierta altura sobre el cauce y tenía buena perspectiva del tubo pedregoso que iba remontando, dominado por el risco de la Covacha, que no se ha de confundir con la cercana cumbre del macizo occidental. Realmente, pese a su vistosidad, esta otra Covacha no es más que la culminación de un modesto espolón que apenas levanta una docena de metros sobre su collado. Bueno; de vuelta al fondo de la garganta, a los pocos metros, me volví a salir por la derecha, superando...

... la mayor trepada continua de la jornada: casi 20 metros de repisa escalonada (I).

En lo alto de la trepada, una mirada atrás, al recodo de la garganta.

Por delante, una canal, que atravesé procurando mantener cota antes de...

... volver al cauce seco de la garganta. Continué por ahí un poco más, hasta un característico estrecho entre paredes verticales. Es donde, en la foto, se pierde vista el fondo pedregoso y que,...

... en esta otra foto, se ve mirando atrás. Estaba a unos 1.700 m de altitud y...

... podía ver a mi derecha unos hitos que remontaban la ladera de ese lado, dirigiéndose hacia el Púlpito.

Las marcas iban evitando los canchos por pasillos de pedrera. Pronto quedó atrás el fondo agobiante del barranco y...

... me encontré ante la base del Púlpito, que rodeé por la izquierda, trepando por...

... una sucesión pequeños escalones primero y...

... una placa de ligera pendiente, pero desde donde impresionaba mirar atrás, después.

Mientras rodeaba el risco, iba asomando delante el gran crestón del Cancho.

Acabado de quedar atrás, hacia los 1.950 m de altitud, me encontré...

... ante una laguna anónima dominada por el Cancho. Podía haber ido más directamente hacia el extremo derecho de la cresta, pero, dejándome llevar por los hitos, giré a la derecha (SO) para...

... superar la ladera por ese lado. Ahora, no creo que sea más fácil ni más cómodo, pero entonces fui por allí, ganando altura de nuevo por los pasillos de pedrera entre las lanchas.

Fueron quedan abajo el Púlpito y la laguna y...

... la vista llegaba a ser vertiginosa sobre la confluencia de gargantas de donde venía.

A mi derecha, asomaron el Juraco y el Alto del Corral del Diablo, vecinos de la otra Covacha, la famosa.

Al otro lado, se unió al panorama visible la cresta del Circo de Gredos.

Y así acabé alcanzado la Cuerda del Prado hacia los 2.125 m de altitud, descubriendo...

... el Valle del Tajo, con la silueta difuminada de las Villuercas al fondo, al otro lado. Sólo me quedaba girar a la izquierda (SE) y...

... seguir la cuerda hasta alcanzar la cumbre. Aquélla es ancha y pedregosa al principio.

Al avanzar, se fue descubriendo y ampliando a mi espalda el Macizo Occidental de Gredos, con la Covacha a la izquierda entre los picos que se ven.

Al irme acercando, la cara norte del Cancho se iba mostrando impresionante, hasta que...

... la perdía de vista al enfrentar los bloques del crestón, que son más fáciles (I) rodeando por el sur, Tras una continua trepada superando el amontonamiento de cantos,...

... alcancé la arista, por donde continuó la misma tónica (I), ahora con más equilibrios que trepa.

Al este, más allá de la extensa cima de Cabeza Pelada, destacaba la cresta del Circo de Gredos, con su roquedo afilado.

La Galana, el Almanzor y el Casquerazo eran perfectamente reconocibles entre multitud de puntas secundarias.

Al sur, más allá de la Garganta de Minchones y el Cerro de las Agujas, el Valle del Tajo se extendía hasta los Montes de Toledo.

Al oeste, la Covacha y sus satélites, más allá de un cordal que sí hace honor al nombre de Sierra Llana.

Impresionante la corona que forman Covacha, Juraco y Cerrojillo sobre la Laguna de los Caballeros.

Al norte, en fin, la llanura, más allá de las gargantas que definen la ruta recorrida hasta aquí. Y, a mis pies, la laguna anónima.

Comencé el retorno prosiguiendo el cresteo al noreste, al principio casi horizontal y con la misma tónica de constantes superaciones de bloques (I).

La visión, a mi derecha, del Cerro de las Agujas era impresionante.

Y la cosa no dejaba de ser aérea. Este primer trecho de cuerda accidentada me dejó...

... ante el collado que separa el Cancho del Moño Gordo, que ya es otra cosa. Y ya no habría más trepadas ni gateadas.

Mirando atrás desde esta segunda cima, otra perspectiva del Cancho.

Al este del Moño Gordo, la cuerda ya es alomada. Empecé a recorrerla, pero la dejé enseguida por la izquierda (N), guiado por...

... los hitos, que me llevaron a descender en diagonal por el pedregal hacia el collado del espolón de La Covacha.

A mi izquierda, la vista del macizo occidental, más allá de la cuenca por donde había subido, no cansaba.

Al atravesar el lomo, me encontré en lo alto de la Garganta de las Cerradillas. Descendí por el pedregal hasta encontrar...

... el torrente, cuyo curso seguí por los prados ribereños. Fue éste un tramo muy ameno, pasando junto a cascadas y...

... profundas trincheras que le agua había excavado en la roca. Al doblar un recodo, me encontré ante...

... el Refugio del Cancho, situado en delicioso lugar, junto a una cadena de pozas y con una vista fabulosa. Aquí, los hitos me desviaron a la derecha (NO), separándome del cauce y llevándome a unos corrales, de donde...

... arranca una senda pedregosa que se dirige al norte cortando la ladera. Desde allí, vi también Navalonguilla, a través de la collada hacia la que me dirigía.

Al pasar este lomo, una mirada atrás, otra...

... a la izquierda, hacia el macizo occidental, y...

... hacia delante, donde ya se veía la parte ancha de la Garganta de los Caballeros bajo la mole de la Cabeza del Tormal.

Al pasar un segundo contrafuerte, se descubrió ante mí el Peludillo.

Ahora la senda se lanzó a un franco descenso en lazadas hacia el fondo del Arroyo del Berceo, para cruzarlo y, girando a la izquierda (NE)...

 ... atravesar una zona plana de prados hacia el trazo de una pista que se veía en la ladera al otro lado.

Pero, antes, en cuando entré en el llano herboso, la traza se perdió. Había hitos, pero muy distanciado.

Era más cómodo pasar las zonas de matorral, pues allí el camino reaparecía.

Y lo malo es que hay que cruzar los varios brazos en que se divide el Arroyo de Navalahuesa, que no sólo bajaban con bastante agua, sino que tienen las riberas llenas de una densa vegetación, punto menos que impenetrable. Hay pasarelas, pero no siempre llegué directamente a ellas. Ésta, sobre el primero, la descubrí a mi derecha, como se ve en la foto, y me costó dar un par de vueltas llegar a ella: sólo se la veía subiéndome a algún canto. Y la jugada se repitió en otro de los cauces.

Bueno, luego la cosa se pacificó bastante al otro lado de ese riachuelo, como se ve en esta mirada atrás.

Llegando al Arroyo del Molino, di con el extremo de un excelente carril. Siguiéndolo, crucé el riachuelo y pasé a recorrer, casi...

... en horizontal, las laderas de la Cuerda de los Majanillos. Volvía a estar sobre el Camino de la Lucía; el del principio, que...

... abalconado sobre la Garganta de los Caballeros, gozaba de unas estupendas vistas del valle.

No lo seguí hasta donde había iniciado la ruta. Cuando su trazado baja a la izquierda, yo continué recto por...

... la pista de tierra, que se internó en el robledal del Monte Pellueco. A mi izquierda, iba entreviendo acercarse Navalonguilla.

Al poco de pasar ante un desvío ascendente a la derecha, la pista hizo una curva para bajar y volver a unirse al Camino de la Lucía, a pocos metros de donde había dejado el coche.

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