Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Itinerario
muy completo y bonito, libre de dificultades, salvo en dos tramos un poco
incómodos. El primero es durante la subida a la Horcada de Llabeno, cuando el
rastro casi se pierde bajo los helechos y las señales son escasas y poco
visibles; ahí, hay que tirar de instinto para no navegar demasiado. Luego, al
bajar de la cima y antes del Collado Arroyos, hay que atravesar unas pedreras
de la vertiente izquierda; de nuevo, no está claro el sitio exacto y, sin ser
un obstáculo de consideración, resultan incómodas.
Sobre el sentido en que
realicé la ruta, había previsto hacerlo en sentido contrario, pero, al estar la
cresta cubierta de nubes al llegar, preferí comenzar bajando a Justidioso. Si
lo hubiera hecho al revés, los pocos pasos escabrosos que hay en la ruta, al
principio de la bajada de cumbre, los hubiera pillado de subida, que siempre es
mejor. Y, por otro lado, hubiera acabado a la sombra de los árboles, lo que
hubiera sido de agradecer con el calor que hacía al final. Por tanto, mi
recomendación es hacer la ruta en sentido contrario: comenzar yendo a cima por
la cresta y, luego, dar el rodeo por Justidioso para alargar una jornada que resultaría
corta; disfrutar de otro entorno, y evitar ir y volver por el mismo sitio.
RELATO
GRÁFICO:
Como
todavía las nubes bajas cubrían las crestas cuando llegué a Panderruedas,
decidí invertir el sentido de la excursión y, convirtiendo el epílogo en prólogo,
comenzar tomando la senda que desciende por la vaguada occidental del puerto,
bajo las paredes del Pico Camborisco, en dirección a Oseja de Sajambre.
El tiempo
nublado no restaba belleza al hayedo que atravesé durante esta primera parte de
la excursión.
De vez en
cuando, un claro en el bosque me dejaba ver cómo las nubes se iban levantado,
tanto del Pico Pozúa, al otro lado del valle, como...
... del
Canto la Vastia, sobre mi cabeza.
Pero la
mayor parte del tiempo caminé entre los árboles, del que salí...
... al
llegar a la cuenca del Río de los Pontigos, que atravesé, rodeando por debajo
un llamativo crestón tras...
...
cruzar el cauce por un puentecillo, en un recóndito paraje, todo verde.
Al ir a
pasar a la siguiente cuenca, la de Justidioso, llegué a dos bifurcaciones casi
seguidas. En la primera, pasé una cancela y seguí por la izquierda (E). En la
segunda (ésta), giré a la derecha (NE), dejando el camino a Oseja e iniciando
el ascenso.
Al despejarse
la vegetación, pude ver enfrente cómo el Pozúa se había despejado del todo,
aunque aún tenías sendas nubes agarradas las peñas Mora y Ten.
El camino
fue deteriorándose paulatinamente, aunque aún era bien reconocible, abriéndose
paso en suave ascenso hacia la cresta que cerraba el barranco por el oeste.
Al irme
acercando fueron destacándose una sucesión de espolones, a la izquierda de los
cuales se adivinaba más que verse el corte de la Horcada de Llabeno, que iba
buscando.
En un
breve paso entre árboles, la senda se hizo aún más borrosa, como puede verse (o, mejor, no verse).
Tras dejar de lado el acceso, a la derecha, a una captación de aguas, salí a...
... un
claro poblado de helechos, desde donde se veía así el Pozúa mirando atrás.
Por
delante, la cresta y la empinada subida final. La traza era ya casi
imperceptible y me guie más por la lógica que por otra cosa. Vi algunos hitos,
pero tan separados que sirvieron más para confirmar que iba bien encaminado que
para ayudarme en la búsqueda.
Luego,
crucé otra banda de árboles y la senda se fue aclarando algo. Incluso, sorprendentemente,
fue mejorando en los metros finales de la subida, cuando...
... salí
definitivamente del bosque, ya casi a la altura de los espolones que había
visto por encima del collado.
Al otro
lado, el Pozúa se veía bonito, enmarcado por la ladera.
Atrás
quedaban las dos cuencas que había pasado y el crestón que había rodeado por
abajo. Sobre éste, la cuerda del Jario a Panderruedas, por donde luego
regresaría. Y, al fondo, la pareja Gildar – Cebolleda.
Al llegar
a la Horcada de Llabeno, apareció ante mí la Sierra de Cerezaledo y, más lejos,
algunas crestas de la zona de Ponga. Girando a la derecha (NE), continué...
... por
la cuerda, que es ancha y empinada. Estaba cubierta de matorral denso, pero la
senda habría un pasillo cómodo.
Al mirar
atrás, la cumbre de Pármede fue asomando tras el Pozúa y, a los lados,
aparecieron las moles grises del Yordas y el Mampodre. Más a la derecha,...
... se
veían las casas de Oseja de Sajambre ante el Desfiladero de Los Beyos; y, sobre
todo ello, Peña Ten y el Tiatordos, éste con nube aún. Continuando el
repaso,...
... al
noroeste, sobre Cerezaledo, sobresalía la oscura masa del Pico Pierzo, una cima
tan modesta como altiva.
A la
derecha de la cuerda, entre los espolones, se empezó a ver la cima.
La
pendiente se mantenía intensa y regular y, la senda, clara. A la izquierda se
descubrió La Peña de Beza.
Llegando
a los 1.600 m de altitud, destacaba un hito sobre un canto que sobresalía del
matorral. Ahí, la senda se bifurca y había que seguir recto (NE), por el ramal derecho.
Tuve que buscarlo, pues la senda clara era la otra, que se iba horizontal a la
izquierda, a través de la ladera, dejando la cuerda.
Mientras,
iba pasando ante vertiginosas caídas entre los espolones de mi derecha.
Finalmente,
la traza se aclaró a la vista ya de la cumbre. Antes de la cuesta final, pasé por
un rellano junto a un cantil...
... que
queda a la derecha, al otro lado del cóncavo donde se encuentra la Fuente Neón.
La
continuación, ya sin traza, no podía estar más clara: tras derivar a la
izquierda (N) para evitar un cóncavo, seguir ladera arriba por encima del resalte
que lo limita.
Volviéndome,
ya por encima del rellano (se ve un poco de obra la fuente), la Cordillera de
Pármede entre los montes de Riaño y el Mampodre. También Peña Ten.
Por
encima, el tramo final y más empinado de la subida: cien metros de rampa verde,
empinada y continua, que...
... se
mantiene sobre el 50%. A la izquierda, mientras, el Canto Cabronero se hizo
visible sobre la Peña de Beza.
Mirar
abajo a punto de culminar esa cuesta, impresionaba.
Al llegar
a la culminación, vi que ésta era una antecima. Pero la cumbre se encontraba
muy cerca, a mi izquierda (N).
Desde el
hito, apabullante visión del Cornión, enmarcado por las peñas de Beza y
Cifuentes. Precisamente, éstas, del...
... Friero
a la Torre Salinas, eran de los más destacado del panorama.
La Peña
Santa mostraba su cara sur.
Y el
Canto Cabronero, bien visible ya sobre la Peña de Beza.
Al
noroeste el Cordal de Ponga, más allá del Desfiladero de los Beyos.
Siguiendo
la vuelta, Peña Ten, el Mampodre y los montes de Riaño, asomando sobre Pármede,
más allá de la antecima.
Al
sureste, más allá de la cuerda por donde iba a volver a Panderruedas, Gildar y
Cebolleda destacaban en el cordal del Alto Esla. Por detrás, en un último horizonte,
llegaba a verse la cresta del Alto Carrión.
El
regreso lo inicié bajando al sureste por la senda de la ruta normal, que
comienza salvando una fortísima pendiente. Desde el amplio rellano verde bajo
la misma,...
... una
mirada atrás, al Jario.
Ahí el
trazo desaparece, o lo perdí, reencontrándolo más abajo. Como lo veía abajo y
más adelante, perdí altura en diagonal por la ladera de la izquierda,
atravesando unas pedreras hasta...
... dar
de nuevo con la senda, que es posible que abandonara la cuerda un poco antes de
lo que yo lo hice. En todo caso, hay un trozo que sin rastro. A continuación,
fui en horizontal, primero hasta el Collado Arroyo y luego, por la vertiente
izquierda de...
... los
Picos de Valdelafuente, al cabo de los cuales,...
... pasé
al otro lado de la cuerda para descender hacia la Colladina Blanca.
A mi derecha,
bonito panorama, con el Pozúa entre los Montes de Riaño y el Mampodre.
Por
delante, el cordal hacia Panderruedas.
En la
Colladina Blanca, nuevo cambio de vertiente, frente a la Torre Bermeja, con
bajada y...
...
ligera subida, para volver a pasar la cuerda por la Collada de Dobres.
Luego, la
senda va por una repisa de la vertiente occidental, que pasa bajo unos bonitos
resaltes de conglomerado.
Por un
momento, volví a la cuerda en el Pico Guadañas. Desde allí, amplio panorama a
la derecha, con...
... el
Jario enmarcando las crestas, ya conocidas, al oeste.
Luego, un
empinado descenso me llevó al collado (1.639) previo al Monte Camborisco. Allí,
dejé definitivamente el cordal, bajando a la izquierda (E), por...
... una
suave vaguada herbosa que me llevó a la Majada Piedrahitas, situada en un
collado con magnífica vista a los Urrieles. Continué el descenso por la derecha
(SE), ahora por...
... un
barranco más estrecho y poblado de vegetación. Al principio por su fondo y,
luego...
... a
través de la vertiente derecha, dejando abajo el cauce y entrando en un bosque.
Tras
pasar junto al Mirador de Piedrashitas, salí del arbolado llegando ya al Puerto
de Panderruedas.
Así se
veía ahora el Monte Camborisco; vaya diferencia con esa mañana.
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