Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Una ruta muy
bonita, fácil y rápida para alcanzar el Montón de Trigo. Combina los panoramas
de las zonas altas con el paso por hermosos pinares y, también, la curiosidad
histórica de las calzadas romanas y borbónicas, aunque los restos están, unos,
muy deteriorados y, otros, echados a perder por intervenciones cargadas de
buenas intenciones, pero técnicamente discutibles. Otra cosa que mueve a
reflexión es la sobreseñalización del entorno, donde no caben ya más carteles,
debida a una explotación senderista extrema. Pese a ello, la belleza natural se
puede disfrutar.
Hay un retorno más corto,
sin hacer ida y vuelta, que es yendo de la horcada sur de Tirobarra a Casarás,
siguiendo primero los restos de una trinchera y, luego, navegando un corto
trecho campo a través. Pero el terreno es tan incómodo en esta alternativa, que
prácticamente se emplea el mismo tiempo, pese a ser menores distancia y
desnivel. Así que, tras haber probado ambas opciones, me quedo con la de la
Pradera de la Venta, que es la que aquí expongo.
Una recomendación: ya dije
antes que este valle está turísticamente sobreexplotado; fines de semana y
festivos hay que madrugar si se quiere encontrar sitio en el aparcamiento de
Majavilán. De paso, caminaremos más tranquilos.
RELATO GRÁFICO:
Dejé el
aparcamiento de Majavilán, en una mañana fresca, húmeda y brumosa, caminando por la prolongación de la Carretera
de las Dehesas, que, a partir del Puente del Descalzo, se prolonga por...
... una
vieja calzada de piso destrozado, donde la marcha se hizo incómoda. Remontando
el valle, pasé por...
... la
Pradera de los Corralitos, donde la calzada se cruza con la Carretera de la República.
Por ésta, también se podría alcanzar el Puerto de la Fuenfría, y con mayor
comodidad, pero dando un gran rodeo que hace que, al final, se tarde más. Así
que continué recto por la calzada.
Entre las
copas de los pinos, veía de vez en cuando el cielo cubierto de nubes bajas,
aunque ocasionalmente se abrían pequeños huecos que me daban cierta esperanza
de ver algo en cumbre.
Así que
continué subiendo; cuando el piso mejoró ostensiblemente al llegar a la zona
restaurada hace más o menos veinte años, supe que estaba a cinco minutos de
culminar esta primera parte de la ascensión.
En el
Puerto de la Fuenfría el panorama era gris y oscuro. De hecho, no se veía nada
del Montón de Trigo. Pero, como soplaba un airecillo que removía las nubes,
decidí continuar subiendo y, girando a la izquierda (O), me encaramé al lomo
que sube a ese lado, sobre el cual,...
... un
senderillo se abre paso entre pinos y matojos,...
...
ganando altura desde el Puerto de la Fuenfría, que la bruma me impidió ver pronto.
Mientras
subía, a mi derecha llegaba a ver algo del Pinar de Valsaín.
A bastante
altura ya, la senda se divide en dos. Continué por la derecha (NO), atravesando
en ligera subida la ladera de ese lado, para alcanzar...
... el
Collado Minguete, que se abre entre el cerro homónimo y el Montón de Trigo. Al
otro lado del mismo,...
...
parecía que las nubes mostraban cierta tendencia a abrir. O, al menos, se veían
menos cerradas que...
... hacia
la vertiente de Valsaín.
En la
horcada, giré a la derecha, tomando, de las dos sendas que salen a ese lado, la
de la misma mano (N), que remonta el meridional del Montón de Trigo.
Como ya
pasó en la Fuenfría, a poco de iniciar esta nueva subida, la niebla se cerró
tras de mí. La progresión era cómoda, ya que la senda abría buen pasillo en el matorral
y el piso era cómodo, hasta que...
Llegué a
una banda de pedreras. No es de las malas, pero hay que caminar con tiento. Por
aquí, empezó a dibujarse ante mí la sombra del cancho cimero.
Al culminar
el Montón de Trigo, me golpeó un viento considerable y las nubes parecieron
abrirse por fin, al menos al norte, pues...
... hacia
el este, no veía más que un muro grisáceo.
Al sur de
donde venía, llegaba a ver el Collado Minguete, pero no así el cerro al otro
lado.
Al este,
de paisaje nada, pero al menos se veía el techo de las nubes, que siempre está
bien.
Y, bueno,
entonces, se descubrió al norte la cresta de la Mujer Muerta. Vaya, al menos
tuve este premio. Y como me estaba helando con el viento, según acabé ese
repaso al horizonte, me puse en marcha. Siguiendo los mismos hitos que me
habían llevado hasta allí, proseguí un poco hacia la izquierda (NO) para bajar
hacia el Collado de Tirobarra.
El
descenso se inicia, incomodo, por pedreras, Durante ese primer tramo, llegué a
ver por momentos el pinar que tenía por debajo y, más allá, una estrecha banda
de llanura.
Al quedar
atrás las pedreras, el terreno pasó a ser de prado y reapareció el trazo de
senda, para hacer aún más cómoda la progresión. Mirando atrás, vi taparse de
nuevo la cima del Montón de Trigo.
El
Collado de Tirobarra tiene dos horcadas. En la primera, la norte, continué
recto y subí al altozano intermedio, desde el cual...
... hay
esta buena perspectiva del Montón de Trigo.
Fue en la
segunda depresión, la meridional, al pie de la Pinareja, donde dejé el cordal,
girando a la izquierda (NE),...
... no
sin antes despedirme de la vertiente de El Espinar, para,...
... con
Peñalara a la vista, tomar una senda que atraviesa en ligero descenso la ladera
hacia un lomo cercano, que atraviesa,...
...
dejándose caer, por terreno más empinado, hacia el fondo del Arroyo del regajo,
cuyo curso seguirá un trecho,...
... bajo
la mole del Montón de Trigo.
En la
pradera donde se asientan las ruinas de la Majada del regajo, o de las Cabras,
la senda, muy borrosa por aquí, me separó del cauce y pasé a atravesar la
ladera casi en horizontal. Eché esta mirada atrás, al breve descenso, antes
de...
...
entrar en el pinar, donde el camino mejoró y del que no salí hasta...
... la
Pradera de la venta. Allí, topé con la Carretera de la República, que tomé a la
derecha (S). Por cierto, que, al fondo, se habían despejado las Guarramillas.
No así
Siete Picos.
Luego,
volví bajo los pinos, de los que no saldría hasta el final. La subida es suave
y cómoda y, casi sin sentir, pasé...
... junto
a la Fuente de la reina, donde dejé de la lado un desvío a la izquierda que va
al Puente de la Cantina.
Luego,
dejé atrás las ruinas de la Casa Eraso (o Casarás) y llegue finalmente al
Puerto de la Fuenfría, que atravesé girando ligeramente a la derecha (S) para
tomar la calzada que ya había empleado al subir.
Al paso
por el collado, se veía así el Montón de Trigo, casi despejado, pero con boina.
Como ya
dije, descendí el Valle de la Fuenfría por donde previamente lo había
remontado. Ahora, llegaba casi a ver la cresta occidental: Peña del Águila y Peñota.
Más
abajo, vi despejados los Siete Picos despejadas. Al menos, los dos primeros.
Así, sin
más, llegué a Majavilán, donde unos discos multicolores animaban los pinos. No.
No son obra de ningún artista local. Son las marcas de diversos itinerarios de
senderismo que confluyen aquí. Y no se ven todos.
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