En la
mañana despejada y fría, así se veía la Peña Negra desde El Travieso. Pero, más
lejos, la turbidez del aire en capas bajas apenas dejaba distinguir una leve
sombra de las sierras de Las Batuecas. Una pena, pues esa tónica se mantendría
toda la jornada.
Abandoné
el aparcamiento por un sendero que sale al fondo del mismo y asciende en
diagonal al sur,...
... abriendo
un buen pasillo en el brezal. Al poco, tenía ya esta perspectiva de las peñas
de Valdesangil más allá del aparcamiento.
Durante
esta parte de la ruta, crucé varios torrentes. Ninguno planteó el menor
problema.
Poco a
poco se fueron descubriendo por delante los roquedos de Las Hoyuelas.
El sol
iluminaba ya la Peña Negra pero la ladera por donde caminaba seguía en una
sombra helada.
Así fui
recorriendo esta monótona ladera a través del matorral, ganando altitud muy
gradualmente, hasta...
...
llegar al pie del potente resalte del Canterón, que...
... los
hitos me llevaron a cruzar por una oportuna y breve canal. Por encima de la
misma,...
...
proseguí la travesía hacia el suroeste, ahora por una terraza prácticamente
horizontal.
Por
encima de mí, fui viendo sucesivamente las cimas del Calvitero y...
... del
Canchal de la ceja, por los que luego pasaría al retornar por la cuerda.
Mientras,
me iba acercando a la Loma de la Culebrilla y, poco a poco,...
...
fueron asomando sobre ella las dos primeras cimas del día, El Torreón y
Talamanca, junto con los espectaculares riscos de los Hermanitos. Al ir a pasar
el lomo, el itinerario balizado se dividió en varios; yo tomé los hitos que vi
más a la izquierda (S) y bajé por el otro lado, descubriendo al poco...
... toda
la cara norte de los Hermanitos, de arriba abajo, cortada por su renombrada
canal.
Al llegar
a las Charcas de Venerofrío, atravesé el fondo de la Hoya Moros hacia el pie de
la Cumbre de Talamanca, en busca de una terraza diagonal que, desde allí,
asciende a la derecha hacia el Collado de los Buitres, que se abre entre el
Torreón y los Hermanitos. Al girar para remontarla, dejé...
... a mi
espalda los bonitos roquedos de Las Agujas, situados bajo la invisible cima del
Canchal de la Ceja. Por cualquiera de sus canales, el acceso a la cumbre de la
sierra sería más directo y fácil, aunque penoso así, sin nieve.
Más
cómodo, aparte de que permite visitar el Torreón, es remontar la diagonal hasta
un rellano, siempre guiado por los hitos.
Con el
desplazamiento, cambiaba la perspectiva hacia los Hermanitos y...
... la
cabecera del Río Cuerpo de Hombre.
A partir
del rellano, la canal se estrecha, empina y torno pedregosa. Los hitos me
llevaron por el lado derecho, donde parece que está el paso cómodo.
Tras un
buen achuchón, llegué a...
... un
segundo rellano, éste cubierto de hierba. Tras el mismo, otra rampa de pedrera,
más tendida y corta, me dejó...
... en el
Collado de los Buitres, entre los Hermanitos y...
... el
Torreón, que presentaba una cara de roca bastante potente. La evité rodeándola
por la derecha, por una rampa regular y despejada, por la que acabé de ganar la
cuerda de la sierra.
Mirando
atrás, la última parte de subida, un último rellano y los Hermanitos.
Ya sólo
me quedaba recorrer un breve lomo, amplio y suave, hasta la cima del Torreón.
Desde el
hito geodésico, al norte, se ven así los Hermanitos y parte de la Hoya Moros.
Detrás, la Peña Negra y, más lejos todavía, difuminadas, las sierras de las
Batuecas.
Al
suroeste, la culminación de la montaña era tan ancha y plana que apenas dejaba
ver la cresta de los Montes Tras la Sierra.
Al sur,
el macizo occidental de Gredos, con la Covacha y los Infiernillos sobresaliendo
del humo dorado; más a la izquierda,...
... el
entronque de la Cuerda de los Asperones tapaba el valle, pero no las crestas
del resto de Gredos, desde la Sierra del Valle al coronamiento del Circo,
donde...
... se
llegaban a reconocer el Almanzor y la Galana.
Reemprendí
camino dirigiéndome por el ancho lomo del cordal hacia el noreste, donde se elevaba
el Canchal de la Ceja.
Enseguida,
el terreno se desplomó en una brecha, a la salida de la cual la cuerda se
yergue en el llamado Tranco del Diablo, rocoso y vertical. Hay dos subidas
relativamente fáciles; la primera, la que se ve a la izquierda de la arista es
un amontonamiento de bloques, prácticamente un graderío, equipado con un viejo
cable (II). Pero, a la derecha del morro, hay...
... otro
paso similar, más vertical pero que, además de con la cadena, cuenta con unos
peldaños (no estaban la vez anterior). Ambas opciones tienen unos diez metros
de altura, pero ésta, a pesar de ser más vertical, me pareció más cómoda y
ligeramente más fácil (II-). Así que me decidí por subir por aquí.
Superado
el resalte, sólo tuve que caminar unos pocos metros por el suave lomo para
llegar a la Cumbre de Talamanca, desde donde se ve así el Torreón. La brecha
que, en medio, pone cierta dificultad al paso, quedaba oculta.
Al
noroeste, los Hermanitos dominando el Río Cuerpo de Hombre ponían un bonito
marco a la lejana Peña de Francia.
Proseguí
por la cuerda, que por aquí no presentaba dificultad ni incomodidad alguna,
sobre todo siguiendo traza e hitos. Pasando por la Portilla de Talamanca, a mi
derecha, pude ver...
... una
buena perspectiva de la Cuerda de los Asperones sobre el Arroyo Malillo, con la
Laguna del Duque al fondo.
Luego,
acometí la subida al Canchal de la Ceja, pasando al principio junto a Las
Agujas, conjunto de riscos cortados por canales.
La boca de
una de ellas me sirvió para enmarcar los Hermanitos en esta foto.
Más
arriba, el lomo se ensancha y tiende, al punto que es difícil distinguir la
cima. Aquí, cuando la senda gira a la izquierda, la dejé, manteniendo dirección
(NE) pendiente arriba, pues el itinerario marcado rodea la cumbre y yo quería
llegar a ella.
Al llegar
a un canto con un gran hito de piedras encima, me encontré ante el hoyo de la
Garganta del Trampal, con sus lagunas en el fondo y la Cuerda de la ceja
extendiéndose a la derecha.
Esta cima
no es muy panorámica, pese a sus grandes altitud y prominencia, pues la
culminación es un extenso llano que quita perspectiva. Así, tanto al sureste,
hacia Gredos, como...
... al suroeste,
hacia el Torreón, o...
... al
noroeste hacia la Sierra de Béjar y las Batuecas, no se ven los valles; sólo
las crestas. Bueno, es lo que hay.
Respecto al
noreste, la mole del Calvitero tapa panoramas más lejanos. Hacia allí continué
la excursión, dirigiéndome primero al oeste para recuperar la senda. Luego, siguiendo
la cuerda, suave en todo su recorrido, salvo...
... en
los primeros metros desde la cumbre, en que desciende con cierta intensidad.
Al paso
por el collado, se abrió a mi derecha la Garganta del Trampal.
La subida
posterior al Calvitero es muy tendida.
Antes de
llegar a la cima, miré atrás para ver el Canchal de la ceja, con el Torreón y
los Hermanitos asomando a la derecha, y...
... a mi
derecha, Gredos.
Porque en
la cima, que si no estuviera marcada con un viejo buzón sería difícil de
localizar entre los varios cantos del llano culminante, pasa como en el Canchal
de la Ceja: la perspectiva es limitada en todas direcciones, excepto...
... al
noroeste, donde la ladera se empina antes y se pueden ver tanto el Embalse de
Navanuño como Béjar y Candelario al pie de la Peña Negra. Mirando hacia la
segunda población, se llegaba a distinguir la plataforma del Travieso, pero no
iba a bajar directamente.
Comencé
por dirigirme al noroeste, derivando ligeramente por el flanco izquierdo de la
cuerda, que es un llano indistinto, donde...
... los
hitos me resultaron muy útiles para no desviarme y...
...
acabar dando con una vieja estructura metálica, junto a la cual la línea de
hitos giró a la izquierda (NO) para...
...
emprender un descenso más directo, abriendo...
... un
surco estrecho pero suficiente en el monte bajo.
Eso sí,
hay que poner atención para no perder las señales. Tras un breve descenso
directo, los hitos giran a la derecha para seguir una diagonal más cómoda.
A media
altura, más o menos, de la bajada, topé con una senda más ancha y marcada, que
tomé a la izquierda (O) para seguir bajando, hasta...
...
llegar al aparcamiento de El Travieso.
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