Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Itinerario exigente que no presenta grandes dificultades, pero
sí muy variadas; un poco de todo, dentro de la dificultad baja a moderada. Más
aún si encuentras la nieve como yo, que tan pronto me hundía hasta la rodilla,
como, dos pasos más allá, me costaba trabajo clavar los crampones. Pero el
premio merece la pena, pues la belleza y grandiosidad de los parajes recorridos
y las vistas desde la cima justificaron de sobra el esfuerzo.
Creo que la bajada buena no es exactamente lo que hice; de eso me di cuenta una vez que estuve junto al Estanh Redon y pude mirar atrás con perspectiva. A partir del collado entre el Tuc del Lac Redon y el Sarrahèra, perdí los hitos y bajé manteniendo la dirección de la vaguada del ibón anónimo. El final del descenso fue un resalte con destrepes por roquedos fáciles, pero verticales (II-), sin poderme quitar los crampones, y cortas canalitas con pendientes que rozaron un par de veces los 60º. Y, todo el rato, con la incertidumbre de no saber lo que había en la siguiente bajada. Luego me di cuenta de que la línea de menor pendiente, que no se ve desde arriba al bajar, va más a la derecha (izquierda al bajar). Posiblemente, los hitos, que reencontré, vayan también por ahí, más pegados a la base del Tuc de Lac Redon.
Por otro lado, si es así, siguiendo los hitos me hubiera perdido el ibón superior y el pasillo de los estanques, que son muy bonitos. Así que, quizá, la mejor opción sea iniciar la bajada por donde yo, para luego volver a los hitos girando a la izquierda al llegar al borde del resalte para retomar el itinerario marcado o, al menos, encontrar terreno más fácil.
RELATO GRÁFICO:
Hacía
frío cuando dejé el Hospital de Vielha, siguiendo las marcas del GR-11, por el
camino que se dirige al vallecito de Conangles. Al trasponer un lomo,...
...
apareció el torrente y se iban descubriendo al fondo, también, las crestas que
cierran la cuenca.
Algo
después, la senda desembocó en un carril más ancho, por donde continué al este,
internándome en el valle.
Al ir a
cruzar el cauce, me desvié, siguiendo las señales, por una senda a la izquierda
(NE), que...
... me
llevó a vadear el Barranco del Estanh Redon algo más arriba. Sería el primero
de varios, en todos los cuales, sin grandes dificultades, sí que tuve que andar
haciendo equilibrios o saltando por los bloques que sobresalían de la
corriente.
A
continuación, atravesé una breve arboleda, al cabo de la cual,...
... ya
podía ver, a mi espalda, una buena perspectiva de la cresta cabecera del valle
de Mulleres, donde destacaba, por su altivez, el Feixant.
Caminaba
ahora por un prado, que se fue empinando y volviendo pedregoso según me
acercaba a la Escaleta de Rius, escarpada ladera que la senda salva cómodamente
trazando lazadas.
Al ganar
altura, ésta era la impresionante perspectiva de la Umbría de Conangles, al
otro lado del barranco.
A media
subida, dejé de lado el desvío a la izquierda que va hacia el Estanh Redon, por
donde iba a bajar más tarde.
Entre los
2.100 y 2.300 m de altitud, la nieve fue aumentando hasta hacerse continua.
La senda
no entra en la cuenca lacustre por el Port de Rius, sino por una terraza un
poco por encima del mismo. Ahí, antes de que empezara a bajar, dejé las señales
por la izquierda (NE) para remontar en diagonal la ladera de ese lado,
aprovechando los sucesivos tubos y palas que más cómodos me parecieron. Así, la
pendiente no pasó de 30º.
Al ganar
altura, fue descubriéndose gradualmente, a mi derecha, el Lago de Rius.
Atrás,
los picos de Conangles y la Contesa, unidos por una bonita cresta.
Al llegar
a lo alto de un lomo, apareció ante mí el Tuc de Sarrahèra. También, la ruta
del ataque final: a la izquierda, un tubo asciende con aparente comodidad hasta
la rampa nevada que forma la cara suroeste. Luego, me saldría a medio tubo por
la derecha para evitar la nieve blanda e inestable. Procuré no perder altura al
dirigirme al tubo.
Rodeando
la cuenca, así se veía la superficie helada del lago, dominada por el Malh de
Rius y el Tossau de Mar. Entre ambos, más allá, el Montardo.
Como ya
dije, aguanté en el tubo hasta que la pendiente, al ser más intensa, añadió
inestabilidad a la blandura de la nieve. Me encaramé entonces al lomo que
llevaba a la derecha, donde alterné pendientes suaves (20º), con pequeñas
trepadas (I).
Hacia los
2.500 m de altitud, se descubrió el lago superior (llamado el torcido, a saber
por qué) de Rius. Y, al fondo, entre el Tossau de Mar y el Tuc de Conangles,
dos picos magníficos, con aristas cuajadas de agujas: el Pa de Sucre y la Punta
d’Harlé.
Entonces,
pasé ante un rellano, que rodeé por la derecha para seguir por el lomo, al
principio parecido, pero con menos roca.
A mi
izquierda, el Tuc de Lac Redon presentaba un magnífico aspecto.
Y más
cuando se empezaron a descubrir, sobre su arista, las crestas del Pirineo
central.
Al otro
lado, el Montardo atraía la mirada.
Llegando
al final, la pendiente aumentó hasta superar bastante los 45º durante unos
metros.
Poco
después, alcancé la cuerda, tendida y carente de dificultad, pocos metros al
oeste de la cima. Mirando atrás desde lo alto del Tuc de Sarrahèra, más allá de
ese último tramo por la arista, las crestas de los macizos de la Maladeta, Perdiguero
y Arbizon, ya muy lejos. Girándome a la derecha,...
... sobre
el Valle de Arán, la blanca barrera septentrional, donde destacaba el Maubèrme.
Al
noreste, sobre el Malh de Rius, una lejana Pica de Estats, aparte del ya visto
Montardo. Siguiendo la vuelta,...
... la
cuenca lacustre de Rius bajo el frente norte de los Besiberris, de los que se
veía su pico norte.
De lo que
no había buena perspectiva era de la Noguera Ribagorzana, oculto el valle por
las montañas cercanas.
Finalmente,
al este, más allá del Estanh Redon, sorprendentemente deshelado, el Macizo de
la Maladeta, con...
... la
cresta más alta del Pirineo bien visible por encima del Tuc de Mulleres.
En esa
dirección, inicié el descenso, atravesando la cara suroeste del pico hacia la
cuerda que va al Tuc de Lac Redon. Primero por pendientes de hierba, tan
incómodas y expuestas, si no más, que...
... las
de nieve que siguieron. Y eso que éstas rozaban los 45º.
Al otro
lado del lomo, perdí de vista los hitos. Y, dentro de la ancha y empinada
vaguada que encontré, escogí descender...
... por
su parte central, buscando las pendientes menores y más regulares. El entorno
era impresionante, con el Aneto y compañía ante los ojos,...
... el
Tuc de Lac Redon a la izquierda y...
... la
Serra de Hònt Hereda, más suave pero también bonita, a la otra mano. Esta parte
de la bajada me dejó en un primer ibón, anónimo y totalmente helado.
Desde su
orilla, se veían así la cumbre y el descenso del que acababa de salir.
A partir
de ahí, el barranco se cierra en un pasillo estrecho, donde se sucedían varios
estanques más pequeños. Muy apacible,
bonito y relajado hasta que...
... el
terreno se desplomó ante mí. La lámina oscura del Estanh Redon se veía cercana
y me asomé al corte, a ver qué tal.
Desde
arriba, la cosa no parecía mala. Lo cierto es que aquí la nieve estaba ya muy
inestable y las canales entre canchos alcanzaban a veces los 60º. Por otro
lado, el destrepe por la roca no era difícil (II-), pero nunca me he sentido a
gusto haciendo estas cosas con los crampones puestos.
Así que
la bajada de este resalte me llevó su tiempo, ya que, además de asegurar cada
apoyo, me tomé con calma la elección entre nieve o roca en cada ocasión.
Frente al
lago, vi una pértiga medidora de nieve y me dirigí hacia ella, esperando
encontrar algún tipo de senda.
De
camino, al cruzar un torrente me fijé en que, bajo el Tuc del Lac Redon, se
abría un barranco más suave que aquél por el que había bajado.
Llegando
a la pértiga, volvía a encontrar hitos, que me llevaron a rodear el lago por su
orilla meridional (izquierda). La travesía es más cómoda de lo que parece; las
señales empezaron llevándome hacia esa terraza ascendente que se ve a la
izquierda y, una vez tomada altura sobre el agua, van...
...
indicando pasajes con pendientes laterales que nunca resultaron fuertes
(30-35º). Al tomar distancia, pude comprobar que, al llegar al borde del
resalte, tenía que haberlo seguido hacia la izquierda para encontrar una buena
bajada. Por otro lado, si bien posiblemente los hitos que dejé de ver irán
pegados al Tuc de Lac Redon, yendo por ahí me hubiera perdido el ibón superior
y el pasillo de los estanques, que son sitios muy bonitos. Así que, quizá, la
mejor opción sea iniciar la bajada por donde yo, para luego volver a los hitos
al llegar al resalte.
Cerca del
final, encontré nieve muy inestable y lo remedié encaramándome al lomo, que
tenía pocos metros por encima. Desde allí, descubrí el valle de la Noguera
Ribagorzana, con el Embalse de Baserca brillante entre los colores apagados del
bosque.
Y así
llegué al final del lomo, donde una corta y acusada bajada me dejó en el
desagüe del lago.
El
panorama era sobrecogedor.
Girando a
la izquierda (S) con la senda, comencé a descender el Barranco del Estanh Redon
junto al torrente, para enseguida separarme del mismo y...
...
atravesar la ladera hacia la escaleta de Rius, donde me encontré con la senda
de la subida. Tomándola a la derecha (SE),...
... ya
sólo me quedó seguirla en bajada para...
...
regresar al Hospital de Vielha.
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