Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Larga
caminata, muy bonita y variada, que, a pesar de llegar al Pico del Lobo,
presenta más atractivos durante la aproximación, que por la propia cumbre. Las
dos rutas tienen caracteres diferentes; más boscosa la subida por el valle del
Ermito y más panorámico el regreso, sobre todo a su paso por las laderas del
Cerrón y la Loma del Agua Fría. Y, aunque era enero y pisamos algo de nieve ya
en la cuerda, no puede decirse que las condiciones fueran invernales; con
nieve, posiblemente sea más conveniente la sugerencia que sigue.
La primera intención era
reproducir un recorrido que, en el invierno de 2009, había hecho, continuando
la remontada del Río del Ermito por el Arroyo del Cervunal. Entonces, cuando la
curva gira a la derecha pasada la confluencia de Ermito y Cervunal, la dejé,
vadeando el arroyo para remontarlo, ya pisando nieve continua, por su orilla
derecha hasta culminar la cima del pico del mismo nombre, desde donde seguí por
la cuerda. El retorno fue igual. Pero, este año, el torrente tan bajaba
crecido, por la gran pérdida de nieve de los días anteriores, que no era seguro
vadearlo cerca de la confluencia. La orilla buena para subir es la derecha, por
estar casi despejada bajo los robles; esta vez intentamos subir por la otra,
pero lo descartamos a los pocos minutos, pues era tan denso y alto el matorral,
que iba a ser casi igual en tiempo la subida directa que el rodeo por las
pistas que acabamos dando. Y mucho más desagradable, fijo. En fin, que ésta es
la alternativa para todo tiempo. Cuando el caudal sea menor, como en
condiciones invernales o, quizá, en pleno verano, resulta más práctico remontar
el Arroyo del Cervunal (insisto: siempre por la derecha hidrográfica). Y,
cuando llegue su turno, ya colgaré la reseña de esa otra variante.
RELATO GRÁFICO:
Desde la
entrada al hayedo de Montejo, cruzamos el puente sobre el Jarama y, justo al
otro lado, tomamos una senda que sube a la izquierda (N), atravesando en
diagonal la ladera, que se mantenía en umbría mientras los primeros rayos del
sol tocaban las crestas circundantes.
Al
desembocar en una pista, el Camino del Ermito, la tomamos a la izquierda (NO)
para remontar por ella el río que le da nombre. Pasamos un par de
bifurcaciones; en la primera, seguimos por la derecha (N) y, en la segunda
(ésta), ya a la vista de la cresta del Cerrón, por la izquierda (NO). Por
cierto, que aquí es donde, a la bajada cerraremos la ruta.
La mayor
parte de esta aproximación, transcurre a través de un denso robledal y con la
compañía del agua. De la que lleva el río, siempre a nuestra izquierda, y la de
los varios arroyos que hubimos de vadear.
De vez en
cuando, un claro nos dejaba ver las crestas. Por delante, en lo alto del corte
del arroyo homónimo, el Pico del Cervunal, donde habríamos ganado el cordal, si
no hubiera bajado tan crecido el torrente. Cuando saqué la foto, aún no lo sabíamos.
A la
derecha, el Cerrón, que íbamos sobrepasando por su base.
Al pasar
la confluencia, el mismo camino dejó de remontar el curso del Ermito para
seguir el del Cervunal un corto trecho y, luego, separarse también de éste,
girando a la derecha para remontar...
... en
cómodas diagonales la ladera occidental del Cerrón.
Al ganar
altura, fuimos saliendo del bosque, pudiendo ver, al otro lado del Río del
Ermito, cómo la Cuerda de las Cebolleras iba haciéndose visible sobre la del
Medio.
Por
delante, la Sierra del Rincón y, al otro lado del boquete del Lozoya, los
cordales del Guadarrama con nieve en las Cabezas y Peñalara.
Mirando
atrás, vimos asomar el Pico del Lobo a través del collado de Canchos Buenos.
Por ambos sitios íbamos a pasar y, para dirigirnos a ellos, al pasar por...
... la
vertical de la cima del Cerrón, giramos a la izquierda (N) en un desvío que...
...
prosigue subiendo en diagonal por el flanco del cordal.
Para
entonces, habíamos superado la cota dos mil y el domo cimero del Tres
Provincias se había descubierto del todo, mostrando los cóncavos de su
vertiente oriental.
Poco
después, distinguimos también, a través del Collado del Puerto, el mar de nubes
bajas que se extendía al otro lado, sobre la submeseta norte.
En
Canchos Buenos, frente a la Cuerda de la Pinilla, rematada a la derecha en el
Pico del Lobo, se acabó el carril. Pero continuamos, manteniendo la dirección,
por una senda de trazo borroso, pero balizada, que continua siguiendo el cordal
por su flanco oriental (derecho).
A nuestra
derecha, se abría ahora el “Ayllón profundo”: el apartado valle del Río
Berbellido, dominado por los picos de La Cebosa y Cabeza Pinillo. Entre ambos,
al fondo, asomaba el Ocejón.
En el
siguiente collado, el de la Majada de los Carneros, la senda dejó de seguir el
cordal para derivar hacia la derecha (NE) y dirigirse hacia el cordal, dejando
de lado el Cervunal y ganándolo entre las dos puntas más occidentales de Las
Mesas (2.224 y 2.226), que son las que se ven a la derecha.
Primeramente,
una traza en la hierba nos condujo a través de una despejada pradera de
pendiente moderada. Mirando atrás a mitad de esta subida, se veía así de bonito
el Cerrón.
Luego, el
rastro prácticamente despareció un unas estacas nos marcaron el paso
teóricamente bueno (no siempre lo fue), a través de un terreno más incómodo de
brezos y canchal.
Así
llegamos a la Cuerda de la Pinilla, al este del Cervunal. Efectivamente, sobre
las tierras segovianas persistían las nubes bajas.
Por
delante, sólo nos restaba recorrer un corto trecho de cordal, donde un buen
camino permitía soslayar el cresterío de Las Mesas, y la breve subida final al
cono cimero. La única incomodidad fue que la nieve que cubría la vereda, que
estaba en las peores condiciones: fina costra quebradiza sobre un espesor
considerable de nula consistencia. Valga decir que, según la hora de las fotos,
nos llevó casi 10 minutos cubrir los escasos 300 metros de la parte llana del
cordal.
Al llegar
al Portillo de las Mesas, descubrimos la loma de Las Peñuelas y, más allá del
mar de nubes, la sombra oscura de la Cordillera Ibérica. Fue un alivio ver que
el lomo estaba libre de nieve y que...
... se
podía culminar el Pico del Lobo prácticamente sin pisarla.
Antes de
llegar arriba, una mirada al norte, pues la vista en esa dirección desde la
cima misma queda bloqueada por las ruinas de un edificio, estación superior de
un remonte que nunca llegó a funcionar.
Pero,
yendo a lo positivo, quizá el mejor panorama desde lo alto del Pico del Lobo
sea el que se descubre al llegar desde el este: los sucesivos cordales
occidentales de Ayllón (el Rocín, el Dragón, etc.). Más allá, en el horizonte,
la larga cresta de los Picos de Urbión.
También,
la mole aislada del Moncayo y, más cerca, en...
... los
límites orientales del Sistema Central, el Alto rey y el Ocejón.
Asimismo
resultaba muy atractiva la vista del arco meridional, con el Cerrón entre las
crestas de la Sierra del Rincón y las del Guadarrama.
Bien
reconocibles y con bastante más nieve que aquí, las Cabezas y Peñalara.
Hacia el
oeste, la Cuerda de la Pinilla y, más allá, el Tres Provincias. Tras una parada,
que fue corta, pues la excursión se había alargado al no remontar el Arroyo del
Cervunal, emprendimos en esa dirección el regreso, deshaciendo camino por Las
Mesas.
Llegando
ante la última de sus puntas (2.224), una estaca indicaba el lugar (cuidado,
que el arranque de la traza a penas se veía) en que había que dejar el camino
por la senda que, a la izquierda (S), desciende...
... en
diagonal hacia el collado de la Majada de los Carneros, donde...
...
encontramos el cabo de la pista que rodea el Cerrón. De momento, íbamos
deshaciendo la ruta de ida, hasta que...
...
llegamos a aquel cruce bajo la cima del Cerrón. Allí, ahora, giramos a la
izquierda (SE) para volver por una ruta distinta. Primeramente, atravesando la
ladera ganar la cuerda al sur de la cumbre, en...
... el
Collado de la Ortigosa, donde pudimos ver el Santuy más allá, con el fondo de
la Sierra del Rincón.
Al pasar
a la vertiente occidental, la pista hace una lazada, desde la cual se ve así la
cima del Cerrón.
Mejor es
la vista al oeste, con la Sierra del Robledal enmarcada por las crestas de la
Cebosa y el Pìcaño.
Mientras
seguíamos la Cuerda del Agua Fría al sur, podíamos ver al otro lado una
luminosa perspectiva del Valle del Lozoya.
Dejando
atrás el Picaño, pasamos junto a unos grandes hitos en la cresta. Entonces, se
abrió a nuestra derecha...
... la
vertiente del Arroyo de Canalejas, que baja hacia Bocígano. Más allá,...
... asomó
en el horizonte el Ocejón, del cual nos despedimos, pues...
...
tocaba cambiar de vertiente. Al pie mismo del Santuy, dejamos la pista por la
derecha (O) para buscar, entre el matorral que rodea la ladera,...
... la
salida de una senda que se dirige por la cuerda al norte, para girar enseguida
a la izquierda (O) y...
... bajar
hacia el Río del Ermito. Delante, de nuevo, las Cebolleras.
El camino
seguía el lomo del Ravinate y mejoró al
perder altura.
Al dar
con el extremo de un camino más ancho, aunque con signos de poco uso, que salía
a la izquierda (SE), lo seguimos y...
...
entramos en la cuenca del Arroyo Ravinate, que rodeamos en ligero descenso. Ya
en la otra vertiente,...
...
pudimos distinguir los cursos del Jarama y el Ermito a ambos lado de la Loma
del Medio.
Al poco,
desembocamos en el Camino del Ermito, cerrando la ruta. Tomándolo a la
izquierda (S), acabamos de deshacer camino hasta el Hayedo de Montejo, sin
olvidar,...
... al
llegar a la altura del Puente del Jarama, dejar la pista por la senda que ataja
a la derecha (SO), ahorrándonos algo de rodeo.
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