Pico de Lanchamala (2.002)

ASCENSIÓN DESDE NAVALUENGA

GARGANTA DE LANCHAMALA, CON EL RISQUILLO MARTÍN (1.848)

El Pico de Lanchamala es el más alto de la Sierra del Valle, la más oriental y menos visitada de Gredos. Culmina una loma alargada de relieves suaves en general, salvo donde aflora la roca, en forma de grandes placas y espolones empinados, añadiendo un toque abrupto al conjunto. Las laderas están cubiertas de densos bosques y bandas de matorral, llegando estas últimas hasta la misma cuerda, jalonada por los típicos cuetos de bloques apilados. Dentro de la sierra, el Lanchamala es una prominencia redondeada más; siendo la más alta, no llama en exceso la atención y comparte las características generales del conjunto.

La ruta consiste en remontar el cuenco que se abre al norte de la cima. Para bajar, recorrí la cuerda al este hasta el entronque del lomo que cae al norte hasta la Pasada del Horco, por donde pasa el sendero balizado que me devolvió al punto de partida.

En la vertiente norte del Pico de Lanchamala, se abre la garganta homónima, partida por un característico espolón

SITUACIÓN:

  • Zona: Macizo Oriental de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra del Valle
  • Base de partida: Navaluenga (Ávila)
ACCESO: Navaluenga es un municipio abulense situado en el sureste de la provincia, en el valle del Alberche, frente a la vertiente norte de la Sierra del Valle, que forma parte del Macizo oriental de Gredos. El punto de partida ideal son unas fincas situadas 4,5 km al sur del pueblo, junto al vado de La Lanchuela y la zona de senderismo llamada, en GoogleMaps, Agua Clara. Al lugar he accedido más de una vez con un turismo, pero esta vez, hube de salir kilómetro y pico antes. Como la aplicación de Google no guía hasta ese lugar; para calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta, hazlo mejor con el siguiente link a Waze.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 922 / 2.002
  • Mi tiempo efectivo: 6h07
  • Mi tiempo total: 6h56
  • Dificultades: PD. Varios pasos cortos de II grado y muchos I en la garganta. Terreno de matorral y pedrera sin senda, muy incómodo y con escasas referencias, durante la mayor parte del recorrido.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: A partir de la zona de El Enebral, seguir la pista que remonta la Garganta de Calabares. Pasada la Lanchuela, cuando el camino se bifurca, seguir por la derecha (SO) y, poco después, al pasar junto a unos rediles, buscar a la izquierda (S) una traza borrosa que abre un estrecho paso en el matorral. Tomarla para remontar en diagonal la ladera hasta dar con la Garganta de Lanchamala y remontarla. En una confluencia de torrentes, seguir por el de la derecha (SO), afrontando los primeros pasos angostos e incómodos. Luego, al llegar ante un llamativo espolón, comenzar a remontar directamente las placas y resaltes que forman su base, separándose del cauce, superando continuos pasos de escalada de escasa dificultad (I / II). Cuando la roca se yergue, rodearla hacia la derecha (O) para continuar por el brazo occidental de la canal. Llevados por el terreno, siempre incómodo, aunque ahora sin tener que trepar, se alcanza el lomo del espolón y, siguiéndolo, el de la Rubiera. Por éste se alcanza, teniendo de nuevo que afrontar algún pasito (I) por roca, el Pico de Lanchamala (PD).

Tomar la cuerda a la izquierda (SE), recorrida por una mala senda que va pasando por lo alto o rodeando sucesivas prominencias según convenga, hasta la punta este de La Errencilla (1.956). Dejar la cuerda, bajando a la izquierda (NE), a través de un matorral no demasiado incómodo hasta el Risquillo Martín y seguir luego lomo abajo, hasta que éste se convierte en arista de roca. Descender entonces de la cuerda por la izquierda (NO), con algún mínimo destrepe (I) y atravesar luego la ladera, a través de nuevo de matorral incómodo hasta el lomo de La Pobadilla. Girar a la derecha (N) para bajar, por terreno algo mejor, hasta la Pasada del Horco, donde encontraremos un sendero balizado (PR). Tomándolo a la izquierda (O), se llega a aquella primera bifurcación de la jornada. Tomándola ahora a la derecha (N), nos llevará a La Lanchuela y, luego, hasta el lugar de partida en El Enebral.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La pista que sube de Navaluenga a La Lanchuela vadea la Garganta de los Calabares. Varias veces había pasado por ahí con mi coche, pero, esta vez, no me atreví por lo crecido que bajaba el torrente. Un todo terreno pasaría sin problemas (había dos aparcados más arriba), pero, como no era el caso, busqué dónde aparcar sin estorbar el paso y partí de kilómetro y medio antes de la Lanchuela. Esto me alargó la ruta, además, en 150 m de desnivel; total, algo menos de una hora entre la ida y la vuelta.

La ruta es exigente en todos los aspectos. Las trepadas son fáciles, pero, las de la base del espolón, muy incómodas, pues había arbustos creciendo en las grietas de la roca y huecos entre bloques y, como siempre, estaban en donde más estorbaban. Además, pero esto es circunstancial, encontré placas mojadas, que me hicieron asegurar cuidadosamente el paso, y otras escarchadas, que me obligaron a dar rodeos poco prácticos. Luego, hay mucho terreno empinado, matorral cerrado, pedreras poco estables, vadeos no siempre sencillos, etc. Y zonas con escasas referencias para orientarse. En suma, no se trata de tener buena técnica o estar en forma simplemente, sino de estar acostumbrado de moverse por terreno salvaje, en todas sus variedades, y poseer el instinto y las destrezas que sólo dan la práctica.

Pero la ruta es preciosa, tanto por el panorama como por los parajes, impresionantes, que se atraviesan al remontar la garganta. Ya cuando subí hace pocos años por el lomo de la Rubiera me lo había parecido y esta jornada lo he confirmado. Tampoco la bajada, que es una alternativa asilvestrada pero practicable a la más larga del Puerto de Navaluenga, está mal en ese aspecto.

RELATO GRÁFICO:


No pudiendo llegar al final de la pista que sube de Navaluenga, aparqué donde pude en la zona de El Enebral y continué caminando por la misma, con la cumbre a la vista.

Tras vadear la Garganta de los Calabares, me tocó cruzar también la de Lanchamala por La Lanchuela, con el carril transformado en camino pedregoso, que...

... se bifurcó poco después. Continué por la derecha (SO), siguiendo la sugestiva indicación al Lanchamala “fuera de ruta”.

Continué subiendo por el camino que recorre este vallecito de Los Calabares hasta...

... unos rediles con árboles dispersos. Allí, al pasar por esa esquina, lo dejé por la izquierda (S), remontando la ladera por...

... una traza estrecha y borrosa, pero suficiente para atravesar el matorral con cierta comodidad. Ahora, me dirigía en diagonal hacia la boca donde la Garganta de Lanchamala se estrecha, que podía ver delante a la izquierda.

Al ganar altura sobre el valle, podía apreciar la cresta que lo cierra al otro lado y que, un día, tengo que recorrer.

Ya llevaba un buen trecho subido cuando pasé junto a un primer hito. Encontré pocos y, más que como guía, sólo me sirvieron para confirmar que no iba muy desviado. Volviéndome, ya se veía un trozo de valle del Alberche, con el pueblo de El Barraco a un lado. Al otro, en el horizonte, el Guadarrama, donde...

... se reconocían bien Peñalara, las Guarramillas o la Maliciosa.

Al llegar a la boca del congosto, descendí al cauce para cruzarlo y...

... subir por la orilla izquierda, mucho más cómoda. Bueno, hasta apareció, de vez en cuando, una traza.

Tras pasar una zona empinada junto a la Lancha de las Yeguas,...

... el barranco se tendió, mientras al fondo se iba descubriendo la cabecera de la garganta, dividida por un espolón. Continué remontándola, por una orilla u...

... otra, según me parecía más cómodo. Seguí viendo hitos de vez en cuando, pero es más fiable guiarse por la propia vista.

Más adelante, en una confluencia y continué siguiendo el cauce principal, que era el que subía a la derecha (SO).

A partir de ahí, el cauce se encajona y empina, resultando incómoda la progresión, entre grandes bloques y matorral.

Pasado un redil, el matorral se cerró aún más. Guiado por hitos, que aquí sí estaban bien puestos, vadeé el torrente por última vez para alcanzar una zona de placas tendidas y escalones que se extiende hasta la base del espolón.

La roca, además de ser empinada, estaba empapada y cubierta de musgo resbaladizo, así que, aunque objetivamente fácil (I), me tomé la trepada con calma y precaución.

Luego, encontré algunos escalones, cortos y que no llegaban a ser difíciles (II), pero donde los arbustos molestaban lo suyo, obligando con frecuencia a forzar el paso más de lo que el grado haría necesario. Y seguía viendo hitos, así que no debía de haberme desviado mucho del sitio bueno.

Abajo, el agua corría bonito sobre grandes lanchas.

Donde la roca se yergue, se ve una posible trepada, siguiendo esa especie de diedro-repisa en el flanco izquierdo. Pero, con todo ese musgo y la roca húmeda, no me pareció aconsejable, así que, siguiendo unos hitos, rodeé el cancho por la derecha (O), dejando..
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... atrás el cauce principal de la garganta para...

... pasar al lado occidental del espolón, donde...

... encontré una canal seca de cantos y matorral, muy incómodo, pero ya sin ninguna dificultad. Aunque tenía que ir rodeando placas de hielo.

Así llegué a colocarme a la altura de la punta del espolón, a partir de la cual...

... el terreno se abre y pierde pendiente.

Más arriba, todavía seguía la roca, en forma de crestón. Cuando su flanco perdió potencia y...

... tras evitar por abajo unas grandes placas de hielo, giré a la izquierda (SE) para,...

... encaramarme al filo.

Para entonces, podía ver bastante cerca la cuerda de la sierra, al este de la cumbre; es decir, por donde iba a descender luego.

Al otro lado, podía ver la Sierra de la Paramera, más allá del lomo de La Rubiera.

Ahora, lo que quedaba del espolón era un lomo de pedrera, que fui remontando, ayudándome ocasionalmente de las manos (I).

Empinado, pero siempre más cómodo que el matorral.

Luego, al fundirse este espolón con el lomo de la Rubiera, volvía encontrarme la simpática mezcla de cantos y piornos.

Lo compensaban las vistas. A la derecha, se fueron descubriendo las otras Parameras y, luego,...

... la Sierra de Candelario y el cordal principal de Gredos.

Al otro lado, podía ver la cuerda que recorrería tras la cumbre, incluidos La Errencilla y el Risquillo Martín.

Antes de culminar, aún habría de usar las manos (I) para superar el cueto cimero, que, por la izquierda, es muy fácil.

Desde lo alto del Pico de Lanchamala, descubrí al sur los valles del Tiétar y el Tajo, bajo las siluetas sucesivas de la Sierra de San Vicente y los Montes de Toledo. A la derecha,...

... seguía al oeste el cordal de Gredos, por la Sierra del Cabezo. Al fondo, los dos grandes macizos nevados del...

... Circo de Gredos y...

... la Sierra de Candelario. Siguiendo con la vuelta,...

... las tres Parameras y...

... el gran hueco entre éstas y el grupo del Guadarrama. A mis pies, se apreciaba el desnivel superado, aunque la perspectiva de la garganta no es buena.

En fin; acaba el giro al este, donde la Sierra del Valle se prolonga hasta La Escusa y el Pico de Casillas. Hacia allí comencé el retorno, recorriendo la cuerda por la teórica senda balizada que va por ella, aunque la realidad es que, entre hito e hito, encontré trechos cerrados de matorral. Primeramente, llegué al vértice geodésico, desde donde...

... se ve así la cima.

Continué por la cuerda al este. Aunque no hay senda como tal, el matorral no era tan cerrado ni alto como para entorpecer el paso.

A mi derecha, al sur, llevaba todo el rato el panorama de valles y cordales resaltados por la bruma.

En la Errencilla, surgen en el lomo del cordal varios cuetos rocosos, que los hitos...

... rodean por el sur (derecha)...

... para luego recuperar la cuerda junto a la última punta (1.956).

Más allá, el cordal pierde altitud en el Puerto de Navaluenga. Pero yo lo dejé aquí, bajando a la izquierda (NE) por...

... lo alto de un lomo, que, más abajo, se elevaba ligeramente en el Risquillo Martín. Aquí, ya no había hitos ni...

... traza, pero, con paciencia, pude pasar a través del matorral, serpenteando para buscar huecos, sin apenas pelea.

Desde el collado intermedio (1.838), había una bonita perspectiva del cordal al este.

Luego, la subida al risquillo fue corte, suave y más despejada.

Desde esta pequeña culminación, había una buena vista de la sucesión de espolones de la vertiente norte, de aquí al Lanchamala.

Y, al otro lado, de las impresionantes pendientes cabeceras de la Garganta de Muñogrande.

Continué lomo abajo, que es ancho y verde al principio y, luego, se...

... se vuelve rocoso y un tanto afilado. A partir del cambio, fui atento a mi izquierda (NO) para buscar un buen lugar para bajar. Me costó triscar unos metros por bloques y un mínimo destrepe (I) alcanzar...

... la cuenca de matorral y pedrera que se extiende al oeste del lomo del Risquillo Martín. Con bastante trabajo, atravesé en ligero descenso diagonal...

... la incómoda ladera hasta el siguiente lomo, el de la Pobadilla.

Encontré éste, con alivio, bastante más despejado. Tras echar una mirada a la cresta que había recorrido antes,...

... giré a la derecha (N) para bajar por la cuerda hacia la Pasada del Horco que se veía más abajo.

Poco antes del collado, entré en el bosque y, al llegar, me encontré con la senda balizada que lo atraviesa. Tomándola a la izquierda (O), proseguí...

... descendiendo entre robles y...

... algún torrente, hasta que...

... salí del bosque prácticamente llegando a aquella primera bifurcación de la jornada, poco por encima de La Lanchuela. Tomando ahora el camino a la derecha (N), fui...

... deshaciendo camino hasta el lugar de partida, mientras caía la tarde.

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