Pusilibro (1.596)

ASCENSIÓN DESDE EL CASTILLO DE LOARRE

POR LA CRESTA Y LA FUEN PERENA

El Pusilibro es el pico más alto del grupo de sierras que se extiende, en el límite meridional de la Jacetania, entre los valles del Gállego y el Isuela. Es decir, Prepirineo puro. Un mundo de relieve complejo, donde se mezclan las lomas redondeadas cubiertas de verdor con los peñascos descarnados. Y, entre los cordales, arroyos encajonados en barrancos estrechos y profundos. Además, en el caso de esta Sierra de Javierre, desde la cresta se contempla el Pirineo a un lado y las anchuras de aspecto ilimitado del valle del Ebro al otro. En suma, belleza y contrastes en una montaña de altitud modesta y buena prominencia.

La excursión se desarrolla por la vertiente meridional de la montaña, uniendo las dos rutas habituales, que transcurren íntegramente por caminos. La subida, por una cresta desprendida al sur del cordal principal al oeste de la cumbre y, la bajada, a través del cóncavo boscoso abierto al sureste de la misma.

Las laderas de Lugas y el Pusilibro se alzan sobre el Castillo de Loarre

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Jacetano y Serrablés (Pirineos)
  • Unidad: Sierras de Loarre y Javierre
  • Base de partida: Loarre (Ávila)
ACCESO: El Aparcamiento Castillo de Loarre es el monumento más conocido  del pueblo oscense de Loarre, situado en el oeste de la provincia, al pie de la cadena más meridional del Prepirineo jacetano. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.073 / 1.596
  • Mi tiempo efectivo: 2h09
  • Mi tiempo total: 2h42
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Castillo de Loarre por el sendero balizado (PR) que se dirige al NE y se interna en el Pinar de Galán. Al dar con una pista, siguiendo las indicaciones, tomarla a la derecha (E) para dejarla al poco por la izquierda (NE) y continuar remontando la ladera en diagonal hasta encontrarse en La Cresta. Girar con la senda a la izquierda (NO) y seguir la cuerda. Al llegar al cordal principal, nuestra senda desemboca en otra, que lo recorre; tomarla a la derecha (NE) para alcanzar la cima del Pusilibro.

Continuar por la senda del cordal, primero al NE y luego al SE, entrando de nuevo en el bosque. Cuando el camino se bifurca, seguir por la derecha (S) y, luego, al dar con un camino más ancho, de nuevo a la misma mano (SO). Tras pasar junto a la Fuen Perena y un par de cruces, donde no hay más que atender a las señales y, si no, seguir la única opción transitable con comodidad, se sale a una pista horizontal. Tomándola a la izquierda (SE), se cruza La Cresta y se reencuentra el segundo cruce de la jornada, desde donde sólo queda deshacer camino a través del Pinar de Galán para regresar al Castillo de Loarre.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Prácticamente, un paseo familiar a un pico con fama de tener bonitas vistas (prácticamente, no las disfruté), pasando por entornos muy bonitos (eso sí lo puedo confirmar). Y también se puede incluir en la jornada, como epílogo, una visita al castillo. Toda la ruta estaba señalizada con carteles, además de las marcas correspondientes, así que tampoco hay problemas de orientación. Aunque pisé bastante nieve, ésta tenía tan poco espesor y consistencia, que, a efectos de dificultad, es como si fuera pleno verano. Y nada más se me ocurre.

RELATO GRÁFICO:

Cuando dejé el aparcamiento del Castillo de Loarre por un camino balizado que se dirige al noreste, hacia el cercano Pinar de Galán, unas nubes oscuras cubrían la cresta de la sierra.

Sin embargo, atrás predominaban los claros sobre el valle y, como también soplaba un considerable vendaval, iba esperanzado en que despejara.

Justo ante la linde del pinar, encontré el primero de muchos cruces (éste es el segundo, ya dentro del bosque). No hay más que seguir las señales y, en caso de duda, subir siempre en diagonal al noreste.

Al pasar por algunos claros, podía ver la cresta de la sierra hasta el Gratal, a mi derecha, y...

... la Plana de Huesca a mi espalda.

Pero, la mayor parte del tiempo, los árboles limitaban la vista. Poco a poco, el suelo se fue cubriendo primero de escarcha y...

... luego de manchitas de nieve. Al salir de los picos, topé con una pista horizontal que tomé a la derecha (E) para dejarla a los pocos metros por esta senda más estrecha a la izquierda (NE), por la que...

... retomé el ascenso en diagonal, ahora a través del matorral. Al llegar a un lomo, llamado simplemente La Cresta, me encontré... 

... ante el barranco y el cerro Caballera. Aquí, giré a la izquierda (NO)...

... con la senda para remontar esta arista.

Al ganar altitud, la vista al sur se ampliaba, mientras que...

... rocas y árboles a mi alrededor se escarchaban, dando ocasión a...

... composiciones como ésta. Lástima que la atmósfera también se enturbiara.

Aunque mi costumbre en sitios así es caminar la arista, preferí esta vez la senda donde, al ir por la vertiente izquierda, estaba protegido del fuerte viento.

Volví al filo, ya muy cerca del cordal principal, donde mi senda desembocó en otra, que la recorre y que tomé a la derecha (NE).

Afortunadamente, este lomo es más amplio y crecen sobre él grupos de árboles que me protegieron, al menos en parte, del viento.

De vez en cuando, los claros me dejaban ver algo, pero las crestas más allá, al norte, apenas se distinguían.

Por un momento, aclaró lo suficiente para ver la cresta de la sierra al oeste a mi izquierda.

Poco después, estaba frente al hito y al sol. Pero, al asomarme al otro lado,...

... las nubes agarradas a las crestas apenas dejaban ver nada de ellas, pese a que el cielo se presentaba mayoritariamente azul.

Si miraba atrás, a la parte por donde había venido, peor. Bueno, al menos, el entorno y la luz estaban bonitos.

Con este panorama, más el viento y el frío reinantes, aguanté poco en cumbre. Ya pararía luego, a resguardo. De momento, comencé el descenso continuando por el camino, que sigue la por cuerda, primero al noreste y luego...

... al suroeste al entrar en el bosque, a través del cual abría un angosto pasillo. Sin panorama, pero protegido.

No llevaba mucho bajado, cuando la senda se dividió en dos. Aunque la nieve no dejaba distinguir bien las trazas, señales y cartelería no dejaban lugar a dudas. Ambas opciones me servirían. La de la derecha (S) va por el cóncavo de la Fuen Perena, que se abre al sur de la cima, es la más directa. La otra (E) continúa por la cuerda y permite un retorno más prolongado, visitando el cerro y la fuente del Puzo. Como antes en La Cresta, otro día habría escogido la alternativa larga, pero, este día, con el viento y las nubes bajas, decidí abreviar y tomé la senda de la derecha.

Según perdía altura, comencé a ver algo más allá de los árboles.

Al paso por un rellano, desemboqué en un camino más ancho, que tomé a la derecha (SO), atendiendo a las señales, y que...

... en pocos metros se había vuelto a estrechar y empinar. Pasé luego por la Fuen Perea, que no se ve en la foto, oculta en los matorrales de la derecha.

Salí a otro carril transversal, comido por la vegetación. Aquí, no necesité señales. Sólo a la derecha (SO) había paso razonable.

Cuando la vegetación se cerró aún más, un cartel e hitos indicaban girar a la izquierda (SE) para descender por una senda estrecha y empinada, pero más limpia, que...

... desembocó en una pista horizontal. Es la misma por la que ya había caminado entre el Pinar de Galán y La Cresta. Obviamente, la tomé a la derecha (S) para regresar.

Al trasponer La Cresta, había...

... una buena perspectiva de la Plana de Huesca.

Luego, pasé ante el desvío hacia La Cresta, a partir de donde fui deshaciendo el camino de la ida a través del Pinar de Galán...

... hasta regresar al Castillo de Loarre, donde el día se presentaba engañosamente agradable y soleado.

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