Lobatejo (1.380)

ASCENSIÓN DESDE ZUHEROS

CRESTEO, CON LA PEÑA DE MIGUEL PÉREZ (1.272)

El Lobatejo es el pico más alto de la Sierra de Cabra, la más noroccidental de las que, a caballo entre las provincias de Córdoba y Granada, forman la Subbética Central. Está situada entre el Valle del Guadalquivir y el resto del conjunto, al este de la población con la que comparte nombre. Se trata de un complejo conjunto de lomas y cerros redondeados, cubiertos de pasto y encinar, y fuertemente karstificado, sobre todo en forma de lapiaz, aunque también se encuentran dolinas, crestones y agujas, aunque en menor número y de entidad modesta. Pese a su altitud modesta incluso para la zona, es una cumbre orográficamente significativa por su gran aislamiento, con más de 700 m de prominencia, lo que, junto a su situación en el límite de la cordillera, permite unos panoramas amplios y variados.

El Lobatejo y la vecina Peña de Miguel Pérez, en realidad una ancha y suave loma, forman la cabecera del Arroyo de Navahermosa. Aproximándose desde el norte, la ruta consiste en recorrer la cuerda que la rodea, visitando ambas cimas.

El Lobatejo visto desde el lomo de la Peña de Miguel Pérez

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Béjar (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Candelario
  • Base de partida: Solana de Ávila (Ávila)
ACCESO: La población cordobesa de Zuheros está situada en el sur de la provincia, al pie de la vertiente norte de la Sierra de Cabra. La ruta no parte del pueblo, sino del Llano del Moro, lugar situada sobre la carretera de acceso a la Cueva de los Murciélagos, a 3 km del pueblo, uno antes de llegar a dicho monumento. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 913 / 1.380
  • Mi tiempo efectivo: 5h04
  • Mi tiempo total: 6h01
  • Dificultades: Muy fácil técnicamente, pero transcurriendo la mitad del recorrido por terreno incomodísimo de lapiaz y trechos cortos de vegetación de encina y matorral extremadamente densa.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Llano del Moro por una pista que se dirige al este y, luego, vira al sur para internarse en la sierra. Pasados el Cortijo Moreno y el desvío que va la Fuente de la Canaleja, dejarla por un camino algo peor que sale a la izquierda (SO) y remonta la ladera de la Loma de los Pozuelos, alcanzándola en collado (1.171). Ya sin camino, tomar la cuerda a la derecha (O) y seguirla, por terreno muy incómodo de lapiaz, hasta la cima de la Peña de Miguel Pérez. Continuar el cresteo al sur, pasando por el Collado del Navazuelo, hasta alcanzar la cumbre del Lobatejo.

Descender, primero al norte y luego ligeramente al NO, buscando el mejor terreno a la derecha de la arista norte. Es conveniente, durante el descenso, ir mirando la ladera de enfrente para localizar el acceso más despejado al collado (1.171), que transcurre por un cóncavo herboso entre dos riscos característicos. Una vez en el Arroyo de Navahermosa, tras haber afrontado, además del lapiaz, el paso a través de vegetación densa y dura, cruzar el cauce y remontar la pendiente opuesta. Primero, por los canchos y pedreras que se extienden al pie del risco de la izquierda que se veía desde enfrente; luego, de nuevo por vegetación cerrada y, finalmente, por una empinada pradera, hasta alcanzar la Loma de los Pozuelos en el mismo collado de la ida. Y ya sólo resta regresar al Llano del Moro por el mismo camino de la ida.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Caminata muy bonita, variada y panorámica, que tiene la pega del incomodísimo terreno por el que transcurre, que va a ralentizar el ritmo de progresión. Con tanto lapiaz, desaconsejo ir con calzado sin caña, tipo zapatillas de trekking, o con suela muy blanda, si es que le tenemos un mínimo cariño a nuestros pies y tobillos. Creo además que no hay alternativa, pues no vi ningún trazo llegar a la cumbre del Lobatejo y, si bien había algunos hitos en su lomo suroeste, no tenían continuidad ni vi diferencia alguna entre la línea presuntamente marcada y el resto del lomo. Vamos que, mejor, levantar la vista y dejarse guiar por los propios ojos. Y, a pesar de tanto inconveniente, considero la excursión muy recomendable.

RELATO GRÁFICO:

No salí del Llano del Moro por la pista, sino por un carril menos marcado que se dirige al SE y parece ir más directamente hacia la sierra.

Dio igual: el camino acabó convergiendo con la pista, a la que me incorporé para continuar la aproximación. Tras seguir recto (S) ante un desvío, bajé a un barranco, del que salí por una vaguada de la vertiente opuesta. Al llegar a lo alto de esa cuesta, me encontré ante...

... un segundo arroyo, el de Moreno y Zarzilla. Lo crucé igualmente y remonté la ladera opuesta, que ya es la de la Cuerda de los Pozuelos en diagonal. Tras pasar junto al Cortijo Moreno, traspuse un lomo, cambiando de...

... vertiente, pero continuando la suave remontada. Al fondo, veía ahora los Tajos del Peral, que caen de la cuerda de la peña de Miguel López, primera pico de la jornada.

Pasado el desvío a la Fuente de la Canaleja, la pista deja de subir a partir de esta curva. Entonces, la dejé por ese camino a la izquierda (SO). Si el inicio está borroso,...

... enseguida, la traza se define. Mientras continuaba ascendiendo hacia la cuerda, a la derecha, llegaba a...

... distinguir borrosamente, entre los cerros del Bramadero, el caserío de Baena. Más allá nada. El día se presentaba turbio.

El camino acabó en al llegar a lo alto de la Cuerda de los Pozuelos, en el collado (1.171), en un paraje rodeado de encinas. Al fondo, una cancela oxidada permitía pasar una cerca que va por la cuerda. La crucé y...

... salí a un prado desde el que pude ver, por primera vez, la cumbre del Lobatejo ante mí. Pero no me dirigí a ella directamente, sino que giré a la derecha (O) para...

... recorrer la cuerda, ancha y tendida. Comencé por ese hueco en la vegetación, tras el cual...

... el terreno se despejó del todo. Pero no hay que dejarse engañar; bajo la hierba, se ocultaba un lapiaz que me obligó a retener el paso y poner cuidado para no dejarme un tobillo. Mirando atrás, podía ver ya la cuerda seguir, más allá del collado de donde venía, hasta el Cerro Acebuchite. Más lejos, a la izquierda, se veía la silueta triangular del Jabalcuz.
 
A la izquierda, se iban descubriendo diversas crestas de la zona central de la cordillera, destacando la Tiñosa a la derecha.

A la derecha, la mole del Cerro de las melladas lo tapaba todo, además de que la atmósfera turbia y las nubes tampoco dejarían ver gran cosa.

Por terreno cómodo en apariencia, pero siempre incómodo, fui avanzando por la cuerda. Ese resalte, único accidente, casi, de la misma, lo contorneé por el norte (derecha).

Luego, siguió más o menos igual, salvo que el lomo se hizo aún más ancho. Sólo a la izquierda llegaba a ver...

... el Lobatejo.

No llegaba ver apenas nada fuera de la culminación cordal mirando atrás...

... y menos aún a la derecha.

Poco a poco, fui distinguiendo ante mí un ligero abombamiento: por fin, la cima.

En lo alto de la Peña de Miguel Pérez, no encontré ninguna señal. La perspectiva mejoró algo aquí, pero poco. Al suroeste, aparte del cerro sobre el que se asienta la Ermita de la Virgen de la Sierra, apenas asomaba nada más. Girando a la derecha,...

... al noreste tampoco sólo alcanzaba la vista a los rebordes septentrionales de la propia sierra. Al lado contrario,...

... sí que se veía bien el Lobatejo, aunque el barranco intermedio quedaba oculto, como si se pudiera subir caminando directamente hacia allí. Como no era así, me dirigí más a la derecha,...

... prosiguiendo por la cresta al sur, hacia esa prominencia que ve al fondo. Al volverme en la misma, pude...

... comprobar la monotonía de este cordal. Esa es la cima de Miguel Pérez.

Desde ahí, la perspectiva al suroeste era bastante mejor. Pero la turbidez del aire impedía que la vista llegara, como en días claros, a las sierras subbéticas occidentales. Especialmente la de Ronda.

Enfrente a mi izquierda, tenía la loma que iba a remontar hasta la cumbre del Lobatejo. También muy tendida, al otro lado de un barranco, el del Arroyo de Navahermosa, que por aquí tenía poca profundidad.

Así que, sin llegar al Collado de Navazuelo, a cuyo través se veía la sombra de la Sierras Horconera, giré a la izquierda (SE), traspuse el arroyo y me encaramé de nuevo a la cuerda.

Ésta es tan ancha, tendida e incómoda con el brazo septentrional. Bueno, lo último, quizá un poco más. Esperaba encontrar aquí algún tipo de senda, pues esta es la ruta normal, pero, si bien encontré algunos hitos, además de estar demasiado separados para guardar continuidad, no marcaban ninguna traza más pisada siquiera.

Todo el terreno, al lado o lejos de esos hitos, era igual, así que caminando por donde me pareció, con parsimonia, mirando donde ponía los pies, fui ganando altura.

A mi izquierda la Peña de Miguel Pérez parecía cualquier cosa menos eso. Al lado opuesto, por lo menos,...

... mejoraba la vista hacia la Sierra de la Horconera, donde ahora se veía la Tiñosa, en su extremo izquierdo.

Y así, poco a poco, fui distinguiendo el hito ahí arriba. Se puede ver a la izquierda de lo que parece más alto.

Al culminar el Lobatejo, descubrí al otro lado (este) el alargado Cerro Acebuchite y, por encima, las siluetas del Ahillo y las sierras de Mágina y la Pandera. Girando a la derecha,...

... al sureste, la Sierra Horconera, con su apéndice de la de Rute. Siguiendo con el giro,...

... al oeste, poco que ver más allá de las estribaciones que esta Sierra de Cabra proyecta a ese lado.

Al noroeste, sobre la Peña de Miguel Pérez, los rebordes septentrionales del cerro de Camarena y compañía. Y dije, en la introducción, que esta sierra, tan bajita y alomada, tiene una estructura compleja.

Comencé el retorno descendiendo al norte por la ladera a la izquierda de la cuerda. El terreno, como siempre: bajo ese hermoso prado florido, está lleno de cantos, que, encima, por aquí no se veían. Bueno, con paciencia y cuidado, fui perdiendo altura mientras localizaba, en la ladera de enfrente, el collado (1.171), al que debía volver. Está justo a la izquierda de esa gran peña gris que se ve en la vertical de los dos cerros que ocupan el centro de la foto. Y el acceso más lógico, siguiendo los prados de la vaguada, evitando por ellos canchos y monte bajo.

Este descenso no es tampoco muy empinado, como se puede ver.

Incluso fue de lo más tendido de la jornada, que ya es decir.

Mirando atrás, la cumbre. Mejor pinta tiene vista de lejos. Por cierto, ahí, en medio de la foto hay un hito. Y no se veía otro, así que no sirve para nada.

Por otro lado, tampoco se veía una línea de bajada mejor que otras. Por aquí, ya bastante abajo, fui viendo enfrente que, bajo el collado, hay una banda de roca, que tiene un paso despejado a la izquierda. Se trata de un ancho pasillo entre una aguja característica, a la izquierda, y un cancho con una pared que hace esquina, a la derecha. No se ve muy bien, pero no me di cuenta de haber sacado otra foto mejor. Para ir hacia allí, apunté a la aguja al bajar, procurando...

... desviarme lo mínimo al empezar a encontrarme árboles y matorrales, que se fueron adensando. Pasada esta primera banda,...

... me encontré con el camino que desciende el Arroyo de Navahermosa. Lo seguí a la izquierda (NE) para dejarlo a los pocos metros por la izquierda (N), al ver...

... un hueco en la vegetación, que permitía un paso relativamente cómodo hacia el fondo del barranco.

Aun así, acabé teniendo que atravesar una estrecha banda de vegetación extraordinariamente densa, como se puede ver.

Al otro lado, me encontré en el cauce seco, que atravesé para remontar la ribera opuesta, con...

... la referencia de la conocida aguja. Ahora, era también visible una pedrera al pie de la misma, hacia la cual me dirigí.

Una repisa de roca sólida que ascendía en diagonal permitía un paso aún más cómodo. Volviéndome al final de la misma,...

... podía ver el final del descenso previo. Aparentemente, no había mejor paso que el que encontré.

Luego, vinieron otros pocos metros de pelea con el encinar, aunque encontré un estrecho paso (si; es lo que se ve). De ahí, salí...

... a un segundo canchal bajo la aguja. Lo superé en diagonal, teniendo que usar las manos para superar los bloques, y...

... me encontré en un pardo con árboles dispersos, que atravesé girando a la izquierda (N) hacia...

... un pequeño escalón, que pasé sin dificultad. Sobre el mismo,...

... un prado pedregoso, de los dominantes durante la jornada. Tras ganar algo de altura por él, una mirada atrás, al Lobatejo y el Arroyo de Navahermosa.

Luego, un poco más de subida, derivando a la derecha (NE), donde veía asomar el risco que hay sobre el collado (1.171).

Antes de atravesar por segunda vez la Loma de los Pozuelos, una mirada atrás para despedirme del Lobatejo, pues lo perdería de vista...

... con el cambio de vertiente. Allí, me encontré el camino de la ida, por el que regresé al Llano del Moro, sin otra novedad que...

... fijarme en algún paraje, como éste de la Fuente de la Zarza, en el que antes no me había fijado mucho.

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