Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Caminata muy
bonita y sin grandes dificultades ni penalidades. Una actividad estéticamente
de primera fuera de la zona más conocida y frecuentada del macizo. Los dos
tramos un poco menos sencillos, las trepadas del Pachón y la bajada por el
pedregal sin senda del Pico del Melluque, creo que serían evitables. El
segundo, seguro; vi una senda que baja por el tubo, rodeando el pico, de la
collada previa (2.016) a la de Socellares. Y ese Pico del Melluque no aporta
nada, coleccionismos aparte, a la actividad. Mejor pasar de él y, a la bajada
de la cota (2.071), ir atento para desviarse a la derecha por la senda de
marras.
Respecto al Pachón, la
cosa es más dudosa. Por la parte práctica, el rodeo por el este del pico para
ir directamente de la Campa Cigacha al collado (2.046), pasando entre el mismo
y la Mojonera, parece más fácil que pasarlo por arriba y no demasiado incómodo.
Pero, si hay senda, no la vi. Y, ya se sabe, el campo a través, hasta que no se
cata, no se puede decir cómo es. Por el otro lado, el estético, desde este pico
sí que hay perspectivas bonitas que no se dan en el resto del cresteo. Por
tanto, aconsejo mantener el paso por el mismo. De hecho, de saberlo,
posiblemente hubiera comenzado el cresteo en la Peña Cigacha.
La pista de acceso a los
invernales desde la carretera me la encontré en mediano estado, pero pude pasar
sin novedad con un turismo normal. Todo consiste en tomárselo con calma y mirar
bien por dónde hay que pasar. También es cierto que, con barro y charcos, la
cosa estará peor. Para poder aparcar en condiciones, dejé atrás el desvío por
donde se inicia la excursión y seguí ciento y pico de metros más, cruzando un
paso canadiense y dejando a la izquierda el acceso a unas casas, antes de
encontrar un buen sitio para dejar el coche al costado de la pista sin estorbar
el paso (caben tres o cuatro).
RELATO GRÁFICO:
Desde los
prados Invernales de Cuspasante, podía ver la silueta de los picos Colines y el
Prau a la derecha del valle. El carril que sale de la pista que sube a las
minas y continúa remontando el río se desdibujó enseguida en la hierba, pero
sin llegar a perderse del todo.
Tras una
zona confusa de cercas y cruces, de donde salí con la referencia de llevar
siempre el cauce a la derecha, el camino quedó reducido a una estrecha traza.
Poco
después, crucé el cauce para dejar el barranco principal y meterme por...
... la
Vallina del Arca. Al fondo, entre los dos picos de la derecha, la Muesca de la
Cigacha, hacia donde me dirigía.
El
vallecito está recorrido por una senda bastante decente, aunque en algunos
sitios el matorral se cruzaba sobre el trazado. Se ve que no pasa mucha gente.
En otros,
precisamente donde se abría el monte bajo, desaparecía el rastro, pero siempre
volvía. A cierta altura, pude distinguir bien el Morronegro a mi espalda, al
otro lado del valle de San Emiliano.
Al acabar
la vallina contra una ladera, giré a la derecha (E) para...
...
cruzar la pradera del Arca y continuar la subida por otro tubo hacia la Muesca
de la Cigacha, que tenía delante.
Por aquí,
no había traza, ni falta que hacía. Pronto, aparecieron en el horizonte que
dejaba atrás, junto al Morronegro, otras crestas grises del sector de la Peña
Orniz y el oscuro y vistoso Ferreirúa.
En la
zona media del tubo, aunque aparecen varios canchos son evitables. Por aquí,
por cierto, encontré algunos hitos, pero sin mucha continuidad.
Como el terreno,
aunque empinado, es regular y despejado, mejor ir por donde mejor parezca, sin
hacer caso de las señales.
Así, poco
a poco, fui llegando a la brecha que veía en lo alto.
La cresta
aparente a mi izquierda, iba indicándome el final de la subida, que...
...
culminó en un estrecho, la Muesca de la Cigacha, al fondo del cual se veía una
lejana cresta. Antes de meterme en el pasillo,...
... una mirada atrás.
Al otro
lado, del paso, el terreno se abrió en la Campa de la Cigacha, al pie de la
peña homónima. Aquí, giré a la izquierda para ir rodeando la base del Pico de
la Mojonera, dejando...
... a la
derecha el amplio prado con el Pico Colines al otro lado, para...
...
meterme por un pasillo que gana la cuerda bajo el Pico Pachón.
A poco de
empezar esta nueva subida, pude ver por un hueco los Picos del Fontán.
Al otro
lado, la Mojonera y el Pachón. Podía haberme desviado por el collado intermedio
para rodear el segundo e ir directamente al Ranchón. No se ve senda, pero el
terreno no parece malo. En vez de eso, continué subiendo hasta casi...
... el
collado, desde donde se veía una sucesión de crestas a contraluz. La última,
son los Picos de Europa, identificables por las siluetas características de la
Peña Santa, el Llambrión y las Cifuentes. Allí, giré a la izquierda para...
... iniciar
el cresteo del día subiendo al Pachón. El principio, aunque sin senda, es hasta
cómodo; un despejado pasillo de hierba...
... no
muy empinado, al cabo del cual hay esta perspectiva de la Peña de la Cigacha
entre el Fariñentu y los Fontanes.
A
continuación, la roca del día. Para superar el risco cimero del Pachón, me metí
por esa chimenea que se ve delante, trepando algunos bloques. Cuando encontré
un paso más vertical, me salí por la izquierda, por...
... ésta
fácil repisa, que sube en diagonal y cuyo único paso realmente expuesto es la
salida. Se trata de una superación (I) de metro y pico, pero con caída a la
derecha, de la cual se sale a un lomo de roca, desde el cual...
... se ve
esto. Bonita la Peña Rueda ¿eh? Ahí, giré a la izquierda y...
... acabé
de cubrir caminando los pocos metros que me separaban del bloque cimero. Ahí
nuevamente hube de ayudarme de las manos. Y es aún más fácil por el lado
opuesto, el que da...
... al
Ranchón, que se ve impresionante desde esta primera cima del día. Más a la
izquierda,...
... se
llegaban a ver las sierras de Gistreo y Villabandín, más allá de las montañas
de la Babia, a través de la brecha entre el Ranchón y la Mojonera.
El
panorama hacia el centro del macizo es similar a lo antes visto, sólo que ahora
se veía el Siegalavá junto al Fariñentu.
Continué
el camino hacia la cumbre del día, bajando por la cuerda al norte. La única
dificultad está al inicio y es...
... un
breve y fácil (I) destrepe.
A la
izquierda, el desolado hoyo de la Vega del Canchal y...
... la
bonita y omnipresente Peña Rueda al otro lado.
Pasado el
collado, una subida...
...
despejada de hierba y cantos me llevó a...
... la
cima del Ranchón.
El
panorama al oeste desde la cumbre de la jornada incluía ya Peña Orniz y
compañía y las sierras de Villabandín y Gistreo. Girando a la derecha,...
... los
Picos del Fontán al sur,...
...
Fariñentu y Siegalavá al sureste y...
... Peña
Rueda ahí enfrente.
Al norte,
la Sierra de Aramo, donde se iban metiendo nubes, al final del valle de Ricao.
Y acaba
la vuelta hacia los siguientes objetivos de la excursión: los dos picos del
Huerto del Diablo. Pero no me dirigí directamente hacia ellos, sino que di un
rodeo por la izquierda, siguiendo la cuerda, que...
... se
comba hacia el oeste, por la Peña del Arca. Comencé por un empinado descenso
por pedregal, desde el cual...
... se ve
veían así los Fontanes.
Luego, la
subida a la peña del Arca es breve y tendida.
Desde ese
picacho intermedio, el Ranchón presenta su aspecto más agreste. Más a la
izquierda,...
... se
abre esta aguda brecha, al otro lado de la cual está...
El Pico
Sur del Huerto del Diablo, el más alto de los dos. Como se ve, esta subida
tampoco tiene dificultad, pero es ya más prolongada y...
...
empinada, sobre todo en su primera mitad.
A media
cuesta, otra perspectiva del Ranchón, con al curiosidad de ver la cima de Peña
Rueda a través de la brecha.
El lomo
se tendió en los metros finales.
Impresionante
panorama al sureste del Pico Sur del Huerto del Diablo: Peña Rueda y loa
Fontanes enmarcan el Ranchón.
Al
suroeste, despliegue de montañas de la Babia.
Desde
aquí, no sólo se veía el Pico Norte, sino también, a la izquierda, lo que me
quedaba de cordal por recorrer, hasta el Pico del Melluque. Y hacia allí
continué la andadura, siempre por lomos amplios y despejados, medianamente
empinados.
Un
terreno que, aunque pedregoso y sin senda, no llega a ser incómodo. Mirada
atrás llegando al Pico Norte: el Sur y r el Ranchón. Y la única persona que me
crucé en todo el día.
Más peña
Rueda. A partir de esta cima, ya la dejé de ver.
Continuación
al noroeste del cordal principal del macizo, que no de la cordillera. La
divisoria cantábrica gira aquí a la izquierda...
... y,
con ella, mi ruta, hacia el último pico del día. En medio, pasé un hombro
(2.071), desde el cual...
... hay
una buena perspectiva de los principales picos de la jornada.
Luego,
breve bajada a un abierto collado y una suave subida, igualmente corta, al Pico
del Melluque. Al llegar a ese lomo,...
... pude
ver el valle de San Emiliano a mi izquierda, incluidos los prados de
Cuspasante.
Desde el
del Melluque, se ve así el último pico relevante del Macizo, el de Sobre el
Tambarón, con la Sierra de Aramo detrás. También, el trazo de una senda en la
ladera de enfrente. No vi su arranque, pero sólo puede bajar del collado que
había pasado después del hombro (2.071). Quizá la hubiera debido tomar, pues
este último pico no aportó nada a la excursión y...
... la
bajada subsiguiente, empinada y pedregosa, fue el tramo más incómodo de la
ruta. En fin, con paciencia, descendí hacia ese Collado de Socellares, desde el
cual...
... la
bajada no parece tan mala. Igual iba cansado.
En fin;
una vez en el collado, me incorporé a la senda que antes veía, la cual me llevó
a cruzarlo y atravesar después la ladera bajo el Busbudín.
Al tomar
distancia, una bonita vista del Pico del Melluque y...
... otra
del núcleo central del macizo, donde, junto con los Fontanes, asomaba ahora la
Peña Ubiña.
Esta
senda, sin ser una maravilla, es cómoda y bien trazada. Por ella, alcancé el
lomo de Los Canales, desde donde descubrí...
... el
valle del Río Paramo, que se interna en Asturias.
El
descenso continuó por lo alto del lomo, por un camino que fue mejorando al
bajar.
Con la
distancia, la perspectiva mejoró hasta llegar a ver todos los picos de la
jornada, del Melluque al Pachón, a la izquierda de...
... los
Fontanes y Peña Ubiña.
Un par de
veces, la cuerda se abarquilló curiosamente. Me di cuenta de que era
artificial: entraba en una antigua zona minera.
Al poco
rato, el camino desembocó en una pista mejor ante el Peñón de la Ventana. La
tomé a la izquierda (SE) y...
...
continué por ella el descenso. Esta última parte fue panorámica y relajada;
buen epílogo, hasta llegar a...
... los
Invernales de Cuspasante.
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