Beriain (1.493)

ASCENSIÓN DESDE HUARTE-ARAKIL

GRIETA DE IHURBAIN

La Sierra de Andía es la más oriental de las que forman la alineación central de la región montañosa Vasco-Cantábrica, llamada Montañas de Transición porque separa regiones naturales de características cantábrica y continental. El pico más alto, tanto de esta sierra como de toda la cadena, es el Monte Beriain o San Donato, que se eleva sobre el valle del Arakil, culminando una estribación proyectada al norte del cordal principal, situación que lo convierte en un excelente mirador. Sus laderas están pobladas por robledales y hayedos en sus partes bajas; más arriba, la pendiente dificulta el crecimiento de árboles y ocupan las vertientes prados pedregosos. Finalmente, culmina en la meseta cimera típica de las Montañas de Transición, sostenida aquí por acantilados verticales, que dan a esta peculiar cresta un aspecto inaccesible. Desde abajo, su silueta es airosa, de las más bellas y peculiares de toda la Cordillera Cantábrica.

Partiendo de la vertiente norte, rodearemos la montaña hacia el oeste, hasta situarnos bajo el característico corte que presenta por ese lado el risco cimero y que remontaremos hasta alcanzar la cuerda, que recorreremos a continuación al este. Pasada la cumbre, al llegar al Puerto de Huarte, tomaremos la senda que baja por la vertiente septentrional, para regresar al punto de partida por la ruta normal.

La Grieta de Ihurbain desde el valle del Arakil

SITUACIÓN:

  • Zona: Montañas de Transición (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra de Andía
  • Base de partida: Uharte-Arakil (Navarra)
ACCESO: La población navarra de Uharte-Arakil está situada en el oeste de la provincia; concretamente, en el valle del Río Arakil, entre las sierras de Andía y Aralar. El punto de partida conveniente es el barrio de Itxesi, situado al sur de la autovía, lo más cerca posible de la Calle Errekabitarte e Itxesi, que se prolongan respectivamente por las pistas por las que comienza y termina la ruta. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 480 / 1.493
  • Mi tiempo efectivo: 04h30
  • Mi tiempo total: 05h35
  • Dificultades: PD+. Varios escalones en la Grieta, de hasta 10 m y grado máximo de dificultad II+. Subida empinadísima, sin camino y por bosque denso en su acceso.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del extremo sur de Uharte-Arakil por el camino de Unanu y seguirlo hasta la  gravera de Arruazu. Girar a la izquierda (SE), ascendiendo por la empinada ladera boscosa que permite salvar un resalte de roca y alcanzar la base de la Grieta de Ihurbain. Remontarla hasta la Punta de Ihurbain (PD+) y seguir la cuerda al SE hasta la cumbre del Beriain.

Continuar por el cordal en la misma dirección hasta el Puerto de Uharte. Girar a la izquierda (N) y bajar por sendero balizado hasta la antigua cantera de Errotarria. Continuar por pista al N, girando a la izquierda (NO) en el cruce con el Camino del Berro, que conduce de vuelta a Uharte-Arakil.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosa ascensión en todos los sentidos, para montañeros con experiencia en pequeña escalada y progresión fuera de sendero, incluida buena orientación. La exigencia física no es muy fuerte en general, pero la subida desde la gravera a la base de la grieta es demoledora. De hecho, fue para mí mucho más duro ese tramo que la propia grieta, donde hay poca exposición y las trepadas son fáciles, aunque condicionadas por una roca resbaladiza, con apoyos pulidos y redondeados. Mis consideraciones sobre dificultad no son aplicables a condiciones invernales ni en mojado; entonces, la ascensión será bastante más difícil y expuesta.

Creo que dejé el camino de Unanu demasiado pronto y es mejor comenzar la subida del zócalo de la montaña cuando se llegue a la altura de la mayor de las graveras pero, como no sé si la salida del camino está marcada en ese caso, dejo en la descripción detallada de la ruta tal como la hice. Lo mismo se puede decir para el descenso a Uharte; posiblemente habrá otras alternativas más cortas o prácticas.

RELATO GRÁFICO:

Eran las once menos cuarto de la mañana cuando dejé Uharte-Arakil por la pista de tierra que, señalada con las marcas rojas y blancas de los GR, sale del extremo sur del pueblo, derecho al monte. Salí tarde a propósito, para dejar que se secara la humedad que pudiera haberse acumulado durante la noche en la Grieta. El inicio de la ruta, siguiendo el camino de Unanu, es un poco confuso pues las pistas han proliferado. A poco de salir del pueblo, encontré un par de bifurcaciones sin marcar. En la primera seguí por la derecha y, en la segunda, por la izquierda, manteniendo dirección al suroeste. A continuación crucé un portillo, el primero de varios, junto a un nuevo cruce donde reaparecieron las marcas, que me llevaron por la izquierda. Todo este rato caminaba por terreno despejado bajo el Beriain, de donde...

... las nubes se iban retirando aunque algunas todavía se demoraban, agarradas a la cresta.

Al quedar los campos atrás, entré en una zona de transición previa al bosque, donde prosperaban grandes robles.

Una vez bajo las hayas, encontré un nuevo portillo y algún desvío aunque ahora la orientación era fácil; se trataba de seguir el sendero más marcado y las señales de pintura, ganando altura muy poco a poco. Al acentuarse la pendiente para remontar un pequeño barranco, la senda se volvió pedregosa y los helechos la invadían en algunos puntos. Pero al poco se aclaró de nuevo el camino.

Tras un nuevo portillo, llegué a un cruce múltiple en un pequeño claro, al pie de los espolones que bajan de Ihurbain. Estaba en el collado de cota 788, del cual salí bajando al suroeste, hacia la gravera de Arruazu, donde hay varios huecos abiertos, pero no parece que siga en explotación.

Al pasar por el primero de ellos, giré a la izquierda (SE) para remontar la empinada ladera que me separaba de las paredes que defienden la cresta del Beriain. Cuando llegué a la linde del bosque, me encontré con una cerca de alambre; busqué portillo a ambos lados y, no encontrándolo, la salté y...

... comencé a subir a través del hayedo, empinado y formado por árboles jóvenes y muy densos, donde la visibilidad se reducía a pocos metros. El terreno fue derivándome a la derecha (S) paulatinamente y yo, a falta de otro criterio, me dejé llevar.

Al ganar un lomo, encontré otra alambrada que terminaba pocos metros a mi derecha, justo en lo alto del mismo, y la rodeé. Me encontré allí además unas marcas de pintura naranja y trozos de cinta de plástico que parecían definir la subida; es posible que esto sea una ruta marcada, que podría arrancar del Camino de Unanu un poco más adelante de donde yo lo había dejado. Sea como sea, emprendí la subida directa por este lomo, empinado pero mucho más cómodo que antes. Las marcas terminan en unos puestos de caza, con aspecto de no haber sido usados desde hace mucho. Pero ahora la ruta estaba clara.

Según subía, el terreno se empinó aún más, apareciendo incluso la roca en algunos puntos, y distinguí a mi derecha...

... una pared; se trata del resalte que defiende el zócalo donde se asienta la cresta del Beriain.

Por encima del mismo, los árboles clarearon y me encontré caminando sobre suelo pedregoso bajo espectaculares desplomes.

Por encima del bosque, podía ver ahora el valle del Arakil dominado y la Sierra de Aralar al otro lado.

Según ganaba altura, fue diferenciándose a mi derecha un corte en la pared; es...

... la Grieta de Ihurbain, en cuya busca iba. Antes de entrar en ella y aprovechando la parada para ponerme el casco, me volví...

... para contemplar el valle. Se veían las graveras donde había dejado el camino.

Contorneé varios resaltes por repisas de hierba para entrar en el estrecho pasillo que parece entrar en las entrañas del monte. El principio es una rampa de mediana pendiente, pedregosa en su eje. Buscando la comodidad, me desplacé a la izquierda para subir por una zona herbosa, donde se apreciaban incluso trazas de paso.

El corredor fue estrechándose según subía, hasta cerrarse del todo en un primer resalte.

Al pie del mismo pude disfrutar de una fascinante constante de toda esta subida: la visión del valle soleado a través de la sombría ranura del tubo.

Tras un primer escalón de poco más de un metro, mixto de hierba y roca, muy abundante en apoyos aunque algo resbaladizo (I) y otro tramo de rampa, llegué al segundo resalte, el más alto y difícil de la ruta. Se trata de un muro de unos 10 m, dividido en su mitad por un rellano. La sección inferior es abierta y la superé por un canalizo inclinado (II), mientras que...

... la más alta se cierra en un diedro, más vertical en la salida y acabado en una pequeña panza (II+), donde había una chapa.

Entraba en el tercio superior de la grieta, donde más se estrecha.

Otra rampa pedregosa y tercera trepada; una chimenea herbosa de unos 5 m rematada por un corto paso en roca (II-).

Otra corta rampa de tierra precede al último escalón, de apenas 3 m y lleno de apoyos (II). Superada la última dificultad y lo más vertical de la grieta, impresiona volverse y echar una mirada abajo.

A continuación, el corredor se abre y acaba enseguida. Y volví a salir al sol en lo alto de la arista que había llevado a la derecha. Girando al otro lado (NE), una pendiente de hierba y piedras me llevó enseguida a la cresta de la montaña, donde...

... me encontré de sopetón con una vertiginosa visión de la vertiente norte, ondulada, verde y empinadísima. Tomando la arista a la derecha (SE), llegué...

... en pocos minutos, al cabo de una arista de roca estrecha, pero sin dificultad, al...

... buzón de la Punta de Ihurbain. Más allá, veía la cumbre, con la ermita de San Donato. Hacia allá me dirigí, primero por una regular arista rocosa.

Posteriormente, por el ancho bulevar herboso que constituye una de las características del Beriain. De vez en cuando, me acercaba al borde derecho, a...

... asomarme a la boca de alguno de los tubos que caen a la vertiente norte.

Poco después de las dos de la tarde, alcancé el hito del Beriain. Mirando al Ihurbain, de donde había llegado, se distinguía borrosa la silueta dentada de Aizkorri. A uno y otro lado, se prolonga la meseta,...

... defendida al norte por altos farallones que...

... caen al Valle del Arakil.

Trasladándome junto a la ermita, pude ver la vertiente de Leziza, con su cabecera boscosa dominada por...

... las crestas meridionales de la Sierra de Andía.

Al cabo de media hora, abandoné la cumbre, siguiendo la cuerda al sureste por una desdibujada senda, aunque...

... se caminaría con igual comodidad por cualquier parte de este llano.

Al poco empecé a fijarme en unas manchas de pintura amarilla que marcaban la ruta y pasé junto a una depresión pedregosa bastante característica. En el siguiente alto,...

... giré a la izquierda (NE) para acercarme al borde de la meseta en busca del arranque de la senda que baja de este Puerto de Uharte y que, tras un tramo de cortas lazadas y fuerte inclinación, toma...

... dirección noroeste, trazando una larga diagonal abalconada a través de la ladera del Beriain.

Tras rodear una breve pedrera, llegué al límite del hayedo y me volví brevemente a echar un último vistazo a los resaltes orientales.

El sendero a través del bosque es muy claro y, aunque tiene algún tramo irregular y hasta algún mínimo escalón de roca, me condujo sin sobresaltos hasta...

... la linde inferior, donde se lanza a una bajada más empinada y directa por una pendiente despejada de guijarros. Con los árboles cada vez más espaciados, llegué a...

... un cruce con varios carteles. Siguiendo sus indicaciones, continué recto. 

Podía ver ahora desde abajo los espolones que limitan aquellos tubos a los que me asomaba desde la cresta.

Caminaba por terreno llano y entre grandes robles dispersos, viendo delante la Sierra de Aralar, cuando llegué a una especie de amplio descampado vallado. Se trata de la antigua cantera de Errotarria, de donde se extraían piedras de molino. Llegan allí varias pistas y tomé la que sale al sur, dejando a la izquierda un pequeño grupo de árboles y la vieja explotación.

Ese camino me llevó por un hermoso robledal. Las marcas amarillas se iban hacia la izquierda (O), por una estrecha senda, supongo que atajando hacia Uharte-Arakil. Pero decidí seguir por la pista, muy cómoda y fresca; estaba tan cerca del pueblo que no puede ser mucho el ahorro.

Cuando mi pista se topó con el llamado Camino del Berro, aún más ancho y mejor acondicionado, lo tomé a la izquierda (NO) y éste me condujo en pocos minutos hasta Uharte-Arakil, donde entré a las cuatro y veinte de la tarde. Al final el día se había despejado totalmente e incluso hacía un calor impropio de finales de octubre. Y se veía muy bonito el Beriain brillando bajo el sol y mostrando el pasillo, tan vertical en apariencia, de la Grieta de Ihurbain.

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