Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Esta ruta
combina los dos itinerarios más lógicos y asequibles de la vertiente segoviana
de Peñalara, recorriendo además la parte más elevada y agreste de la cresta. Queda
así una actividad variada, que combina la caminata por bosques con una
panorámica cresta, con cierta emoción, y está mucho menos masificada que los
itinerarios que parten de Cotos. Incluso los 1.300 metros de desnivel se llevan
mejor de lo que parece.
Su único punto delicado es
que, habiéndola realizado varias veces en el transcurso de más de 20 años, he
visto cómo caminos y sendas variaban su trazado al ritmo de los trabajos
madereros, lo que puede provocar algún despiste. El remedio es ir atento para
darse cuenta de cuando nos desviamos y corregir sin grandes pérdidas de tiempo.
En esta ocasión, me pasó dos veces.
RELATO GRÁFICO:
Eché a
caminar cruzando una cancela que, junto a la Puerta de la Última Línea, cierra
una senda que entra al pinar desde la carretera y se dirige al sureste para
cruzar el Arroyo del Rastrillo y subir suavemente junto a la tapia.
Al llegar
al ángulo sur de los jardines, giré con el muro a la izquierda (NE) y crucé los
arroyos de los Carneros y el Morete antes de llegar al vértice oriental del
recinto, conocido como El Esquinazo. Allí, salí del bosque, pudiendo ver a mi
espalda las crestas de Siete Picos, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta y,...
...
delante, las casa de La Granja bajo la Atalaya. Ahí, dejé la tapia y seguí por
la senda que sale a la derecha (S) y...
... se
dirige hacia la sierra entre árboles dispersos, con la referencia del Moño de la
Tía Andrea delante.
Volví al
bosque, ahora pinar, poco después; al cruzar el Arroyo del Morete por un
puente, al otro lado del cual me encontré un cruce de sendas. Seguí por la
derecha (SO) y, con unas ligeras subida y bajada, atravesé el espoloncillo que separa
esta cuenca de la del...
...
Arroyo Carneros, que forma un gran corte en el bosque. La senda me llevó a
remontarlo por su orilla derecha (NE).
Al rato, desemboqué
en una pista, que tomé a la izquierda (SE), llegando en minutos al Vado de
Oquendo. Allí, se ensancha el carril y sale una senda a la derecha (SO) que
baja a cruzar el Arroyo de los Carneros por un puente. En la otra orilla, tomé
un carril que sale a la izquierda (S) y encara la ladera.
Hasta
ahora, las cuestas habían sido suaves excepto unos pocos metros al final de la
tapia. Al otro lado del Vado de Oquendo, el camino tira ladera arriba por recia
pendiente, atravesando el pinar. Por ahí solté los segundos resoplidos del día.
Al topar con un carril que recorre horizontal la ladera, lo tomé a la derecha
(O) y siguiéndolo llegué ante...
... un
barranco. Sin alcanzarlo, giré a la izquierda (S) para continuar subiendo por
otro carril maderero. Luego, cuando éste dejó de ganar altura, continué
pendiente arriba, por terreno despejado bajo los pinos, hasta que...
... la
pendiente cedió en el Raso del Pino, claro donde hay un cruce de caminos en el que
giré a la izquierda (E), tomando...
... una
vereda pedregosa y que sigue subiendo bajo los pinos.
Salí del
bosque a una ladera cubierta de enebros y retama, en lo alto de la cual se veía
el Cerro de los Neveros. A mi derecha,...
... más
allá de la loma vecina, se elevaban la cresta de Peñalara y...
... la
Mujer Muerta, a cuyos pies se extendía...
... el
llano segoviano.
La senda
me llevó ahora por vertiente derecha de la vaguada del Puerto de los Neveros. Al
llegar al mismo, descubrí las crestas de Ayllón y giré a la derecha (S) para...
...
continuar la subida por el amplio lomo, sobre el cual se mostraban agrestes los
riscos de los Claveles y los Pájaros.
Mirando
atrás, pronto pude ver la continuación del cordal al este sobre el Puerto de
los Neveros.
La senda
se desvió a la izquierda de la arista para entrar en la cuenca de la Laguna de
los Pájaros. Ante la misma, me desvié a la derecha (O) para encaramarme...
... al ancho
y suave lomo que dominaba el estanque helado, más allá del cual se divisaba el
Valle del Lozoya.
... subiendo
hacia los riscos por un lomo pedregoso, por el que llegué a una empinada
pedrera, donde...
... los
hitos marcan el paso. Creo que es mejor no hacerles caso e ir por donde mejor
parezca. Si bien hube de ayudarme de las manos para superar algún que otro
canto, no se puede hablar de dificultad.
Salí de
ahí a un trecho de arista más suave y cómodo, aunque el terreno caía
vertiginoso a mi izquierda, al final del cual se alzaba el crestón del Risco de
los Claveles. Al encontrar la roca, la senda la rodea por la vertiente derecha
(N), atravesando una pedrera. Apenas comenzada la misma, me desvié a la izquierda
hacia un tendido canalizo, del que salí...
... a la
arista, pocos metros por debajo de la cima, que tenía a la derecha, en lo alto
de unos bloques fáciles (I).
Desde el
Risco de los Claveles, la perspectiva del Valle de Lozoya es ya muy completa,
bajo el cordal principal del Guadarrama y con las crestas de Ayllón al fondo.
También,
destaca la visión del pueblo de La Granja, por debajo del bosque y los prados
que había atravesado.
Poco me
entretuve antes de continuar hacia Peñalara, de la que me separaba de una
cresta de bloques casi horizontal,...
... con
alguna brecha algo más profunda, donde hube de volver a usar las manos (I),
pero...
... que
es, casi todo el rato, lo suficientemente ancha y regular como para ir andando
sobre ella, aunque con tiento.
Durante
este recorrido la vista era vertiginosa a mi izquierda, mientras que, al otro
lado,...
... era
menos impresionante, pero también bonita por su extensión.
Dejada
atrás la cresta,...
... la cuerda
se ensancha y los últimos metros de ascenso consistieron en prado pedregoso. Al
ceder la pendiente,...
... me volví
a contemplar el Cerro de los Pájaros en su mejor perspectiva, antes de alcanzar...
... la
cumbre del Guadarrama, desde donde hay una completa perspectiva de la Cuerda
Larga, al otro lado de la cabecera del Lozoya, que, a la izquierda,...
... se
extiende hacia las montañas Ayllón entre los dos brazos del Guadarrama. Al otro
lado,...
La
llanura de Castilla la Vieja se extiende sin límite aparente.
Acabando
la vuelta, el cordal baja al suroeste, amplio y suave, con un fondo de crestas
al contraluz, que van de Siete Picos a Gredos. Abandoné la cumbre caminando por
el ancho camino que va por la cuerda.
A mi
izquierda, una perspectiva interesante a poco de dejar la cima. Más adelante,
otra...
... de
las Cabezas de Hierro.
Poco
antes de llegar a la horcada previa a Dos Hermanas, dejé la senda, desviándome
a la derecha (SO) para dirigirme a Peña Citores o, mejor dicho, al collado que
la separa del cuerpo de la sierra, atravesando una pradera...
... de
pendiente moderada, cómoda de caminar.
Sólo poco
antes de llegar hube de enfrentar una breve banda de matorral cerrado. Ya en la
horcada, busqué a la derecha (NO)...
... una senda
que baja por la vertiente izquierda de la vaguada, bajo la cual se veía ya La Granja,
aunque aún me quedaban un par de horas para llegar. Al principio, el caminillo
era borroso, difícil a veces de seguir, hasta que...
... poco
más adelante, a partir de un manantial en una pradera, la traza se hizo más
clara. Pese a lo avanzado de la hora, persistía el hielo en el torrente.
Más
abajo, pasé por un rellano con los restos de una majada, donde los hitos me
ayudaron a no perder senda. A mi derecha,...
Luego,
entré en el pinar y la senda se desvió a la izquierda (O), alejándose del cauce.
Pero, cuando vi que de dejaba de perder altura y se alejaba demasiado de mi
línea prevista, la dejé por la derecha (N) para...
...
descender directamente a través del pinar hasta...
... dar
con el horizontal Camino Forestal de Prado Largo, que iba buscando y tomé a la
izquierda (O). Tras dejar de lado un par de desvíos ascendentes,...
...
llegué al cruce con una carretera asfaltada, que tomé a la derecha (NE). El
tráfico está cortado en ella y así pude atravesar tranquilamente el pinar que
el sol descendente iba dorando.
Poco
después de pasar la Cueva del Monje, un claro me permitió ver, sobre el bosque
la cresta de la sierra, incluyendo...
... la
rocosa de Peñalara, que venía de recorrer.
Al llegar
a una bifurcación junto al Puente del vado de los Tres Maderos, giré a la
derecha (E), lo crucé y, en el vértice de la primera curva, dejé el asfalto por
la izquierda (N).
Fui
atravesando el pinar, primero por sendas, pero, luego, cuando vi que desviaban
mucho, las di de lado y me dirigí al noreste, intentando mantener la dirección
y cruzando un torrente, hasta...
... dar
con la senda del principio muy cerca del puente sobre el Arroyo del Rastrillo;
es decir, a muy pocos minutos de la Puerta de la Última Línea, de donde había
partido.
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