Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Una ascensión
muy panorámica que combina la ruta normal que usa a la bajada, todo pista, con
una subida más directa para añadir algo de emoción a la actividad. Por cierto,
que incluso la pequeña incomodidad, que no dificultad, para subir a Peña
Escrita se puede evitar dejando el tubo más arriba y ganando la arista al oeste
de la cima. Respecto al rodeo para ver el Ojo de la Lastra, más que por esa
roca agujereada, se justifica porque obliga luego a rodear el monte y contemplar
los vecinos Espigüete y Curavacas bajo una variedad de perspectivas. Aunque
esta cumbre quede eclipsada por sus vecinas más altas, alpinas y renombradas,
merece la visita.
RELATO GRÁFICO:
Dejé
Santibáñez por una pista de cemento que sale desde lo alto del pueblo hacia el
noroeste, buscando el hueco entre las peñas del Palomar y San Juan.
Tras
pasar un portillo y pasar el carril a ser de tierra, en la primera curva a la
derecha, continué recto (NO) por una senda que remonta brevemente un barranco
hasta...
... un
prado en El Salcebo, donde acaba. Giré entonces a la izquierda (O) para
continuar la subida por un tubo herboso que gana un collado que se veía bajo el
crestón rocoso de Peña Escrita.
Aunque no
hay senda y el terreno es empinado, también es cómodo. Al ganar altura, se
fueron descubriendo a mi espalda la atractiva silueta del Pico Saruno y, más
lejos, un incierto monte nevado.
Al ganar
el collado (1.374) y encontrarme ante un gran hoyo abierto bajo Peña Escrita,
giré a la derecha (N) para...
...
rodearlo por ese lado y dirigirme hacia el barranco de Los Villares, cuya boca
se distinguía ya. Camino de la misma, pude ver...
... esta
bonita perspectiva de Peña Redonda a mi izquierda.
Para
acceder a Los Villares, tuve que perder unos metros de cota y cruzar una banda
de matorral, afortunadamente estrecha y atravesada por pasillos de animales. Luego,
la subida por el barranco fue cómoda, sólo moderada mente empinada y...
...
aprovechando la banda de hierba despejada del paso del torrente.
Para
entonces, ya eran visibles, a mi derecha, las crestas del Alto Campoo.
El tubo pasa
bajo Peña Escrita, dejándola a la izquierda.
Cuando vi
a ese lado (S) una subida factible, giré hacia misma, para dirigirme
directamente a la cima, que es, de las dos puntas que se ven, la de la derecha.
Al
principio, la subida es cómoda, mayoritariamente herbosa y con algo de matorral
rastrero y siempre con huecos para evitarlo. Pronto, pude ver a mi espalda el
alto valle del Río Carrión, bajo la Horca de Lores y el Carazo.
Luego, el
terreno empeora algo, con unos canchos fracturados que me obligaron a poner
cuidado e incluso ayudarme de las manos en alguna ocasión.
Iba
viendo la arista cimera cada vez más cerca. Al ganarla, giré a la derecha (O)
para...
...
recorrer el breve tramo de arista ancha, suave y despejada que me separaba de
la cima.
Desde
Peña Escrita, descubrí al oeste la mole de Peña Ten y la Sierra del Brezo, con
Pico del Fraile y, más a la izquierda,...
... la
Peña Redonda. Continuando el giro, al otro lado de la cresta,...
... al
noreste, el Alto Campoo, el Carazo, Horca de Lores y...
... el
Curavacas en el macizo del Alto Carrión.
La cumbre
de Santa Lucía se alzaba al noroeste y hacia ella me dirigí, caminando por la
cuerda. Sólo la última punta de Peña Escrita (1.751) preferí rodearla por el norte
(derecha).
Luego, en
el paso del collado y posterior subida, no encontré obstáculo alguno hasta...
...alcanzar
las casitas y el vértice que ocupan la cumbre.
Desde la
Peña de Santa Lucía, descubría esta magnífica perspectiva del Embalse de
Camporredondo con Peña Ten al fondo, y dominado por el...
...
Espigüete. Más a la derecha,...
... sobre
el pueblo de Vidrieros, otro grande del Alto Carrión:...
... el
Curavacas, con sus corredores de la cara sur bien marcados. Continuando el
giro, la vista pasa sucesivamente por...
... los
cordales de la Pernía y el Alto Campoo;...
...el
valle del Pisuerga, muy difuminado;...
... la
Sierra del Brezo, con Peña Redonda en su sector oriental y...
... el
Fraile en el horizontal. Hacia allí (SO, izquierda al llegar), comencé la
bajada, caminando por un lomo pedregoso al que...
...
enseguida sucedió una empinada ladera herbosa hasta la Peña del Horaco, bajo la
cual...
... se
abre el peculiar boquete llamado Ojo de la Lastra. Igual llevo vista mucha
montaña, pero no me pareció para tanto. De hecho, me gustó más de este rodeo para
volver...
... los
panoramas cambiantes del Alto Carrión que iba a disfrutar mientras rodeaba el monte
por el oeste y el norte. Para empezar, éste, al dejar el dando la espalda a la
Peña del Horaco para dirigirme al norte a través del pasto, manteniendo cota y
apuntando...
... al
Curavacas. De vez cuando, aparecía un trazo en la hierba, me ponía a seguirlo, pero
no tardaba en desaparecer.
Como el
terreno es despejado y no muy pino, no importaba no tener senda. Al perder de
vista Peña Ten,...
...
apareció por delante el Alto Campoo.
Luego, otra
bonita perspectiva del Espigüete y el Curavacas sobre Vidrieros.
Y así
hasta que me encontré ante el collado de Las Saleras, y me dirigí a él para
tomar la pista que pasa por él a la izquierda (N) y, dejando de lado el desvío
a la izquierda que pasa a la vertiente del Carrión, bajar hacia Santibáñez. No
conviene perder cota durante el rodeo hasta este momento, pues...
... la
ladera está cortada por esos dos resaltes, que se pasan mejor por arriba.
La pista
no tardó en virar al sureste, que será la dirección general del descenso. Pasé
ante varios desvíos, sin hacer caso de ninguno pues este carril es el mismo por
el que dejé el pueblo al principio. El pico que destaca al fondo es el Saruno,
que sirve de referencia del final de la excursión.
Antes, al
pasar por la Fuente de la Cañada, volví a ver por un momento la cumbre, allá a
la derecha.
Luego, ya
muy cerca del final, bajando del Alto del Lugar, la Peña Escrita sobre El
Salcebo.
Y, a la
vista del coche y el pueblo, la Peña Redonda a punto de cubrirse de nubes.
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