Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: El Pico Jano destaca por su altivez, incluso estando donde está,
rodeado de algunas de las peñas más conspicuas de la Montaña Leonesa. Y los
valles que lo rodean son de los más hermosos de la cordillera (¡y más en
otoño!). Creo que no exagero; hacía mucho tiempo que no volvía tan impresionado
de una ascensión. Cuando vas subiendo por el lomo hacia el Pico Jano, el
panorama es fascinante ya casi desde el principio; según sales del bosque. Pero
es que, descendiendo el valle de Condobrín, no sabes a dónde mirar. Y el paso
por el hayedo es mágico, aunque en eso también tuvo mucho que ver el día que
tuve la suerte de escoger.
Respecto a la ruta, además de bonita y variada, es muy
montañera; entretenida y con cierta emoción, sin ser llegar a ser difícil. Como
factores de exigencia, en primer lugar, se trata de un itinerario con fuertes
pendientes, más explosivo de lo que parece por desnivel y distancia totales,
pues en ésta se incluyen hay largos tramos de llaneo. Por otro lado, se requiere
el hábito de moverse por terreno abrupto y sin sendas, incluyendo la intuición
de escoger el paso bueno. También, carecer de vértigo; aunque las trepadas no
son demasiado expuestas, hay pasajes en la arista cimera que pueden
impresionar.
Pero que nadie se eche atrás; incluso si hay que renunciar al
pico, subir por el lomo suroeste hasta el collado (1.558) y bajar seguidamente
a la izquierda para descender el Valle de Condobrín ya sería una muy bonita
excursión.
RELATO GRÁFICO:
Junto a
la Ermita de Ntra. Sra. De Pereda, sale de la carretera de Argovejo hacia el
norte la Ruta Vadiniense, antigua calzada romana convertida hoy en pista
ganadera. Por ella comencé a caminar, a través un denso arbolado, pero para
dejarla a los pocos metros, por este desvío a la derecha (NE), el cual…
… me
llevó a remontar el robledal.
En el collado
(1.069) de la Peña Condobrín, hay un claro que permite una primera ojeada a la
cumbre, que es el pico de la derecha de la cresta.
Luego,
volvía al bosque. Al poco, para evitar un gran rodeo, dejé la pista por esa
senda a la izquierda (E), que…
… se
esfumó enseguida, aunque parecía haber un rastro bajo los robles. En todo caso,
el terreno era cómodo y, yendo sencillamente pendiente arriba, no tardé en…
…
reencontrar la pista. Siguiéndola a la izquierda (NE), llegué pronto al
siguiente hito de la jornada; esta bifurcación, donde continué por la derecha
(SE), como hace este grupo. Al Jano, se puede llegar por cualquiera de los dos
ramales y, de hecho, luego llegué de bajada por el de la izquierda, que no es
sino el Camino de Condobrín. Escogí el sentido de la circular porque, como se
verá, es más conveniente así, dejando la empinada e inestable canal oeste para
bajar.
Volviendo
a la ruta, poco después, hacia los 1.200 m de altitud, salí del arbolado en lo
alto del lomo suroeste, que se define a partir de aquí. Así, comenzó la parte
panorámica de la ruta, pudiendo ver a mi espalda las crestas entre los ríos
Esla y Porma, destacando la silueta triangular del Soberón.
Pero lo
bueno estaba a mi derecha, donde el Cerroso y la Peña Rionda dominaban el
boscoso Valle de la Trapa, que se abría al otro lado del Arroyo de las Llampas.
Al otro
lado, al norte, la perspectiva era más pobre y, además, las nubes no dejaban
ver el Mampodre.
Al pasar
el camino a la vertiente izquierda para evitar la modesta prominencia marcada
con la cota (1.461), así se veían el Jano y la cresta al oeste, que llevaban un
rato ocultos.
Luego, la
pista acabó en la Era Cardiello, rellano donde crece este par de robles.
Un camino
algo peor, pero aún bueno, continúa remontando el lomo por lo alto. Mirando
atrás, se iba notando la ganancia de altitud al ampliarse el panorama
occidental.
A la
derecha, fue descubriéndose la cabecera del Arroyo de las Llampas, bajo el Pico
Caballo y, entre éste y el de la Muga, una espectacular aguja que, si tiene
nombre, he sido incapaz de hallarlo.
Al otro
lado, las peñas Oracada y del Caballo dominan las pendientes superiores de
Condobrín.
Y el
Jano, cada vez más cerca. Llegando a ese alto de delante, el carril se esfumó.
Tras
echar un vistazo al lomo recorrido y al Valle de Condobrín, que determinan las
vías de subida y bajada, pude seguir por…
… una
mala senda, estrecha y borrosa, que serpentea entre matorral y algún roble, e
incluso baja un poco, para…
… rodear
la prominencia de antes (1.581) y salir al amplio collado herboso de cota
1.558, situado ya al pie del peñón cimero. Por cierto, que, a su través, se
aprecia la boca inferior de la canal oeste y la empinada pedrera de debajo, por
donde luego descendería. Aquí giré a la derecha (E) para, siempre siguiendo
trazas de paso y algunos hitos, recorrer…
… la
terraza herbosa que, en muy suave ascenso, pasa sobre…
… el valle
de Las Llampas y bajo…
… la
pared del Pico Jano.
Mirando
atrás al cabo de llevar un tiempo de travesía, pude ver cómo, al fondo, iban
apareciendo crestas más lejanas, siendo reconocibles la alargada cresta del
Bucioso y, cómo no, el Bodón.
Así
llegué al contrafuerte sur del Jano, desde donde apareció de nuevo aquella aguja que me
había llamado antes la atención. A mi derecha, pude ver que…
… la
subida ya era bastante más accesible y hacia allí (NE) giré para ir remontando
la ladera aprovechando los espacios herbosos entre canchos. También ese
arbolito es buena referencia.
Según
empecé a subir, aunque no había traza, empecé a encontrar hitos. Pocos y
espaciados, pero que me sirvieron para confirmar el camino.
De todas
formas, la ruta venía bastante impuesta por el terreno. Así, enlazando pasillos
de hierba y la superación de algún mínimo escalón, fui…
… ganando
altura, como se puede comprobar con esta imagen de la aguja anónima, ahora con
la Sierra del brezo al fondo.
La
pendiente fue aumentando según…
… me
acercaba al peñón cimero. Antes, acabé saliendo a …
… la
cuerda de la sierra, desde donde, además de esta bonita perspectiva del Pico de
la Muga, pude ver, al otro lado, el…
… Embalse
de Riaño bajo las crestas de las Peñas Pintas y el Gilbo. Del resto, con las
nubes, nada. Una pena. Girando a la izquierda (NO), me dispuse a…
…
acometer la última parte de la subida. Primeramente, acercándome a la roca
superando…
… una
extrema pendiente de hierba y cantos.
A
continuación, enlazando repisas herbosas mediante cortas trepadas (I) a lo
largo de 50 metros hasta la cima.
Impresiona,
al culminar el Jano, vecina mole de Peñas Pintas dominando el embalse. Volviéndome
a la derecha, …
… las
nubes no dejaban ver gran cosa más allá de la cuerda de la sierra y la cresta
del Pico Loto. Siguiendo con el giro, …
… bajo la
Peña Verde, la cabecera del Arroyo de las Llampas, que, aguas abajo, aparece…
… abrupto
y colorido, dominado por la Peña Corada, el Cerroso y la Peña Rionda.
Ya al
oeste, más allá del lomo y barranco de subida y bajada, los cordales sucesivos
de la Montaña Leonesa. Aún más lejos, se nota el horizonte quebrarse con los
Montes de León. Y acabo la vuelta con…
… la
cresta que se extiende al noroeste. Por ahí comencé el retorno. Aunque a la
izquierda, pocos metros por debajo, hay…
… unas
repisas con hierba y matorral que facilitarían el paso, preferí ir por el filo,
estrecho sin llegar a ser vertiginoso, donde tuve que usar las manos un par de
veces para superar sendas brechas fáciles (I).
Mirando
atrás, bonita perspectiva de las cimas del Loto, la Muga y el Jano. Por aquí
iba cuando…
… topé
con una brecha más profunda y complicada. Entonces, sí que giré a la izquierda
(S) para…
…
descender a las repisas que antes dije y…
…
continuar por ellas al oeste. Como se ve, pueden ser incómodas, pero no
expuestas. Pasado un contrafuerte, me encontré…
… bajo la
brecha que me había hecho abandonar la arista. A mi izquierda (O), vi entonces…
… la boca
de una canal que baja hacia ese lado cortando el roquedo. Y me metí en ella. El
tubo es angosto, inestable y muy empinado y, al poco, está…
… cortado
por un resalte corto, apenas tres metros, pero donde hube de destrepar (I). A continuación,
viene un ensanche y, …
… más
abajo, al volver a estrecharse, un…
… segundo
resalte, aunque éste, por el lado izquierdo de la canal (derecha de la foto),
se puede bajar casi sin manos.
Luego, no
tardé en salir del tubo a la abierta ladera de la Gorgolada, aunque todavía
bastante arriba (por el tubo sólo se pierde poco más de cien metros). Y quedaba
una bajada prácticamente igual de empinada e inestable. Al sol; eso, sí.
Bajando
por el pedregal, la salida de la canal.
Al ir
cediendo algo la pendiente, comencé a pisar algo más de hierba y matojos. Me
fijé entonces en unos trazos de ganado en la hierba más abajo, en la linde de
esa arboleda, y me dirigí a ellos. Llegando a los mismos, …
… otra
mirada atrás. Sigue viéndose la canal, marcada por la sombra.
Las
trazas que seguía, borrosas y discontinuas, no pueden llamarse senda. Pero me
ayudaron a pasar con relativa comodidad las bandas de matorral, donde precisamente
el rastro se definía más. Así, pude disfrutar con calma de las bellezas de este
Valle de Condobrín, alternando las vistas abajo y…
… arriba,
donde los roquedos iban quedando atrás. Tras un buen trecho de bajada, por
aquí, me encontré con…
… el
extremo de un camino; en sus primeros metros, un mero aplanamiento de la
ladera. Es el Camino de Condobrín, que iría luego mejorando paulatinamente, y
que tomé a la derecha (NO). Pronto, el carril giró casi en redondo para…
…
dirigirse al bosque que hacía rato llevaba a la izquierda. La entrada ya es
espectacular, pero…
… su
verdadera hermosura se muestra dentro. Aunque predominan las hayas, con
frecuencia…
…
ejemplares de otras especies, como este majuelo de la izquierda, ponían un
toque de variedad.
A los
lados del camino es donde el bosque mostraba su carácter.
Los
robles fueron mezclándose y ya eran predominantes cuando llegué a aquella
segunda bifurcación de la mañana. Ahora, girando a la derecha (NO), sólo me
quedó deshacer camino para regresar a la ermita.
No sin
antes, al paso por el claro del collado de Peña Condobrín, despedirme del pico
Jano, junto al cual ahora se podía ver también las Peñas Pintas.
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