Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: La ruta, como
se ve sólo por la longitud de la síntesis de itinerario que antecede, es
compleja, pero es la manera de realizar el recorrido del cordal que envuelve
este barranco de manera práctica y sin meterse en demasiados berenjenales.
Bueno, lo cierto es que algunos de los trechos sin camino o por sendas
precarias son para evitar rodeos y tienen alternativa por pista; concretamente,
son la subida a la Atalaya, la bajada del Hontanar y los tramos de los
barrancos del Chaparro y del Villarejo. El del Azotejo, no; ése es inevitable,
lo mismo que el trecho de cuerda desde el Collado del Pradillo a la Bandera.
Por cierto, cuando en la cuerda, pasada la cumbre, seguí por el cortafuegos en
vez de desviarme por la pista, debía haber seguido por el carril; me hubiera evitado
un escalón de roca y, de todas formas, reencontré el camino más adelante.
En todo caso, incluso
dando todos esos cinco rodeos a costa de alargar, la ascensión conservaría la
dificultad por los tramos obligados, aunque simplificando algo la orientación
(si es que eso supone alguna ventaja en la era del GPS). Pero tampoco es la
dificultad considerable; no hay pasos técnicos y la orientación, con cuidado,
se resuelve. El terreno puede ser incómodo en ocasiones, pero no se encuentran
obstáculos de consideración. Para gente acostumbrada al campo a través y amiga
de salirse de caminos trillados.
RELATO GRÁFICO:
Tras
aparcar en un ensanche de la pista por la que había llegado de Mora, en el
mismo collado de la cota 1.426, lo primero que tuve que hacer fue, ya caminando,
retroceder para tomar este desvío a la derecha (N), dominado por La Atalaya.
Según
gané algo de altura, pude ver, a mi derecha, el cordal opuesto de la cuenca del
Villarejo; concretamente, el tramo que va del Collado del Pradillo al Alto del
Hontanar, incluyendo la cumbre.
Aunque se
puede subir por la pista hasta la cima de La Atalaya, es a costa de un rodeo.
Para ahorrármelo, en esta curva, que está justo después de pasar junto a una
casita en ruinas, dejé el carril por la izquierda (NO) y ataqué la ladera
directamente hacia los canchos que se veían arriba.
No había
senda como tal, pero un pasillo en el matorral evidenciaba paso frecuente.
Salí del
pinar y el monte bajo ya muy cerca del risco superior, donde unos hitos
señalaban, por si no estuviera suficientemente claro, este pasillo como forma
de superar el roquedo.
La cosa
es bonita y más agreste de lo que me esperaba. Y con buen panorama, que, en…
… el arco
meridional se extendía por el valle del Mijares, con las sierras de Javalambre
y Espadán en el horizonte, entre las que llamaba la atención el Alto de Pina.
Pero,
pese a su nombre, este panorama era el único destacable de esta cima; al menos
a ras de suelo, sin subir a la torre que allí se yergue, pues el llano cimero
está rodeado de pinos en el resto de direcciones. Al encontrar el extremo de…
… una
pista forestal que va siguiendo el cordal por su flanco oriental (derecho), la
tomé. La cercanía de la cuerda, me tentó a…
…
asomarme al oeste, donde se ve la continuación de la sierra ese lado, por la
peña Ramiro y la Olmedilla. Bonito.
Obviamente,
esta pista es la misma que antes había dejado y pronto llegué a una
bifurcación, donde continué por la izquierda (NE), dejando de lado el ramal por
el que hubiera subido sin el atajo. Seguía ahora por el flanco la Loma del
Villarejo y, en los claros a mi derecha, podía…
… ver de
nuevo el sector de sierra del Pico de la Bandera.
Pero, la
mayor parte del tiempo, caminé entre pinos que hurtaban el panorama. Más
adelante, pasé además a ir por la cuerda.
Pasado lo
más alto de la Loma del Villarejo (cota 1.642, que no me molesté en pisar),
giré a la derecha (E) en una bifurcación y entré en el amplio llano de El
Frailón. Tras atravesarlo, la pista contornea el siguiente cerro (1.652) por el
sur (derecha) y, durante esa travesía, pude ver…
… la cima
de la Bandera entre los árboles, ya bastante cerca.
A
continuación, llegué al Collado del Pradillo y su cruce. No tomé ninguno de los
caminos que se ven, sino que subí recto (SE), entrando en el pinar por donde
éste presenta…
… un
pasillo de hierba. En esta parte se pasan un par de caminos; no me fie de
adónde podía ir, así que continué subiendo, procurando mantenerme en la cuerda.
Luego, se
cerró, pero, como en la subida a La Atalaya, se apreciaba rastro de paso en la
vegetación y el ascenso no era incómodo.
El bosque
se abrió en lo alto del cerro de las Tres Cruces, desde donde, mirando atrás,
pude ver el Peñarroya, la cumbre más alta de todo el conjunto de Gúdar.
Tampoco
en este pico había vistas despejadas; de hecho, la cima, señalada por un hito
de piedras, está rodeada de árboles y matorral. Sólo al sur, merced a un
resalte de roca que dejaba los pinos abajo, se llegaba ver la cresta de
Javalambre, donde se estaban adensando las nubes.
Proseguí
el cresteo hacia el Pico de la Bandera, con una imperceptible bajada al collado
intermedio, tras el que volví…
… al
pinar, en similares condiciones: denso, pero no tanto como para incomodar el
paso. Dejé atrás los árboles…
… ante
este resalte, el paso más escabroso de la ruta, aunque, como se ve, tiene por
dónde superarlo sin necesidad de trepar. Por encima, no estaba…
… aún la cumbre,
sino un rellano despajado, tras el cual, otra ladera pinosa, rematada por…
… un
segundo resalte aún más fácil, me dejó…
… ante el
hito cimero. Éste se encontraba sobre una base elevada que estaba derruida. Una
pena, pues, sin ella, los árboles lo tapaban casi todo. A base de moverme
alrededor, sólo conseguí ver, …
… al
oeste, la Atalaya y la Loma del Villarejo al otro lado barranco y, más allá, el
sector occidental de la sierra. A la derecha, …
… al
norte el Peñarroya y, siguiendo el giro, …
… la Loma
del Monegro. Y, como la cosa se iba nublando, tocaba no entretenerse mucho e ir
bajando.
Primeramente,
seguí la cuerda al sureste, pero…
… al
poco, vi a mi derecha (S) un carril paralelo a la misma y me desplacé hacia el
mismo. Lo alcancé precisamente en una bifurcación, donde, dejando de lado un
ramal que bajaba, tomé el de la izquierda (SE), que sigue la cuerda. Tras un
corto trecho entre los pinos del flanco (derecho), el camino…
… salió a
la cuerda, donde coincide con un ancho cortafuegos. La andadura fue cómoda,
aunque sin panorama, merced a los pinos. Tras un buen rato así, vi que el
carril más marcado se iba a la derecha; yo seguí por el cortafuegos. Fue un
error relativo, pues…
… no
tardé en verme ante un resalte, desde donde se veía delante el Alto del
Hontanar, pero donde…
… tuve
que, si no destrepar, bajar con cuidado y algo de apoyo de manos. Y, unos
metros más allá, me reincorporé a la pista, que vuelve a la cuerda. Está claro
para qué el rodeo.
Bueno, lo
siguiente fue desembocar en una pista mejor, que no tomé, sino que crucé para
subir recto (S) por una breve y suave ladera a…
… la cima
del Alto del Hontanar. Que, aunque parezca mentira, era aún menos panorámica
que las otras. Aquí sí que no se veía nada, así que apenas me detuve y giré a
la derecha (SO) para…
…
descender entre los pinos, con la referencia única de la pendiente, pues sabía
que una pista corta la ladera más abajo. Por otro lado, la bajada no fue
penosa, como se puede ver, y menos todavía cuando…
… me
encontré este pasillo de gravilla y tierra por donde me pude dejar resbalar.
Además, podía ver parte de lo que me quedaba: al fondo, la Atalaya y, más
cerca, los cantiles del Ralo, bajo los que se llega a apreciar el camino por el
que iba a rodear ese monte.
Al llegar
a la pista que andaba buscando, la tomé a la derecha (N), dando comienzo a una
prolongada travesía de laderas. Pero este carril se iba a acabar enseguida; al
poco de pasar esa curva, se esfumó …
… ante el
Barranco del Azotejo. Girando a la izquierda (O), empecé a…
…
descender por su vertiente izquierda, siguiendo unos trazos de senda, que me
mantuvieron…
…
bastante separado del cauce hasta pasar un empinado congosto. Tras el mismo,
bajé al cauce y lo crucé, encontrando…
… un
camino más claro al otro lado. Siguiéndolo, pasé a…
…
atravesar la ladera del Ralo manteniendo cota y…
…
alejándome del Barranco del Azotejo. Desde el balcón de la terraza por la que
iba, pude…
… ver al
rato La Atalaya, bajo la cual acabaría la excursión. Pero aún quedaba.
Bajo el
roquedo del Chaparro, llegué a otro barranco. El carril continúa, pero, para
acortar, lo dejé por la izquierda (SO) y…
… descendí
por la despejada ladera boscosa de la vertiente izquierda. Al salir del pinar,
bajo…
… el Mas
de Peñarroya, me encontré inopinadamente pisando un camino entre robles,
mientras continuaba siguiendo el cauce.
Luego, lo
crucé y me alejé del barranco entrando, …
… siempre
guiado por la senda, en un terreno ondulado de sucesivas lomas y hondonadas. Y,
de nuevo, al fondo, La Atalaya.
Al llegar
a este lugar, pasé como pude al otro lado de la cerca para tomar el camino principal
y, al pasar el siguiente alto y …
… dar con
el Barranco del Villarejo, girar a la izquierda (SO), dejando el camino para…
… seguir
el cauce por la orilla izquierda hasta encontrar una senda. Ésta me llevó a
cruzarlo y alejarme del mismo remontando una ladera pedregosa.
Al ganar
altura, pude ver esta perspectiva del barranco a mi izquierda.
Cuando la
senda se bifurcó, continué por la derecha (SO).
El surco
del barranco, aún más impresionante, poco antes de desembocar en el Camino del
Aliagar.
Crucé la
pista y proseguí la subida directa, ahora sin senda, pero por terreno cómodo y
viendo atrás el cordal del que venía.
No tardé
en llegar a una culminación, defendida como otras por un roquedo, aunque aún
menos potente.
Mirando
al sur, podía ver la Sierra de Espadán y, más a la derecha, la…
… de
Javalambre, cubierta de nubes y con cortinas de lluvia delante. Aunque aquí
estaba despejado, no duraría mucho. Menos mal que, del lado contrario, tenía…
… La
Atalaya muy cercana y, bajo la misma, el collado en que había aparcado a pocos
minutos. Acabé al sol, pero, ya en el coche, no había llegado a Mora de
Rubielos cuando empezó a llover. A tiempo.
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